El término eutanasia proviene del griego ευ (eu - buena) y θανατ (thanatos - muerte) y se refería originalmente al acto de poner fin a la vida de otra persona para evitarle la agonía. Su uso ha evolucionado y puede definirse actualmente como el acto, practicado por acción u omisión, que tiene como fin provocar la muerte de un individuo que sufre de una enfermedad incurable que le causa un sufrimiento físico y/o mental intolerable..
CLASIFICANDO:
se podrían tener en cuenta criterios como la intención de causar la muerte, el modo en que se procede (es decir por acción o por omisión) y el consentimiento del paciente. Podríamos distinguir entonces los siguientes tipos de eutanasia:
Eutanasia directa: cuando las acciones que se realizan sobre el enfermo tienen la intención de provocar su muerte. Pueden considerarse aquí dos subtipos de eutanasia:
Eutanasia activa: cuando se ocasiona la muerte del enfermo administrándole sustancias letales.
Eutanasia pasiva: cuando se procede por omisión; es decir, se suspende o no se inicia el tratamiento de una complicación o se suspende el uso de los instrumentos que permiten mantener con vida al enfermo.
Eutanasia indirecta: cuando no se tiene como intención acortar la vida del paciente sino aliviar su sufrimiento. Así, por ejemplo, cuando se administran ciertos analgésicos que no sólo contribuyen a calmar los dolores sino que implican también, a manera de efecto secundario, una abreviación de la vida.
Eutanasia voluntaria: cuando un individuo que tiene las capacidades físicas y mentales para pedir que lo ayuden a morir lo ha pedido.
Eutanasia no voluntaria: esto puede darse en dos casos:
cuando el individuo ya no posee las capacidades físicas y mentales para pedir que lo ayuden a morir pero expresó previamente que esa era su voluntad.
cuando un individuo que no posee las capacidades físicas y mentales para pedir que lo ayuden a morir o para oponerse, es sometido a la eutanasia sin saber cuál habría sido su voluntad.