Un virus es un pequeño programa con capacidad para efectuar modificaciones en el sistema donde se active, con facultad de autoreproducirse y propagarse por sí mismo.
Todos los virus, en su calidad de programas, necesitan de una orden de ejecución para activarse. Todos.
Esta orden la daremos nosotros, voluntariamente, al ejecutar un programa o abrir un archivo supuestamente inocuo, o involuntariamente cuando nuestro sistema da esa orden mediante algún mecanismo de ejecución automática, como la vista previa de los mensajes de correo, o los controles Active X de algunos sites.
Los denominados controles Active X son componentes adicionales que se pueden incorporar a las páginas web, para dotar a estas de mayores funcionalidades (animaciones, video, navegación tridimensional etc.) Están escritos en un lenguaje de programación, como Visual Basic, que no es el propio de las páginas web (HTML) y podrían estar infectados.
De ahí la importancia de minimizar el riesgo desactivando o haciendo que seamos consultados por el sistema cuando uno de esos mecanismos automáticos vaya a ejecutarse. (Ver configuración de seguridad en y Outlook)
Con la, cada vez más, masiva generalización del uso de Internet y del correo electrónico, la propagación de los virus por esos medios está cobrando especial virulencia, nunca mejor dicho.
En las páginas de alertas de virus podemos leer las increíbles cifras de infecciones alcanzadas por los virus de última generación en pocos días.
Tenemos, pues, que ser precavidos a la hora de abrir archivos y programas y configurar bien nuestro sistema, pero está claro que algo se nos puede pasar por alto, o perfectamente podemos introducir cualquier archivo que sea portador de carga infecciosa sin que lo sepamos. Aquí es donde entra en acción nuestra armadura.