¿Reactivamos, una vez más, la abandonada Tertulia? Como dice un proverbio ucraniano que se dice mucho en mi pueblo: "Éramos pocos y ----- la abuela". Bueno, pues por si pare y le apetece al personal.
Ahora que está tan de moda podríamos exponer nuestros puntos de vista sobre la confrontación entre la civilización occidental, basada en los valores supuestamente democráticos y la del mundo islámico, apoyada en una también supuesta teocracia. Como ambas se basan en "supuestos" tendríamos que analizarlas desde sus raíces históricas; a ver que ha pasado. Y después a debatir. (Amplia información en la wikipedia, aquí al lado.)

Pues puestos a echar algo que no sean ni pelillos a la mar ni redes en río revuelto, voy a echar leña al fuego. La pregunta que plantea Juan no es, por muy tópica que parezca, nada baladí. Sobre todo para los que nos movemos en esa franja intermedia entre la vocación y la profesión. Creo que el escritor nace y se hace (hala, para no discutir.) Como dice Era hay que tener una cierta predisposición innata para aproximarte a las letras (aunque de eso ya se encargan los bancos); pero luego está la técnica, el pulir, adecuar, saber utilizar las herramientas y los recursos que el buen hacer requiere para poder expresar nuestro proyecto literario, sean poemas, novelas, simples relatos. Uséase, vocación y oficio. Y el oficio hay que currárselo, echarle horas, admitir las críticas sanas, insistir, insistir, insistir... El famoso dicho que dicen que dice: “diez por cierto de inspiración y noventa por ciento de transpiración.” Y eso es lo que a muchos, a mí el primero, nos corta la vocación; eso de sudar el verso, de cuidar la sintaxis, se me hace muy cuesta arriba. Pero ahí entran, querido Juan, las escuelas, los talleres y, a veces, los milagros. Y ¿qué mejor milagro que éste de Rayuela, donde tenemos a algunas compañeras que nos desasnan y otros compañeros que se apiadan de nuestros textos y nos los reconocen buenos?

(La próxima, más y a la misma hora, que reconozco que soy mu cansino.)

No eches más cosas a la mar, que bastante contaminada está ya.
Observo, por el giro que ha tomado la conversación, que el tema de la evolución desfavorable de las palabras con viles fines quedó estancado. Y he aquí que llega Juan y lanza, como el que no quiere la cosa, su pregunta.
Pues yo opino que algo hay que tener, sea una cierta facilidad, sea una predisposición innata, sea lo que sea, al asunto literario para ponerse a escribir, pero también es cierto que el que escribe, sobre todo si es cuestión de novelas (no de enciclopedias), no puede sentarse a esperar que le llegue la inspiración, sino que hay que sentarse decidido a la acción y la inspiración llega, y si no está muy afinada, pues pules, borras o editas, según lo que convenga y esperas estar más iluminado al día siguiente. Esto, claro está, es para el oficio de escritor, el que se quiere ganar el pan con la tinta de su pluma, que los que somos proclives al asunto podemos esperar el momento en el que sea marcada y patente la apetencia para ponernos a escribir, al menos en lo que a mí se refiere, que de los demás ni idea.

¿El escritor nace o se hace?
Para mí se nace.
Solo hace falta no haber sido muy burro en la escuela, sobre todo en gramática. Sentarse en una silla, aguantarse si eres joven las ganas de ir a ligar o de "marcha" con los amigos. Yo no las aguante y conste que no me considero gran escritor.
Voy a montar bulla:
Yo no creo en escuelas
Yo no creo en talleres
Yo no creo en milagros
I believed en me (yo creo en mí), frase común pero en este contexto extraída de una canción de John Lennon.
Por supuesto algunos retoques y brochazos debe llevar el escritor al que se le vislumbra talento. Pero al que no se le adivina no se puede pedir más que puntúe bien las frases y una cierta coherencia sintáctica.
Se admiten apuestas y algunas "pullas" en esta propuesta que no sé si llegara a cuajar, pues aquí todos somos escritores de renombre y relieve.
Pelillos a la mar.

No, Don Juan, si yo no me tomo la vida en serio, sería una barbaridad. Tampoco me importa que el Madrid pierda frente al Feyernood. Pero tengo algún sentido de mi calidad de ciudadano, eso que hoy y ahora y aquí, es considerado como materia prima para que medren algunos espabilaos. Y me jo.de. Entonces busco claridad, que me engañen pero a sabiendas de que me engañan. Y darles a las pobres palabras, antes de que huyan a refugiarse en el olvido de tantos despropósitos como se cometen con ellas, un sentido lo más ajustado posible a aquel que tenían cuando nacieron. No me negará usted, Don Juan, que hoy los conceptos socialismo, comunismo, liberalismo, democracia... tienen el mismo sentido que cuando alguien las puso en el mundo, en el lenguaje de los hombres.

Buscando en ese riquísimo archivo que es El Quijote, en el discurso de éste a los cabreros, Don Miguel, tan asendereado él, escribió: “Entonces se decoraban los concetos amorosos del alma simple y sencillamente, del mesmo modo y manera que ella los concebía, sin buscar artificioso un rodeo de palabras para encarecerlos. No había la fraude, el engaño ni la malicia mezcládose con la verdad y llaneza. La justicia se estaba en sus proprios términos, sin que la osasen turbar ni ofender los del favor y los del interese, que tanto ahora la menoscaban, turban y persiguen.” Hoy, no. Hoy todo se trueca, todo se altera buscando el interés. Y hay algo que, en mi escaso caletre, tengo como máxima irrenunciable: el Hombre crea sus ideas elevadas y nobles. Luego el mismo Hombre las prostituye, adultera y cambia en atención a sus intereses más rastreros. Así esos conceptos que antes enumeré.

El otro día, nuestra compañera Despistes, citó en uno de sus deliciosos textos a Robert Owen, aquel socialista, ahora con el benévolo añadido de utópico, que juntos a muchos otros trató de mejorar la condición humana aportando ideas para que la vida de los trabajadores cambiase a mejor: derechos y libertades, sólo eso. Pues dígame usted, Don Juan, digan todos, compañeros, qué queda de aquellas ideas. Y todo porque alguien vió en ellas un medio de prevalecer sobre los demás, la simple materia prima del resto de los hombres.

Y si repasamos el resto de conceptos, esos conceptos que están conformados por una palabra, aunque sea adjetivada, encontraremos la misma actitud manipuladora, felona e interesada. ¿Es el socialismo un concepto nocivo, o son nocivos los que ladinamente lo han ido deformando para oponerlo a otros conceptos igualmente nobles. ¿Es el cristianismo actual parangonable con aquel que predicó su fundador, profundamente liberador de los hombres esclavizados, o otros hombres a lo largo de los tiempos lo han ido adaptando a sus intereses, introduciendo prácticas espurias en su desarrollo?

Creo que tenemos que defender las esencias, mantener con la mayor integridad posible el verdadero sentido de los conceptos y con ellos, las palabras que los sustentan.

Adolfo, un vaso de agua, por favor, que me he quedao seco.

Pues saco aquí a colación unas frases de los apuntes de Don Joaquín Entrambasguas, profesor emérito de la universidad Felipe II. Jorobado, flaco, de perfil y silueta cervantina, aguileño, cetrino, de natural avinagrado, chaqueta oscura a cuadros, calva más que incipiente y encogido de hombros cuando miraba al frente con sus ojos de perfil mientras paseaba de un extremo a otro del aula.
- Apunten, caballeros alumnos...apunten aunque no hay nada digno de recordar, salvo que el recuerdo es el éxtasis del olvido. Pero apunten, apunten, para eso les han pagado la matrícula sus padres...

Bien, les dicto :
Se fueron las palabras a olvidar, iban todas juntas consolándose por el camino, abrazándose y bebiendo. Parecían una pandilla feliz y bien avenida. Cantaban la canción del olvido: "Adiós, adiós, os dejamos las páginas en blanco y las gargantas secas y vacías. Nos hemos cansado de representar, vamos a actuar, a ejecutar olvido".
¿ A dónde se fueron las palabras? ¿Olvidarán?

- Carlos...
- Diga, Don Joaquín.
- ¿Con quién juega el Madrid esta noche?
- Con el Feyernood de Holanda.
- ¡Bah! Ganamos. Hasta mañana y no se tomen la vida muy en serio. Cogió Don Joaquín su sombrero y gabardina y alejose. Trozos de carne elocuente esparcía su cadáver exquisito camino de pedir prestadas unas palabras a los tertulianos de Rayuela.

No patina, Doña Era, sino más bien ejerce de Academia de la Lengua: precisa y muy bien precisado el ámbito linguístico en el que se plantea el debate. Para mí, la evolución de los significados de muchas palabras a tavés del tiempo, cuando éstas pasan al uso popular que, ya se sabe, el populacho, ningún cuidao con lo que manejan y luego pasa lo que pasa, que pipa no es pipa, sino pistola, madero no es una tabla, sino un policía y así ejemplos mil; pues le decía que no es ése el planteamiento; de eso se ocupa la Real Academia y nos plasma la evolución de las palabras, desde su etimología primigenia (joé, qué me ha salido...)en las sucesivas ediciones del Diccionario; ya van por la 23ª.
Me refiero al uso interesado, partidista y/o mercantilizado de esas hermosas herramientas que son las palabras (no digo torticero, porque eso ya lo dijo un tal González y ya vio usté lo que pasó luego)
Generalmente se utilizan de esa forma en los lenguajes políticos y en las Asambleas Generales de Accionistas, para confundir al personal y venderles motos trucadas. También entre los comentaristas políticos de la Prensa no demasiado independiente. todos arriman el ascua a su sardina y para ello, lógicamente, deben de alterar un poco el sentido de las palabras; total, quién va a darse cuenta.
Pues a partir de esta concreción tan poco concreta quedamos impacientes por conocer sus opiniones. Las del Sr. J.J. y las mías, más o menos, se intuyen. Ahora sólo falta defendrlas en el campo del honor, donde juega el Alcoyano C.de F. Y que conste que, de entrada, no se piden ganadores o perdedores; sólo participantes en buena lid; y como dice J.J. pasar un rato entretenido sin hablar de fútbol ni mujeres...

La idea es hablar desde los diferentes puntos de vista que tengamos, Rodrigo propuso la palabra socialismo y propuso también, quizás por lo espinoso del asunto unas definiciones previas, pero si prefieres desde ese cambio suculento que le da la historia a las palabras y su significado y te interesa la opinión sobre otra palabra, pues tu patinas con lo que puedas y ya veremos quien se interesa.
Imagina una verdadera Tertulia en qye se habla y opina sobre las diferentes esquinas en este caso de las palabras y mientras tu opinas con certezas yo vengo e intervengo con cierto humor y mucho respeto y doy una opinión que haga asomar una sonrisa a nuestra amiga Estela.
Una tertulia para aprender y divertirnos, para pasar el rato sin mayores rollos y sobre todo para ser cada día mejores amigos en las letras.
Se puede poner tan bueno como la Barra Libre.

No sé si voy a patinar en esta tertulia al meter baza, pero no tengo muy claro si al hablar de manipulación de palabras os referís a aquellas que sufren un cambio en su significado con alevosía y fines poco claros (manipular tiene una connotación peyorativa)o a aquellas que, si estudiamos la Gramática Histórica, han sufrido cambios de su sentido a lo largo del tiempo.
Esa palabra que decimos que, en un principio significaban una cosa y hoy en día se les supone una carga semántica diferente a la original.

Hablemos de la palabra socialismo y su manejo.

Unas definiciones previas

Socialismo
Doctrina política y económica que propugna la propiedad y la administración de los medios de producción por parte de las clases trabajadoras con el fin de lograr una organización de la sociedad en la cual exista una igualdad política, social y económica de todas las personas.

Social
El adjetivo "social" también se utiliza a menudo en el discurso político, aunque su significado en un contexto depende en gran medida de que lo está utilizando. En los círculos de izquierda a menudo se utiliza para implicar una característica positiva, mientras que en los círculos de extrema derecha en general se utiliza para implicar una característica negativa. También debe tenerse en cuenta que, en general, este adjetivo se utiliza mucho más a menudo por aquellos en la izquierda política que por los de la derecha política.

Istmo
Un istmo (en griego ἰσθμός, isthmos, cuello) es una franja estrecha de tierra que une, a través del mar, dos áreas mayores de tierra, en general con orillas a ambos lados.1 Las áreas de tierra pueden ser islas, continentes o una isla y una península.