¡Qué cosicas más bien dichas y encima en verso... snif!
Y yo aquí, en este erial creativo pensando en cosas mundanales: pan, circo y en meterme a hacer obras en mi cocina. Que soy una mujer "cosera" como decía García Pavón por boca de su inolvidable Plinio.

¡Ánimo Rodrigo¡, ¡ Pronto las praderas entarán verdes y florecidad¡...Y también el corazón al ver el ocaso...

HUYÓ LA PRIMAVERA.

Abortó la primavera,
de nuevo el frío es el dueño,
viento helado que penetra
desde el alma hasta los huesos.

Ya los cerezos cuajados
de flores blancas y leves,
y los almendros, sin sombra
quedaron bajo la nieve.

Cuánta vida allí latiendo
en los diminutos vientres.
Y cuántos frutos muriendo
por las heladas hirientes.

A veces, en tardes frías,
de este mi otoño invernizo
veo en mí la alegoría
de este vivir heladizo.

Mas no soy yo como la flor
con su corazón preñado
de vida nueva y calor:
el mío está frío, cansado.

(No lloréis, porfa, que me reblandezco.)

¡Ay qué bonito, por favó!
Siempre poniendo el listón alto, Don Rodrigo.
Si lo sé publico el poema donde lo del taller de poesía, que está muy desocupado. Tema: el pan, tipo de poema, a elegir...
Me voy a tener que dar una vuelta por los contrapuntos y esas cosas que me gustan a mí, que ya no me acuerdo ni de dónde estaban...

Atención, señores, amplíen sus vocabularios.
ALIFARA, viene siendo lo que el alboroque.

Ay, Doña Era; en qué fregados nos mete usté...¿Cómo dejar de aportar unos torpes versos para cantar tan noble alimento? Pan blanco, hogaza como corona de santo y como ella, luminosa y mística. Vale que usté ya nos amplía el repertorio panegírico, useasé, del pan. Pero yo sólo tengo voz para aquel pan blanco de mi tierra, que valía recién hecho para subir a la gloria y ya algo duro, para pringás y buenas migas. Qué hermosos tiempos aquellos que un veruco de pan con aceite era todo un universo... Gracias, Doña.

SONETO AL PAN BLANCO

Recuerdo de los días de mi infancia
es el rico pan blanco, macerado,
de harina candeal elaborado,
hogaza humilde, signo de abundancia.

Alimento feliz en los hogares
de gente sencilla y laboriosa era,
su aroma de anunciada primavera
alejaba dolores y pesares.

Pan blanco, cocido con recia jara
olorosa del monte y la dehesa,
entre viejas encinas y agua clara.

Pan de horno, dorado, de masa espesa,
corteza crujiente, alma de alifara,
invitado de honor en pobre mesa.

ODA PANIS
(Redondillas)

Panadera como soy
al pan le escribo una oda;
ser panarra está de moda
y ya horneé lo de hoy.

Vivo pensando en la masa
y en la harina que me gusta;
de levadura, la justa,
o el fermento se nos pasa.

Espelta, trigo, centeno,
todas hacen un pan rico
es muy amplio el abanico
y el resultado es bien bueno.

Ahora que llega el verano
lo que más temo es el horno:
es espantoso el bochorno
que da ser un artesano.

ya lo decía el refrán:
no duelen palos a gusto,
así que yo no me asusto
y seguiré haciendo pan.

Firmado:
La panarra enmascarada (o sea, yo)

Muy bueno, amigo Gregorio y el colofón, divertido.
Un estupendo soneto que me ha encantado.

QUISIERA SER POETA.

Me complace leer, os lo prometo,
bellos poemas, rimas excelentes
de personas, queridas, eminentes,
que admiro, que merecen mi respeto.

A vuestra deferencia me someto,
esperando que sean indulgentes
con mis endebles versos muy carentes,
de valor importante, ni concreto.

En cambio tu soneto, Don Rodrigo,
lo mismo que el soneto de Don-cel,
qué gran terceto con, Doña Eratalia.

Con humildad sincera yo predigo;
si no logro un soneto o un zejél,
me marcho cabizbajo; voy a Italia.

¡Lo sé... zéjel! Pero... ¿y la rima?

GUERRA A LA PEREZA.

Le declaro la guerra a la desidia
a la abulia, al descuido, a la desgana
prometiéndome hacer hoy o mañana
todo lo que me aburre y me fastidia.

La gente laboriosa me da envidia,
esa que se levanta muy ufana,
comienza a trabajar a hora temprana
y no tiene pereza ante la lidia.

A partir de mañana, lo prometo,
me he de activar, sin rastro de indolencia
pues pienso terminar con mi galbana.

Cuando acabe de hacer este soneto
con mucho dinamismo y diligencia
voy a dejar de ser una holgazana.

BARCAROLA DE MAR

¡Barcarola de mar, hora encantada¡;

la luna ya se asoma misteriosa,

y desprende el bello halo, blanco y rosa,

en la cárdena tarde perfumada.

¡Esta amplitud de mar, bello y bravío¡,

que sumerge en sus ondas las baladas,

que por recios marinos son cantadas,

cuando izan las velas en su navío.

¡El arenal que acaricia olas bravas¡;

este sol que ya baja hacia el ocaso;

este compás de tiempo en cada paso

- envuelta toda el alma en desvarío -,

al trote por el ancho playerío,

cuando la huella del pie la arena grava.

DONCEL