El Tanque anda preocupado y, por su forma de ser, no le alcanza con el trabajo sucio y jugar para el equipo. ¿El equipo no juega para él?
Sufre. Le duele no meterla. Se insulta a sí mismo, se agarra la cabeza y se la golpea, le habla a la pelota con dureza, se enoja con el arco, revolea un derechazo contra un cartel de publicidad y se vuelve a insultar. Se autoflagela. Santiago Silva es así. El gol ya va a venir. Pero, mientras tanto, va a seguir con su sufrimiento...
Las preguntas que surgen en este momento son varias: ¿Qué le falta al Tanque para el gol? ¿Que Boca juegue más para él? ¿Adaptación al nuevo mundo? ¿Mayor conocimiento con sus compañeros? Sus goles en Banfield y en Vélez no tardaron tanto en llegar y fueron de todo tipo y color. Muchos como los que se le negaron ahora, como el cabezazo ante Independiente que terminó metiendo Roncaglia o los dos que tuvo este domingo contra San Martín. Y por eso, la desesperación y ansiedad, la preocupación con que se lo ve (ayer suspendió una entrevista). Como cuando no la metía en la Fiorentina y tuvo que esperar a que le cedieran un penal para poder festejar... Como cuando no estaba habilitado para el torneo y veía a sus compañeros desde la platea...
Cuenta el propio Silva que no siempre se tomó el fútbol así, con tanta autoexigencia, que antes se tomaba todo con más calma. Y no le iba tan bien. Esta forma de vivir el partido coincidió con su consolidación en la Argentina. “Quiero que todo salga perfecto cuando no puede salir perfecto”, explica. Y se presiona y se presiona. Pero, como esta metodología le viene funcionando desde Banfield, para qué cambiar. “El Tanque es así”, aseguran quienes lo conocen. “En mi carrera fue todo muy luchado y va a seguir así. Digo va a seguir siendo luchado y estoy en el mejor club del mundo”, sentencia. Y esto no quiere decir que, si hace un gol, algo va a cambiar...
Sus goles no llegan, tampoco esos festejos tan esperados. Ocurrentes y locos. Por más que los elabore antes de cada partido, como prueba de su optimismo y pensamiento positivo. En Boca, sin embargo, no consideran menor su aporte. Al contrario. La presencia en el área, el trabajo sucio, la preocupación que genera, el desgaste que hace persiguiendo rivales y hasta tirándose a los pies, el juego para el equipo, los goles que se generaron a partir de sus virtudes. Parece que sólo falta el gol para ser ídolo. Porque todo lo demás que pide el hincha lo tiene. Y en los seis partidos que lleva, cada vez es más importante para el conjunto.
Incluso en este último partido en San Juan hay varios ejemplos de esto: El lateral en el que todos se distrajeron con él, la pelota picó y Mouche quedó solo y cabeceó por arriba.
El taco que engañó a todos en el gol de Erviti.
El estilo de juego del equipo, el poco de ritmo de competencia que trajo de Italia y la falta de entendimiento con sus compañeros hacen que el uruguayo sufra una sequía como les pasó a Palermo y Viatri. Sus oportunidades, en este contexto, son producto de su oficio: ir al choque con el arquero o elevarse entre varias cabezas para ganar en un centro cualquiera. Todavía no tuvo la fortuna de agradecerle a Riquelme o a otro por alguna gentileza que lo haya dejado mano a mano. Y lógicamente, anda torcido y falla las que en otros clubes metía.
Ya están para volver Cvitanich y también Blandi. Pero el Tanque, lógicamente, tiene toda la banca del cuerpo técnico y también la de sus compañeros. Aunque por ahora, Silva pero no grita...
palermito69
22-03-2012 00:01
540 MINUTOS Y NINGUN GOL...ES HORA DE QUE PASE ALGO...
