Creció en la corte junto al Príncipe Vilnuss. Jugaban de pequeños y se adiestraban como guerreros, aunque no se le daba del todo bien y prefería visitar la biblioteca o hablar con los miembros del consejo en busca de conocimiento. Esto sorprendía a todos ya que cualquier niño prefería blandir espadas e imaginar que luchaban en épicas guerras. Su padre apoyó su decisión de instruirse como consejero ya que veía sus grandes dotes y por su amistad con el príncipe no dudaba de que conseguiría ese puesto.
El día de la muerte del Rey se temió lo peor. Vilnuss echaba la culpa a los clanes de la muerte de su padre y quiso cambiar las leyes y ejecutar a todo aquel que no fuese humano. Decía que esto libraría al reino de cualquier mal pero Jillen no estaba tan seguro. Intentó por todos los medios que cambiase de opinión pero fue en vano.
Al poco tiempo su padre murió en una revuelta ocasionada por los magos en uno de los pueblos. Fue nombrado consejero Real y gracias a todo lo que aprendió durante tantos años de estudio consiguió que el reino poco a poco volviese a prosperar a pesar de las guerras. Tenía muchos conocimientos sobre las finanzas y con las ganancias que lograba pagaba comida y reconstrucciones de pueblos que las duras batallas destrozaba.
Seguía sin estar de acuerdo con las leyes establecidas pero no podía hacer nada para remediarlo. El joven hijo del Rey, el príncipe Voran, le daba esperanzas ya que compartían muchos momentos en la biblioteca. A éste le encantaban las historias y las finanzas igual que a él y también parecía diestro en el combate. Creía que en un futuro sería un gran Rey, pero en los últimos años se daba cuenta de que los demás miembros de la corte se estaban aprovechando de las caóticas circunstancias. Se hacían con los castillos devastados tras una revuelta alegando que sería para reconstruirlo y devolverlo a sus legítimos señores. Hablaban a escondidas con mentalistas encarcelados en la corte; pagaban a caballeros para hacer encargos personales y discretamente veía como entablaban demasiadas conversaciones con el hermano mayor del Rey, Blazh, al que casi siempre se le veía solo por la corte.
El día de la noticia de la muerte del Rey Vilnuss, se convocó una reunión urgente del consejo y al entrar en la gran sala todavía con los ojos llorosos descubrió allí al hermano del Rey hablando con los demás miembros del consejo. No tenía fuerzas para discutir. Ya no le quedaba nadie. Nunca se había casado pues su trabajo lo era todo, pero al escuchar la proclamación de Blazh como el nuevo Rey su vista se alzó hacia los demás y se oyó decir a si mismo primero en susurros y después a gritos que eso era traición. Los demás lo miraron. Incluso Blazh que parecía bastante seguro de sí mismo y tras unos segundos de silencio comenzaron a discutir unos con otros. No llegaron a ningún acuerdo y el consejero comprendió lo que estaba sucediendo. Quizá las habladurías sobre el "accidente" del rey fuesen ciertas pero no tenía tiempo para investigar más a fondo. El reino estaba comenzando a sumirse en el caos de nuevo. Él defendía al príncipe Voran, legítimo sucesor del trono, y tendría que hacer todo lo posible por conseguir sus propósitos.
