La Vaca Estudiosa
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Practico de Introduccion a la Historia
Agustin Marcos
Agustin Marcos
17-12-2011 05:24
1) Utilizando la bibliografía vista, esbozar un panorama histórico de los conceptos de nación, nacionalismo y cuestión nacional. Pueden agregarse aportes de bibliografías complementarias.
El autor propone hacer una periodización en el desarrollo de las naciones y el nacionalismo y se rescata el período ubicado en las últimas tres décadas del siglo XX como un nuevo espacio de estallido de luchas nacionalistas. La contribución se orienta a incorporar algunos elementos a la discusión sobre las naciones y los Estados nacionales en el contexto de la globalización.
Definir no es tan sencillo, al cual observar naciones resultaría fácil si se pudiera observar cómo los pájaros. Hubo intentos de determinar criterios objetivo sobre nacionalidad, o tratar de explicar por qué ciertos grupos se han convertido naciones y otras no, con algunas características como la lengua o la etnicidad o en una combinación de criterios tales como lengua, el territorio común, la historia común, rasgos culturales o lo que fuera. Todas estas aproximaciones de tratado de definir Estado no han resultado por la razón que no todas las características pueden calificarse de naciones en un momento dado, al cual siempre se encuentran excepciones. Donde ciertas características son cambiantes, ambiguas, engorrosas, como la lengua y la etnicidad para que por ejemplo un viajero se oriente. Todas estas son a nivel de marketing pero muy poco descriptivas sobre una nación.
Las naciones también tienen elementos objetivos en común, al cual los seres humanos a la definen y redefinen a sí mismo como miembros de grupos. La elección de pertenecer a una nación o nacionalidad. Como dice por ejemplo una cierta comunidad se puede caracterizar con ciertos atributos aun cuando no compartan otros, estas diferencias no definen puramente subjetiva de una nación.
Trataremos nación como cualquier conjunto de personas suficientemente nutrido cuyos miembros consideran que pertenecen a una nación. Asimismo, que tal conjunto de personas se considere esta manera es algo que no puede determinarse sencillamente consultando con autores o portavoces políticos de organizaciones que reivindiquen el estatuto de nación para él. Haciendo una descripción de la nación, con el nacionalismo, que con la realidad que presenta. La nación, tal como la concibe el nacionalismo, puede reconocerse anticipadamente; la nación real sólo puede reconocerse a posteriori.
El término nacionalismo en el sentido que definió Geller: para referirse básicamente a un principio que afirma unidad política y nacional deberían ser congruente.
No considero la nación como una entidad social primaria ni invariable. Pertenece exclusivamente a un período concreto y reciente del punto de vista histórico. Es una entidad social sólo la medida en que se refiere a cierta clase de estado territorio moderno, el Estado -nación, y de nada sirve hablar de nación y de nacionalidad excepto en la medida en que ambas se refieren a él. Las naciones como medio natural, otorgada por Dios, de clasificar a los hombres, como inherente… destino político, son un mito; el nacionalismo, que a veces toma culturas que ya existen esta forma naciones, a veces inventa, y a menudo la destruye: eso es realidad. Sintetizando, el nacionalismo antecede a las naciones. La nación en la construcción estados y nacionalismo, si no ocurre al revés.
Las naciones existen no sólo en función de determinadas clases de Estado territorial o de la aspiración a crearlo, sino también en el contexto de determinada etapa del desarrollo tecnológico y económico. Siguiendo esto, las naciones y los fenómenos asociados con ellas deben analizarse en términos de las condiciones y requisitos políticos, técnicos, administrativos, económicos y de otro tipo. La identificación nacional puede cambiar y desplazarse con el tiempo, incluso el transcurso del periodo bastante breve.
Los países nacionalismos que aparecían en estados plenamente consolidados como en caso de España, Francia, Gran Bretaña, Canadá, son esencialmente nacionalismos negativos. Al cual eran reacciones defensivas ante cualquier amenaza real o imaginaria y afirmaciones de etnicidad e identidad, originadas por el carácter no nacional y no nacionalista del Estado occidental posterior 1945. Las mismas regiones o nacionalidades eran sociedades plurales; el resurgimiento del nacionalismo en ello fue por un factor de división política y de polarización interna. De esta manera iban surgiendo naciones en Europa, pluri étnicas, pluri religiosas, y mayor que los casos pluri lingüísticas. Estas comunidades de personas son originadas desde siglos anteriores y reconocida por evidencia empírica en sus lugares de origen y establecimiento habitacional; la llegada de pueblos mosaicos, etnias, sociedades locales, como se lo denomine, que implica un problema complejo por tratar. Las sociedades de las naciones trataron entre sus prioridades al resguardo de estos pueblos minoritarios originados de estas modificaciones, al cual se venían consolidando en décadas anteriores tuvieron su auge en la primera década del siglo XX. Al cual podemos observar que es originaron inconvenientes en las últimas décadas del siglo XIX, llevando el origen de la Primera Guerra Mundial y luego fueron desapareciendo durante las décadas del siglo XX. Algunas presiones políticas que quedaron sin resolver resurgieron en la década de los 90. Éste fue el caso de Irlanda del Norte las rebeliones en las primeras décadas del siglo, los acuerdos de separación entre la República de Irlanda del Norte, constituirían un típico caso sin resolver.
Los supuestos peligros que se ciernen sobre la nacionalidad pueden incluirse en los tres factores que Hobsbawm señala como las condiciones sociales que explican el gran auge de los nacionalismos europeos entre 1870 y 1914:
1 -la resistencia de los grupos tradicionales que se veían amenazados por la embestida de la modernidad;
2- las clases y estratos nuevos y no tradicionales que crecían rápidamente en las sociedades en vías de urbanización en los países desarrollados;
3- Las migraciones sin precedentes que distribuían una diáspora múltiple de pueblos por todo el globo, cada uno de ellos forastero para los nativos y otros inmigrantes, y ninguno de ellos, todavía, con los hábitos y convenciones de la coexistencia".
Tomando diccionario de la Real Academia Española, cuyas diversas ediciones fueron examinadas con esta causa, no utiliza la terminología de Estado, la nación y la lengua en el sentido moderno antes de su edición de 1884. Surgiendo por primera vez, que la lengua nacional, es la oficial y literaria de un país y más generalmente hablada en él, a diferencia de sus dialectos y los idiomas de otras naciones. El artículo correspondiente a dialectos establece la misma relación entre él y la lengua nacional. Antes de la fecha mencionada anteriormente se da como definición Estado o cuerpo político que reconoce un centro común supremo de gobierno y también que comprende, y aún sus individuos, tomados colectivamente, como conjuntos, y en lo sucesivo el elemento del Estado común y supremo ocupa un lugar central en tales definiciones, al menos en el mundo ibérico. Relaciones el conjunto de los habitantes de un país regido por el mismo gobierno. La nación de la actual enciclopedia brasilera en la comunidad de los ciudadanos de un Estado, viviendo bajo el mismo régimen o gobierno y teniendo una comunión de intereses; la colectividad de los habitantes de un territorio con tradiciones, aspiraciones e intereses comunes, y subordinados a un poder central se encarga de mantener la unidad del grupo; el pueblo de un Estado, excluyendo al poder gobernante. Así en el 1925 describe a la nación como un conjunto de personas de un mismo origen étnico y que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradición común.
El término nación indica en términos que sugeriría la filología como origen o descendencia, y a medida que ésta o la descendencia se escriben conjunto de hombres, difícilmente podría ser lo que formarán un Estado.
Según el diccionario español en 1926, la palabra patria, o en el sentido popular, tierra, significaba únicamente el lugar, ciudad o país en que se ha nacido, o cualquier región, o provincia, un distrito de algún dominio, un estado. Hasta 1884 no se adscribió la palabra tierra a un estado; y hasta 1925 no oímos la nota emotiva del patriotismo moderno, que define patria como nuestra propia nación, con la suma total de cosas materiales e materiales, pasado, presente y futuro que gozan de la lealtad amorosa de los patriotas.
El significado propio original de nación es un término muy diferente en su sentido moderno. Donde el concepto de nación es un término muy reciente desde el punto de vista histórico. El cual se sugiere que dicho término, su naturaleza, sería mejor interpretar a los que empezaron a obrar con este concepto en su discurso político social durante la edad de las revoluciones, principalmente bajo el nombre del principio de nacionalidad, a partir de 1830. Donde el significado de nación en su sentido primario se utilizaba frecuentemente en la literatura, donde se refería generalmente el político.
Vilar señalaba lo que caracterizaba a la nación de un pueblo vista desde abajo era precisamente el hecho de que representaba el interés común frente a los intereses particulares, el bien común frente al privilegio, sugiere el término que los norteamericanos utilizaban antes de 1800 para indicar el hecho de ser nación al mismo tiempo que evitaba la palabra misma. Las diferencias de grupos étnicos serían en términos secundarios como en tiempos próximos tendrán un aspecto determinado.
2) “…la lucha secular entre las clases se resuelve en último término en el nivel político de la sociedad, y no en el económico o cultural”. Analizar esta frase de Perry Anderson (El Estado Absolutista) en función de lo planteado por Lenin en El Estado y la Revolución. Aplicar a algún caso histórico concreto.
En la obra más conocida de Engels: el origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, explica que el Estado no es ningún modo un poder impuesto desde fuera de la sociedad; tampoco es la realidad de la idea moral, ni la imagen de la realidad de la razón, como afirma Hegel. Es más esto lo produce la sociedad cuando alcanza un desarrollo determinado; es la confesión de que esa sociedad se ha enredado en una irremediable contradicción consigo misma dividida por antagonismos irreconciliables, que es impotente para conjurarlos. Por el cual para que estas clases con intereses económicos no se devoren entre sí y no lleven a la sociedad en una lucha sin sentido, es indispensable un poder por encima de la sociedad para que el golpe no se sienta en demasía, que estén los límites estipulados del orden. Al cual este tipo de poder es causado por la sociedad, y que es una contradicción del Estado con las clases sociales.
Lenin plantea que el Estado a través de los impuestos y la deuda pública mantiene un poder público especial que esta misma está sobre la sociedad. Donde Engels plantea que son los dueños de la fuerza pública y el derecho a recaudar los impuestos, los funcionarios, como órganos de la sociedad, aparecen ahora situados por encima de ésta. Donde estos ya no les alcanzan con el tributo voluntario.
Y aquí viene lo central de la cuestión a mi parecer desde Kausty, donde lo que caracteriza es que el Estado nació de la necesidad de refrenar las antagonismos de clase, y que en el mismo tiempo nació en medio del conflicto de esas clases, donde el Estado representa a la clase más poderosa, el económicamente dominante, que con consentimiento de ésta se convertiría en la clase políticamente dominante, obteniendo los elementos necesarios para la represión y explotación de la clase oprimida. Donde no sólo el estado antiguo y el feudal fueron también órganos de explotación de los esclavos y de los siervos, sin embargo el moderno estado representativo es el instrumento de que se sirve capital para explotar el trabajo asalariado. Igualmente hay períodos de clases en luchas están equilibradas, donde el Estado aparece como mediador de las clases antagonistas en ciertas ocasiones aparece como independiente momentáneamente respecto de una a otra. Donde el Estado, siempre es manejado por las clases más poderosas, donde estas resultan ser siempre las económicamente capitalistas, y a través de estas manipulan la política a su antojo.
Engels menciona, que la República democrática "la riqueza ejerce su poder indirectamente, pero de modo tanto más seguro", y lo ejerce, en primer lugar, mediante la corrupción directa de los funcionarios y, en segundo lugar, mediante la alianza entre el gobierno y la bolsa.
En la actualidad, el imperialismo y la dominación de los bancos han desarrollado, hasta convertirlos en un arte extraordinario, estos dos métodos de defender y llevar a la práctica la omnipotencia de las riquezas en las repúblicas democráticas, sean cuales fueren.
La omnipotencia de la riqueza también es más segura en las repúblicas democráticas porque no depende de unos u otros defectos del mecanismo político ni de la mala envoltura política del capitalismo. La República democrática es la mejor envoltura política de que puede revestirse el capitalismo; y de capital, al dominar esta envoltura, que es la mejor de todas, cimienta su poder de un modo tan seguro, tan firme, que no lo conmueve ningún cambio de personas, instituciones, ni de partido dentro de la República democrática burguesa. Donde también Engels llama al sufragio universal instrumento de dominación de la burguesía. Donde llama está a través de su experiencia socialdemocracia alemana, es el índice de la madurez de la clase obrera. No puede llegar ni llegará nunca a más en el estado actual. Los demócratas pequeños burgueses esperan más del sufragio universal. Comparten ellos mismos inculcan el pueblo la falsa idea de que el sufragio universal es, en el estado actual, un medio capaz de relevar realmente la voluntad de la mayoría de los trabajadores y garantizar su puesta práctica.
Revolución de Albania:
Cuando terminó la II Guerra Mundial, una guerrilla comunista liberó a Albania de la ocupación fascista de Italia y Alemania, conquistó su independencia y se estableció un sistema socialista. Bajo dirección comunista, el pueblo de aldeas aisladas luchó para colectivizar la agricultura, aplastó el poder de la clase feudal y reconstruyó la economía arruinada por la guerra, creando por primera vez una industria moderna y socialista. Albania tenía estrechos lazos con la Unión Soviética, entonces socialista, dirigida por José Stalin. En 1956, falsos comunistas tomaron el poder en la Unión Soviética y derrocaron el socialismo, restauraron el capitalismo (como capitalismo de estado) y empezaron a explotar al pueblo, aunque seguían llamándose comunistas. Albania fue el único país de Europa oriental que no siguió a los revisionistas soviéticos. A pesar del riesgo, el Partido del Trabajo de Albania (PTA) rompió con la Unión Soviética y se alió a la China de Mao. Siguió siendo un país socialista por dos décadas bajo la dirección de Enver Hoxha, el líder del PTA. Después de la muerte de Mao Tsetung en 1976, los seguidores del camino capitalista de China tomaron el poder. Los dirigentes albaneses se alejaron de posiciones revolucionarias y tomaron posiciones revisionistas. En 1978, Enver Hoxha publicó una serie de ataques contra Mao Tsetung y la Revolución Cultural, y criticó importantes aportes teóricos de Mao sobre la lucha de clases bajo el socialismo.
La restauración del capitalismo
Fuerzas del propio PTA destruyeron las relaciones socialistas en la industria y la agricultura. Luego, en los años 80, pidieron "abrir" la economía plenamente al mercado capitalista mundial. En 1991, le dieron la bienvenida al secretario de Estado yanqui y cayeron de lleno en el capitalismo abierto. Los líderes del PTA decidieron descartar totalmente la etiqueta "comunista" y abrazar, abiertamente, el capitalismo occidental. El actual presidente de Albania, Sali Berisha, quien fue secretario del PTA y hombre de confianza de su dirección, fundó un partido derechista llamado Partido Demócrata, que tiene estrechos lazos con los Tories de Inglaterra. El grueso del PTA se renombró Partido Socialista y declaró que era de la tendencia socialdemócrata, y no comunista ni marxista. Cuando Berisha llegó a la presidencia, ese Partido Socialista se declaró partido de oposición. El nuevo gobierno, sus FFAA, la nueva clase dominante capitalista y la nueva mafia reclutaron muchos líderes de los viejos círculos del capitalismo de estado, que se volvieron más y más abiertamente capitalistas. Luego, en 1992, con el apoyo de las potencias imperialistas de Occidente, esas fuerzas abiertamente capitalistas, encabezadas por Berisha, tomaron el poder, le abrieron plenamente las puertas al mercado capitalista y reestructuraron sistemáticamente el sistema político y la economía nacional.
3) Establecer la relación entre la definición de la Historia como “discurso del poder”, con los principales lineamientos de la historiografía liberal o mitrista de fines del siglo XIX. Detallar los aportes de la filosofía positivista y los aspectos diferenciales introducidos por pensadores como Ramos Mejía y José Ingenieros.
Citando el texto de Adolfo Gilly, la historia trata relaciones sociales: guerra, comercio, técnica, ciencia, religión, Estado como familia. Cuyo objetivo es descripción el conocimiento de estas relaciones y de sus transformaciones que puede adoptar frente a ellas dos actitudes que no lo son permitidas a las ciencias naturales frente su objeto: justificarlas explicándolas como inmutables y naturales o criticar las explicándolas como cambiantes y transitorias. Lo que justifica la historia sólo que tienen interés en conservar las actuales relaciones sociales y lo que las critican son las que pretenden transformarlas. De éstas surgen diferentes intereses sociales, uno conservador de las relaciones de fuerza y de poder existentes, otro crítico de los poderes establecidos.
La clase social que tenga interés con la crítica radical de los poderes establecidos por aproximarse más a criterio del conocimiento científico. Aquel cuyo interés sea la conservación de sus poderes y del orden que ellos se desprende se orientará en cambio hacer de la historia una ideología justificadora del Estado en cosas presente de convertidas en consecuencia, en un discurso del poder.
La historia oficial es la que elaboran las instituciones del Estado o sus ideólogos. Siendo todo Estado, por definición, una forma de dominación, el para qué de esa historia es la justificación y la prolongación de esa dominación.
A partir del origen de las clases y como consecuencia el Estado, la historia pasa a ser propiedad de quienes puedan hacer la historia, pero que se adueñaron del saber. Todo esto puede diferenciar dos comunidades contrapuestas.
Una de ellas es la comunidad inferior que es la que aporta la fuerza de trabajo, lo cual ésta no tiene historia, que serían: esclavos, siervos o proletarios, hacen el trabajo de la paz o el trabajo de la guerra, que los señores de la paz de la guerra dirigen y usufructúan. Esto no tiene reconocimiento, y lo podríamos llamarlo sin historia, al cual sobre estos se construyen la estructura del poder. Donde la historia incluye a unos pocos y excluye a muchos, donde los pocos son lo que construyen una historia con un discurso de poder. Donde la fuerza de trabajo, su historia, no es contada por los mismos sino que es interpretada por otros.
Y la otra comunidad en la superior, al cual ésta acumule conocimiento y se prospere la historia, comienza registrarla a su mejor conveniencia. Donde el caso de los egipcios, los faraones mandaban a construir sus estatuas o dibujos mucho más grandes que el resto, demostrando en la historia que esto es sinónimo de poder, donde el sentido de la propiedad no existía en estas épocas. Donde historia se convierte en un instrumento privilegiado para la legitimación y la conservación de la comunidad ilusoria entre los de arriba y los de abajo. En la historia del Estado, la historia de todos, narrada por los ideólogos de la comunidad superior, que se apodera incluso de los héroes de los otros y les expropia su historia. La racionalidad de la comunidad superior, que es la de su dominación, se convierte la razón universal e intemporal.
A todo esto mencionado nos damos cuenta que la historia es un discurso del poder, el que esté dispuesto a realizarlo, en el cual creen quienes ejercen ese poder y, en la medida en que las ilusiones de la seudocomunidad es estable y no ha sido rota por una crisis históricas, también quienes a ese poder están sometidos.
Haciendo conexión con la historia liberal o mitrista (él fue su mismo impulsor) del siglo XIX interpretamos sobre los citados por Norberto Galasso que Mitre fue un manipulador con su discurso del poder. Haciendo creer que sus visiones de la historia son neutras, no teniendo ninguna ideología y por tal, por este sentido, se deben enseñar en las escuelas como la historia única y verdadera.
A Mitre es liberal por que interprete valora los acontecimientos históricos desde un enfoque ideológico liberador -conservador. Un liberalismo que hace que en lo económico con el libre juego del mercado de apertura al exterior, pero que se vacía de contenido democrático que tuvo la Revolución Francesa de 1789 y se impregna de una concepción estilita y antipopular.
La historia de Mitre pertenece a una de la familia más poderoso de la República Argentina, reaseguró el predominio de sus ideas en la fundación del diario matutino “ La Nación”, al cual esta corriente historiográfica analiza nuestro pasado desde la óptica de las élites dueños del país. En la clase dominante no sólo legitima su pasado, presentándose como una suma de virtudes y adjudicándoles defectos infernales a sus enemigos, sino que se consolida políticamente hoy y apuesta perpetuarse en el futuro al someter a su concepción del resto del país. La clase dominante impone al resto de la sociedad sus ideas, influyendo en los sectores sociales más ligado a la cultura.
Como mencionamos anteriormente el control de las enseñanzas en sus diversos niveles, de los grandes diarios y revistas, así como de academias y otras formas de creación de prestigio, la clase dominante organizó una superestructura cultural para imponer sus ideas, entre otras, las históricas.
José Ramos Mejía presenta una serie de definiciones interesantes como "psicología de las masas", una disciplina que está naciendo y explica la observación y análisis de los colectivos humanos (secta, club, multitud) como grupo, como persona colectiva, dotada como tal de ciertos rasgos psicológicos. La psicología de las masas es una subdisciplina dentro de la naciente sociología que tiene como miembro más representativo a Le Bon. Esas masas componen algo más al ingresar en el "estado de multitud", el individuo adopta comportamientos diferentes de los que desarrollaría al actuar por sí solo. Para Le Bon el lazo social, aquello que reúne a los individuos, es un lazo simbólico.
La simbología que opera pertenece al ámbito de lo emocional, irracional, mítico. El individuo es un sujeto racional, consciente, dotado de una voluntad libre, autónoma, que puede regular su comportamiento según normas racionales. Por el contrario, la multitud es una entidad inconsciente e irracional, que actúa por impulsos que ella misma desconoce y con finalidades que escapan a una lógica racional; es decir, el individuo al ingresar en una multitud pierde su autonomía racional. Así se introducía en las ciencias sociales la noción de "inconsciente", que en la historiografía se denomina como proceso del "descentramiento del sujeto". Se producía un desplazamiento del individuo soberano de sus prácticas, encarnado en los grandes hombres.
El positivismo cree haber descubierto leyes científicas sobre los hechos sociales. La línea seguida por Le Bon y sus seguidores se destacan perfectamente como respuestas a un fenómeno político-social, inscripto a su vez dentro del fenómeno de la secularización de los tiempos modernos. Sin embargo que en una época de progresiva laicización, de progresiva caída de las creencias religiosas como eje ordenador de la vida social, es necesario tener algunas herramientas del tipo simbólico lo suficientemente importante como elemento de consolidación de la sociedad, de manera que las fuerzas sean de tipo organizativas y sean seguidas con una voluntad colectiva.

Con la psicología de las masas Ramos Mejía no ve necesario seguir una historia de batallas y de héroes para atender a lo que llama "las fuerzas ciegas que discurren en las entrañas de la sociedad". La sociedad ya no razona con conceptos sino que lo hace a través de imágenes al cual ésta se convierte en los únicos móviles de sus acciones. Sin embargo Ramos Mejía ante las masas, más la argumentación racional valen los recursos del lenguaje y las imágenes sugestivas. Esta idea fue informada dentro de un contexto de una minoría política y cultural dirigente hacia 1900.
Se ha producido un giro fundamental en lo cultural occidental. Las doctrinas liberales clásicas basadas en la autonomía individual dieron paso a teorías que construían al individuo como parte integral del organismo social ("crisis del yo liberal": el hombre psicológico). Si bien Ramos Mejía adhiere en términos sustantivos a las teorías de Le Bon, le introduce una corrección. Afirma que un miembro de la élite posee la distancia crítica suficiente para no caer nunca en el estado de multitud; coloca en un plano superior de racionalidad a la élite respecto de la multitud. Reencontramos la inquietud de q si no se reacciona a tiempo la multitud conducida por líderes socialistas puede tomar el poder. Igual, termina imperando una mirada que sigue confiando en las capacidades de la clase dirigente para encauzar los efectos no deseados de la presencia de esas "multitudes argentinas". Por otra parte, Le Bon pone de relieve el papel de los líderes en el seno de esas multitudes. En realidad, dicho término aún no ha ingresado en el diccionario político de los argentinos (Ramos Mejía utiliza el término meneurs). En la concepción de Le Bon la multitud es necesariamente conducida por esos líderes (que Max Weber llamaría "líderes carismáticos"). Son ellos los que guían a las multitudes, y por eso puede concluirse que la clase dirigente debería dotarse de semejantes sujetos.

Los hombres de los años 80 había indicado un descenso en las republicanas, también dentro de la misma élite, al cual las habían comparado con ciertas manifestaciones que tenían un pasado Patricio, que seguían con viejas cualidades. Ramos Mejía marcaba que la ausencia de sentido republicano y nacional dentro de la élite que se pierde y se modifica con sus mismos principios. La que tuvieron manifestaciones más coherentes con las masas fueron el civismo y el patriotismo, ya que las clases elevadas fueron ilegalmente egoístas, sólo le importaban sus beneficios personales. Ramos Mejía sentía pena de su propia clase dirigente y la ausencia de aquellas multitudes de la emancipación. El aporte de la nacionalidad se basó en una contribución, en el sentido literal, material y energético. La colaboración de las masas puede aportada desde lo físico, la fuerza, el trabajo; esta aportación fue mucho más biológica que política.

Aquellos postulados se cruzaron con el racismo. En el texto de Ramos Mejía se encuentran algunas afirmaciones racistas y sociodarwinianas, pero ellas están relativizadas y atenuadas por el papel transformador adjudicado a la educación. Al referirse a los inmigrantes nuestro autor se está remitiendo a una población también blanca, lo que facilita la adopción de una dosis de integracionismo paternalista que considera a los extranjeros como un aporte conflictivo pero necesario para la construcción de una nación moderna. Para garantizar dicha integración bastará con la educación pública y con las oportunidades de progreso material que la Argentina ofrece en aquellos años. También con la potencia integradora y pedagógica del ambiente argentino sobre la psicología del inmigrante. El medio: la pampa, que ya no es el espacio desértico, sino el medio que civiliza a los inmigrantes. Si bien en Ramos Mejía se encuentran afirmaciones de heterofobia (rechazo al diferente) no se deja de observar la voluntad d integración de esos inmigrantes.

También aparece otra obsesión de la época: marcar los límites, los bordes, dentro de ese mundo de extranjeros. RM describirá los tipos desviados y se detendrá en la denuncia del burgués, que se enriquece con la usura y permanece impermeable a las virtudes de caridad y patriotismo. Se percibe el temor paranoico ante esos extranjeros que han comenzado la carrera del ascenso social y que ya para el Centenario empiezan a ocupar destacadas posiciones en el país. Otro peligro para la clase dominante lo ofrece el guarango porque ejercita la estrategia de la simulación, tema de época que se encarna en la obsesión de la élite, que pretende detectar las calidades reales de quienes pujan por incorporarse a los círculos prestigiosos. Al respecto, Ramos Mejía plantea q si bien el guarango ha recibido las bendiciones de la "instrucción" en la forma habitual de "inyecciones universitarias", no deja de ser "un mendicante de la cultura". Le falta el abolengo. La educación no basta para legitimar una posición que sólo puede avalar la buena cuna, el linaje.

Tres lecciones fundamentales extrae Ramos Mejía de este recorrido: 1) el mercado no produce lazo social, separa a los individuos;2) el predominio de los valores económicos atenta contra la virtud republicana, esencial para el desarrollo de una nación; 3) con esos valores ascienden los recién llegados, amenazando las posiciones de la clase criolla tradicional. En estas conclusiones se encuentra un giro, un desvío del camino indicado por Alberdi para la construcción de una nación. ¿Sobre qué base se apoya este giro? el sentimiento nacional. Ramos Mejía reglamentará las ceremonias escolares como procedimiento de nacionalización de las masas. Era el modo en que imaginó la construcción de multitudes menos pasivas políticamente que las que creía ver en el Buenos Aires de fines del siglo XIX. (“creía ver", ya que recientes estudios demuestran la presencia de una sociedad movilizada).

José Ingenieros .Sobre la base de dos influencias teóricas básicas, el marxismo y el evolucionismo spenceriano Ingenieros producirá una síntesis que denominará "bioeconomismo". De Spencer adopta lo que considera las nociones fundamentales del sistema: la experiencia empírica (fundada en datos percibidos por los sentidos) determina el conocimiento; estos hechos están relacionados por leyes inflexibles (todo fenómeno responde a un determinismo riguroso, con lo cual la libertad es una ilusión) y la entera realidad evoluciona en forma permanente y se desarrolla hacia lo mejor. Esta concepción sostenía que el positivismo debía mantener una relación conflictiva con el liberalismo. Más de una vez Ingenieros se opondrá "desde la ciencia" al triple dogma de la Revolución Francesa. Para Ingenieros existe una base biológica, un medio dominante y unas prácticas económicas que interactúan en la evolución de las sociedades.

En "La formación de una raza argentina", Ingenieros responde a esta cuestión. A su entender, en el norte de América se produjo el resultado más feliz debido a "la excelencia étnica y social de las razas blancas inmigradas, el clima propicio a su adaptación y su no mestización con las de color"; en la zona tropical de América del Sur se han producido las peores consecuencias, mientras que en la zona templada (a la que pertenece la Argentina), si bien existieron núcleos numerosos de "razas inferiores" (como llama a indios y negros), el cruzamiento ha sido progresivo, dado que se ha operado un auténtico proceso de "blanqueamiento" de la sociedad, a lo cual mucho ha contribuido el proceso inmigratorio. Sobre esta base étnica actúan las fuerzas económicas, favorecidas por la fertilidad del medio argentino, que permite una enorme creación de riquezas agropecuarias alas que se le sumarán las provenientes de una industria aún incipiente. El desarrollo productivo definirá clases sociales diferenciadas, que a su vez serán las condiciones de posibilidad para un funcionamiento político moderno.
Ingenieros coincide con una plena confianza en el futuro de grandeza de la Argentina. Esa confianza se apoyaba en el formidable crecimiento económico, que colocaba al país entre los primeros del mundo. Retoma el etapismo alberdiano: a partir de la economía se moldea la sociedad, y de ésta emana la política. Al cumplirse ese proceso gradualista, se extinguiría la denostada política criolla, el fantasma que atormentaba al Partido Socialista (Ingenieros perteneció a este partido) Por todo esto, tendría lugar una confluencia virtuosa de esos diversos factores, según la perspectiva de Ingenieros, auguran para la Argentina un destino de potencia imperialista. Estas creencias eran auténticas convicciones de época en el mundo occidental. El imperialismo argentino sería virtuoso porque será una expresión pacífica de la lucha darwiniana entre las naciones. La Argentina puede entonces aspirar a un liderazgo semejante al estadounidense en este sector del continente. Desde estos supuestos, el discurso positivista de Ingenieros intervendrá en la polémica conocida como "querella por la nacionalidad" tratando de definir "qué es ser argentino".
Por otro lado, a diferencia de otros intelectuales de linaje criollo como Ramos Mejía o Miguel Cané, la nación de Ingenieros no se encuentra en el pasado sino en el porvenir. En un futuro surgirá una nueva "raza" que definirá el tipo argentino. Mientras ese futuro llega, sostiene que la clase gobernante debe entender que no debe implementarse una política coercitiva sino consensual. Para ello es preciso atender a la educación de la clase obrera y al mejoramiento de sus condiciones de vida. Cuanto más civilizada es una sociedad, más se desarrolla la solidaridad social (acuerda con el proyecto de ley de reforma laboral planteado por Joaquín V. González) Ingenieros construye un modelo de sociedad jerarquizado en tres estratos:*en la cima, las minorías poseedoras de ideales y del saber científico, encargadas de liderar los cambios sociales;* luego, las multitudes honestas, productivas y mediocres, auténticos baluartes del orden, *y ambas separadas de los márgenes donde pululan los sujetos de la locura y el delito (a veces en las vecindades del anarquismo terrorista).
4) Definir el Revisionismo histórico argentino, enumerando sus distintas etapas y principales exponentes. ¿Qué aportes dejó a la historiografía argentina según Halperín Donghi?

“Hacia 1922 nadie presentía el revisionismo”
Jorge Luis Borges formulaba esta observación en una nota referida a su poema “Rosas”, incluido en Fervor de Buenos Aires. El comentario, realizado en la segunda mitad de los años sesenta, no puede naturalmente ser tomado por bueno sin más; sin embargo, permite volver a poner en discusión algunos argumentos acerca del revisionismo histórico. La reconsideración que proponemos no remite sólo a las opiniones sobre los “orígenes” de la corriente, sino que tiene relación con modos diferentes de concebir el problema general del revisionismo. Este término, es sabido, ha sido utilizado para definir realidades muy diversas. Para Halperín Donghi se trató de una "empresa a la vez historiográfica y política", cuyos primeros momentos pueden ubicarse en la década abierta en 1930 y que hacia 1984 todavía demostraba un “vigor al parecer inagotable”.
Al problema de los varios sentidos que se han otorgado al término, se añade la pregunta acerca de qué es aquello que distingue una versión revisionista del pasado argentino de una que no lo es. La exaltación de los gobiernos de Rosas no basta, dado que a lo largo de los años sesenta los hombres de la llamada "izquierda nacional", que se autoproclamaban miembros del revisionismo socialista y a quienes Halperín Donghi ubica entro los neorrevisionistas, tendían a preferir a los caudillos del interior, llegando a proclamar que el "rosismo" y el "mitrismo" eran "dos alas del mismo partido”. Por otra parte, tampoco los revisionistas más clásicos imaginaban de manera homogénea las características de los gobiernos de Rosas: para Ibarguren, se trataba de un “dictador” que había dominado para bien al gauchaje, garantizando el orden social en beneficio de las clases propietarias, mientras que José María Rosa, a principios de los años cuarenta, lo proponía como el ejecutor de una benéfica reforma agraria en favor de quienes trabajaban la tierra
La primera etapa, el revisionismo reaccionario, que surge en 1930, con la primera dictadura de un Uriburu, algunos lo llaman revisionismo uriburista, son lo que entienden este revisionismo a justificar la figura de un tipo fuerte, mano dura y en el pasado lo encuentra en Rosas. Este autor plantea algo muy importante cuando él dice que el revisionismo se ha dedicado fundamentalmente al periodo de la Argentina pos revolucionario, que arranca en 1810. Y su periodo que más le gustó, se centró en toda la guerra civil de la lucha de los unitarios y federales hasta el triunfo de los estados oligárquicos de 1880. Siempre centró en los caudillos federales, sobre todo de las guerras civiles 1814 -1815 -1860. Y centralmente en los 20 años del gobierno de Rosas, del 29 al 32, del 35 al 52. Fueron 20 años de gobierno que fueron en el gobierno de la Argentina. El revisionismo se basa principalmente en estas etapas.
Esta visión está marcada por Carlos Ibarguren, es revisionario lo que podemos destacar. Caracteriza como valores el orden y la tradición, él se refleja en épocas pasadas en las colonias, reivindica las épocas coloniales. Y asimila a la figura del patrón de estancia, el tipo que tiene poder económico, el latifundista, el hacendado, que se gana la voluntad popular del campesino porque la protección. También siente afecto por lo feudal, la figura del estanciero rescata. Esto tiene que ver con el golpe de Estado de 1930 los que quiso restaurar fue la Argentina agroexportadora, toda la década infame del 30 al 43 intento de restauración conservadora, tratar de restaurar a la vaca y el trigo. Lo que intentó hacer es legitimar cierto poder, cierta clase social. De este lado Ibarguren rescata la figura de Rosas. Al cual la gente tiene cierto aprecio y se siente respaldada y protegida. Lo que marca Halperín Donghi, rescatar la aristocracia terrateniente contra la burguesía comercial, porque esta aristocracia terrateniente rescata los valores tradicionales. Al cual la burguesía rescata valores extranjeros. Acá es donde se ve esa línea divisoria que tienen los revisionistas, quien está a favor del capital extranjero y quienes están en contra.
Desde sus inicios pueden detectarse un “revisionismo de derecha” y “un revisionismo de izquierda”. El primero pondrá el énfasis en el Rosas amante del orden, defensor de la soberanía nacional, aferrado al catolicismo en contra de la difundida masonería de su época. El segundo es representado por quienes compartían la opinión de la columna vertebral del revisionismo progresista, José María Rosa: “El gobierno de Rosas puede llamarse socialista. La Confederación Argentina con su sufragio universal, igualdad de clases, fuerte nacionalismo y equitativa distribución de la riqueza era tenida como una verdadera y sólida república “socialista” adelantada al tiempo y nacida lejos de Europa
El contraste con la división pasa entre las masas y la minoría ilustrada, es el matadero de Esteban Echeverría, los opositores a Rosas, lo que es se fueron exiliados a Montevideo. Estos intelectuales ilustrada que desprecia a las masas, el revisionismo va invertir los términos, esta minoría ilustrada es la que ha sido rescatada por la historiografía mitrista como los avanzados de la civilización al progreso contra el atraso. Va a rescatar el papel de las masas, conducida por los caudillos, por un patrón; contra el capitalismo ilustrado que me comprenda las masas, que no quieren la intromisión del capital extranjero, sobre todo británico. Esto podría llegarse decir que es una contradicción nación -imperio. El revisionismo es esencialmente nacionalismo, y esto tiene diferentes colores. Al cual una de las últimas etapas del revisionismo va a ser un nacionalismo de izquierda.
Los que continúan de alguna manera son los hermanos Irazusta. Ellos ven como origen de todos los males, la entrega al capital británico, al capital comercial. Esta línea de pensamiento reivindica la revolución de mayo, más claramente a Saavedra, al conservador, y a Rivadavia lo critican por su malestar con la Iglesia. Los hermanos Irazusta y Rosas rescatan el movimiento el movimiento de 1811 cuando desplazan a los modernistas. Rosas para ellos representan el orden, la defensa de la soberanía y la vuelta del espíritu colonial. Y están desacuerdo con Sarmiento por la educación laica, por atacar las bases educativas de la Iglesia y defender la educación laica. En estos podemos enganchar al historiador Manuel Gálvez, y Ernesto palacio que habla en otro idioma dice: “la historia es falsificada para servirle los intereses de la oligarquía gobernante”.
La segunda es la corriente que arranca con FORJA, que es el forgismo. Es un grupo de intelectuales, que vienen del radicalismo irigoyeninsta. El radicalismo en su última etapa se había dividido en radicalismo Irigoyen insta y radicalismo anti personalistas, encarnado por Marcelo T de Alvear. Los que rescatan a Irigoyen sólo que adhieren a una línea más nacional y popular. El orientador teórico, ideológico fue Raúl Escalante, que no forma parte, era independiente no adhería al radicalismo, el no integra FORJA, él va ser el orientador, porque él es el que fundamenta historiográficamente y del punto de vista la investigación de la letra a este grupo. Investigan del tema los ferrocarriles, como se entregaron a los británicos, como el capital británico copó toda la vida económica nacional, ellos dicen que hay que hacer un anti peronismo concreto y no abstracto. El anti peronismo abstracto de la izquierda que se contrapone el anti peronismo concreto.
Jaureche es el máximo exponente, es el forjista más destacado. Homero Mansi también fue uno de lo que estuvo más comprometido con la nacional. Jaureche les escribe a los conservadores " La juventud tiene su lucha, que es derribar a las oligarquías entregadoras, a los conductores que desorientan y a los intereses extraños que nos explotan, el nacionalismo de ustedes se parece al amor de un hijo junto a la tumba de su padre, el nuestro se parece el del amor de un padre junto a la cuna del hijo. Para usted la nación se realizó y fue derogada, para nosotros todavía siguen haciendo”. Jaureche se va a unir al peronismo.
Un manifiesto de FORJA que cita a Galasso, en 1938, dice la historia es un arma para manejar los pueblos, para someternos a los designios de los vencedores, para dividir y confundir las corrientes de opinión, por eso la diplomacia inglesa ha impuesto una historia oficial argentina, según las cuales somos deudores a la libertad, de los progresos, de los capitales que nos prestaron, para consolidar el orden y el bienestar. La revisión histórica emprendida por FORJA, demuestra que tales asertos son falsos y que los capitales extranjeros, predominantemente ingleses, que enfeudan y esclavizan la patria no son más producto del trabajo y de la riqueza argentina, capitalizado por la astucia europea. Conozca el origen de los problemas de la patria y así conocer a la esencia de los problemas actuales. No hay una búsqueda del verdadero origen del capital británico. Halperín Donghi marca también que estos no son académicos, no son historiadores, que son escritores son poemitas, el marce una distancia con estos.
Revisar la historia consagrada obliga a rescatarse de la inducción de lo aprendido y pensar (se) desde una perspectiva propia que supere el desprecio culterano por lo popular, lo criollo, lo hispánico y lo religioso, elementos fundamentales de lo nacional, y que no se fundamente en la idealización y mimetización con lo foráneo, empeño que la globalización al servicio del astuto poder planetario ha llevado hasta el saqueo de la intimidad psicológica. El forjista Jauretche, cuando dichos mecanismos no eran todavía tan alienantes, se refirió a ello: “Fue una labor humilde y difícil, porque tuvimos que destruir hasta en nosotros mismos, y en primer término, el pensamiento en que se nos había formado como al resto del país y desvincularnos de todo medio de publicidad, de información y de acción pues ellos estaban en manos de los instrumentos de dominación, empeñados en ocultar la verdad”. La tarea no es fácil, por momentos desanimante: “Todo escritor nacional ha experimentado alguna vez la sensación de un muro que lo asfixia y la interrogación concomitante acerca de si la lucha empeñada tiene un sentido que la justifique” (Scalabrini Ortiz). Porque el principal obstáculo no está afuera sino principalmente en el interior de nosotros mismos, modelados psicológica y culturalmente de acuerdo a los aparatos ideológicos del estado liberal-autoritario nacido después de Pavón y exacerbado por la evolución mundial hacia un fundamentalismo capitalista. Y la historia oficial es uno de los principales, y más prematuros pues opera desde la preescolaridad, de dichos mecanismos. Es por ello que el interés por el revisionismo se galvaniza en etapas en que el dominante sistema social, económico y político es fisurado por las crisis y pierde algo de su consistencia, como sucedió en los 30 y al principio de este siglo.
Una institución fundamental en el desarrollo revisionista fue el Instituto de Investigaciones Históricas “Juan Manuel de Rosas” fundado en 1938 por Manuel Gálvez, Ramón Doll, los hermanos Irazusta, Ernesto Palacio y otros. Entre sus presidentes se contaron Carlos Ibarguren, José María Rosa, John William Cooke. En la difusión fue importante la actividad de editoriales como “Peña y Lillo”, “Sudestada”, “Teoría”, también otras relacionadas con la izquierda nacional como “Octubre” y “Coyoacán”.
El revisionismo privilegia el tema de la dependencia como clave de la interpretación histórica, punto de confluencia, según Jorge Sulé, de sus distintas corrientes. Ello también merecerá la insólita crítica de la estrella de la historia social u oficial: “Quejarse de la dependencia es como quejarse del régimen de lluvias. No es necesario explicar entonces por qué no hablamos más de ella” (Halperín Donghi en “Punto de vista”, 1993). El perseverante tema de la dependencia en tiempos globalizados en que los límites entre países han sido arrasados por las transnacionales y las operaciones financieras digitalizadas requiere de los revisionistas de hoy la superación de sus condiciones de marginalidad para encarar una urgente tarea de actualización. Deberemos tener en cuenta, por ejemplo, modernos obstáculos para acceder a una sólida construcción identitaria, indispensable para el reconocimiento de un pasado propio y diferenciado, como los descriptos por Bauman al referirse a la “vida líquida” caracterizada por la precariedad y la incertidumbre que obliga a recomenzar siempre: “Entre las artes del vivir moderno líquido y las habilidades para practicarlas, saber librarse de las cosas prima sobre saber adquirirlas”. Las convicciones y los marcos referenciales son entonces tan evanescentes como los objetos que son comprados para ser prontamente considerados desperdicio y ello atenta contra las afirmaciones nacionales antitéticas de la globalidad indiferenciante. “Los miembros de la sociedad –explica Bauman– buscan desesperadamente su ‘individualidad’, ser un individuo. Esto es, ser diferente a todos los demás. Sin embargo, si en la sociedad “ser un individuo” es un deber, los miembros de dicha sociedad son cualquier cosa menos individuos, distintos o únicos”. Ser un “individuo”, entonces, significa ser idéntico a todos los demás. Por ejemplo, aceptar la historia tal como nos la han impuesto por interés, por ignorancia o por miedo a ser distintos. La amenaza es la marginación, no pertenecer a la sociedad individualizada. En el campo historiográfico, no ser tenido en cuenta para sitiales académicos, cátedras, empleos, becas, subsidios, viajes. Por ello es comprensible que jóvenes historiadores elijan conciente o inconcientemente no apartarse de lo establecido para poder profesionalizar su vocación. Aunque en los últimos tiempos he conocido quienes no se sienten en la obligación de embanderarse con uno u otro bando y buscan una síntesis enriquecedora. Bienvenidos sean. Quizás logren aquello de lo que algunos, embarcados en la aspereza de la confrontación historiográfica, no hemos sido capaces.
Pero el mayor mérito es de quienes callada pero vigorosamente mantuvieron vivas a lo largo de años la letra y el alma del revisionismo, entre ellos los nucleados en el sitio “Pensamiento Nacional” de Eduardo Rosa, Pancho Pestanha, Luis Launay y otros. Asimismo es de destacar la persistencia del Instituto “Rosas” y su revista. Tampoco puede obviarse a Enrique Oliva, Eduardo Luis Duhalde y Hugo Chumbita, recientemente Daniel Balmaceda, también a un revisionista marxista como Norberto Galasso.
Lo que unía y une a los revisionistas es lo que en “Política Nacional y Revisionismo Histórico” expresó Arturo Jauretche: “Véase entonces la importancia política del conocimiento de una historia auténtica; sin ella no es posible el conocimiento del presente y el desconocimiento del presente lleva implícita la imposibilidad de calcular el futuro, porque el hecho cotidiano es un complejo amasado con el barro de lo que fue y el fluido de lo que será, que no por difuso es inaccesible e inaprensible”.
Varios de los fragmentos del repertorio revisionista - la recusación de la tradición política "liberal"; la denuncia de un complot contra los destinos nacionales, que se atribuía al imperialismo aunque se hubiera iniciado a comienzos del siglo XIX; más adelante la impugnación a aquello que se llamó cada vez más frecuentemente en los círculos universitarios modelo agroexportador -, se integraron a la mirada que sobre el mundo lanzaba el peronismo, que a su vez reencontraba sus impulsos más populares y jacobinos en el paso al llano y a la proscripción. El peronismo ensayaba así segunda versión de una operación que a pesar de ser imaginaria tenía efectos muy reales, y que ya había intentado desde el poder. Ella consistía en entramar su propio pasado con la historia de la nación desde el momento fundacional, pero esta vez proponiendo una genealogía que lo emparentaba con los que veía como los perseguidos, los derrotados. En esta visión, ellos se alzaban una y otra vez para proseguir un combate más que secular, que era el de la nación entera, contra las minorías del privilegio que usurpaban el gobierno aliadas a alguna potencia extranjera. La imagen tenía, entre otras, la facultad de reforzar la instalación en el lugar que casi todo el peronismo elegía ocupar por entonces: el de la mayoría desplazada de un poder que legítimamente la correspondía.

El encuentro no dejaba de provocar disidencias en las filas del revisionismo. Por una parte, algunos miembros del grupo, y los auditorios que les eran fieles, tenían con el peronismo una relación compleja y otros más eran sus opositores; por otra, existían revisionistas que preferían consolidar los aspectos estrictamente historiográficos de su empresa, como Julio Irazusta, que finalmente sería incorporado a la Academia en 1971. Un año antes, había sido designado Presidente del Instituto Rosas, que estaba reorganizándose desde 1968.
Las diferencias entre una estrategia que se quería académica y una de divulgación no dejaban de ser advertidas por los revisionistas, y ellas se traducían en tipos de publicaciones diferentes. A mediados de 1958, se lanzaba el número 17 de la Revista, con un formato clásico: investigaciones, comentarios bibliográficos, reproducción de documentos. La estructura se repitió hasta fines de 1962, cuando aparecía el número 23. Entre 1968 y 1971, a su vez, se entregaron 10 números del Boletín; el último de la serie anterior había entrado en circulación en julio de 1955. En la “Re presentación” que abría la primera entrega del Boletín se sostenía que “la victoria de la revisión histórica es un hecho por demás evidente: resta sólo la ´escalada´ final [...] que instaure oficialmente lo que es una convicción argentina. Y nosotros venimos a cumplir la misión [...]”. El editorial continuaba con esta aclaración: “De allí el nuevo ritmo que tendrá esta segunda época: diríamos –guardando los debidos respetos- que hemos perdido un poco, historiográficamente hablando, el empaque y la seriedad de los tiempos apostólicos”. El revisionismo nuevamente se daba una “misión” y un instrumento, que sabía tan alejado de las publicaciones historiográficas clásicas: “no tendrán cabida aquí ensayos de nivel rigurosamente científico –tarea que acampará en la Revista semestral del Instituto [...]- pues estas páginas serán Historia a través de trazos breves, rudos, definidos, actualísimos [...]”. Debe reconocerse que desde el punto de vista de las características materiales del Boletín, el objetivo fue cumplido.

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