Mucha gente cree que hay una fórmula para la felicidad: tener dinero, amor, salud, hijos, pareja, una casa... Por eso las personas viven continuamente aspirando a obtener todas estas cosas. El problema aparece cuando finalmente las consiguen, en ese momento se dan cuenta de la realidad: ¡Sí! ya tengo todo lo que siempre he deseado, pero..¿Por qué no me siento más feliz? Me siento vacío ¿Qué me falta ahora?
Esta última es la pregunta más errada que existe : ¿Qué me falta ahora? ¡Pues nada, no te falta nada! Tenés dos brazos, dos piernas, dos ojos, dos oídos, una boca, un cerebro, un corazón, ¡Sos humano! Y cualquier humano, por el simple hecho de ser humano, puede ser feliz.
Desde muy pequeños la sociedad nos inculca un estereotipo de la felicidad : Si te casás vas a ser feliz, si tenés un buen trabajo y te pagan bien vas a ser feliz, si tenés hijos vas a ser feliz... Esto no podría estar más alejado de la realidad. Yo conozco muchas personas casadas con dinero e hijos que son extremadamente infelices, y al mismo tiempo conozco otras sin pareja ni hijos y a las que el dinero apenas les alcanza, que se sienten felices y dichosas.
Esto no quiere decir que haya que ser soltero, pobre y estéril para ser feliz. A lo que me refiero es a que la felicidad no radica en factores externos. La felicidad nos acompaña a todos desde el momento en que nacemos y está ahí, dentro nuestro, esperando a que la llamemos. Sólo nosotros la podemos llamar, nada ni nadie que no sea nosotros mismos puede hacer que nos sintamos felices.
Una chica dice: Mi novio me besó y eso hizo que me sienta feliz.
Pero está equivocada. El beso no fue el que hizo que se sintiera feliz, sino que ELLA se sintió feliz porque ELLA misma pudo admirar y disfrutar la hermosa sensación de ser besada.
Esto se puede aplicar a cualquier aspecto de la vida. No necesitás que ocurra esa cosa que siempre esperaste para sentirte feliz. Si podés disfrutar y percibir con todos tus sentidos el olor de una flor, la melodía de una canción, incluso el hecho de ver el cielo estrellado por la noche, podés sentirte feliz. Si podés disfrutar al máximo cada cosa que hacés, el caminar hasta la estación de tren para ir al trabajo, el acariciar a tu mascota, el respirar aire puro durante la mañana, el leer un libro al anochecer, el pintar, el bailar, si podés hacer eso, podés ser feliz.
Allí radica la verdadera felicidad: en disfrutar y apreciar cada cosa que hacés. En disfrutar y apreciar el hecho de estar vivo.
