Sus antepasados y antiguos reyes fueron símbolo de prosperidad. Su historia siempre estaba marcada por grandes hazañas y victorias en sus numerosas Guerras y gracias a eso Velimir creció junto a su hermana en una época de paz en el reino.
Pudo disfrutar de su juventud quizá con demasiada libertad. Aprovechaba cada momento libre de sus tareas para escabullirse con alguna joven de la corte o para ir a las tabernas del pueblo con sus amigos. Bebía demasiado y a veces se despertaba en su cama sin saber como había llegado allí.
Cuando tuvo edad suficiente para tomar esposa, su padre ya había elegido a una joven tiempo atrás cuya familia poseía tierras y títulos que el reino entero envidiaba. Mientras se hacían los preparativos para su boda, un informador llegó a la corte pregonando que los clanes estaban arrasando los pueblos del sur. Exigían tierras para su gente.
El Rey tuvo que abandonar el castillo con urgencia para liderar los ejércitos y apenas un par de semanas mas tarde de su marcha la triste noticia llegó al castillo. El rey había muerto a manos del líder del clan, aunque este también murió poco después por las heridas ocasionadas en el duelo. La batalla se fue apagando poco a poco por la falta de sus líderes y las tropas se replegaron para volver a organizarse. El Consejo del Rey aún conmocionado por la noticia se apresuró a coronar al príncipe Velimir y a celebrar la boda. Todo sucedió muy rápido y el joven Rey al día siguiente de ser nombrado y desposado convocó al consejo y decidió partir hacia donde se había librado la batalla. Se sentía preparado y con ansias de venganza.
El camino fue largo y duro y Velimir se negaba demostrar debilidad parando a descansar. Solo lo hicieron en un pequeño pueblo a mitad de camino en el que pasaron varios días. La guerra tampoco fue fácil, el clan ya reorganizado y liderado por el hermano del asesino de su padre era muy fuerte. Parecían gigantes y a pesar de su poco conocimiento sobre estrategia eran duros como rocas ya que daba la sensación como si se necesitasen al menos 5 hombres para derrotar a cada uno de ellos.
Su inexperiencia hizo que tardaran más de lo esperado pero su gran habilidad en la lucha y en la estrategia dió sus frutos y tras casi un año de duras batallas consiguió vencer al clan. Sabía que algún día volverían pero por el momento estaban demasiado débiles y no eran tan numerosos como el gran ejército del Rey. De camino al castillo pararon en el mismo pueblo en el que habían descansado hacia ya un año. Lo recordó casi con nostalgia ya que sabía que había cambiado mucho; antes, un joven temeroso que se había metido en la taberna a beber maldiciendo al clan por arrebatarle a su padre y su libertad. Recordaba todo esto cuando alguien lo observaba a lo lejos. Sentada bajo un árbol, estaba una chica que le era familiar. Tenía un pequeño bebe en brazos al que mecía cuidadosamente. De pronto, se acordó de ella. Era una de las hermanas con las que había pasado los dos días el año anterior. Se fue acercando a ella mientras miraba al bebé. Debía tener 3 o 4 meses y eso lo hizo detenerse horrorizado. Él había bebido demasiado y se acostó con ambas hermanas la primera noche. Dudoso acabó aproximándose a la joven y se saludaron tímidamente. Hablaron un rato pero él necesitaba saber la verdad. Ella confirmó sus sospechas, pero el bebé era de su hermana. Ésta había fallecido en el parto y ahora cuidaba de él. El rey decidió llevarse a la muchacha, de nombre Mylena, y al bebé, Blazh, al castillo. Era su hijo y aunque no fuese legitimo era de su sangre y debía criarse como tal. Apenas había conocido a su esposa Mara cuando se marchó a la guerra y sabía que la llegada del bebé no sería bien recibida, pero sentía que era lo que debía hacer. Era lo que haría un buen Rey.
Ya en el castillo fue recibido con una gran celebración y durante varios años reinó la paz. Tuvo a su segundo hijo y heredero el príncipe Vilnuss. Esto cambió por completo el ánimo de su esposa triste hasta el momento. Él la veía dulce y cariñosa incluso con Blazh, pero sabía que ella necesitaba tener un hijo legitimo y así acallar las habladurías. Disfrutaron de varios años de paz más. Los clanes parecían haberse resignado ante el excelente gobierno del Rey pero un buen día empezaron de nuevo las revueltas. Exigían un cambio en las leyes, pero el Rey sabía que si aceptaba sus peticiones las revueltas no cesarían y que cada vez serían peores porque siempre habría mas demandas por su parte. Aunque no fuese una gran guerra como hacia años, el Rey se veía obligado a viajar constantemente. Le encantaba luchar pero también era consciente de que ya no era un joven guerrero y necesitaba ver a su familia. Quería educar a sus hijos para que en un futuro fuesen buenos guerreros y en el caso de su hijo Vilnuss un buen Rey, pero esto hacía que los viajes mermaran cada vez mas sus fuerzas hasta que un día se despertó empapado en sudor. Le dolía todo el cuerpo y apenas era capaz de moverse. Los maeses lo sangraban para intentar bajarle la fiebre pero todo fue en vano. Murió una noche de invierno del año 747.
