Pues como no podemos dejar a nuestra querida Doña Era de pie, sola y aplaudiendo lo que no debiera aplaudir, aquí dejamos nuestra producción infanto-mongoloide,
hecha con prisas y apremio
y que como ustedes verán
no merece ningún premio.
CAPERUCITA (LA) ROJA.
Vivía en los arrabales
y no tenía buenos modales.
Eran en casa un montón,
su padre un vago, gordo y tragón.
Allí, en el bosque cercano,
comían lo que había a mano;
que si setas, que si nueces
hasta conejos a veces.
Tenía Caperucita
una muy vieja abuelita.
Sin seguridad social
postrada en la soledad.
Por eso su mamacita (!)
le pedía a Caperucita:
Anda y llévale a abuelita
comida en esta cestita.
Estaba el bosque ocupado
por hambrientos refugiados.
Lobos y subsaharianos
no vivían como hermanos.
Discutían, peleaban,
por mendrugos que encontraban.
Y eso a Caperucita
la tenía muy contrita.
Ella era ecologista
y de un grupo comunista.
No sabía a quien atender
si a los lobos o a los niños del Sahel.
Había una solución atroz,
hablar con el lobo feroz.
A él le daría enterita
a la desventurada abuelita.
Y la cestita apetitosa
a los niños; y a otra cosa.
Y cantando cual pajarillo
recorrió su caminillo.
Su abuela estaba esperando
y sus medias repasando.
Caramba, que hambre tenía;
y la nieta no aparecía.
Una llamada a la puerta
a la abuela desconcierta,
pues Jacinta (Caperucita)
no es tan educadita.
Así que agarra el bastón
y se encamina al portón.
Caramba, si es el lobo
Adelante, no sea bobo.
Precisamente pensaba
en mi nieta Jacintita
¿no la ha visto, amigo lobo,
con su encarnada capita?
Ehto... mi buena abuela
¿no tendría una cazuela?
No he visto a Caperucita
pero traigo una cartita.
Una cartita ¿de quién?
Creo que es del Comité.
¿De esos rojos desalmados?
Fuera, fuera: ve a otro lado.
La carta es la garantía
otorgada por Jacinta
que al lobo protegería
si a la abuela se comía.
Vaya cuento basto y cruel.
Antropofagia y hambruna.
¿No será mejor seguir
la versión infantiluna?
Canta, Caperucita,
canta como un pajarillo,
a tu abuela llevarás
viandas en un cestillo.
Y si ves algún hambriento,
ya sea niño, ya sea lobo,
trátalos con mucho tiento,
y no te salgas del cuento.