Aprovecha tus ráfagas de inspiración y déjanos aquí tus perlas cultivadas.
Libres o rimados, incluso tus versos perversos, aquí toda la poesía tiene cabida.
Con rimas y a lo loco
Rodrigodeacevedo
30-07-2025 20:03
Jota, me han gustado especialmente estos dos relatos tuyos; el del niño y la muerte de una crueldad cotidiana que, sin embargo, empieza a tallar en la moldeable sensibilidad del niño ese acostumbramiento a la muerte, con minúscula, esa insensibilidad que nos devuelve a nuestra condición mineral. El otro supongo que son reminiscencias de ese período anodino de nuestra incorporación al mundo del trabajo, al comienmzo de la fase alienada a la que nos lleva la vida en sociedad, en el que has sabido incoporar ese matiz poético-pictóric de los papeles de colores. Muy interesantes.
Rodrigodeacevedo
30-07-2025 19:56
Como la comedia non é finita, y esperemos que dure muchas actos más, aquí os dejo un viejo poema recién desempolvado y acicalado para la ocasión. Adolfo sigue impertérrito, todavía me reconoce y hasta platica distendidamente conmigo. Eso me reconforta y convence que sigo siendo real.
Adelante versos...
LA COMMEDIA É FINITA
Cae la tarde, mansamente asesinada,
sobre el cárdeno diván del horizonte.
Los pájaros vespertinos
van tejiendo con sus picos
la invisible mortaja de puñales.
Cae la tarde, rutinario telón del entreacto,
detrás, retocando sus cenizas, espera la luna llena,
encinta de lujurias inocentes.
Ay de los pobres amantes, ay de sus llantos
ay del fulgor que se apaga en el claro mar,
náufrago de sollozos, orgasmo amargo.
Cae la tarde y en el mar apuñalado
se hunde mi corazón: su papel ha terminado.
jota jota
30-07-2025 19:34
Cómplice CC
Yo conocí la muerte siendo niño. La muerte viste de negro, lleva la negra barba enmarañada, los cabellos en desorden y calza enormes zapatones sucios. La muerte cruzó la puerta del barracón en silencio y tuve tanto miedo al sentir su presencia, que corrí a esconderme.
Muerto de miedo, detrás de una montaña de leña, clavé mis ojos en sus modos.
Sacó una botella del viejo chaquetón, vació un chorro de un líquido oscuro sobre la tierra, murmuró unas palabras y bebió del pico de la botella un trago largo. La muerte caminó despacio hasta encontrar a la Berta, la chivita dejó de mordisquear hebras de hierba seca y se acercó mimosa.
La muerte puso su manaza en el cuello de la indefensa Berta. Desde mi escondite escuche a la muerte hablarle con palabras suaves, palabras de una dulzura inexplicable. Yo vi con terror a la muerte sacar despacio un largo cuchillo del chaquetón y degollarla, le hablaba en ese tono que aquieta los corazones y paralizado de miedo, o quizas, por el efecto de sus palabras guardé silencio. Yo fui cómplice de la muerte.
Cortó en presas a la Berta, las colocó sobre una bandeja de peltre y repetia: La carne es tierna cuando no se sufre al morir.
Terminado el trabajo, la muerte se marchó sosteniendo entre sus manos la piel de la Berta cuidadosamente enrollada.
jota jota
29-07-2025 16:55
Aproximación CC
Puntuales. Recién bañados y con ropa limpia entramos a nuestras oficinas. El silencio impersonal impuesto nos acompaña durante todo el día. Elaboramos informes sobre papeles de colores. Cumplida la hora, terminada la operación, nos marchamos. Nos llevamos el silencio con nosotros.
Yo lo observo desde otra esquina. Lo miro con respeto. Confieso que admiro su dedicación, su entrega y esa singular concentración con que realiza las tareas encomendadas.
Él logra obtener una perspectiva global al observar un objetivo. Utiliza múltiples y variados enfoques que le permiten capturar un momento excepcional. No se le escapa el rastro huidizo de detalles anteriores, ese impreciso pasado que inevitablemente tiñe el horizonte y lo marca. Compone todas las piezas y finaliza con exactitud la imagen completa del concepto.
No se deja engañar fácilmente por la aparición sorpresiva de destellos de luz, esa ilusión confusa de una realidad inexistente, tampoco por los espejismos camuflados entre grises. Su precisión, su enfoque detallado, contrasta con las pobres imágenes que yo consigo esbozar después de mucho batallar.
Con auténtico interés de aprender, rompo el habitual silencio y él responde con genuina sencillez a todas mis preguntas. No le molestan. Me explica con paciencia de maestro de escuela que lo primero es definir objetivos, establecer fechas probables, localizar los riesgos. “Siempre hay riesgos”, me dice, “y tienen una capacidad enorme para esconderse entre triunfos”.
Confiesa con sincera humildad que al planificar campañas sobre papeles azules sueña con navegar sobre aguas tranquilas bajo un cielo limpio, sin amenazas, y ese sueño abre horizontes a la imagen.
Otras veces se le asigna planificar operaciones sobre papeles verdes y él dice soñar con montañas de picos elevados y enormes árboles que, acariciados por un viento amable, mantienen la paz del silencio. Ese sueño de silencio inusual le permite enfocarse en los detalles que terminan por definir la imagen.
En ocasiones especiales, por órdenes superiores, le corresponde planificar sobre papeles amarillos, numerados y milimetrados. En este caso su concentración es mayor: establece ejercicios de fuego, maniobras posibles con mínimo riesgo, incluye lo desproporcionado porque sabe que sobre estos papeles se juega con vidas ajenas.
Me comenta en un susurro, como quien confiesa un secreto, que espera este momento de papeles amarillos más que ningún otro. No por su significado, ni la importancia, o el riesgo que conlleva, sino porque al visualizar las diferentes opciones sobre estos papeles amarillos le permite soñar a sus anchas con campos de trigo y escuchar extasiado el dulce canto de las espigas al doblarse con el paso de la brisa. Según sus palabras: “El sonido de las espigas tocadas por el viento es una canción de cuna olvidada”. Incluso en estos momentos, dice, llega al extremo de oler pan fresco recién salido del horno, y ese sueño le permite acercarse a lo verdaderamente humano de la imagen que se le exige.
Finaliza la lección con un comentario que abre la puerta a una forma de vida posible. Él desea dejar atrás este ingrato oficio de mantener el control sobre cada paso, de ejecutar acciones estudiadas al detalle, olvidar el compromiso con intereses distintos a los propios. Lo único que quiere es levantarse un día y que la vida lo sorprenda, entregarse a ciegas a la incertidumbre y que cada paso traiga nuevos y prometedores afanes para los cuales no tiene un plan previo.
Rodrigodeacevedo
28-07-2025 12:43
Gracias, Jota, por tu imaginativo relato y por continuar con la conexión. Planteas una duda que sí puede ser existencial: la famosa, invasiva y problemática IA nos va a impedir en muchos casos conocer la identidad de nuestros interlocutores. Ya hemos de forzar la imaginación en comunicaciones como esta, recreando al personaje (delgado y fláccido en tu caso; gordo y barrigón en el mío) con los escasos datos que proporcionamos. Y siempre está el riesgo del "bot". Y aunque pudiesemos ver en pantalla la imagen de nuestro supuesto interlocutor, este artilugio ya nos dejará la eterna duda de su cierta realidad. Aunque siempre nos quedarán Adolfo y la poesía... Abrazos.
jota jota
27-07-2025 18:55
Número equivocado
Con C y para C
Suena el móvil y atiendo de inmediato. Me comporto diferente a mis amigos, que antes de responder miran la pantalla del teléfono para saber quién los llama y si es un número desconocido, simplemente no contestan y dejan que suene hasta la afonía. Luego revisan los mensajes de voz, así evitan a los robots y el fastidio de oír sus ofertas, sus novedades, ese intento por inducirnos a consumir. Yo, en cambio, respondo la llamada y lo hago por costumbre. Por acallar lo antes posible el escándalo del timbre. Por no dejar esperando a quien necesita hablar. Por responder a una emergencia. Por simple curiosidad. Invariablemente atiendo la llamada y si es la oferta de un nuevo servicio, dejo que termine y respondo con voz suave:
—Lo siento, no estoy interesado. Gracias.
Y cuelgo inmediatamente.
Suena el móvil y atiendo de inmediato. Una voz desconocida de mujer, en un español lleno de matices, con la intensidad de los colores del cundiamor, en un tono profundo, gordo, grave, llena de misterio, con toda la potencia del sabor de la sarrapia, pregunta por Amanda. Al oír esa voz entro en un vértigo de desconcierto: viene desde otro plano, desde un mundo desconocido, nunca había oído este tono de voz, cercano a lo que imagino es la voz de los ángeles.
Producto de un ataque de ansiedad, casi en pánico, tropiezo con torpeza con las palabras y digo:
—Número equivocado—.
Y de inmediato, sin ninguna pausa, suplico:
—Por favor no cuelgues, estoy realmente desconcertado por tu voz y quisiera escucharte siempre—.
—Mi nombre es Raúl—.
En el tono de voz se siente la sorpresa y con algo que supongo es picardía, responde:
—El mío es Sofía—.
La voz de Sofía le da sustancia a las palabras y estas obtienen nuevas dimensiones, no exagero si afirmo que las palabras tienen cuerpo y peso, son corpóreas y agregan un componente nuevo a mi sangre que la hace más ligera.
Yo soy un hombre lleno de dudas, de preguntas, con pocas certezas. Si algo me define es la imaginación y el instinto. Nada más.
Sofía respondió desde la lógica, desde lo llano, con palabras sencillas contestó cada una de mis dudas. Intenté con sutileza, utilizando viejas tretas, conocer detalles sobre ella, pero Sofía mantuvo siempre una obstinada discreción, escapaba de mis trampas con delicadas evasivas.
Nuestra conversación terminó y ella se despidió diciendo:
—Tú tienes la increíble capacidad de imaginar, puedes crear un rostro, una figura a mi voz, y esa imagen creada por ti será mucho más real que la verdad.
Sofía llamó desde un número privado, oculto, al que no tengo acceso. Recuerdo toda nuestra conversación y, sobre todo, esa última frase de despedida. Con dudas, como siempre, me permito una conjetura: hablé con un bot, una aproximación mucho más cercana de la inteligencia artificial al ser humano.
Nada me sorprende.
jota jota
27-07-2025 18:54
Siempre me alegra releerte, pero este poema en particular, le encuentro nuevas y grandiosa imagenes y en resumen: lo que quisimos ser, lo que somos, lo que fuimos y lo que seremos. Gracias. Y gracias también por el resumen de los afectos en esa hermosa despedida: Os quiero.
Yo en cambio no voy a la playa por consideración a los otros, por lo disminuido del cuerpo que me acompaña, Puedo perfectamente resumirlo en pellejo y huesos.
Rodrigodeacevedo
27-07-2025 12:21
Hola, Adolfo, buenos y cálidos días. ¿Todo tranquilo? ¿Qué lees?... Pero hombre, si este periódico es de los tiempos de Franco... Vale, sí... Es por lo de tu hipertensión.
Te dejo este antiguo poema, de cuando todavía escribía versos. Sí, también de los tiempos de Franco. Pero este no te va a alterar la presión arterial, todo lo contrario. Una mezcla de nostalgia y orujo blanco. Sienta bien...
Vale, saluda al personal si aparecen.
UNA VIEJA CALLEJA
(Sueños húmedos)
Desnudar a una mujer desnuda
y encontrar desde sus ojos
el camino hacia su alma
yo a veces, fugazmente,
he soñado ese sueño procaz
en una húmeda calleja de París.
Puede que no fuese París
ni siquiera fuera un sueño
las brumas de la calle y del pasado
hacen difícil recordar
la imagen de aquella mujer
y tantas mujeres en una
Una mujer enferma y borracha
vestida apenas con andrajos y pasiones
sobre reflejos que transían como dagas
los desgastados adoquines
testigos minerales de una vieja calleja de París
o de cualquier ciudad antigua
El sueño se diluye informe
la humedad del pavimento
refleja fragmentadas
las formas que tal vez fuesen ciertas
las farolas reflejadas en los ojos
vidriosos de la mujer caída
Otra madrugada de insomnio
otra lasciva llamada de la carne
bajo el tabuco que ocupo
entre libros que nunca leo
está la otra parte de mi vida
tampoco hay luz y hace frío.
Las palmas de mis manos
guardan los viejos mapas
los que definen y delimitan
los tránsitos de mi vida externa
allí mis brillos, allí mis sombras
allí algún amor perdido
allí mi muerte.
Frágiles pergaminos
líneas de arcanos ambiguos
polvo serán un día junto a mí
el único acto de amor de los dioses
para conmigo
tantos fracasos no pueden ser recordados
Rodrigodeacevedo
24-07-2025 20:29
Cumpliendo con los mínimos comprometidos acudo a mi casi diaria visita a Adolfo, que me está resultando un excelente psicobarman. Que te escuchen en silencio, sonriendo y ofreciendote un excelente ron jamaicano, eso no tiene precio (o lo paga la Seguridad Social).
Leo: Eratalia y sus percances playeros. Exactamente por esas razones tampoco voy a la playa. Por esas y porque me avergüenza el peazo barriga que luzco.
Jota (Giros) Tal que un cuadro de Robert Delaunay. Jota (Parálisis). Parece que me has radiografiado el subsconsciente y defines perfectamente ese estado de parálisis creadora en el que me encuentro. Ayer escribí dos haikus y un tanka. Cuando estén bien macerados os los enseñaré.
Hoy llueve en esta parte de la costa. A veces estas lluvias propician reverdeceres. A ver si hay suerte...
Os quiero...