Curiosas historias sobre los mortales saltos sin paracaidas desde Bombarderos y sus respectivas vivencias para contarlo.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el sargento Nicholas Alkemade de la Royal Air Force, se encontraba piloteando su bombardero Lancaster en pleno combate contra los cazas alemanes cuando sufrió un golpe de artillería anti-aérea, y se vio ante la encrucijada de saltar sin paracaídas desde 5500 metros de altura y quedar hecho papilla, o morir consumido por las llamas que envolvían a su nave.
Se decidió por el menor de ambos males. Después de todo es preferible morir al instante golpeando el suelo que pasar varios segundos ardiendo. Nick saltó al vacío.
Mientras caía veía impotente como los temibles Junkers Ju 88 nazis destrozaban con luminiscentes ráfagas a la flotilla inglesa de la cual él era parte.
Ya resignado y cayendo con los ojos cerrados, aún no se imaginaba el increíble suceso que estaría a punto de vivir.
Alkemade tuvo la suerte de caer sobre un bosque de pinos, y fueron las elásticas ramas de estos árboles los que aminoraron la velocidad de su caída a tal punto que el colchón de nieve que cubría el suelo lo salvó de sufrir graves heridas -más allá de un tobillo torcido-.
Al darse cuenta del increíble suceso, respiró hondo y se sentó respaldándose en un pino a fumar un cigarro. No sabía aún que había caído en territorio nazi.
Si bien fue capturado por la Gestapo, posteriormente fue liberado al terminar la guerra.
Durante su tiempo como prisionero, debieron aislarlo en una celda aparte ya que muchos soldados alemanes incrédulos de lo ocurrido abandonaban sus puestos de guardia para ir a conocerlo ya que se convirtió en una leyenda.
Después de la guerra, Nicholas Alkemade volvió a su antiguo trabajo en un laboratorio químico inglés hasta que murió en 1987.
Alan Eugene Magee
Alan Eugene Magee es otro sobreviviente de una gran caída producto de la infinidad de aviones derribados durante la Segunda Guerra Mundial.
Fue un piloto norteamericano que se enroló al ejército luego del ataque a Pearl Harbor.
Como cañonero de un avión B-17 FF de la fuerza aérea estadounidense, obtuvo varios premios y reconocimientos gracias a la espectacular caída en la que se vio envuelto.
Servía como piloto en 1943, mientras volaba en una misión sobre Saint Nazaire –Francia-, su aeronave se vio derribada por los temibles cazas alemanes.
El daño al avión fue crítico, sin un ala comenzó a girar descontroladamente cayendo a tierra a manera de espiral. Alan logra escapar de la línea de fuego y saltar del avión a unos 6700 metros de altura. Sin embargo, mientras caía le esperaba lo peor: el paracaídas estaba prácticamente destruido.
La altitud –y el susto, supongo- lo llevaron a perder el conocimiento, con el curioso resultado de caer sobre un techo de vidrio que formaba la terraza de la estación de ferrocarril de Saint Nazaire.
La estructura de aluminio y vidrio se flexionó y ejerció resistencia al mismo tiempo, aguantando la velocidad de caída libre de Magee lo suficiente como para que este pudiera sobrevivir al golpe.
Capturado por los alemanes, se le ofreció atención y tratamiento médico suficiente para salvarle la vida. Padeció múltiples heridas, no solo de la caída sino que además tenía varios fragmentos del fuselaje de la nave incrustados en su cuerpo y múltiples quemaduras. Las heridas iban desde sus ojos hasta un brazo que estaba prácticamente desmembrado. Sin embargo, Alan fue liberado tras terminar la guerra y al retirarse con honores vivió apaciblemente en su rancho de Texas hasta el 20 de diciembre del 2003 en que falleció a la edad de 84 años.
“Rendezvous With Destiny”, (\"Encuentro con el destino\")