Puede que alguna vez usted haya sentido interés por saber cuál es el rifle de cerrojo cuyas series se han producido en mayor cantidad. De ser así, es fácil dar respuesta a su curiosidad: es el Remington M-700, del que se llevan fabricados unos dos millones de unidades a lo largo de casi treinta años. En cuanto al cartucho del rifle que tratamos en este mes, tal vez su nombre le suene nuevo y no haya oído hablar del .35 Whelen. Sin embargo, y aunque sólo lleve dos años en los catálogos de municiones, era ya un cartucho conocido y muy popular en su país hace más de medio siglo.
Para la gran mayoría de los lectores no será ésta la primera vez que tienen ante su vista un Remington M-700, aunque algunos de aquéllos ni siquiera lo sepan.
Aparte de en los estantes de las armerías o entre las manos de un cazador, el M-700 ha aparecido en nuestras pantallas en innumerables ocasiones. Tanto en la televisión como en el cine, en el que acompañaba en las carteleras de la película “El cazador (The deer hunter)” a Robert de Niro, el M-700 se ha presentado muchas veces a los espectadores como una estrella anónima. No obstante, todo esto no son más que síntomas de su popularidad, pero no explican el porqué de esa difusión.
En este caso, como en tantos otros, la clave radica en que se dio con un producto plenamente satisfactorio para los demandantes y para el fabricante. Algo funcional y agradable, con cierto grado de refinamiento técnico que superase a la competencia o le diferenciara de ella y ante todo; con unos costes de producción que permitieron poner su precio a niveles muy inferiores a lo habitual, sin sacrificar en absoluto beneficios para el constructor.
Hoy, cuando muchas características del M-700 has sido imitadas por la casi totalidad de los rifles de cerrojo, el mecanismo de Remington conserva algunos aspectos que sólo él posee. Sigue siendo tan satisfactorio como siempre, y sirve como ejemplo de rifle de concepción clásica, económico y funcional, que algunos diseños posteriores más adelantados superan en ciertos aspectos concretos, pero no en resultados prácticos.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS DEL M-700
Hacer un comentario de los orígenes del M-700 obliga a referirse a sus antecesores, los M-721 y M-722. Estos rifles y el modelo que nos ocupa fueron diseñados por M.A. Walker, y en ellos se introdujeron todas las características mecánicas que destacan en el M-700.
Los M-721/M-722 – a los que se puede considerar como un solo tipo, dado que entre ellos apenas se diferencian más que en las dimensiones – establecieron nuevos cánones entre las armas norteamericanas. No tanto por que en sus diferentes aspectos técnicos fueran originales, dado que se habían aplicado separadamente en varias armas europeas, sino porque fueron los rifles que lograron variar los hábitos del consumidor americano promedio. Con los nuevos cerrojos, Remington logró arrebatar una considerable parcela del mercado a los rifles de palanca. Para conseguirlo tuvo que poner a punto un producto satisfactorio y económico, y lanzarlo con una importante campaña que demostrara su superioridad y modernidad. El primer paso se dio realizando un diseño a la medida de la ingeniería de producción. Gracias a recursos como el cajón de mecanismos tubular, el expulsor, extractor y la retenida (además de la renuncia a mecanizar el conjunto del guardamonte), se consiguió que en relación al anterior modelo el número de operaciones de mecanizado se redujera a una cuarta parte (de más de 250 a cerca de 60), y además que apenas fuesen necesarios los ajustes manuales. El cilindro del cerrojo tenia la parte delantera (cabeza con tetones) y la palanca soldadas, aunque desde mediados de la pasada década, cilindro y cabeza son de una sola pieza en los M-700.
Para garantizar su funcionabilidad y convencer a la oficina de patentes de que si los mecanismos no eran nuevos, sí lo era el efecto que se perseguía con su unión, se realizaron ensayos inéditos entre las armas deportivas, como pruebas de funcionamiento con polvo, bajas temperaturas, etc.. La más destacada fue la de resistencia a explosiones que se hizo disparando un cartucho 30-06 tras obstruir el cañón con cinco proyectiles de 220 grains.
El resultado final fue un arma no sólo eficaz – potente, manejable y muy precisa -, sino de agradable apariencia y a muy buen precio, cuyas ventas en el primer año se aproximaron a triplicar la cantidad necesaria para alcanzar el umbral de beneficios.
Quince años más tarde apareció el M-700. Se pensó para unificar la gama, que se componía de los M-721, M-722 y M-725; éste último era un arma más lujosa que había diseñado W. Leek, otro excelente técnico de la empresa.
En el plano mecánico, los cambios que introdujeron se limitaban a la simplificación de los mecanismos del disparador y el seguro. Por lo demás, sólo había pequeñas diferencias dimensionales, la introducción de una trampilla del cargador practicable y un acabado más lujoso, similar al del M-725 en la versión BDL. El nuevo rifle superó las cifras de ventas establecidas por los modelos 721 y 722, ya que sólo en el primer año se vendieron alrededor de 60.000 unidades. Desde esas fechas, el M-700 ha sido uno de los rifles más destacados en la producción mundial. Con el tiempo han ido apareciendo numerosas versiones de este rifle, entre ellas las FS, RS con culatas sintéticas, y el LS con culata laminada. Los gustos más tradicionales se entienden con el M-700 Classic. La gama de calibres, tipos y acabados es demasiado extensa para que esta vez nos detengamos en ella.
En cuanto a la versión BDL, hay que decir que afortunadamente apenas ha sufrido cambios y que los habidos han sido siempre a mejor – salvo el tremendo error de la picadura que introdujeron en 1969, estampada en espirales -. Tardaron cinco años en remediarlo, pero el modelo siguiente, que se mantuvo hasta el año pasado, tiene el más agradable dibujo de picadura de su historia. Esperemos dure.
UNA PRESTACION CURIOSA
Recientemente llegaron a España ejemplares de las últimas series que se han producido de este rifle. Es novedad el calibre que probamos, el .35 Whelen. Su aparición en el mercado representa el interés que se está prestando a tendencias ya añejas en la concepción de la cartuchería.
El arma que recibimos venía dentro de una caja de cartón, en cuyo interior hay dos planchas de poli estireno expandido (ese corcho blanco omnipresente en los embalajes modernos) amoldado para recibir el rifle con el cerrojo separado como exigen las normas de transporte. Una bolsita de plástico recoge los folletos de instrucciones, servicio y mantenimiento, además de otro inevitable, el relativo a las cuestiones de seguridad que, como ya hemos expuesto otras veces, tanto preocupa a los fabricantes americanos. Dentro, en todos los sentidos, encontramos también un impreso curioso que desde luego llamará la atención de cualquiera que se moleste en leerlo. Me refiero a una ficha/cuestionario sobre el comprador, a quién supongo le interesará rellenarlo (al menos en parte) para comunicar a la empresa la fecha de compra, algo importante a efectos de reclamaciones de garantía. Sus preguntas son poco discretas, y parecen propias del boletín de las Declaraciones de la Renta.
La culata viene con el típico acabado brillante de los rifles americanos. Lo cierto es que al margen de consideraciones estéticas, este barniz RK-W, que se usa también como protector de suelos de parquet, es de extraordinaria resistencia. Golpes o arañazos que marcarían la madera de una culata terminada al aceite, ni siquiera se notan en este rifle. Sin embargo, aunque sea más resistente que cualquier otro acabado, las marcas no son tan fáciles de reparar como en uno al aceite.
La madera es de nogal americano, y en este ejemplar el color era especialmente agradable. Una curiosidad que se ve al demostrarla es que el barniz recubre también el interior, como explico en las fotografías.
La picadura, realizada a máquina, es de tipo francés. Este ha sido uno de los cambios que se introdujeron hace unos tres años, junto a pequeñas modificaciones en el seguro.
Una peculiaridad de los M-700 BDL .35 Whelen es que son los únicos de calibre estándar provistos con cantonera de goma maciza.
Como respecto a las medidas de la culata, sus caídas con relación a la línea de mira son de 42 y 60 mm., respectivamente a cresta, Monte Carlo (la misma en ambas) y talón mide 338 mm. de longitud, aunque esta cifra despista, pues como veremos, resulta de un gatillo situado muy atrás y no de que la culata sea corta.
LOS MECANISMOS SIMPLES Y ROBUSTOS
Las piezas metálicas vienen de origen recubiertas con una capa protectora que apaga su brillo. No obstante, nos parece que en ejemplares más antiguos del 700 BDL el pulido de las partes de acero era muy superior al que tiene el ejemplar probado.
El conjunto de mecanismos (acción) tiene particularidades dignas de mencionarse. El cajón del cierre es tubular y se obtiene mecanizando un perfil normalizado de acero trialeado de gran resistencia. La placa de apoyo (Recoil lug) no es un escalón mecanizado en el cajón de cierre, sino que queda amordazada a él cuando se atornilla el cañón. Los rifles de .35 Whelen se construyen con los cajones de mecanismos largos cuyos cargador mide 92,8 mm.; es suficiente hasta para el 375 H&H, pero aún así se puede instalar, con pequeñas modificaciones, un depósito 4mm. más largo.
El puente trasero, aplanado 3.8 mm. en altura para aligerar y mejorar el efecto estético y el apoyo de bases de miras es bastante largo (37,4 mm.), con lo que el cerrojo queda bien guiado. Hay como mínimo 24,6 mm. de cierre dentro del cajón que lo contiene. La estructura es muy rígida, ya que el puente trasero se prolonga mucho hacia delante y reduce la longitud de la ventana de expulsión. Esto favorece la precisión.
El sistema de cierre es el clásico de dos tetones frontales, y lo más destacable es que su parte delantera forma una cubeta totalmente cerrada que aloja el culote del cartucho. Acerca de su eficacia diremos que en unas pruebas realizadas por Remington al presentar el arma, aguantó mejor que otros mecanismos ya famosos, como el Springfield 1903 o el M98.
Un elemento discutido de este rifle, pero necesario para conseguir la cabeza de cierre completamente cerrada, es el extractor. También Remington demostró que podía ser más resistente que los afamados extractores Mauser 98.
IMPRESIONES DE TIRO
En la mano, el M-700 BDL rubrica la agradable impresión que produce a la vista. Es ligero y su centro de gravedad algo retrasado (a 48 centímetros de la cantonera), hace que el mover el arma y el encararla resulte muy fácil. Sin embargo, hay algunas cosas de la culata que me parecieron menos satisfactorias. Uno de ellos es que el gatillo va situado muy atrás.
La otra característica que dificulta la adaptación a esta culata es su carrillera. Sobresale bastante por la izquierda y como apenas tiene ventaja (Cast-off) al encarar rápido las primera veces, no veía el punto de mira, que se me quedaba a un lado. Sin embargo, otros tiradores la encontraron satisfactoria, por lo que se trata principalmente de una cuestión de hábitos de encare y características físicas del usuario.
Durante una sesión de tiro con munición Remington con proyectil agudo “Core-Lock” de 200 grains, volvimos a encontrarnos con las habituales características del M-700. Los cartuchos entran sin ningún problema por la ventana de alimentación-expulsión, que mide 82 mm. de longitud. Durante el tiro apreciamos que el retroceso da un enérgico empujón, pero sin brusquedades. En cuanto al accionamiento del cerrojo, aunque su aguja percutora, cuyo recorrido es de alrededor de 7 mm., tiene la fama de ser de las más rápidas en tiempo de percusión. Esto significa que el muelle real es muy duro, y opone resistencia a que se abra el cerrojo.
El disparador, a un solo tiempo, verdaderamente es una ayuda. Su tensión, de una uniformidad absoluta –siempre salía el tiro con el mismo peso- es de 1,9 kp., y su recorrido de 0,7 mm. tan sólo.
Pero lo que verdaderamente nos impresionó de esta prueba, que realizamos un día con mucho viento y en condiciones poco cómodas, fue la extraordinaria precisión del M-700. Tirando apoyado a 100 metros conseguimos agrupaciones de cinco tiros en unos 10 centímetros. En una de ellas, tres disparos seguidos impactaron dentro de un círculo de 3 centímetros. Conviene recordar que estaba tirando a 100 metros con miras de hierro, cuya forma no era, además, la más indicada para tiro de precisión –el punto es de perla dorada y el alza de muesca semicircular.
Esto deja ver que con un visor este rifle debe ser capaz de agrupaciones de alrededor de medio minuto de ángulo (aproximadamente 1,5 centímetros a 100 metros); es decir: comparable a un arma de competición.
También cronografiámos la munición .35/200 grains, resultando una velocidad de 804 metros por segundo, con una desviación típica de 6,7 metros por segundo.
PRECISIÓN EN SERIE
El Remington M-700 es la demostración de que resulta perfectamente posible mejorar un producto al tiempo que se reducen costes. Es verdaderamente un rifle de magnífico resultado con buen disparador, estética agradable y una precisión sorprendente; y la fama de preciso que tiene el cartucho .35 Whelen hemos podido ver que no tiene nada de gratuita. Ambos forman un conjunto magnífico que puede prestar excelentes servicios a los monteros españoles, entre los cuales es seguro que pronto logrará una merecida reputación.
UN WILDCAT DOMESTICADO
EL CARTUCHO .35 WHELEN
En 1922, cuando los rifles de cerrojo ya gozaban del aprecio de los tiradores norteamericanos, empezaban a interesarse por ellos un número creciente de cazadores, James V. Howe creó un cartucho derivado del .30-06 reglamentario, al que llamó .35 Whelen. Era un Wildcat, es decir, una transformación artesanal de cartuchería ya existente, y como es natural, sólo se podía conseguir mediante el juego de útiles adecuados para transformar y cargar las vainas.
En cuanto al nombre, Howe (uno de los socios fundadores de Griffin & Howe), decidió rendir homenaje a Townsend Whelen, prestigioso tratadista y miembro del Ordenance Corps, que entre otras cosas fue director de I+D en la Maestranza de Springfield y un gran impulsor del tiro con rifle.
El .35 Whelen se creó con objeto de que los cazadores norteamericanos pudieran disponer de un cartucho medio/grueso, pensado para cobrar los mayores ejemplares de la fauna americana. Con él se podía transformar muy fácilmente cualquier rifle 30-06 para que se convierta en el equivalente balístico de impresionantes cartuchos ingleses mucho más grandes, caros y raros, como el .350 Rigby.
La posterior popularización del .375 H&H Magnum, mermó la popularidad del .35 Whelen, pero siguió siendo muy aceptado a causa de algo que ya indicamos: su vaina se obtiene con algo tan simple como dilatar el gollete de un .30-06 para que admita proyectiles del .358. Esto significa que los rifles del .30-06 cuya ánima esté desgastada, se pueden rectificar y volver a estriar con diámetro .358, con lo cual se habrán convertido en armas del calibre .35 Whelen. Por ello y por sus excelentes cualidades, este cartucho ha sido siempre uno de los más populares (sino el más popular) entre los Wildcat, los cartuchos no disponibles en el comercio.
Remington ya había emprendido la producción en serie de algunos cartuchos Wildcat, desde el .257 Roberts hasta los 22-250 y 25-06. Parece claro que decidieron completar su gama de cartuchería estándar y ofrecer una línea compuesta por los calibres .25, .30 y .35, que ya iniciaron en el rifle semiautomático Mod.8. Claro que esta vez lo han hecho partiendo de la vaina común del .30-06, y le han añadido el 7 mm. Express.
Para tantear el mercado, Remington empleó el mismo método que había aplicado con otros cartuchos antiguos o semimarginales: presentarlo con la versión Classic del M-700. Es seguro que debían tener una idea de la demanda hacia este tipo de cartuchería, pues no mucho antes hicieron una serie limitada del M-700 Classic en calibre .350 Remington Mágnum, que balísticamente es casi idéntico.
Desde que apareció en el mercado, el .35 Whelen se ofrece con proyectiles de 200 y 250 grains, pero no con 275 que en cargas fuertes había sido el favorito de muchos entusiastas.
Balísticamente este cartucho se encuentra en una categoría energética que sobrepasa ligeramente a los 30-06 habituales y que queda por debajo del conjunto 9,3 X 62/ 9,3 X 74R. A este último lo aventaja en velocidad y trayectoria, en la que el .35 Whelen es similar al .308 Winchester. O lo que es lo mismo, perfectamente satisfactoria hasta poco más allá de los 200 metros.
Todo esto nos define un cartucho cuya principal aplicación es la caza, a distancias medias, de piezas que requieran una buena dosis de penetración y energía. En su país siempre fue uno de los favoritos para el Alce y el “Elk”, un ciervo americano de unos 700 Kg. Por ello dará plena satisfacción en nuestras monterías, en las que, no obstante, me parece que forma un conjunto más indicado con el rifle de corredera Mod.7400 y el semiautomático Mod.7600, que también se fabrican en este calibre.-
REPLANTO
19-05-2011 14:49
La mecánica del M-700 es de gran simplicidad y en ella se ha conseguido unir la eficacia a la sencillez de producción. El guardamonte - de aleación ligera -, el elevador y la tapa del depósito se realizan por fundición.
REPLANTO
19-05-2011 14:50
Para mejorar la guía y la suavidad de accionamiento, el puente trasero se prolonga hacia delante. Por ello, la cabeza del cerrojo se aloja profundamente allí.
REPLANTO
19-05-2011 14:53
Una característica peculiar del M-700 es su cabeza de cierre con cubeta completamente cerrada. El extractor especial, del tipo presilla que tienen estos rifles, queda por dentro de la cubeta (anillo) del cerrojo, y el expulsor es un pitón que también se encuentra en el interior. Así queda totalmente cubierto el culote del cartucho por este anillo, que a su vez lo está por otros.
REPLANTO
19-05-2011 14:54
Otro detalle original es el retén (tope) del cerrojo. El pulsador queda por dentro del guardamonte, una posición discreta y conveniente.
REPLANTO
19-05-2011 14:57
El cajón del cierre es uno de los componentes en los que más se redujeron los esfuerzos de producción. Como es tubular, el tetón de apoyo en la culata lo forma una placa que queda atrapada entre él y el cañón. También se ve el grupo disparador (estampado) y la nueva palanca del seguro, que permite el introducir o extraer un cartucho de la recámara.
REPLANTO
19-05-2011 14:59
Propias de la versión BDL son la picadura realizada a máquina (muy bien, por cierto), los adornos de contraste con la madera y las anillas portafusil desmontable. Otros aspectos destacables de todos los M-700 son el alza regulable en altura y dirección, y la palanca del cerrojo de forma cómoda, aplanada y picada.
REPLANTO
19-05-2011 15:00
El gatillo queda demasiado cerca de la empuñadura, por lo que la mano no puede apoyar correctamente sobre ella. Obliga a empuñar muy atrás si no se quiere que la palma se despegue de la culata.
REPLANTO
19-05-2011 15:03
Una grata sorpresa: los tiros realizados a 100 m. eran mejores de lo que se suele conseguir a 50 m. con muchos otros rifles. Con un visor óptico y mejor apoyo, es seguro que este M-700 .35 Whelen pone cinco tiros en poco más de 1 cm..
REPLANTO
19-05-2011 15:07
ACLARACIÓN: Texto he imágenes extraídos de un artículo publicado en la revista "Armas y Municiones".
