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TALLER DE RELATOS
Hola, amigos y amigas.

Agradezco a Observador y a Castelo, que me hayan invitado a seguir con el taller de relatos, aquí en RAYUELA.

Y naturalmente, necesitamos unas directrices que nos guíen.

Os propongo estas. Es solo un punto de partida que se puede modificar cuantas veces sea necesario, con el consenso de la mayoría de los participantes.

Debido a la escasa participación, y por ello, la dificultad para contactar con vosotros a través del correo electrónico, a partir de ahora, comunicaré a quien le toque proponer tema, aquí en RAYUELA, en el hilo DEJA TU MENSAJE. Si llegado el día que deba empezar la nueva etapa, no he obtenido respuesta, la propondré yo, y comunicaré con el siguiente en la lista, para la siguiente etapa.

También, por la escasa participación, y con el fin de facilitar que publiquéis textos que quizá ya tengáis, que se adapten a la propuesta, pero no a la extensión, a partir de ahora, será:

ESCRIBIREMOS UN TEXTO, (QUE PUEDE SER, RELATO, CUENTO, REFLEXIÓN, ETC.)QUE SE AJUSTE AL TEMA PROPUESTO EN CADA ETAPA. EL TEXTO NO DEBE EXCEDER DE 1200 PALABRAS, NI TENER MENOS DE 400. PUES DE TENER MENOS SERÍA UN MICRO-RELATO. PERO, SIEMPRE CON CIERTA TOLERANCIA.



El tema, lo proponemos por orden de lista, pero, quien proponga, deberá escribir un texto. No parece razonable, que quien propone no escriba. Si no puede, pasaremos al siguiente.

Si alguien quiere participar de forma esporádica, puede hacerlo.

Y, si alguien quiere comentar los textos publicados, puede hacerlo, aunque no haya publicado ninguno, siempre que sea una crítica constructiva y respetuosa con el autor.

Cualquier sugerencia, o modificación, que creáis conveniente, la dejáis a continuación, así como vuestra decisión de constar en la lista.

Gracias.

Un abrazo.

+++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++


LISTA DE PARTICIPANTES.

1. Castelo.
2. Gregorio.
3. Rodrigo.
4. Despistes.
5. Eratalia.
6. Juan Fozara
7. José Jesús (JJ)



Amigos y amigas, compañeras y compañeros de letras.

Este es el tema propuesto por nuestra compañera Des.

Versionar la leyenda de Píramo y Tisbe dos amantes legendarios de la mitología griega y romana.
Acompañar el relato de pinturas, música ´, fotos...

Saludos.

NUEVA MODIFICACIÓN DE LOS TIEMPOS. DURANTE 15 DÍAS, PUBLICAR Y COMENTAR. ESTA ETAPA ES DESDE EL DÍ 16 AL 30 DE ABRIL, EL DÍA 1 DE MAYO NUEVA ETAPA.


Saludos.
Gregorio Tienda Delgado
Gregorio Tienda Delgado
01-05-2015 20:47

Hola, amigos y amigas, participantes del Taller de Relatos

Hoy que es el Día Internacional de los Trabajadores, yo me niego a trabajar. Os comunico que no voy a continuar con la moderación del Taller. Pero sí participaré en Vamos a contar Historias y otros hilos.

Gracias por haber participado durante siete años; cuatro en GB y tres aquí.

Un abrazo para los caballeros, un beso para las damas.



Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
Des
Des
16-04-2015 17:20

Gracias Rodrigo.


Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
16-04-2015 13:42

Magnífico tema el propuesto por Despistes. Para lucirnos todos. Cada intervención de nuestra querida Des es una nueva estrella que se añade a la constelación que es este foro. Gracias, Des.

Gregorio Tienda Delgado
Gregorio Tienda Delgado
16-04-2015 11:16

Apreciados amigos y amigas. En esta etapa, 2 relatos en el taller. Mi agradecimiento por vuestras valiosas aportaciones.

Comenzamos una nueva etapa. Miren la propuesta en la cabecera.

Esta es la evolución del taller desde que lo iniciamos el día 25/05/2012.

6-5-7-5-4-6-4-4-4-5-5-2-6-6-7-5-6-6-6-7-6-4-3-2-8-9-9-8-8-8-7-8-7-5-5-3-6-5-4-4-5-3-5-5-5-4-2-3-3-2-5-6-4-3-3-2-282 relatos.

Saludos.



Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
14-04-2015 13:33

EL EMBARGO

Cuando propuse el tema para los relatos de esta quincena pensé que me resultaría cómodo y familiar. Al fin y al cabo la crisis (las crisis) nos han afectado a todos de alguna manera y creí que en mi entorno reconocería algún caso que pudiese llevar al papel. Para mi sorpresa no he encontrado próximo a mí o a los míos nada digno de contarse. Todo lo que conozco lo es a través de la prensa y los noticiarios de tv.: embargos, cierres de empresas, paro, pérdida de trabajo e ilusiones, cargas económicas desmesuradas e imprevistas, familias que pasan de un buen estado social a la más absoluta miseria... Todo en tercera persona; nada que me afecte directamente a mí, afortunadamente.

Hasta que caí en la cuenta que precisamente yo había sido duramente golpeado por la crisis: perdí mi trabajo, perdí mis propiedades -pocas, pero que me garantizaban una jubilación cómoda, pero se las llevaron los bancos- y me encontré frente al vacío que eso supone cargado ya de años, sin ilusiones y sin posibilidad alguna de recuperación. Casi cincuenta años de esfuerzos y entrega al trabajo y por culpa de un sistema impúdico, inhumano y desnaturalizado, todo perdido. Todo menos la salud y el buen humor. Me queda -hipotecada- mi vivienda frente al mar y una pequeña pensión privada que me permite afrontar los gastos imprescindibles. Se volaron los sueños de disponer del tiempo libre para viajar, disfrutar con hijos y nietos y todos aquellos que forjamos como recompensa para nuestros últimos años quienes hemos vivido una vida honrada de trabajo y familia.

Como dice el Libro de Job: “Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré allá. El SEÑOR dio y el SEÑOR quitó; bendito sea el nombre del SEÑOR.” Bueno; yo ni soy creyente ni tengo la paciencia que tuvo Job, pero esta actitud me parece muy afortunada para mantener un mínimo de felicidad en este “valle de lágrimas.” Viendo lo que se ha visto de sufrimientos e injusticias creo que sería un ultraje para muchos quejarse de mi situación.

Pero he de expresar, y lo hago en la voz de un poeta, mi sentimiento de rechazo a la injusticia. Un poeta extremeño de vocación, no de nacimiento, pero que ejerció muchos años de Maestro Nacional (maestro de escuela, para entendernos) en un humilde pueblecito del norte de la provincia de Cáceres, Guijo de Granadilla, y captó con su sensibilidad de poeta la miseria y el dolor que en su época agobiaban a los más humildes.

Los orígenes de esos sufrimientos eran los mismos que hoy: la violencia que ejercían los poderosos sobre los oprimidos. Su voz fue, como lo es casi siempre la de los poetas, una voz vicaria; él poseía la capacidad de expresión por la palabra donde los demás sólo podían hacerlo con el puño, el dolor y la lágrima. Su lenguaje es una traslación al escrito de la forma en la que hablan (o hablaban) los campesinos del norte de Extremadura, una región próxima a Las Hurdes, de extrema miseria, pero cuyos habitantes tienen un gran apego y amor a su terruño.

Mucha gente de mi edad puede que conozcan estos versos, que pudieran ser los equivalentes a las canciones-protesta de algunos cantautores recientes.

EL EMBARGO.
Poema de José Mª Gabriel y Galán

Señol jues, pasi usté más alanti
y que entrin tos esos,
no le dé a usté ansia
no le dé a usté mieo...

Si venís antiayel a afligila
sos tumbo a la puerta. ¡Pero ya s'ha muerto!

¡Embargal, embargal los avíos,
que aquí no hay dinero:
lo he gastao en comías pa ella
y en boticas que no le sirvieron;
y eso que me quea,
porque no me dio tiempo a vendello,
ya me está sobrando,
ya me está gediendo!

Embargal esi sacho e pico,
y esas jocis clavás en el techo,
y esa segureja
y ese cacho e liendro...

¡Jerramientas, que no quedi una!
¿Ya pa qué las quiero?
Si tuviá que ganalo pa ella,
¡cualisquiá me quitaba a mí eso!
Pero ya no quio vel esi sacho,
ni esas jocis clavás en el techo,
ni esa segureja
ni ese cacho e liendro...

¡Pero a vel, señol jues: cuidaíto
si alguno de ésos
es osao de tocali a esa cama
ondi ella s'ha muerto:
la camita ondi yo la he querío
cuando dambos estábamos güenos;
la camita ondi yo la he cuidiau,
la camita ondi estuvo su cuerpo
cuatro mesis vivo
y una nochi muerto!

¡Señol jues: que nenguno sea osao
de tocali a esa cama ni un pelo,
porque aquí lo jinco
delanti usté mesmo!
Lleváisoslo todu,
todu, menus eso,
que esas mantas tienin
suol de su cuerpo...
¡y me güelin, me güelin a ella
ca ves que las güelo!...

Gregorio Tienda Delgado
Gregorio Tienda Delgado
13-04-2015 16:32

PEQUEÑOS MONSTRUOS.

Desde hace bastantes años, se está produciendo una crisis de valores a nivel general. Los que gobiernan se corrompen, y miran para otro lado cuando otros también lo hacen. Como hay mucha tela que cortar en estos temas, voy a enfocar mi relato, en un tipo de corrupción que no se le da importancia, pero la tiene más de lo que se pueda pensar. Me refiero a la enseñanza. Cada vez hay más casos de acoso escolar por parte de algunos alumnos hacia sus compañeros de estudios, y los enseñantes por una parte, y los gobernantes por otra, miran para otro lado.

Estas son las tristes vivencias escolares de Pedro.

Pedro se preparaba para ir al colegio un día más, mientras repasaba mentalmente lo que haría cuando le asaltaran aquellos dos "PEQUEÑOS MONSTRUOS" que cada día se reían de él, le empujaban, a veces le pagaban, y le atormentaban con frases como esta: Pedro, La Torre, si no quieres que te alcancemos, corre, corre, corre…

«Si supiera artes marciales, podría darles una lección que nunca olvidarían. Lo iban a pagar con sus muelas por el suelo. Me sentiría fuerte, muy fuerte»

Dobló la esquina de Vía Julia, y bajó por la calle Argullos que le llevaba directo a la puerta del colegio. Llevaba la mirada fija y como cada día, se le puso piel de gallina. Cuando le faltaba poco para llegar al colegio, se le acercaron aquellos niñatos.
─Pedrito, La Torre, corre…
─¡Van a correr tus dientes por el suelo, imbécil!, ─dijo Pedro, y sin que les diera tiempo a reaccionar, se lanzó sobre ellos como un gato rabioso y antes que se dieran cuenta estaban en el suelo como si les hubiera atropellado un coche. Pero al cruzar la última esquina antes de entrar al colegio, un sonido lo interrumpió: Riiiin, Riiiin, Riiiin…¡El despertador! ¡Al colegio otra vez!

Pedro se levantó con desgana. Ese sueño le había elevado el ánimo tan alto que, verse de nuevo en su indefensión lo dejó acongojado. «¡Les había dado fuerte a aquellos niñatos! ¡Qué gustazo!» Pero ahora le quedaba la terrible realidad que lo angustiaba cada día y ahogaba sus ganas de jugar, de vivir, de ser un niño...

Llegó a la cocina y dio los buenos días a su madre que ya estaba preparándoles el desayuno. Pedro pensó un día más, en contárselo todo a su madre y que ese era el mejor momento. «Mamá seguro que hará algo» Y cuando iba a abrir la boca, su madre cogió las tazas de ambos hermanos, y dijo:
─¡Pedro, marcha ya al colegio que van a dar las nueve! Y ¡tú, Marta o sales del baño o entro yo!

Las palabras se apagaron en la boca de Pedro. Nunca encontraba el momento adecuado para contarles a sus padres lo que le estaba pasando. Su padre pensaría que era un blando y le diría: «¡Dales un par de patadas en los huevos, es lo que se merecen!» Su padre no se daba cuenta que él no era así aunque quisiera. Él prefería la palabra al puñetazo, le gustaba escribir poesías, la música, leer… y era buen estudiante hasta que sus notas empezaron a empeorar.

Le gustaban las chicas, estaba enamorado de Laura, y era ella la dueña de sus poemas. Pero él por aplicado, era un "bicho raro" para casi todos. Cogió la mochila y salió hacia el colegio que estaba a diez minutos andando. Dobló la esquina de Vía Julia, como cada día, y se encaminó dudando por la calle Argullos que le llevaba directo a la temida puerta del colegio. Llevaba la mirada baja, y no podía controlar los temblores de su cuerpo. «Tranquilo Pedro, tranquilo», se decía. Le faltaban pocos metros para llegar a la valla del colegio y se le vinieron encima aquellos dos niñatos. Carlos y Jorge, dos niñatos que tenían atemorizados a casi todos los alumnos masculinos, y enamoradas a muchas alumnas. Eran un par de imbéciles de cuidado pero su desarrollo muscular era superior al del resto de compañeros aunque no era el caso de Pedro; él era tan grande como ellos pero no sabía o no encontraba la manera de hacerles frente. No supo ver que, lo que el primer día fue un empujón, se convertiría en poco tiempo en todo tipo de insultos y vejaciones. Ahora ya era tarde. Le había perdido el respeto y era una marioneta en sus manos. Le empujaban, le acosaban, le insultaban y le pegaban.
─Pedro, La Torre, corre, corre…

Pedro cerró los puños y les miró de manera desafiante. Fue lo último que hizo antes de recibir una bofetada de Carlos que lo dejó aturdido, mientas Jorge le dio una patada. Allí quedó Pedro sentado en el suelo con el orgullo herido, llorando, y el sueño que esperaba se cumpliera había quedado hecho añicos sin ningún tipo de miramiento.

─¡Pedro!
La voz era inconfundible, era Laura. Ella siempre bajaba por la misma calle que él y algunos días que se sentía más valiente se las arreglaba para encontrarse con ella aunque llevaba rato escondido entre los coches, porque Laura era la más bonita que había visto nunca. Era diferente a las demás. También le gustaba leer y era bastante afín a sus gustos. Esos pocos días en los que Pedro renacía y se atrevía a acechar a su amada detrás de los coches, solían hablar de libros o de lo mucho que les gustaba tal o cual disco. Era un amor platónico pero con visos de realidad que se colaba por cada poro de su piel y le hacía sentirse vivo. Era alguien que sin duda tenía un gran peso en su vida y en sus sueños...
─¿Qué te han hecho ese par de brutos? ¡Imbéciles!
─Nada... ya tenía controlado a uno, pero ha venido el otro, y...
─No llores, ¡levántate! ¡Tienes sangre en la rodilla! ¡Jooo, Pedro! ¡Me he asustado mucho!

Aquellas palabras de Laura hicieron que de repente algo despertara en su interior, una rabia intensa se adueñó de él y recorrió cada rincón de su cuerpo. Era como renacer. Nunca pensó que Laura le apreciara de esa manera. «¡Esos idiotas se van a acordar de quien es Pedro la Torre!»

El Colegio se encontraba en silencio cuando cruzaron la puerta deprisa Laura y Pedro. Sólo se oían las sillas que movían algunos rezagados; las clases habían empezado. Laura subió las escaleras de dos en dos, seguida de Pedro, pero cuando torció por el pasillo hacia la clase, se dio cuenta de que él ya no la seguía. Desconcertada, siguió y entró en clase después de llamar a la puerta. Pedro tenía otros planes...

Sabía dónde estaba Carlos. Estaba en clase de gimnasia y como cada martes, el profesor les ponía a dar vueltas por el patio colegio. Él conocía bien el recorrido y se escondió en el parking de los profesores. No había nada que se le diera mejor a Pedro que acechar detrás de un coche y así lo hizo. Se sentó detrás de uno, y desde allí su visión era completa. Vería correr al imbécil de Carlos, como siempre, tosiendo. Vio pasar al grueso de chavales que como siempre iban encabezados por Juan Martín, el más rápido de todos. Todos le seguían menos Carlos que pasaba rezagado. Sin la cazadora ni las botas de punteras reforzadas, parecía poca cosa. Pedro salió a toda velocidad cuando el incauto de Carlos pasó a su altura medio asfixiado por la carrera. Todo fue demasiado rápido para aquel bravucón que antes de darse cuenta había recibido un puñetazo en la nariz que lo tiró al suelo de espaldas sin saber siquiera qué o quién lo había golpeado. Carlos lo arrastró al parking para que no los vieran. Carlos se levantó, pero su respiración era tan agitada que no podía con su cuerpo. Pedro cargó de nuevo y le propinó una patada en una pierna que le hizo caer al suelo. ¡Ya era suyo! Se subió sobre él y empezó a propinarle bofetadas hasta hacer llorar a aquel aprendiz de hombre que por fin volvía a ser un niño. Pedro se levantó contrariado... sudaba y temblaba pero ahora no podía bajar la guardia, era ahora o nunca. Sin más le dijo:
─Mañana, voy a bajar a la misma hora por la calle Argullos. Si te veo a ti o a tu amiguito Jorge por allí te prometo que esto que ha ocurrido hoy no será nada comparado con lo que os haré. ¡Esto se ha terminado!

Dicho eso, salió corriendo y entró en el colegio. Jorge estaría casi seguro en clase de matemáticas, en la segunda planta. Pedro sabía perfectamente lo que iba a hacer. Los pasillos estaban desiertos y sólo se oían las voces de los profesores. Pedro siguió con paso firme, con la mirada fija y sin poder controlar la carne de gallina que le recorría el cuerpo. Llegó a la altura de la clase donde estaba Jorge y sin pensarlo, entró sin llamar. Se dirigió directo a Jorge que se encontraba sentado en su mesa, se acercó a él y le propinó un puñetazo con tal fuerza que calló de espaldas golpeándose la cabeza con la mesa de atrás, lo que le hizo un corte que empezó a sangrar. El profesor agarró a Pedro y lo inmovilizó mientras Jorge lo miraba atónito y sin duda aturdido por lo que le acaba de ocurrir.

Los siguientes días fueron un ir y venir a reuniones con el director y el tutor. Pedro fue expulsado temporalmente hasta que todo aquel asunto de acoso salió a la luz. Pedro contó a sus padres todo lo que le estaba atormentando y su padre... no aplaudió aquellos hechos públicamente, pero una mirada cómplice en el despacho del director que le echó al saber lo que les había hecho a eso matones, lo dijo todo.

Carlos y Jorge fueron expulsados definitivamente del centro, al recibir decenas de denuncias de otros alumnos que animados por las acciones de Pedro se atrevieron a denunciar. Ahora sí habían salido de su vida. Pedro nunca se sintió orgulloso de lo que había hecho. Su vida escolar transcurrió de manera normal a partir de aquel incidente, y sus notas volvieron a brillar.

Pedro Laura fueron “buenos amigos” aquellos últimos años de clase, pero no la volvió a ver después de acabar el colegio. Sus padres se cambiaron de barrio y aquella historia de amor quedó en su memoria como uno de los pasajes más bonitos de su niñez. Al despedirse el día del final del último curso, ella le regaló un beso, y él a ella, un poema de amor.



Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
Estela
Estela
05-04-2015 07:41

EStuve mirando el análisis estadístico que ha hecho Gregorio de la cantidad de relatos publicados en este hilo. Y me asombró (MUY GRATAMENTE) ver que hace casi 3 años que Rayuela comenzó a dar sus primeros pasos.

Es una hermosa noticia; lo cual demuestra una vez mas, que este es un RINCÓN MARAVILLOSO.

Gregorio Tienda Delgado
Gregorio Tienda Delgado
04-04-2015 22:04

Apreciados amigos y amigas. En esta etapa, 3 relatos en el taller. Mi agradecimiento por vuestras valiosas aportaciones.

Comenzamos una nueva etapa. Miren la propuesta en la cabecera.

Esta es la evolución del taller desde que lo iniciamos el día 25/05/2012.

6-5-7-5-4-6-4-4-4-5-5-2-6-6-7-5-6-6-6-7-6-4-3-2-8-9-9-8-8-8-7-8-7-5-5- 3-6-5-4-4-5-3-5-5-5-4-2-3-3-2-5-6-4-3-3-280 relatos.

Saludos.



Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
28-03-2015 04:48

Sigo en la tónica que marca Rodrigo y rompo la barrera de los limites establecidos.

El Guardaespaldas

He cumplido con exactitud las formalidades que la vida me ha exigido sin reclamos, ni malos gestos, ni siquiera un grito desesperado y hoy me encuentro absolutamente solo.

Unas veces he sido yo quien ha propiciado conscientemente las separaciones y otras han abierto camino, distancia, alejándose de mí sin una despedida, sin un adiós, los otros.

Con los dientes apretados, mordiendo el pensamiento observo detenidamente como me abandonan amigos, familiares, mujeres, compañeros. La muerte también juega su papel inflexible, como siempre y me separa de mis afectos. Las situaciones que inevitablemente empujan mis pasos intentan doblegarme cada día y yo sigo adelante.

Para mí no hay futuro, ni mañana, ni después, ni otras oportunidades, no es pesimismo, no. Entiendo que soy un número marcando mi identidad.

En estas condiciones nada importa, ni tiene sentido, la vida no vale nada y empujado por las circunstancias me hice guardaespaldas.

Soy un guardaespaldas profesional, cuido con esmero la vida de otros, me dedico a mantener a raya el miedo que sienten por la muerte, con la que yo vivo a cuestas, sin que me pese.

Estoy siempre cerca de mis jefes, sé cómo piensan, cómo respiran, conozco sus olores, sus costumbres, adivino en cada gesto lo que quieren y no los complazco si ello atenta contra su seguridad. Hago mi trabajo y los protejo de ellos mismos si es necesario, me transformo en la sombra del miedo, me alimento con los frágiles instantes que otros utilizan para aferrarse a esta vida sin sentido y los convierto en disciplina, en compromisos ineludibles, estoy justo a los costados, o detrás, al frente de mis empleadores, pero invariablemente a dos pasos delante de los problemas.

Para cumplir mi trabajo me desdoblo en apariencia soy uno más del montón, un desconocido que se logró colar en la fotografía y que nadie recuerda.

Mis ropas son convencionales y las llevo de acuerdo a la ocasión, en general visto de oscuro, en la cintura llevo una pistola, no me tiembla el pulso, contengo la respiración cada vez que acciono el gatillo, como me enseñaron en el curso de armas.

No intento adivinar a que le temen las personas a quien protejo, no investigo si acaso tienen enemigos, o si huyen del pasado o el presente, mucho menos intimo con ellos, me mantengo al margen, alerta, sin repetir movimientos, enfrentando la rutina a cada paso, que es el enemigo a vencer.

Cada persona tiene su forma de ser, su manera particular de enfrentar el carro de la vida, de arrastrar o cargar con sus miedos y yo vivo de ellos, de los miedos ajenos.

Hace tres meses asistí a una entrevista para un empleo como guardaespaldas, al presentarme, sin preámbulos, con la mirada fija en un punto impreciso de su Oficina, con voz impersonal, de parlamento ensayado y aprendido de memoria mi futuro jefe, Antonio Landaeta dijo:
“No quiero entrar en detalles, necesito una persona que se encargue de mi cuidado, que no me abandone en ningún momento, que sea puntual y me escolte si fuera necesario hasta el baño, que esté cerca de mi cuando lo necesite, incluso si estoy acompañado, que adivine mis pasos y se adelante a ellos sin hacer preguntas, porque no tengo tiempo, ni paciencia para dar respuestas, debe convertirse en mi sombra, no molestar, pero impedir que me hagan daño, no quiero sufrir, me aterra pensar en algún dolor por pequeño que este sea.

Lo miré fijamente a los ojos en silencio y dejé que el instinto me guiara más allá de las palabras, le hablé de mi trabajo, de mis normas sencillas y prácticas.
Estuvo de acuerdo con mis condiciones, con la forma de pago y comencé a trabajar de inmediato.

Antonio Landaeta es un hombre de 52 años, se conserva bien y aparenta menos edad, se preocupa por mantenerse en forma, es atlético, blanco, el cabello comenzó a mostrar un camino de canas y lo mantiene cortado y peinado con una raya al costado izquierdo, viste de impecable casimir inglés, conservadoramente. Landaeta tiene sus manías y sus detalles, no da explicaciones y acepta mis condiciones.

Nunca está fuera de tono, jamás lo he visto acercarse a algún extremo, es cuidadoso con los comentarios que hace en las reuniones, con los tragos, con la comida, se mantiene siempre en el centro, cada paso es de equilibrista medido al milímetro, se mantiene a discreta distancia y no se asoma a los extremos ni por error de cálculo.

Ayer sucedió algo fuera de lo normal que me obliga a tomar una seria decisión sobre mi futuro laboral, mi destino, mi vida.

El camino que transitaba se llenó de piedras y ahora comienza a amenazarme, corro un grave peligro y debo retomar nuevamente el rumbo, estoy al borde de un peligroso precipicio, que puede llevarme a mi absoluta perdición, en este trabajo no se perdonan algunas actitudes.

Vamos a buscar una mujer y no quiero que me dejes solo ni un momento, comentó Antonio Landaeta, mientras caminábamos hacia el auto, manejé en silencio y me detuve ante un edificio lujoso, salté del auto y me paré entre las dos puertas del auto, a la expectativa, la zona es poco concurrida y con una ojeada me bastó para saber que no había peligro, aun así no bajo la guardia, las puertas del edificio de gruesos vidrios se abren y se ilumina la noche, una mujer de cabello encendido y muy corto, a la moda, se acerca con seguridad al carro, desde unos labios gruesos y pintados de vino tinto abre una sonrisa que se multiplica en cada una de las pecas que salpican su rostro, el pecho, el comienzo de los senos, que se muestran perfectamente desde el escote en V de un vestido negro muy ajustado que le cubre apenas la mitad de los muslos.

Abro la puerta trasera del auto, mientras se sienta me regala una mirada toda alegría, pero sin ninguna promesa. Sin decir una sola palabra, se le encima a Landaeta e intenta hacerlo perder el sentido en un beso que se alarga peligrosamente, pero me permite evaluar la situación, miro sus manos grandes de uñas largas de un pálido rosado tierno, de una ojeada compruebo que no puede esconder nada debajo del vestido y finalizo la inspección en el tacón mediano de los zapatos negros, la pequeña cartera ha quedado abandonada sobre el asiento, las manos al ritmo de la respiración desesperada desaparecen mientras se reconocen.

Manejo directamente a uno de los mejores hoteles de la ciudad. Me encargo de pagar por una suite, mientras vigilo el movimiento en el lobby, camino hacia los ascensores y ellos me siguen con confianza, hablan sin tocarse, guardan prudente distancia, parecen ajenos.

Abro una ruta segura hasta la habitación, es más grande que el apartamento en donde vivo, entro y reviso rápidamente sin encender las luces, Antonio Landaeta y la pelirroja se han ido directamente a la cama sin tomarme en cuenta, empujo hasta una esquina un sillón para borrarme y no incomodar, saco la pistola para evitar ser sorprendido y no me pierdo ni un solo detalle, puedo ver perfectamente cada movimiento de ambos cuerpos.

Las manos de mi jefe acarician lentamente la piel negra del vestido que se ha ido encogiendo, se ha subido más allá de la cintura y apenas deja ver una estrecha franja brillante como luna menguante entre el vestido y unas panty negras que cubren las piernas de la pelirroja, me mantengo atento a las manos de la mujer entretenidas por momentos en el cuello de Landaeta, hasta que logra finalmente zafar la corbata y abrir la camisa despacio, en unas cuantas vueltas y risas, entre quejas y apuros toda la ropa de él se arruga dispersa sobre la cama, el vestido de ella y sus panty medias cuelgan en equilibrio mirando al piso sin caer, la escena de esos dos cuerpos desnudos y su respiración agitada, sus risas, los besos, los agradecidos gemidos de ella no me entusiasman, permanezco inmóvil, vigilante, me he convertido en un faro que a ratos enciende las alarmas a embarcaciones extraviados, estos cuerpos se parecen a esos navíos perdidos en la noche en busca de un puerto en donde atracar.

Siempre he querido saber que sorpresa guarda en la entrepierna una pelirroja, ella me adivina el pensamiento, mientras Landaeta se entretiene en la exploración de otros caminos, ella coloca sus manos en la nuca se levanta sobre las rodillas, se expone ante mis ojos, los senos regados de diminutas pecas parecen espuma de leche con canela y una gruesa línea bermellón, una llama incandescente destaca su sexo de labios gruesos. Ese instante queda grabado en mi recuerdo, no tengo dudas de que me perseguirá y quizás me pierda.

Ellos me han olvidado, entregados al juego de descubrirse, encontrarse, alejarse, perderse en las sensaciones de la piel. Yo los vigilo con atención en estricto cumplimiento de mi labor.

Todos mis sentidos están sobre esos dos cuerpos que dan vueltas, huelo incluso la violencia, el desespero de las manos, la angustia de las bocas por encontrarse, se entrecruzan las piernas, aumenta la respiración y el tono de los gemidos entre las sábanas, por instantes el roce de la piel me aturde, las manos de Landaeta quedan aferradas a la cintura y las nalgas son dos lunas redondas iluminando la habitación, entre las nalgas destaca ese chispazo de fuego que se interna y esconde.

Me mantengo completamente alerta, he convocado todos mis sentidos sobre esta cama revuelta donde dos cuerpos se pierden, se hunden buscando un sentido más allá de los sentidos, casi inadvertido descubro en este combate de cuerpos que se descubren un movimiento que me alarma, fijo los ojos en las medias panty que desaparecen para reaparecer rodeando el cuello de Landaeta sostenidas firmemente por la pelirroja.

De un salto me meto en la cama y con fuerza corto la asfixia, intento empujar a la pelirroja fuera de la cama y con la voz entrecortada, casi en un suspiro mi jefe dice “está bien, déjala”.

Me retienen en la cama, con rapidez manos ávidas me desvisten, el peligro, si lo hubo pasó, con todos mis sentidos en alerta me presto a este juego, tengo más control de la seguridad de mi jefe desde esta posición, me justifico, antes de hundirme en estas aguas claras y turbulentas.

Al principio mis manos son guiadas sobre los cuerpos, tomo confianza y con absoluta libertad me entrego al juego de encuentros y sorpresas, unas veces siento la delicada y suave piel de la pelirroja y otras menos dulce la piel de Landaeta, por momentos sostengo los cabellos de la pelirroja y siento la húmeda lengua de ella en mi boca, sus pechos en mi costado frotándose hasta lograr sacar electricidad de sus pezones, mis manos recorren la espalda de mi jefe.

Me hundo, me entrego, me pierdo. No distingo las marcadas diferencias de la piel, se desboca la respiración, agitados los cuerpos se humedecen en este encuentro y desencuentro. Unas veces encima, otras al costado, o debajo de alguno de ellos, ya ni sé quien es quien, ni mucho menos quien soy, que papel juego, arrodillado sostengo una cintura entre mis manos y no la suelto, se mueve suavemente, insinuante el cuerpo me busca en un constante acercarse frotarse, alejarse, otro cuerpo jadea debajo de nosotros, unas manos toman mi sexo y una boca lo humedece, una lengua lo recorre y nuevamente el calor de la boca lo abrasa, unas manos con firmeza y precisión lo sostiene en la entrada de una puerta que se abre y entro con firmeza, se afloja la cintura, con un grito se desmaya el cuerpo que sostengo, se ahoga en lágrimas sobre la pelirroja que lo calma con palabras dulces, ella no me quita los ojos acusadores de encima, sin saber qué hacer, con el cuerpo desmadejado de Landaeta sobre ella convulsionado por el llanto.

En el eco del recuerdo se repiten las primeras palabras de Landaeta.
“No permitas que me hagan sufrir, no permitas que me hagan sufrir, no permitas”

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