El helenista británico Oliver Dickinson ofrece en “La Edad del Bronce Egea” un análisis muy preciso de la compleja evolución que tuvo lugar en el Egeo entre el 3300 y el 1000 a.C. El texto va acompañado de numerosas ilustraciones, incluyendo mapas y dibujos y fotografías de los objetos característicos de cada período, además de una completa bibliografía comentada al final de cada capítulo.
El libro está organizado temáticamente. Los primeros capítulos son de tipo introductorio, el primero se dedica a la cronología, el segundo al entorno geográfico y el tercero a los antecedentes de la Edad de Bronce en la zona. La Introducción y las especificaciones terminológicas sirven para describir detalladamente la datación de la Edad del Bronce e incluyen útiles diagramas cronológicos. El capítulo tercero, en cambio, es el punto de partida de algunos de las temas principales que se desarrollaran en el libro: la importancia de los factores externos en comparación con el desarrollo indígena, el intercambio interno y el regionalismo, la explotación de los recursos y la organización social.
A éste le seguirán el resto de los capítulos dedicados a describir las civilizaciones de la Edad del Bronce en el Egeo: poblamiento y economía, artes y oficios, costumbres funerarias, comercio y religión.
El capítulo sobre Poblamiento y Economía describe de manera un tanto comprimida el modo de vida y la estructura social en el Egeo en la Edad del Bronce en con una voluntad de mostrar la realidad de la forma de vida de sus gentes en la época. Le sigue Artes y Oficios, que no es sólo una mera descripción de utensilios, sino que la evolución de cada clase de objeto se encuadra en un marco histórico y se plantean, además, cuestiones como la función social y la organización de la producción.
El capítulo sobre Costumbres Funerarias describe exhaustivamente los diferentes tipos de tumbas haciendo hincapié en las diferencias regionales pero sindar relevancia especial a la dimensión social de las prácticas mortuorias. El siguiente capítulo se centra en el comercio, el intercambio y los contactos de ultramar, considerados en las diferentes etapas palaciales.
En el último capítulo, la Religión, Dickinson aborda el tema con una cierta profundidad considerando que se trata de un tema controvertido, haciendo hincapié en la reconstrucción del ritual más que el de las creencias, en un intento realista de dar sentido a la evidencia material, pero sin profundizar en la función política de la religión.
A modo de conclusión, Dickinson revisa las diferentes posturas acerca del nacimiento de las primeras civilizaciones en el Egeo y señala también las limitaciones a las que estamos abocados debido a la escasez de datos existentes.
“La Edad del Bronce Egea” es el reflejo de la fragmentación de la investigación arqueológica en el Egeo. Pero se mueve más allá de ella, combinando una estructura temática con un enfoque histórico. Cada capítulo se aborda cronológicamente y regionalmente, lo cual puede crear cierta confusión en las zonas donde existen marcadas diferencias entre las regiones, por lo que sería útil dar más énfasis a la existencia de diferentes tradiciones culturales para subrayar los procesos de convergencia o divergencia, algo que sólo se hace en los debates de las costumbres funerarias y la religión.
Otro aspecto importante del libro de Dickinson es su sano escepticismo por igual sobre puntos de vista tradicionales y las teorías más recientes. Dickinson utiliza muchos de los conocimientos obtenidos a través de estos nuevos planteamientos, pero también los critica por dar primacía a los factores económicos.
En conclusión, Dickinson construye una valiosa descripción de una época, destilando los conocimientos recibidos a la vez que señala las lagunas de investigación para así invitar a la reflexión.