Don JP., ésta es el arma con la que había confundido el revolver por Usted utilizado en la prueba. Espero les guste el artículo.
EL PRIMER MAGNUM
En cierta ocasión fui testigo de la siguiente discusión: “Ha sido el revólver más potente hasta la aparición del calibre 357 Mágnum” – decía uno de los contertulios. “De eso nada! Sólo el .44 Mágnum le ha superado” – afirmaba categóricamente el otro.
Como no sabía a ciencia cierta de qué estaban hablando, inocente de mí, pregunté: “¿De qué revólver estáis hablando?” A lo que contestaron, lanzándome una mirada fulminante: “Parece mentira que tú que eres tirador de avancarga lo preguntes, nos referimos al… COLT WALKER .44".
Estamos en 1846 y Samuel H. Walker, que formaba parte de los Rangers de Texas, es asignado como capitán al regimiento de Mounted Rifleman, del ejército regular de los Estados Unidos.
UN POCO DE HISTORIA.
A finales de este año el capitán Walker se dirige a Washington con instrucciones de conseguir nuevo armamento para la recién formada unidad. Hasta entonces las armas cortas utilizadas por la caballería son pistolas de percusión de un solo tiro, que se llevaban en unas fundas sujetas a la silla del caballo. Una vez disparadas al jinete solamente le quedaba como recurso el utilizar su sable, ya que era dificilísimo volver a cargar a causa del movimiento del caballo.
Las ideas de Walker al respecto son muy claras, y se dirige al único hombre que cree le puede ayudar, Samuel Colt.
En un principio consideraron la posibilidad de utilizar el Colt Paterson de cinco disparos, que había conseguido una gran popularidad en la frontera. Pero después de las pruebas, Walker no quedó muy satisfecho. Su idea era un arma de seis disparos en calibre .44, con mucha más potencia que el Paterson, y por supuesto, más fácil de cargar. En el Colt Paterson había que sacar el cilindro para cargarlo, y para sacar el cilindro había que desmontar el revólver.
Las ideas de Walker fueron plasmadas por Colt en un revólver que desde entonces recibió el nombre de los hombres que lo habían concebido “COL WALKER”.
En enero de 1847, Samuel Colt consigue un contrato del Gobierno de Estados Unidos para la construcción de 1.000 unidades del nuevo revólver.
Desgraciadamente para Samuel Walker su temprana muerte le iba a impedir comprobar la eficacia del arma que había ayudado a crear. En 1847, durante la batalla de Huamantla, cargó al frente de sus hombres contra un grupo de lanceros mexicanos del general Santa Anna y fue muerto en la refriega.
Los nuevos revólveres eran entregados en parejas a cada jinete, que los llevaba en fundas de arzón sujetas al pomo de la silla de montar.
Pero dejemos la historia y vamos a lo que importa.
EL COLT WALKER.
Al primer golpe de vista nos encontramos con un arma grande y aparatosa, más bien fea, pues no está proporcionada. Su cilindro es enorme al igual que la parte delantera del armazón. Pero es al empuñarla cuando se nos rompen todos los esquemas… y el brazo, pues en orden de tiro, es decir, totalmente cargada, anda cerca de los dos kilos y cuarto de peso.
Por lo demás es un arma de seis tiros, con el armazón de dos piezas, como los demás revólveres de avancarga que construyó posteriormente Colt.
La baqueta de carga se encuentra en la parte inferior del cañón y queda sujeta por un fleje en la zona donde tiene la articulación. Este sistema de sujeción no es muy eficaz, ya que todas las veces que disparamos la baqueta se desprendió (a las fotos me remito). En la época tampoco debió gustar demasiado, pues en el siguiente modelo de revólver, el Colt Dragon, fue modificado.
El cañón tiene una longitud de 9 pulgadas (23 cm.) lo que hace que con la carga máxima de 60 grains de pólvora 3F, alcance la bala una velocidad de 1.300 pies por segundo, en boca de fuego.
LA PRUEBA.
Cuando oí la discusión que he descrito al principio del artículo, me quedé un poco sorprendido, pues no podía creer que un arma de avancarga fuera más potente que una moderna de cartucho metálico. Así que en cuanto he tenido la ocasión de disponer de uno de estos “monstruos”, por supuesto de réplica, y con la inestimable ayuda de varios amigos, decidimos hacer unas pruebas para ver que había de cierto.
Nos montamos un artilugio, para probar el poder de penetración, consistente en una serie de tablas de 20 X 20 cm., clavadas en otra a una distancia de unos 8 a 10 cm. de separación.
Y llegó el momento de disparar. Yo había leído que la carga que utilizaban en la época era de 55 a 60 grains de pólvora 3F (3.5 gramos más o menos), lo cual me parecía una barbaridad, teniendo en cuenta que para disparar a 100 metros cargo el rifle con 45 grains (2.90 gramos) y la bala que pesa 500 grains (32 gramos) llega sin problemas. Por tanto, como no las tenía todas conmigo, decidí empezar por 3 gramos de pólvora española 3F, que es más floja, a ver que pasaba.
Mi sorpresa fue mayúscula cuando comprobé que el arma prácticamente no se movía. Disparando a una distancia de unos 8 metros con esta carga y bala redonda, ésta pasaba limpiamente tres tablas y se quedaba en la cuarta, totalmente deformada.
A continuación dispararon un .357 Magnum. La bala semiblindada pasó cinco tablas y se quedó detenida en la sexta. Y comenzó el pitorreo; “Sólo vale para hacer ruido y humo”, etc. etc..
Un tanto sorprendido, decidí cargar el revólver como en su época con 3.5 gr. De pólvora suiza Nro.2 (equivalente a la portuguesa de 3F) y bala ojival. Apunté con cuidado al centro de las tablas, disparé y… se acabó el pitorreo.
La bala había pasado limpiamente cuatro tablas, partido en dos la quinta, al llegar deformada, y detenido en la sexta.
Los comentarios variaron completamente; “¡Hala! Menos mal que la bala es de plomo puro… ¡que si no…!”
Entonces decidimos hacer una prueba diferente, clavamos unidas tres tablas de 2.5 cm. de espesor cada una, y nuevo disparo. La bala pasó las tres tablas haciendo un boquete de salida más que regular.
Como queríamos recuperar la bala disparada para comprobar su deformación, añadimos dos tablas más al bloque, total 12.5 cm. de grosor. Efectivamente la recuperamos ¡¡En la quinta tabla!! Justamente en el mismo lugar donde quedó la del .357 mag. que disparamos a continuación.
Pero nuestras sorpresas no habían terminado. Mi amigo Paco decidió probar a ver qué pasaba disparando con el K38, de seis pulgadas, un cartucho .38 spl. + P.
Pues bien, el proyectil, de plomo endurecido, pasó las cuatro primeras tablas y se llevó la quinta por delante, desclavándola, del golpazo que le dio. En aquel momento entendí por qué las casas que fabricaban los cartuchos .38 spl. + P, aconsejaban moderación en su uso, pues de lo contrario los pobres revólveres quedarían como maracas de desajustados.
A estas alturas de la prueba alguien se le ocurrió emplear un 9 mm Para. Disparamos contra el grupo de tablas separadas y el proyectil blindado atravesó las cuatro primeras y se paró en la quinta, sin deformarse en lo más mínimo.
Y por fin la guida del pastel. Nuestro querido director, que había llegado tarde, no estaba muy convencido, pues no había visto las pruebas, y decidió utilizar la Colt Gold Cup del .45 ACP, más que nada para incordiar.
Apuntó a las tablas separadas, disparó y el proyectil solamente atravesó las dos primeras y casi la tercera. Eso sí, aquí se acabó la prueba pues nos desmontó el decorado. El cartucho del .45 ACP no tiene tanto poder de penetración como los otros, pero su potencia de choque es fenomenal, los tableros se fueron al suelo, como si los hubiera topado un carnero, descuajaringándose por completo. Vamos, que atravesar no atraviesa, pero parar seguro que para.
A MODO FINAL.
Después de leer lo expuesto anteriormente, os habréis podido dar cuenta que, de los dos protagonistas de la discusión, tenía razón el que defendía al calibre .44 mag..
El Colt Walker, con su carga a tope y bala ojival, había superado al .38 spl., 9 mm para. y al .45 ACP e igualado al .357 mag. y .38 spl.+P (aunque en definitiva es un .357 camuflado para utilizar en los revólveres .38). Fue una verdadera pena no disponer de un .44 mag, para comprobar hasta donde habría podido llegar. Otra vez será.
Lo cierto es que el Walker, a pesar de ser grande, pesado y feo, fue un auténtico Magnum en su época, que se mostró muy eficaz en el cometido para el cual se le construyó.
TEXTO E IMÁGENES extraídas de un artículo publicado en la revista Española “Armas y Municiones” de fecha 6/10/1986.-
REPLANTO
30-04-2011 16:58
La bala de plomo puro se deforma totalmente.
REPLANTO
30-04-2011 17:00
Secuencia de disparo. A pesar de lo que el arma se eleva, prácticamente no da golpe, pues su gran peso absorbe todo el retroceso.
REPLANTO
30-04-2011 17:02
...
REPLANTO
30-04-2011 17:05
El proyectil del Walker ha pasado limpiamente las cuatro primeras tablas, ha destrozado la quinta y ha parado en la sexta. El del .357 Mag., semiblindado, ha pasado las cinco primera y ha parado en la sexta.
REPLANTO
30-04-2011 17:06
Los dos calibres protagonistas de la prueba, el .357 Mag. y el .44.
REPLANTO
30-04-2011 17:07
Detalle del enorme cilindro del Walker.
REPLANTO
30-04-2011 17:08
La fijación de la baqueta de carga es poco efectiva; al disparar se cae siempre.
JP Gaucholoco
02-05-2011 17:12
Gracias Replanto, esa revista de ARMAS yo la tenia y lo habia leido pero muy bueno igual. Excelente el walker. Aunque pienso que el 357 se lo come en dos panes con una buena carga.
Y al que no le guste le aplicamos el "rifle sanitario"...
REPLANTO
02-05-2011 19:57
Ni que hablar que el cartucho 357 utilizado en la prueba debe haber sido uno con carga standar, porque si fuera uno de "Recarga Gaucho Loco" ("RGL" por sus siglas en castellano) de seguro les desarmaba la estantería y se hacían unos buenos mondadientes.
