apón también conmemoró ayer su particular 11-M: el primer aniversario del tsunami que arrasó la costa nororiental y provocó el desastre nuclear de Fukushima. A las 14.46 (06.46 de la mañana en España), hora exacta del terremoto de magnitud 9 que desató olas de 20 metros, se guardó un minuto de silencio en todo el país por las casi 20.000 víctimas de la catástrofe. Los homenajes fueron especialmente emotivos en los pueblos que el tsunami borró del mapa, como Rikuzentakata, Kesennuma o Minamisanriku.
«Nunca lo olvidaremos», prometió el emperador Akihito en una ceremonia celebrada en Tokio, donde los fallecidos fueron recordados con un pilar rodeado de lilas y crisantemos. El tsunami dejó 15.854 muertos, 3.155 desaparecidos cuyos cadáveres se los llevó el mar y 344.000 evacuados que siguen viviendo en casas temporales.
Entre ellos destacan 80.000 personas que tuvieron que abandonar sus hogares en un radio de 20 kilómetros alrededor de la siniestrada planta de Fukushima 1, donde se fundieron tres reactores que liberaron gran cantidad de radiactividad a la tierra, el mar y el agua. Protegidos con trajes especiales, un grupo de antiguos residentes fue autorizado a entrar en la «zona muerta» para honrar a sus difuntos.
El accidente ha abierto el debate sobre la energía atómica en Japón, que no construirá más centrales y limitará la vida útil de las existentes a 40 años. En la actualidad solo están operativos dos de sus 54 reactores, que antes aportaban un tercio de la electricidad que se consumía en el país. Tras el siniestro en Fukushima, fueron detenidos para inspeccionar su seguridad y aún no se han puesto en marcha.
Aprovechando la efeméride, una manifestación contra las centrales nucleares recorrió el centro de Tokio. En la colorista marcha, algunos festejaban al más puro estilo Nueva Orleans el entierro de las plantas atómicas, otros iban disfrazados de «manga» radiactivos y los demás enarbolaban pancartas reivindicativas al son que marcaban tambores y panderetas.
Pánico contenido
«Podemos vivir sin la energía atómica con fuentes alternativas y limpias», proponía una de las participantes, Maki Yamanashi, quien criticaba «el derroche de electricidad» de la avanzada y tecnológica sociedad nipona. Según Misu Cho, del grupo Peace on Earth, «la catástrofe está cambiando la opinión de los japoneses sobre la energía atómica, sobre todo si tienen hijos».
A favor o en contra, Japón reflexiona sobre la energía nuclear en el aniversario del tsunami, que causó el peor desastre atómico desde Chernóbil en 1986 y estuvo a punto de provocar la evacuación de Tokio.
A tenor de un informe secreto que ha salido a la luz, el Ejecutivo nipón estudió un plan que barajaba como peor escenario posible la evacuación de los 30 millones de habitantes de la capital nipona, el mayor área metropolitana del mundo. Pero lo ocultó para no desatar el pánico. Así lo ha revelado la comisión que está investigando la respuesta a la catástrofe, que ha puesto de manifiesto el caos y la desorganización reinante durante los primeros días. El Gobierno incluso llegó a temer «el fin de Tokio» si estallaban los seis reactores nucleares de Fukushima.