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Trabajo final de Practica "La implicancia de considerar a los docentes como intelectuales"
Marcos
Marcos
05-08-2011 18:33
La implicancia de considerar a los docentes como intelectuales

Días atrás, en el horario correspondiente a este seminario, tuvimos una exposición del profesor de Historia y coordinador de este profesorado, José María Méndes, sobre ANTONIO GRAMSC I (1891-1937), periodista, escritor, intelectual, militante y “preso”, ya que pasó casi la mitad de su vida encerrado en las cárceles de Mussolini en Italia. En la exposición se habló un poco de su biografía, de su vida como militante y periodista, de su estadía en las cárceles y sobre sus “cuadernos” escritos en su paso por las mismas. Entre otros conceptos se habló de su definición de “intelectual orgánico”: "Todo grupo social que surge sobre la base original de una función esencial en el mundo de la producción económica, establece junto a él, orgánicamente, una o más capas intelectuales que le dan homogeneidad y conciencia de su propia función, no sólo en el campo económico, sino también en el social y en el político..."1
En otras palabras Gramsci entiende por “intelectual” no únicamente a un especialista académico. Amplía la noción para incluir a todos aquellos que tienen capacidad de organizar, educar y articular a un grupo social. Un trabajador revolucionario que logra organizar a sus compañeros y elabora junto con ellos una visión unitaria de la sociedad y de la acción política, es un intelectual.
Esto disparó que ante la posibilidad de elegir entre diferentes temas para este trabajo, sea el de “considerar a los docentes como intelectuales” el que más me llamó la atención.
Sobre el tema surgen preguntas que posiblemente se puedan responder a lo largo de este ensayo, teniendo en cuenta los textos que fuimos viendo en el seminario.
Preguntas como: ¿Es el docente un intelectual? ¿Es visto por la sociedad como un intelectual hoy? ¿Tiene que ver la construcción de la identidad profesional con su rol como intelectual? ¿Está devaluado el trabajo del docente? ¿Intervienen de alguna manera las circunstancias históricas sobre el trabajo del docente? ¿de qué manera?. Son muchas preguntas las que surgen y a las que trataré de intentar responder de la mejor manera posible.
Siguiendo en la línea de Gramsci en su definición de “intelectual” y cruzándolo con Paulo Freire en su octava carta, lo que para Gramsci es un “intelectual orgánico”, podríamos decir que para Freire es el “educador progresista” porque en su trabajo de entender a los educandos, transmitir conocimientos y aprender de los mismos, entender y conocer el mundo en el que desarrolla su actividad, conocer el contexto en que se desarrollan sus educandos habla de “la noción para incluir a todos” y de la “capacidad de organizar, educar y articular a un grupo social” que tiene en este caso el “educador progresista ”2.
Freire sostiene que el punto inicial de esta práctica “intelectual” es saber que la educación es una práctica política, y que es fundamental conocer el mundo en que viven y se desarrollan los alumnos. Estos aspectos son esenciales para que esta práctica política, que es enseñar, sea lo más coherente posible con su opción. Para esto es importante que el docente se forme y esta formación debe estar en el contexto concreto del mundo inmediato de sus educandos.
Entonces podemos decir que el docente es un intelectual, porque es formado como un intelectual y porque trabaja en su medio y con sus alumnos como un intelectual.
Ahora bien, ¿está visto el docente como intelectual por la comunidad?
Las reformas educativas de los ´90 y la descentralización de la educación en el país, sumado a las condiciones económicas que ocasionó el neoliberalismo (que llevó al empobrecimiento tanto a los educandos como a los docentes) hicieron, entre otras cosas, que la imagen del docente se devalúe, y no sólo la imagen sino también sus condiciones de trabajo y la calidad de la enseñanza, afectada por las condiciones sociales, y que esta responsabilidad recaiga solo sobre el trabajo del docente.
Esto hacía que “se justifique” que los sueldos de los trabajadores de la educación sean bajos, y que los reclamos por mejores salarios sean mal vistos por la sociedad. Frases como “trabajan cuatro horas y tienen tres meses de vacaciones y encima se quejan” eran de las más escuchadas en esos momentos.
Hoy las condiciones tanto de los educandos como las del educador no son las mismas, y en consecuencia, la tarea del docente dejó de ser la de contención solamente. Esto hace que el docente pueda capacitarse mejor y dedicarle más tiempo a su actividad intelectual no sólo en el trabajo sino también en su entorno inmediato.
Sobre la transformación de los docentes como intelectuales, Henry Giroux 3 habla de que la reforma educativa puso a los docentes en la categoría de técnicos superiores ignorando “la habilidad de los docentes de ejercer un liderazgo intelectual y de su capacidad de formar ciudadanos críticos y activos”.
Giroux defiende la idea de que representar y reestructurar el trabajo docente es la de contemplarlos como “intelectuales transformativos”. Esta categoría de intelectuales ofrece una base teórica para examinar su trabajo, aclara las condiciones ideológicas y su papel en la producción de la pedagogía.
Podríamos establecer una relación entre el “intelectual transformativo” de Giroux y el “intelectual orgánico” de Gramsci, teniendo en cuenta que en ambos casos, la herramienta transformadora es el intelecto para poder organizar, educar y articular a un grupo social.
Quien aborda el tema de los docentes intelectuales directamente como “intelectuales orgánicos”4, como lo definiría Antonio Gramsci décadas antes, es Carlos Nuñez Hurtado.
Para este autor el docente “debe orientarse y reubicarse en su dimensión de apoyo y asesor de la organización popular y si su compromiso histórico y político es coincidente con los intereses de liberación popular su verdadera ubicación deja de ser “ajena” o “externa” pues cumplirá en verdad su rol de intelectual orgánico” . Hurtado también afirma que la vanguardia nace del pueblo y de su “proceso de organización”.
El docente no puede ser neutral, no puede serlo porque tiene una posición tomada y esa posición se debe manifestar claramente en el proceso de transformación popular. Esto no puede ser así si no estamos frente a un intelectual, o sea, es el docente un trabajador de la educación, un militante y un intelectual orgánico que transforma con su trabajo, su militancia y su intelectualidad su entorno inmediato, y este influye en sus educandos creando, con el ejemplo, conciencia crítica y compromiso.
No quedan dudas de que la realidad social en donde el docente se mueve, influye directamente sobre su trabajo, lo interpela en su condición de trabajador, de militante y de ser humano. Entonces se puede sostener que no hay y no puede haber neutralidad, pero como expresa Hurtado, tener una posición no significa manipular a un determinado grupo.
Otra tarea del docente como intelectual es la de poder diagnosticar, ver, analizar y actuar en relación del medio en que le toca trabajar. Para esto debe ser consciente de su importancia como intelectual transformador de ese medio, ser capaz de entender que ese contexto está en constante construcción, que todo lo que se construye puede modificarse, y que esa construcción o modificación puede estar en manos de los docentes y las conciencias críticas que va generando en sus educandos.
Es necesario para esto crear espacios de debate, de intercambio, de reflexión, lugares donde el encuentro de estos docentes intelectuales generen acciones y estrategias para poner en práctica y modificar, de este modo, la realidad que lo rodea. Es decir, un proceso de emancipación y transformación. Esto permite la oportunidad de construir socialmente conocimiento y develar aspectos claves para trabajar con sus pares y comprender su realidad, a la vez que define su identidad.
El desafío: UNIR, ROMPER, CREAR.
Unir muchas voluntades.
Romper las viejas estructuras.
Crear un mejor futuro.
Por tod@s, con tod@s, para tod@s.

1 GRAMSCI, Antonio. La formación de los intelectuales 1932.
2 FREIRE, Paulo. Octava carta: Identidad cultural y educación, en: Cartas a quien pretende enseñar
3 GIROUX, Henry. Los profesores como intelectuales transformativos, 1990
4 NUÑEZ HURTADO, Carlos. El rol del coordinador, promotor y/o educador, 2011




Marcos
Marcos
09-08-2011 10:46
gracias.. me parece que esta es una buena herramienta para socializar porducciones y conicimiento.

Andrea Nilles
Andrea Nilles
09-08-2011 02:46
Gracias por compartirlo Marcos, tu texto es un disparador de múltiples reflexiones y de una avalancha de pensamientos.
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