La Vaca Estudiosa
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¿QUE ES EDUCACION POPULAR?
Marcos
Marcos
10-06-2011 17:45
¿Qué es la Educación Popular?
Cualquier respuesta en relación con esta pregunta es sólo y únicamente eso, una respuesta. Con esto queremos decir que hay muchas más (o tal vez, algunas más). Básicamente, y según lo que nos parece, las respuestas que distintas personas o grupos pueden dar a esta pregunta están relacionadas con lo que esos grupos o personas consideran respecto de otros temas más amplios, más generales. Dicho de otra manera, la respuesta tiene que ver con el posicionamiento ideológico y práctico de quien la responda. Esta pregunta, qué es la EP, está sumamente ligada a otras preguntas, como por ejemplo,
a) ¿qué es la política?
b) ¿cómo se desarrolla el proyecto popular?
c) ¿es posible que "las cosas" cambien?, ¿cuánto?
d) ¿cuál es el protagonismo popular en los procesos de cambio, etc.?
Como dijimos anteriormente, esto tiene que ver con un posicionamiento ideológico, pero también práctico, porque, quizá no haga falta decirlo, nuestras ideas con las que podemos responder a estas preguntas están muy influenciadas por la situación y la posición desde donde las planteamos.
Para dar un ejemplo sencillo (aunque tal vez no tan sencillo): un dirigente sindical burocrático puede responder la pregunta por el protagonismo popular diciendo que "el pueblo debe ser dirigido, porque por sí sólo es incapaz de pensar y actuar", lo que significa, de hecho, una posición ideológica. De todos modos, no significa sólo eso, significa también un lugar desde donde eso se dice; básicamente, el lugar de una persona que quiere mantener una situación de privilegio (aunque no sea de privilegio económico y aunque de hecho no tenga "malas" intenciones).
Como nadie puede pensar por fuera de una posición, hay que estar atento en relación con eso. Lo que hacemos ahora es poner sobre la mesa esas respuestas que nosotros (creemos que) tenemos a esas preguntas, antes de contestar la pregunta por qué es la educación popular.
La política
La política es la acción de los individuos, grupos y clases que tiene como objetivo definir cómo tienen que ser las cosas. En este hay que hacer dos distinciones.
Por una lado, entre la gran política, que se refiere a cómo tienen que ser las grandes cosas: el estado, la economía, las libertades, los derechos; Por otro lado, la pequeña política, la que día a día nos enfrenta con situaciones donde hay que tomar decisiones.
A nivel de la gran política se disputan valores que deben estar presentes en la pequeña política. Valores como la solidaridad, la justicia, la democracia, componen lo que queremos del futuro y dan forma a las cosas que hacemos ahora mismo y en todos los ámbitos. A su vez, la pequeña política va prefigurando como será el futuro que queremos. Nuestras formas de relacionarnos, de organizarnos y de luchar anuncian, anticipan, qué es lo que queremos del futuro, de nuestra sociedad.
Una segunda distinción es que la política, esa definición sobre cómo tienen que ser las cosas, tiene dos formas: el antagonismo, cuando luchamos contra otros para decidir cómo tienen que ser las cosas y el diálogo, cuando luchamos con otros no antagónicos, con compañeros. Las fronteras, a veces, son ambiguas, pero eso es otro tema. Esta distinción entre antagonismo y diálogo está presente en el pensamiento de Paulo Freire, un educador popular brasilero que influyó mucho sobre lo que la EP es hoy en día. Para Freire las relaciones entre las personas son siempre conflictivas pero el diálogo es también una forma de resolver el conflicto, cuando estamos dialogando entre compañeros. El conflicto se resuelve de distinta manera de acuerdo con las diferencias de proyecto social que las personas tengan.
El proyecto popular
A esta respuesta le vamos a dedicar más espacio. Se trata del conjunto de acciones y de objetivos que las clases populares tienen (y tuvieron en su historia). Lo que hacen y quieren de la sociedad.
Ese proyecto recibió muchos nombres pero básicamente se resume en el reparto de las riquezas producidas por los trabajadores y el control de los trabajadores de la economía y de la sociedad. Es decir: justicia y democracia. Nosotros llamamos socialismo a ese proyecto popular.
El proyecto popular es desarrollo de luchas por la definición popular de cómo deben ser las cosas, y se lleva adelante, para nosotros, y hoy más que nunca, por medio de organizaciones de masas.
La política de masas se basa en el desarrollo de luchas y conquistas cada vez más ambiciosas y en involucramiento de cada vez más cantidad y variedad de compañeros. En ese crecimiento de luchas y conquistas se distinguen tres niveles ordenados de menor a mayor ambición de los logros y variedad de grupos sociales implicados.
La política de masas consiste en el desarrollo de luchas reivindicativas (por la subsistencia y las mejoras de las condiciones de vida); a la vez, esas luchas reivindicativas deben convertirse en luchas populares, capaces de incorporar demandas mayores propias y de otros grupos más allá de los que participan en las reivindicaciones; y a la vez, esas luchas populares deben ir avanzando sobre la disputa por otro orden social, otra sociedad, convirtiéndose entonces, en luchas políticas.
Cada acción que se desarrolla, a su modo, es parte de esas tres luchas. El enemigo, en primer instancia, es inmediato, el que pierde lo que nosotros ganamos en la reivindicación (el gobierno, el dueño de terrenos o campos); en segunda instancia, el enemigo se da en el plano de la coyuntura y es justamente ese que está casi siempre en condiciones de intervenir en la definición de la coyuntura (el gobierno, los grupos económicos), en tercer instancia, se trata de enemigo al sistema capitalista, sus formas de organización del trabajo y de la vida social.
En el primer caso, se lucha por soluciones (vivienda, planes de empleo, comida, aumento de salarios), en el segundo, por medidas populares (política de viviendas, creación de empleo en el país, subsidios y exoneración impositiva a los alimentos, cumplimiento de los derechos laborales), en el tercero, por la distribución de la riqueza, el control popular de la producción, la democracia y la libertad.
La lucha por soluciones siempre tiene un límite, avanzar en soluciones significa empezar a presionar por medidas populares; avanzar en medidas populares tiene un límite, significa empezar a alterar las correlaciones de fuerzas contra los intereses de los sectores más poderosos. Desde esta perspectiva, luchar por la subsistencia es tan importante como luchar por cambios sociales. Con esa lucha, por la subsistencia, reivindicativa, y a partir de las conquistas ocasionadas por ella, grandes masas de población pueden volcarse a luchas más ambiciosas.
Vamos a recurrir a un caso fuera del país para ver como funcionan estos tres niveles. Lo hacemos de modo de que sea más sencillo alejarnos de nuestras "internas".
El caso del movimiento sin tierra (MST) en Brasil se plantea como una política reivindicativa (tierra para sobrevivir) y a la vez, como una lucha popular por reforma agraria (distribución de la tierra, crédito barato, menos impuestos, educación y salud en el campo ubicación de agroindustrias en el campo), y por otras cosas, como el cierre de las importaciones. También es una lucha política de clase, por el control popular de la riqueza y contra la propiedad privada.
Podemos pensar la relación entre las tres luchas de muchas maneras.
Por un lado, aquella a la que nos referíamos cuando decíamos que cada lucha es continuidad de la otra. La lucha reivindicativa tiene un límite. Conseguir la tierra es un buen paso para sobrevivir, pero poco se puede hacer sin reformas mayores, sin dinero para producir, sin educación y salud. Además, cualquier conquista puede perderse. Es necesario avanzar en las conquistas: por eso se da el pasaje a la lucha popular, por medidas de estado que permitan mejorar las condiciones de vida. Una reforma agraria, que abarate el crédito, que de acceso a la tierra a los campesinos, mejore o cree servicios básicos como la salud, la educación, la luz, etc., permita el crecimiento de millones de personas, es el horizonte de esta lucha popular y tiene también un límite. En algún punto, avanzar en ella significa transformar las relaciones de poder de nuestra sociedad, joder los intereses de las clases dominantes. Avanzar en esta lucha popular significa, de a poco, ir metiéndose en una lucha política de clase. Una política de crédito barato para los campesinos molesta a los intereses de las grandes usureros financieros. Visto de otro modo, sólo cuando esos usureros dejen de tener poder, habrá una política de crédito barato para todos los campesinos.
De este modo, la lucha popular parte de la reivindicativa y la proyecta; la lucha política, a su vez, parte de la popular y la proyecta también.
Por otro lado, hay una relación entre estas luchas en el sentido de que cada una convoca a mayor cantidad de categorías sociales.
Si la toma de tierras es una convocatoria a campesinos, la reforma agraria involucra a muchos otros grupos: todos aquellos trabajadores que viven en zonas rurales, pequeños comerciantes, además de todos los que se benefician de comprar productos más baratos; hay que tener en cuenta además, que una reforma de ese tipo mejora las condiciones de muchísimos trabajadores urbanos en la medida que achica el desempleo urbano. Por supuesto, cambios sociales mayores involucran (y se necesita involucrar) a todos los trabajadores.
Una acción como la toma de tierras, claro ejemplo de lucha reivindicativa, es en sí misma una lucha popular, porque es un mecanismo para impulsar la reforma agraria y también una lucha política, porque atenta contra la gran propiedad y enseña a todos los trabajadores la importancia de pelear. Incluso una cooperativa de asentados, reivindicativa, porque busca la sobrevivencia de los miembros del grupo, es parte de una lucha política ya que propone formas de trabajo libre, sin patrones ni capataces.
El ejemplo del MST tiene un problema. Nos da a pensar que este tipo de luchas se usa sólo en casos de organizaciones grandes y fuertes. Las nuevas luchas reivindicativas de los desocupados, hoy, en nuestro país, son de las más importantes. Esas luchas son también populares, cuando se producen solidaridades con otros que luchan, cuando se desarrollan peleas que incluyen no sólo a desocupados (las puebladas son un claro ejemplo de la relación entre lo reivindicativo y lo popular en este caso). La lucha por subsidios y espacios de venta gratuitos para las cooperativas de desocupados es parte de una reivindicación que beneficia no sólo a los desocupados, porque puede incluir a muchas experiencias productivas autogestionarias o de capitales muy pequeños. El desarrollo de luchas territoriales de los desocupados, por infraestructura, transporte, educación, salud, vivienda, beneficia también a trabajadores ocupados.
La idea de que cada tipo de luchas tiene un límite puede ser ejemplificada con las luchas de los desocupados.
Las luchas reivindicativas, actualmente en la conquista de planes de trabajo, está limitada por lo pobre de los montos en disputa, por los escasos tiempos de contratación; una lucha mayor y de carácter popular busca que se creen genuinos puestos de trabajo (luchando por ejemplo, por el cierre de las importaciones, por subsidios y eximisión de impuestos y pago de servicios a los desocupados y trabajadores con bajo salario, por la cobertura estatal de jubilaciones, asignaciones familiares, etc.).
En los hechos esta política popular consiste tanto en el desarrollo de luchas para forzar a los gobiernos a que cambien sus políticas económicas como al desarrollo autónomo de una alternativa de producción que mejore las condiciones de vida inmediatamente. Por supuesto el límite de estas iniciativas queda a la vista: ninguna de ellas puede perdurar si no se alteran las relaciones de fuerza que existen actualmente: ningún derecho se hace efectivo si no son los trabajadores los que definen el destino de la sociedad.
Intereses muy fuertes deben ser derrotados: los grandes supermercados no verían con buenos ojos que los trabajadores desocupados y ocupados sólo compren productos solidariamente producidos, sin intervención de empresarios y fuera del circuito capitalista.
Un taller de producción de los desocupados, a la vez, nos puede ayudar a pensar los tres niveles de lucha. Supongamos que surgió de una movilización, reivindicativa, por herramientas para trabajar, vender y poder sobrevivir. Supongamos que los productores se unen con otros para conquistar un espacio céntrico para que se puedan vender allí los productos solidariamente producidos o por una ley de desempleo que obligue al estado a pagar las asignaciones familiares. Esas son luchas populares. Supongamos que en ese taller se decide entre todos qué hace falta producir, para quién, cuánto vale el trabajo, cuánto le corresponde a cada uno: se está desarrollando una forma de producción distinta a la del modo capitalista.
Si insistimos en esta relación entre lo reivindicativo y lo popular y entre lo popular y lo político es porque en muchos casos se piensa que lo reivindicativo no tiene valor y sí lo político.
El modelo clásico es el de algunos partidos políticos: las luchas reivindicativas son usadas, maltratadas y tiradas a la basura según el criterio de los militantes de ese partido. Por supuesto, no hay que ser partido para actuar como partido. Por supuesto también, no todo partido está condenado a hacer eso.
Ocurre también que es común encontrarnos con experiencias donde lo reivindicativo y lo político marchan bien separados. Se presentan un conjunto de luchas masivas por problemas concretos, pero la lucha deja de ser masiva en el terreno político, cuando un pequeño grupo de dirigentes se ocupa de definir hacia dónde se va, con quién se hacen alianzas y con quién no, etc. En esos casos, es común también que las respuestas políticas de esos dirigentes no tengan mucho que ver con lo que está movilizando a las masas.
La política popular entendida en términos de lucha de masas significa partir de las necesidades inmediatas de las distintas categorías de trabajadores, para que, a partir de ellas, se desarrollen luchas más ambiciosas y con fuerte protagonismo de bases.
Cambios sociales
Los cambios son necesarios y posibles y muchas experiencias de nuestro país y de América Latina lo demuestran. Si se presta atención a las luchas reivindicativas en nuestro país, en los últimos años, muchas de ellas triunfaron, a pesar de nuestras dificultades de organización. A menudo consideramos, y en esto se empeñan con fuerza los sectores dominantes, que las luchas no dan resultados. Nuestro principal límite, en la actualidad, consiste en pasar de luchas reivindicativas a luchas populares: que las reivindicaciones se conviertan en luchas por medidas populares y convoquen a otros sectores. De otro modo, que haya capacidad de presionar sobre las medidas de estado.
La sociedad en la que vivimos no da para más. El capitalismo crea y recrea cada vez más problemas y deja a la luz su incapacidad para solucionarlos. Cambios sociales son, entonces, los que instauran una sociedad libre.
Protagonismo popular
Por último, el protagonismo popular es fundamental en el desarrollo de estas luchas. Se necesita de calidad y cantidad de personas, con capacidad de desarrollar acciones que se inscriban a la vez en los tres planos de lucha. La separación entre los que hacen la lucha reivindicativa y los que piensan la lucha popular y política ha dado consecuencias terribles para nuestro pueblo. Por eso en este texto vamos a hablar de democracia, porque la democracia es, por un lado, la garantía de efectividad de las luchas, y por otro, la puesta en juego de nuestro proyecto de futuro: un mundo en el que no manden los cuatro de siempre.
Comúnmente la derecha moviliza a grupos populares por reivindicaciones inmediatas, pero impide que esos grupos traspasen ese límite: que desarrollen luchas populares y políticas. En el caso de la derecha eso es coherente con un ideal de sociedad autoritaria y llena de privilegios. En el caso de la izquierda que suceda eso no sólo es un problema, sino un verdadero fracaso. Muchas propuestas de izquierda desarrollan luchas reivindicativas con fuerte participación popular, pero el momento de pasaje a lo político es un momento de cierre de la discusión y de las decisiones, que desmoviliza y desarticula los movimientos.
Una idea general
En el marco de estas ideas es que hacemos entrar nuestra respuesta a qué es la educación popular:
La educación popular es un aporte a las luchas y organizaciones populares. Una herramienta que puede ayudar a los grupos que luchan o que quieren iniciar una lucha. Una herramienta sistemática para aprender más de la práctica de lucha.
Se suele afirmar que es sólo un aporte, una ayuda: no una solución a todos los problemas de la lucha popular. La EP se inscribe en las luchas populares como una parte más de estas, bajo una idea sencilla pero muy importante: las luchas son, además de un elemento para conseguir cada vez más conquistas, un proceso de aprendizaje. La práctica es la que nos enseña. La EP es un conjunto de acciones sistemáticas para garantizar y profundizar los aprendizajes que surgen de la práctica de lucha.
Por tanto, no sirve para todo, sino para algunos aspectos de las luchas populares y de las organizaciones populares. Sus objetivos principales son:
• que más y más personas estén en condiciones de pensar y desarrollar estrategias orientadas a el triunfo del proyecto popular.
• que las luchas y organizaciones populares sean más efectivas y democráticas
Según entendemos nosotros a la EP, se trata de potenciar lo que la vida diaria, las luchas que llevamos adelante, nos enseñan. Pero mucho mejor lo encontramos dicho por compañeros del MST:
"el proceso a través del cual un trabajador sin tierra se transforma en un Sin Tierra, o sea, un trabajador organizado en un movimiento social y vinculado a la clase trabajadora, es un proceso de formación por excelencia. Simbólicamente, basta prestar atención a la mirada de este trabajador o de esta trabajadora: la mirada, que antes no se desprendía del suelo, ahora se eleva y es capaz de encontrar otra mirada, reflejando en ella el brillo de quien pasó a creer que puede ser sujeto de la historia; o bien la indignación, de quien no admite ser más tirado de la rueda, y la autoconfianza de quien no se siente más solo. La educación que pretendemos no necesita ser mucho más que desdoblamientos de esta pedagogía viva."
¿en qué consiste? ¿para qué sirve? ¿cómo se hace?
Consiste en desarrollar acciones de formación política de las personas envueltas en las luchas. No quiere decir cursitos de formación aislados y teóricos, sino acciones. En general talleres o cursos, que toman lo que las personas saben, piensan y hacen. Con eso se hace la formación, con el protagonismo de las personas. Las acciones toman la forma de proceso, es decir, se encadenan en función de objetivos. También se llama EP a las acciones y procesos que se desarrollan en medio de los procesos de lucha, que tienen como objetivo que las personas aprendan
Sirve básicamente, para la formación de personas con capacidad de intervención política, lo que siempre está relacionado con el nivel y la experiencia de lucha que las personas y organizaciones tienen. Por ejemplo, sirve para la concientización de un grupo de base, para mejorar la comprensión de una situación, para planificar actividades con personas que pocas veces se ponen de acuerdo, para la formación de cuadros sociales y políticos, para recuperar la experiencia de los trabajadores en la historia. La idea es que cuando en una lucha se forman personas, la lucha sale fortalecida.
Se hace de muchas maneras, pero siempre con mucha participación, con diálogo entre todos, con alegría y esfuerzo, con respeto entre las personas. El que coordina la actividad propone al grupo que piense cosas que no está pensando, que reflexione, que se autocritique, que se informe, que desarrolle la capacidad de proponer. Lo desafía para que comprenda más y luche más.
Se hace con grupos que luchan por reivindicaciones sociales, barriales, laborales, culturales, que luchan o quieren luchar contra la injusticia, por los derechos y libertades.
¿de dónde salió la educación popular?
La EP (educación popular) es un invento latinoamericano. Surgió por los años sesenta y se desarrolló mucho en todos los países. Fue muy fuerte en Brasil y Centroamérica. En Argentina hay también muchas experiencias.
Hablando más estrictamente, se comenzó a hablar de EP hacia fines de los setenta, pero muchas de la prácticas que se englobaron bajo ese nombre comenzaron a ocurrir antes de eso. Para ser certeros, tendríamos que ubicar la EP en un conjunto de discusiones y de prácticas que de plantea la izquierda latinoamericana hacia esa época. Las discusiones son difíciles de reconstruir, las prácticas, algo más sencillo. Entre ellas, está el triunfo de la revolución cubana en 1959; la emergencia de la teología de la liberación y la crisis del modelo soviético. Por supuesto, cada una de las realidades nacionales es un problema aparte. La significación de estos hechos es discutible, aunque nos parece que lo fundamental de ellos como explicadores del surgimiento de la educación popular está en lo siguiente: la revolución cubana viene a significar la necesidad de pensar y desarrollar un socialismo nuestro, que aprovecha lo mejor del marxismo pero a la vez cuestiona algunos dogmas inaplicables a nuestra realidad. La teología de la liberación coloca a la izquierda en el desafío de la construcción política a partir de la sensibilidad de nuestro pueblo; representa, a nuestro parecer, uno de los más lúcidos esfuerzos de diálogo con el pueblo, superando posturas a partir de las cuales éste es pura alineación, falsa conciencia, y construyendo una alternativa desde lo que el pueblo trae. La crisis de la unión soviética, viene a plantear la importancia de articular el proyecto socialista con formas auténticamente democráticas de organización y lucha.
Seguramente muchos otros elementos participan, influyendo, sobre la EP. Sin ir más lejos, tendríamos que decir que la preocupación sobre el protagonismo popular no es ajeno al efectivo protagonismo popular que se estaba desarrollando. El caso es que emerge una sensibilidad nueva en (parte de) la izquierda, que busca movilizar a las bases pensándolas como protagonistas de los procesos de lucha, y no sólo como participantes de estos. La EP es parte de esa sensibilidad.
Nicaragua y la revolución Sandinista, con sus límites y aciertos, representará el momento cumbre de este proceso, donde lo popular, lo revolucionario, lo socialista, se van a encontrar. Es en ese contexto, donde se empieza a hablar de EP más claramente. En el cono sur, por la presencia de dictaduras, la EP será desarrollada y puesta en debate un poco más adelante.
Para nosotros, esa nueva sensibilidad de la izquierda latinoamericana tiene su punto más importante y más discutible en lo que respecta a las ideas (y prácticas) acerca de la vanguardia en lo procesos de lucha y organización populares. La vanguardia ha sido cuestionada desde posiciones que se consideran, hoy, "basistas". Así, "vanguardismo" y "basismo" a grandes rasgos, señalan posiciones opuestas acerca de cuánto pone el pueblo y cuánto las vanguardias en los procesos de lucha y organización. Esta discusión es, muchas veces, complicada, sobre todo si le ponemos el ingrediente de que muchos grupos que actúan como vanguardias dicen no serlo, y muchos que, cuestionando al basismo, lo practican. Para unos, el pueblo es pura verdad; para otros, pura alienación, falsa conciencia.
La EP, como se verá más adelante, hace jugar estas dos puntas del problema. De alguna manera los resuelve, aunque muchas veces de manera confusa. La EP parte de las preocupaciones y saberes populares y es, en ese sentido, criticada por "basista": pero orienta las reflexiones hacia algún lado, aquí se la tilda de vanguardista. Esta discusión no se resuelve simplemente, y dar una respuesta ahora es apresurado; es un problema que planteó Antonio Gramsci hace casi 70 años, así que podemos darnos algún tiempo para resolverlo (o tratar, por lo menos).
"A este propósito se plantea una cuestión teórica fundamental: ¿puede la teoría moderna (así llamaba Gramsci a pensamiento cuestionador, crítico) encontrarse en oposición con los sentimientos «espontáneos» de las masas? ... No Puede: hay entre una y otros diferencia «cuantitativa», de grado, no de cualidad: tiene que ser posible una «reducción», por así decirlo, recíproca, un paso de los unos a la otra y viceversa."
Dejamos esa respuesta para más adelante, después de que analicemos los problemas de organización y lucha populares a los que la EP intenta aportar, sobre los que quiere colaborar para su solución.
A fin de cuentas, más allá de la historia que hacemos, ¿Por qué surgió la EP? Surgió respondiendo a muchas necesidades del campo popular. A las necesidades de los procesos de lucha y organización.
EP y participación
Una de esas necesidades por las que surgió la EP, y se desarrolló la nueva sensibilidad de la izquierda latinoamericana es la de la participación de muchas personas. La educación popular quiere fomentar la participación en las organizaciones populares. Aquí se puede argumentar a partir de necesidades prácticas y de necesidades no tan prácticas.
Estas últimas refieren a la idea de que el proyecto popular que perseguimos, que muchos llamamos socialismo, necesita de la participación de muchas personas. Para ser más estrictos no sólo necesita de eso, no es socialismo sino a condición de la participación de muchas personas, sino a condición de la participación de masas. Del desarrollo de una democracia de verdad.
Es cierto que las masas pueden ser "representadas" por organizaciones clasistas, partidos, grupos, pero hay un sujeto, un individuo que no se puede sustituir, el hombre y la mujer interviniendo, porque quiere definir el destino propio, de sus hijos, de la personas que quiere, de la clase social a la que pertenece, aunque se equivoque, aunque esté inseguro, ese es el protagonista. La mejor argumentación para esto que decimos es que ningún grupo, ni ninguna clase, está leyendo este texto. Poniéndose de acuerdo o peleándose con él.
Pero también tenemos necesidades prácticas, inmediatas. Quienes no estén de acuerdo con lo anterior igual pueden acordar con lo que pasa en el siguiente ejemplo.
Una organización de trabajadores lucha por el salario y por mejores condiciones de trabajo, algunas personas se destacan en esa lucha, se van haciendo activistas. Convocan, se informan, llaman a asambleas, se reúnen fuera del lugar de trabajo, están todo el tiempo promoviendo que la gente pelee para estar mejor. Imaginemos que en esa organización siempre son los mismos los que convocan a todo y pasa alguna de estas cosas.
los activistas se cansan, uno o dos se retiran del activismo, los otros cargan con todas las actividades, pierden entusiasmo.
algunos de los activistas son sobornados o apretados por la patronal y ya nadie convoca
los activistas siguen con entusiasmo, pero ven que la gente no participa, no se interesa, no opina... y claro... si ellos resuelven todo...
los activistas se burocratizan, se la pasan haciendo papeles, no trabajan más, tampoco luchan.
los activistas se hacen especialistas, van a congresos, hablan difícil, ahora tienen "otro punto de vista..."
Todos estos problemas son problemas de participación sobre los que la EP tiene cosas para decir. Nosotros afirmamos que si hay mucha gente de base involucrada, las luchas resultan enormemente fortalecidas.
Cuántas más personas están en condiciones de desarrollar políticas, menores riesgos tiene la organización y la lucha, de caer, de perder la capacidad de desarrollarse. Los colectivos son siempre mucho más fuertes que los individuos. Los individuos, solos, son débiles frente a los poderosos.
Cuánto más personas están en condiciones de desarrollar políticas, más posibilidad de creatividad y capacidad de respuesta a las situaciones tendremos. Esto no debe entenderse de ningún modo como un idealismo. Si antes acentuamos la importancia de los individuos, ahora sostenemos que siempre, dos, tres, diez, mil personas, resultan más capaces que una sola.
Cuánto más personas están en condiciones de desarrollar políticas más adecuada será la relación entre los objetivos políticos y populares y reivindicativos. Más capacidad tendrán nuestras organizaciones de superar los límites y contradicciones que se presenten.
La EP surgió, en parte, para aportar a este problema, el de la necesidad de la participación. La formación de las personas en el interior de los procesos de lucha y los procesos organizativos, es una necesidad para solucionar este problema de la participación.
Cuando se desarrollan procesos de educación popular los temas, debates, problemas que se ponen en juego buscan que los participantes estén en condiciones, cada vez un poco más, de "hacer política". Por supuesto, se cuida mucho que las personas participen, se involucren, sean (y se sientan) protagonistas, se entusiasmen. Si esa participación no se da en los procesos de formación ¿cómo podría darse en la práctica?
Habitualmente suele pensarse que la democracia y la participación son sólo un principio éticos y parte de un posicionamiento ideológico, pero que, a fin de cuentas, lleva tiempo, es ineficaz, no da resultado, queda para después.
La democracia de verdad, que es algo por lo que luchamos. También es importante para que los grupos populares consigan sus objetivos. Que sus luchas sean efectivas. A más democracia más efectividad. La participación no es un "principio" abstracto, es una necesidad práctica, presente, también, en nuestro proyecto socialista. El socialismo no es sólo una propuesta más ética que el capitalismo, es también una propuesta más racional y eficiente.
EP y desafíos populares
La EP parte también de una idea central que, en muchas oportunidades, se pierde de vista, se deja de lado. Se trata de que las pequeñas luchas son importantes para el desarrollo de las grandes luchas. Las luchas, sean pequeñas o grandes, nos hacen recuperar, o vivir por primera vez, lo que llamamos "dignidad". La más pequeña de las luchas populares es siempre una lucha por la dignidad, e inspirada en la rebeldía. Siempre, esas luchas, parten de una indignación, de un enojo, de una actitud a partir de la que decimos "esto no puede ser" o, como dicen los zapatistas, "¡ya basta!" Dignidad, indignación, rebeldía, están presentes en la más pequeña de nuestras luchas.
Partiendo de revalorizar las luchas pequeñas, la EP quiere ayudar a que las personas se proyecten, no se queden sólo en pequeños triunfos. Como dijimos, los pequeños triunfos a veces son grandes: conquistar la tierra para vivir, garantizar una olla popular, organizar una cooperativa, tener una guardería en el barrio, evitar los despidos, son pequeños y grandes triunfos. Pero pueden ser todavía más con lucha y organización. Vamos a ver otro ejemplo.
Muchas familias tomaron tierras y armaron un asentamiento. Necesitaban dónde vivir. Tuvieron que organizarse para evitar el desalojo. También para garantizar la alimentación, la provisión de agua. Después de un tiempo de lucha se consiguió quedar en el lugar: ya no vino más la policía a molestar. Un grupo de abogados ayudó para empezar los papeles. Toda la gente quedó contenta. Pero muchos se quedaron pensando cuántas cosas más se podrían lograr. Quieren proponerle a los vecinos nuevas luchas, nuevos triunfos, nuevas alegrías.
La educación popular surgió también en relación con este problema. Quiere ser un desafío para que las personas descubran cuánto más se puede lograr. Las acciones de educación popular las invitan a pensar que se pueden lograr muchas cosas por medio de la lucha. Que unidas tienen mucha fuerza.
Los que mandan quieren convencernos que no tiene sentido ir por más; pero tenemos muchos ejemplos de grandes cosas logradas con la lucha y la organización. Esto significa, para nosotros, una constatación, un hecho. No un discurso vacío y de propaganda.
Los medios de comunicación de masas, fundamentalmente, y en esto colaboró nuestra izquierda, insisten en ocultar los logros de las luchas reivindicativas y populares. La educación no es privada, hoy, por la lucha de los docentes, estudiantes y padres. Siendo uno de los pocos gremios que desarrolló luchas de masas generalizadas el de los docentes es uno de los pocos que mantiene derechos que serían fantasías en otros gremios. Y eso a pesar de la burocratización que padecen sus luchas. Los militares "son malos", en el discurso de los medios de comunicación, a pesar de que a los "comunicadores sociales" les encantaría justificarlos; no pueden hacerlo, se lo impiden las luchas de las madres, de los hijos, y del pueblo que tiene memoria. Los planes de empleo, miserables, no existirían si no fuera por la capacidad de lucha de nuestro pueblo y por el miedo que ellos le tienen a esa capacidad de lucha.
El discurso de izquierda debe basarse en la importancia de estas luchas reivindicativas.
Pero muchas de las experiencias de izquierda, por el contrario, traen el problema de que estas luchas reivindicativas son vistas como excusas, como secundarias en relación con las grandes luchas, las verdaderas, las populares y políticas. La política se define, en ese esquema, entre militantes que poco tienen que ver con los problemas y necesidades populares (aunque saben interpretarlos bien y son solidarios con esos problemas y necesidades). Rebelarse: los que sufren los problemas; pensar y desarrollar estrategias: lo que no los sufren, esa es la condición para la idea de lo reivindicativo va por un lado y lo político por otro.
La respuesta más lúcida que está dando nuestra izquierda hoy, a este problema, se encuentra en numerosos esfuerzos de compañeros en nuestro país, y en América Latina puede observarse con claridad en la lucha de los zapatistas en México y los campesinos Sin Tierra en Brasil. En esos casos, las luchas populares son continuidad de las luchas reivindicativas y las luchas políticas, continuidad de las luchas populares.
Desde las perspectiva de la EP, avanzar en esos planos de lucha no significa un proceso de selección donde cada vez son unos pocos los que avanzan hacia un desafío mayor: hace falta que esos desafíos sean los de los compañeros y compañeras a nivel de bases. Para la EP es un contrasentido que los deseos de grandes transformaciones sociales puedan ser asumidos por los estudiantes universitarios y no por los desocupados. En ese contrasentido insisten, muchas veces, algunos compañeros.
EP y comprensión de la realidad
La EP surgió también por otro desafío, que está cercano al problema de la formación de las personas. Es que quiere ayudar a la comprensión de la realidad. ¿qué es lo que está pasando con el país, con nosotros? ¿qué es lo que va a pasar con nuestros hijos en el futuro? ¿por qué están como están las cosas? Partimos de que la comprensión de la realidad es difícil, aunque abunda mucha información: faltan ideas para analizar esa información. El ejemplo que seleccionamos en relación con este tema es el siguiente:
Mucha gente lucha por una cosa y por otra, pero parece que los problemas no terminan nunca. Quienes participan en una organización saben que hay problemas por todos lados. Por ejemplo, las mujeres que participan del grupo de salud del barrio, de tanto moverse y moverse, consiguieron medicamentos. Pero los chicos se siguen enfermando si las casillas siguen llenas de agujeros. Y el que gasta todo su dinero para comer difícil que arregle los agujeros. Las mujeres empiezan a pensar que está todo muy injusto, pero quieren conversar eso con otras mujeres y con los hombres del barrio. Así, charlando, se encuentran con un montón de opiniones, todas muy variadas: "que está lleno de vagos que no quieren trabajar", que "si Dios lo quiso así...", que "siempre fue así, así que para qué preocuparse", que "la culpa es de los políticos que se roban todo..." Muchas de esas opiniones son ingenuas, no ven la realidad como es.
La EP se originó con la intención de desafiar a la gente a que se ponga a pensar qué es lo que está pasando: ¿hay o no injusticias? ¿cuáles son? ¿cuáles son sus causas? ¿quiénes son los responsables? ¿quiénes y cuántos son los que las sufren? ¿quiénes se benefician con la injusticia? Muchas acciones de educación popular se dirigen a estos temas. De ellas participan personas que, como estas mujeres, desarrollan una lucha; en otros casos, son estas mismas mujeres las que buscan trasladar estas preguntas al resto de las personas.
Evidentemente, la comprensión de la realidad es una factor fundamental para que las personas puedan desarrollar políticas, que es uno de los objetivos de la EP. No hay desarrollo de políticas sin comprensión. Esa comprensión debe ser siempre lo más profunda posible.
Desde la perspectiva de la EP, todos los sujetos conocen su realidad, viven la opresión y por eso saben de ella; cuando luchan, saben qué significa luchar. Estas son consecuencias, tal vez las más importantes, de poner en juego de la teoría dialéctica del conocimiento. De acuerdo con esta teoría, quien practica sobre la realidad, sabe de ella, "quien hace sabe y a la vez, quien piensa sobre lo que hace, sabe más". Las afirmaciones que pusimos como ejemplos antes contienen verdad, son verdad, aunque verdades parciales. La formación de un análisis crítico, el desarrollo de la comprensión de la realidad, parte siempre de una verdad que las personas y grupos populares tienen acerca de la realidad, de la sociedad en que viven. Esa verdad puede ser incompleta, distorsionada, limitada, pero existe, y es el punto de partida de cualquier proceso de formación y de lucha.
Por otro lado, la comprensión de la realidad tiene siempre dos costados. Uno de ellos es el estratégico: conocer significa la posibilidad de actuar mejor sobre la realidad. Otro es el lado ideológico: conocer permite afianzar la confianza en lo que podemos hacer nosotros y la indignación frente a lo que hacen ellos.
Conocer: actuar, pensar, indignarse, confiar. Para la educación popular no deben separarse esferas de la vida que tienen que ver con el pensamiento, los sentimientos y la acción. La ausencia de uno cualquiera de estos tres elementos es para preocuparse.
EP y socialismo
La EP quiere que las cosas sean de otra manera. Que haya justicia y libertad para todos. Así llamamos nosotros al socialismo: justicia y libertad. La EP se inscribe en el proyecto, el enorme proyecto, de una sociedad sin explotadores, ni explotados.
La lucha por el socialismo es una lucha que nos posiciona en lo mejor de nosotros, en nuestros anhelos, nuestros deseos, nuestros sueños que se expresan día a día. Por supuesto, el socialismo nos pone frente a un conjunto de problemas y tareas que resolver. ¿cómo se llega al socialismo?, por ejemplo, es uno de esos problemas. De todos modos en este texto vamos a proponer pensar una parte del problema, más relacionado con cómo el socialismo es sentido por nosotros, por todos los que luchamos por una vida mejor.
Probablemente uno de los mayores éxitos de la derecha en la actualidad es que, hoy por hoy, parece muy difícil que las cosas sean de otra manera. Nos quitaron la posibilidad de soñar, de imaginar la vida de otra manera. En esto ellos ponen mucho empeño.
Por supuesto, la capacidad que tienen de conformarnos es limitada, mucho mayor es la capacidad que tienen de provocar injusticias. Cuando nos enfrentamos a las injusticias, cuando las vemos, las sufrimos, sentimos indignación. No hay que ser muy sabio ni leer muchos libros para sentir indignación. Tampoco hay que ser muy sabio ni leer muchos libros para soñar un mundo mejor, una sociedad hecha de otra manera. Esa relación entre injusticia e indignación ya fue puesta de manifiesto por el Che, en aquella expresión que se hizo conocida: "si usted es capaz de sentir indignación frente a una injusticia cometida contra cualquiera, en cualquier parte del mundo, somos compañeros, que es lo más importante". Indignarse frente a las injusticias, ahí pone el Che la condición para ser compañero; así de simple.
Muchos elementos de la EP tiene que ver con la relación entre ella y el socialismo. Pero si nos limitamos a este problema de la injusticia, la indignación, la posibilidad de pensar la vida de otra manera, tenemos que decir que la EP surgió también con esa intención:
• proponerle a las personas que piensen más allá de todos los días, que se animen a pensar la vida de otra manera. Que la lucha por la vida vale la pena.
• Qué se indignen frente a las injusticias, que nos les resulten indiferentes
• Qué la indignación se traduzca en rebeldía, en lucha.
Cuando vamos reconociendo que las cosas podrían ser de otra manera nos disponemos de otro modo a la lucha, nos vamos sintiendo más importantes, más íntegros. La EP parte de una profunda confianza en las personas, en la capacidad de los seres humanos. Las acciones de EP intentan prestar atención y dedicar tiempo a que los compañeros puedan manifestarse como personas capaces no sólo de comprender la realidad, sino de movilizarse, de sentirla, y de valorar la vida. El proyecto socialista necesita de muchos compañeros que luchen por él, no necesita pedazos de esos compañeros.
EP y subjetividad
Cuando analizábamos la relación entre lucha reivindicativa, popular y política hacíamos hincapié en la necesidad de partir de las luchas que se dan por mejoras en las condiciones de vida del pueblo. Aquí vamos a agregar una dimensión muy importante de todas las luchas: en ellas siempre se movilizan aspectos subjetivos de las personas y en ellas siempre se pueden pensar y poner en práctica formas de movilizar más y más esos elementos.
Desde hace algunos cuantos años se hizo más corriente entre los militantes, hablar de la importancia de la subjetividad en las luchas populares. En la actualidad hablar de subjetividad significa hablar de muchas cosas distintas, muchas formas de entender y usar la idea de subjetividad que no son opuestas entre sí.
La subjetividad de personas integrales: nos referimos a que las personas que participan en las luchas comienzan a ser comprendidas como integrales, capaces de actuar y pensar, pero también de sentir y sensibilizarse. Se parte del reconocimiento de que la acción requiere de nosotros movilizarnos también afectivamente. Por supuesto, aquí entran a jugar un papel importante el placer y la emoción como partes de las luchas y las organizaciones.
La subjetividad como memoria histórica: a veces, subjetividad quiere decir la recuperación de las tradiciones populares de rebeldía. Esas tradiciones de cargan de muchos valores que dan continuidad a las luchas del pasado y del presente. Movilizan a las personas y las embarcan en acciones que son sentidas como parte de la historia vital de cada pueblo. La figura de Zapata en México es, indudablemente, un buen ejemplo de esto.
La subjetividad y las expresiones culturales populares: nos referimos a la importancia que van adquiriendo los discursos, lenguajes, símbolos, modos de festejo y de enfrentamiento, que las clases populares se dan y que tradicionalmente no han sido considerados ni han tenido espacio en nuestra izquierda, salvo en algunas excepciones.
La subjetividad y la mística: las nuevas luchas van construyendo imágenes y símbolos en aquellos que participan de ellas: parte de la energía con que lo hacen está en la relación con esas imágenes y símbolos. Pueden ser pensadas qué cosas se quieren simbolizar ¿la fuerza que da la unidad en la lucha? ¿la posibilidad de una sociedad justa? ¿la dignidad del que pelea? ¿los conquistas alcanzadas? La mística consiste en hacer que la gente se sienta bien en la lucha y a la vez, que se vivencie colectivamente el deseo de cambiar las cosas. En este caso, es el movimiento de los sin tierra en que mayor aporte ha hecho en relación con eso.
Teniendo en cuenta estas características de la subjetividad consideramos apropiado traer para ejemplificar, el siguiente caso.
Un grupo de obreros se formó con intención de recuperar el sindicato y echar a los ladrones que estaban ahí. Un grupo de gente muy honesta se juntó, consiguió echar a los dirigentes que eran casi desconocidos y se puso como objetivo mejorar las condiciones de trabajo. Dieron una batalla muy grande por el problema del aire que se respiraba en el taller, que venía jodiéndole la vida a todo el mundo. Se reunían una vez por semana pero muchos temas quedaban sin hablarse porque todo el mundo tenía poco tiempo. "Compañeros, esto no puede ser" decía uno de los trabajadores que era muy respetado... "falta compromiso". La excusas eran varias... "no, que mi mujer no sabés cómo se pone..."; "anoche no pude dormir...". El compañero muy respetado se enojó mucho cuando vio a otros compañeros, de los más apurados, meta joda en el bar de la esquina de la fábrica, después de la reunión... Se enojó mucho... pero después se puso a pensar qué es lo que estaba pasando.
Pensó que hay que contener a los compañeros, que la lucha tiene que permitir que se exprese la persona, sus alegrías y sus deseos.
"Pareciera que la lucha es sólo sacrificio y que se está descuidando a las personas", eso pensó este compañero.
A veces nos olvidamos que la lucha es también alegría, la alegría de quien obtiene lo que es suyo y la alegría del que levanta la cabeza y encuentra a un compañero. La alegría de quien está luchando. Muchas experiencias de lucha son sólo problemas para las personas involucradas. No son satisfacciones. No hay festejo. Nos gusta que se nos reconozca, nos gusta que se nos llame por el nombre que tenemos, nos gusta reír con los otros, nos gusta sentirnos dignos y poder hablar libremente.
Para la EP la seriedad y la alegría no son opuestas, pueden juntarse.
Cuando se desarrollan acciones de educación popular se busca que las personas puedan expresar también sus alegrías. En tanto la EP es una práctica política y educativa el momento de conocer la realidad debe ser un momento placentero no sólo por el hecho de conocer las cosas y poder actuar sobre ellas, sino también por el hecho de conocerlas y actuar con otros. La EP se propone, también, hacer salir las tradiciones populares de lucha y rebeldía y por su carácter participativo es ideal para que la comprensión y el análisis crítico de la realidad se desarrolle a partir del lenguaje y los códigos populares.
Además de eso, los procesos de EP recurren a la producción y al uso de símbolos populares de lucha.
EP y Movilización.
Muchos educadores populares hablan de la EP como "la dimensión educativa de la práctica política". Con esto decimos que, cuando se lucha, se aprende y que, además, esos aprendizajes pueden ser más sistemáticos y orgánicos. La EP no se propone sustituir los procesos de lucha como procesos de aprendizaje: la lucha y nada más que ella, cambia la realidad. La EP sólo busca fortalecer esa lucha.
Hecha esta aclaración, vamos a argumentar sobre la importancia de aprender sistemáticamente de la lucha.
Las personas se movilizan para dar una pelea. Algo hace que desplieguen esas ganas de luchar. Esas ganas de luchar se expresan a veces en consignas:
La tierra para el que la trabaja; No a los despidos;
Basta de Desalojos; No a la suba de las tarifas; etc
La EP se preocupa por cómo se movilizan las personas. Pongamos un caso.
Un grupo de desocupados se organiza y planea una lucha. La consigna es "Planes de Trabajo para los desocupados". Esa consigna es muy importante, porque permite desarrollar esa lucha, unifica a las personas y le da sentido a la movilización. Pero en la movilización se van aprendiendo muchas más cosas. En las asambleas se va hablando de cuál es el enemigo, cuál es la mejor manera de conseguir los objetivos, etc. En muchos casos las mismas actividades cotidianas de una organización pueden ser usadas como actividades educativas, con capacidad de formar a las personas. Y podemos decir que cualquier actividad cotidiana encierra siempre un enorme potencial de formación, que generalmente desaprovechamos.
Cuando la movilización lo permite, se busca que las personas vayan ganando profundidad en la comprensión del problema y en el desarrollo de propuestas.
Cuando las personas tienen más claridad sobre el problema, sobre sus causas, sobre el contexto de lucha, luchan mejor. Van pasando de movilizados a movilizadores. Se van haciendo más protagonistas.
Es decir, uno se mueve por consignas y también por análisis con mas profundidad. La EP promueve análisis de mayor profundidad, pero no se niega a la utilización de las consignas que son factor de movilización. Hay momentos de la lucha en que la movilización tiene que ser motivada por consignas. Hay otros momentos en que tiene que estar acompañada por análisis de mayor profundidad.
Estas afirmaciones tienen por detrás la idea de que la movilización se ve favorecida por el conocimiento de las coyunturas en que se lucha, de la situación del país, de las distintas estrategias que los trabajadores se han dado en su historia para enfrentar las injusticias. Ese conocimiento debe ser democratizado, debe ser producido y poseído por todos: esa es la otra idea que anda por detrás en estos comentarios.
La EP parte también de la idea de que el conocimiento bien hecho, es decir, arraigado en el pensamiento, en sentimiento y la práctica de las personas es siempre un factor de movilización. Es una forma de reencontrarse con la totalidad de la experiencia, con el carácter social de cada uno. Así como se parte de una profunda confianza en los hombres y mujeres, se parte de una profunda confianza en la práctica de conocer que ellos realizan.
La EP se creó mirando esa necesidad de que las personas sean más protagonistas. La EP no es más que un desdoblamiento de esos aprendizajes que se dan naturalmente en la lucha.
Hilando un poco más fino
Ahora vamos a considerar algunas ideas desarrolladas por la educación popular. Son criterios para tener en cuenta si uno intenta hacer educación popular. Vamos a presentarlas como ideas sueltas, a manera de rompecabezas. Las relaciones entre ellas quedarán como trabajo del lector. Nosotros pensamos que, sueltas y todo, corresponden a una visión (más o menos) coherente de cómo hacemos las cosas. Muchas veces las ideas sueltan permiten mayor despliegue de la imaginación del que lee, que sabrá darle importancia y jerarquía a las siguientes ideas de acuerdo a su criterio.
Siempre hay intenciones.
Uno puede querer que pase una cosa, que pase otra o que no pase nada. Uno siempre tiene intenciones. Uno habla o se calla, dice o no dice. Toda acción educativa tiene una intencionalidad, busca algo. Hay que estar atento y tener claro qué es lo que queremos y buscamos y ser honesto con uno mismo y con los demás.
"Siempre hay intenciones": esto vale para la más inocente de las preguntas con las que se inicia una actividad de formación; por ejemplo, para la pregunta ¿qué está pasando en esta foto? Escogimos esa foto y esa pregunta y le preguntamos a ese grupo: son muchas decisiones que tomamos hasta aquí, en el primer minuto de una actividad de formación.
Este criterio es muy importante de tener en cuenta, sobre todo porque pensamos la EP como un proceso de participación de las personas lo que nos lleva a creer, equivocadamente, que como es participativo, no tiene direccionalidad. Desconocer la direccionalidad que. Como coordinadores, damos a los procesos lleva a dos problemas. Por un lado, hacer de cuenta que no direccionamos nada, olvidándonos de la responsabilidad de nuestra acción ("se llegó a esta conclusión y yo no tuve nada que ver"); por otro lado, efectivamente, no direccionar hacia ningún lado, y entonces, no permitir que el grupo avance.
El caballo va adelante y el carro atrás.
Cualquier idea, pregunta, taller, cualquier actividad educativa se inserta en un proceso, está adentro de un proceso más general, tiene que adecuarse a la situación y al momento que está atravesando el grupo, al nivel de lucha, de práctica del grupo, a las necesidades que impone el proceso de organización. La EP sirve al proceso de organización y no al revés.
Algunos educadores populares hablarían, en este caso, de que la formación política debe estar orientada por objetivos estratégicos de cada organización y de cada lucha. Por ese motivo, las acciones de educación popular privilegian estrategias como la evaluación y la planificación participativas; el aprendizaje de prácticas concretas (cómo comunicarse, cómo ejercer la representación, cómo movilizar, cómo debatir entre nosotros); además de la formación política más clásica (comprender nuestra historia de lucha y analizar críticamente la realidad social).
Cualquiera de estas estrategias, de todos modos, puede ser pensada de manera participativa y con diálogo entre los participantes.
La aceptación de la idea de proceso no es sencilla y supone que reconozcamos la cantidad de tiempo, de esfuerzo, de errores y de aciertos que componen nuestra experiencia y que a pesar de ello, mucho nos falta por aprender y superar. La idea de proceso se opone a la mirada mágica de quien exige de los que se están formando grandes avances que nunca pueden ser inmediatos, que necesitan tiempo.
No se puede llegar a un lugar sin salir del lugar en donde se está.
Parece un trabalenguas pero es sencillo. Uno no puede pedirle al grupo que empiece a pensar como uno piensa. Hay que partir de lo que el grupo piensa y entiende. Siempre, el punto de partida es el grupo y no el educador.
Este principio tiene un contenido político y pedagógico muy importante. Político, porque las personas pueden actuar y pensar más ampliamente siempre partiendo de un actuar y un pensar en el que están parados, situados. Las personas se van animando a actuar y a pensar más a partir de lo que piensan hoy. Un desafío (y un compromiso) político más amplio puede irse dando espontáneamente en cualquier lucha, pero es necesario que las personas vayan ellas mismas comprendiendo y asumiendo ese desafío. Aquí hay pasos, avances, a veces más lentos y otras veces más rápidos. De otro modo, las personas son "llevadas" y "se escapan" de esos desafíos que creíamos que habían asumido.
Si tenemos en cuenta, además, que la formación política se une a los objetivos estratégicos, la persona que va haciendo un proceso propio, paso a paso, está en mejores condiciones de proponer y de ser creativo ante nuevas circunstancias. Lo contrario de esto es una formación dogmática, del que repite una línea política y no sabe ni por qué, ni qué, ni cómo, no lo qué, etc. Que las personas no tengan capacidad y autonomía para comprender y proponer es uno de los principales problemas de nuestras organizaciones y uno de los mayores límites de nuestras luchas.
También tiene un contenido pedagógico importante, que coincide y es complementario de lo anterior. Los aprendizajes nunca se dan de cero, siempre parten de algo que ya se sabe y, cuando se conectan con eso que ya se sabe, son más sólidos. Así, la mejor garantía de que algo se aprenda está en que pude conectarlo con mi experiencia, con mis saberes. Además, sin partir de lo que ya se sabe, lo que los grupos traen, nunca se podrán revisar algunas ideas de esos grupos que, probablemente, sigan actuando: por ejemplo, elementos de las ideologías dominantes.
El gran riesgo es que hayan dos caminos, el de los saberes que las personas traen y el de los saberes que el coordinador quiere poner en juego, y que esos caminos no se unifiquen nunca.
Práctica y teorización
Los procesos de formación parten de la práctica de los grupos, lo que los participantes, piensan, sienten y hacen, a partir de eso se teoriza, se hacen abstracciones, análisis, comparaciones con otras experiencias, para volver nuevamente a la práctica y mejorar la práctica.
Estamos usando la idea de "práctica" en un sentido amplio; después la usaremos en sentido más "angosto". Práctica es, en sentido amplio, la experiencia social de los individuos, grupos y clases. Práctica es la acción humana. Así que partir de la práctica significa considerar las acción humana, la sociedad, los que pasa y lo que nos pasa, también lo que hacemos y lo que pensamos. Vale también incorporar lo que pasó, es decir, la experiencia de lucha de otros y nuestra. Así, la secuencia práctica-teoría-práctica consiste básicamente en 1) poner la mirada en alguna parte de la realidad; 2) analizarla; 3) decidir cómo actuar sobre ella. Otros educadores hablan de 1) objetivación de la realidad (ponerse de acuerdo en lo que pasa); 2) problematización (revisar nuestra forma de comprender la realidad) y 3) acción: ver cómo intervenir y hacerlo.
El sentido más "angosto" quiere decir considerar la práctica más ajustada a los que hacemos para cambiar las cosas: práctica es nuestra lucha, entonces teorizar significa comprender mejor lo que hacemos, para hacerlo mejor. En ese caso puede partirse de nuestra modalidad de organización, de nuestros objetivos, de las acciones que desarrollamos, de los acuerdos que establecimos, de nuestras tácticas y estrategia.
El criterio de reflexión sobre la práctica, característico de la educación popular, se apoya en la necesidad de no escindir los aprendizajes de la realidad y de la experiencia concreta que nos convoca.
Un mago es un mago y un educador popular es un educador popular.
El coordinador no es un mago, que hace aparecer lo que no hay, milagrosamente. Se requiere un esfuerzo de diálogo entre las personas y de aporte del coordinador para avanzar en el proceso de conocimiento. No se avanza de la nada, nada sale de la galera. Los educadores populares hicimos un arreglo con Dios, él no hace talleres y nosotros no hacemos milagros.
Cuando afirmamos que "No se puede llegar a un lugar sin salir del lugar en donde se está" estábamos ya cerca de este problema. De todos modos, es, sobre todo, un problema práctico. Estamos intentando alertar sobre el riesgo de intentar apurar los procesos de formación o el de trazarse objetivos muy por encima de los posibles para un momento del proceso. La idea de proceso también estaba dando vueltas en "No se puede llegar a un lugar sin salir del lugar en donde se está." Proceso significa punto de partida y acciones encadenadas que van ayudando a dar los resultados. Quitarse de encima la idea de milagro significa pensar que ese proceso no se da sin acciones que se orienten a los resultados. Así, si antes sostuvimos que no se puede dejar de lado lo que el grupo sabe sobre la sociedad para llegar, pongamos por caso a un análisis clasista de la sociedad, ahora vamos afirmar otra cosa que parece opuesta y no lo es: nunca se va a llegar a ese análisis si no se lo direcciona hacia él. Esa dirección se puede dar, metodológicamente, de muchas maneras, pero si no se da, muy probablemente nunca lleguemos a nada. Direccionar significa tomar la decisión de que es apropiado que el grupo se preocupe por algo determinado y esforzarse para que eso pase.
Comprender y conmoverse
Cualquier actividad formativa es buena si: conmovimos a las personas, ayudamos a la organización, provocamos indignación y rebeldía frente a las injusticias, desafiamos a las personas a soñar, desarrollamos herramientas para entender mejor lo que pasa y desarrollamos la autoestima de los grupos. De esa manera sintetizó un compañero, Ranulfo Peloso, del Cepis de San Pablo, Brasil, las características que definen un proceso de EP.
• La estrategia más importante del coordinador se llama problematización. Consiste en proponerle al grupo que vuelva pensar esas cosas de las que está seguro. Crearle al grupo un problema, cuando antes no veía ese problema. No se problematiza cualquier cosa. Como casi siempre en la vida, hay que tener un criterio.
• Pavarotti canta y yo también. No hace falta saber mucho para ser educador popular. Lo importante es querer y saber manejar la metodología. Justamente, la EP se propone que los coordinadores surjan de las bases del movimiento popular. Todavía no conocemos gente que se haya muerto por culpa de un coordinador poco experimentado.
• Si bien pueden desarrollarse proceso de formación para cada tipo de grupo popular: sindical, territorial, cultural, etc., nosotros defendemos la idea de que EP es una sola y que los problemas que generan las necesidades de formación atraviesan a todos los grupos populares, por distintos que sean.
• Cuanto más participa cada persona de pensar la lucha y de hacer propuestas, mejor la lucha y mejor la persona. Cuanto más participa la persona en los procesos de formación, mejor la persona y mejor los aprendizajes, más sólidos y más efectivos.
• Para la formación se ponen en juego recursos técnicos. Con ella se busca la participación, el protagonismo, la implicación de las personas. Eso se llama técnicas participativas. No quita que se pueda recurrir a exposiciones y a la lectura en los procesos de formación.
Esta es una visión de las cosas. Hay algunos que le llaman EP, por ejemplo, al apoyo escolar. Nosotros le llamamos EP a la formación de las personas que están organizadas. Así que sobre este tema hay muchas visiones posibles.

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