Necesitaba olvidar. Partir de cero. Él era decidido. Acabaría con su pasado. No lo pensó dos veces.Lo FUSILÓ.
Satisfecho, se acercó con un FAROL a ver sus desechos esparcidos por el suelo. ¡Oh, sorpresa! Allí no había nada, ni rastro alguno. Se había ido el pasado, huía y cada vez le tomaba más distancia, estaba más lejos.
Cambió de ESTRATEGIA. El era rebelde, disconforme, fusilaría al presente.
- Ah, eso sí que difícil, acertó a decir una hormiga que pasaba por allí.
Indalecio le pegó un tiro sin tan siquiera un ULTIMATÚM, estaba dispuesto a acabar definitivamente con todo lo que no le gustase del presente. Lo malo es que no se gustaba a sí mismo.
Pidió un préstamo para comprar un presente adecuado. Lo acercó al paredón y tuvo antes una pequeña charla con él.
- Ya que te he comprado presente, te moldeo a mi manera. Eres un presente mejor, para mí y para ellos. Se acabó la injusticia y la guerra. Ven a darme un ABRAZO.
El nuevo y reciente presente se acerco cauteloso e incautamente se dejó hacer. Indalecio le apretó fuerte y sigilosamente, con gran arte, le birló la cartera de la chaqueta.
Indalecio era un presente viejo, maleado, lleno de defectos. mientras que el reciente era un pardillo y se quedó dolido y ya amargado cuando se vio robado y maltratado tan prontamente. En su cartera llevaba las monedas de oro para comprar justicia y quitarle el hambre al mundo. Indalecio REGRESÓ al Banco y pagó su crédito. Avaricioso, con lo robado decidió invertir en futuro, pero como el futuro no existía ni le atendía, se perdió. Dio vueltas hasta encontrarse con el nuevo presente. Y el nuevo presente estaba arruinado, ya en los huesos.
Claro, pensó Indalecio, ya se que ha ocurrido. Ha vuelto por fin el pasado, que es como el presente y será como el futuro.
" La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con que jugaba cuando era niño ": Nietzsche.
Jose Jesus Morales
23-11-2016 16:17
Los Misterios de la noche:
Un texto cargado de dolor, una vívida imagen de la misería humana, y los pobres, los soberanamente pobres culpables de todo el daño por venir y entonces aparece el irracional miedo a perder la posición y una noche que pudo ser feliz por la llegada del que ha de vemncer se convierte en una noche de oprobio y sangre y muerte de los más inocentes.
En este texto se resume como en otros tuyos la constante del dolor por la humanidad del pobre y la queja por la violencia de los poderosos, quienes hasta ahora ganan la partida, pero creo que aspiramos a otra noche, y otros misterios capaces de borrar este estado de cosas que no aceptamos.
Jose Jesus Morales
23-11-2016 15:59
Gracias Rodrigo. Soy un convencido que cada paso de avance se lo debo a ustedes, que con tanta paciencia me leen y me corrigen.
Rodrigodeacevedo
22-11-2016 20:01
LOS MISTERIOS DE LA NOCHE
Aquella noche de octubre, fría e inclemente, la luna lucía esplendorosa, como novia alborozada que espera el inminente abrazo de su amante. Guedejas de su blanca luz caían sobre las calles dormidas del barrio, aureolando el farol y eclipsando aquella luz artificial y mortecina en una estrategia de ordenación de predominios de sus grados de belleza. La soledad nocturna, que es una soledad más intensa, se extendía por las calles y las veredas del pequeño y silencioso barrio. Apenas las acacias ensimismadas se atrevían a proyectar sus lánguidas sombras; nadie se cobijaría bajo ellas. Las casas, humildes habitáculos de planta baja, presentaban bajo la luz espectral una apariencia antropoidea, con sus ventanucos situados a ambos lados de la puerta de entrada: ojos, nariz y boca. A veces una luz se encendía tras alguno de ellos, pareciendo que un ojo hiciese guiños a la noche o estableciese un proceso de esotérica comunicación con los perros y gatos que por allí vagabundeaban. Los misterios de la noche impenetrable se hacían evidentes en aquel arrabal de dolientes deseos, ahora calmados.
Y sin embargo la vida, una vida casi irrespirable, es cierto, extendía sus tragedias a través de aquella luna definitivamente sangrienta, a pesar de la lechosa coloración de su luz.
Desde las bocas de las minas, fauces monstruosas por las que se accedía a las vísceras más innobles de aquel submundo sin regreso, unas vaharadas pestilentes entibiaban la noche. A sus precarios márgenes las prostitutas y sus almas redentoras entonaban cánticos, escuálidas salmodias en homenaje a algún dios que todavía no las había reventado en su vesania. Pero los corazones ensangrentados de aquellas futuras víctimas caían ya entre los flóculos de luz pálida, para hacer felices a los perros y a algún que otro hombre que acababa de saciarse en un cuerpo inanimado de mujer.
Sería oportuno aquí establecer la nómina de los habitantes del suburbio, pero el sigilo de la noche invita al secreto. Citemos, no obstante, al pastor de ovejas que moraba junto al almacén de artículos de lujo, disimulado emporio de algunos evasores de impuestos. Junto a él vivía una prostituta liberada. Todavía palpitaba dentro de aquel escuálido pecho su corazón, en sentido figurado: ya no amaba y por tanto seguía latiendo, aunque con menos vigor que en los días que ofrecía la opulencia de su cuerpo en los nigth-clubs de la ciudad próxima. Entonces ardía de amor en proporción directa a la gallardía de su cliente ocasional. Ahora, entregadas a la incuria todas sus antiguas bellezas vivía junto al pastor un idilio compartido; algunas jarras de cálida leche del color de las antiguas lunas eran su estímulos.
El buen pastor, elevadas sus manos junto a las de ella, ofrecía una bucólica estampa provenzal que se brindaba como atractivo turístico a los escasos visitantes que aparecían los viernes por la tarde, acabadas sus penosas jornadas laborales. A veces, alguno de estos visitantes, carentes de moral y de sentido estético, imponía como ultimatum para el pago de honorarios convenidos, que el pastor y su despojo femenino consumasen algún acto ritual del sexo que ellos suponían que todavía practicaban. Como consecuencia de aquellos excesos, que agotaban al pastor y llevaban a la mujer a éxtasis ya olvidados, ella concibió en su vientre. El brujo del poblado anunció que sería el libertador de sus oprobios aquel inesperado hijo.
Y ahora, en aquella noche en la que la luna lucía sus brillos más resplandecientes y los corazones sangrantes hacían una pausa en su caída, ella se puso de parto. Grandes alaridos espantaron a los perros que husmeaban. Finalmente nació un hermoso bebé con todas las señales que la predestinación establece que aparezcan en las diferentes partes de la anatomía de los elegidos: una negra estrella en el entrecejo, cerdas hirsutas al final de la espina dorsal, uñas como garras y la mirada maligna de los líderes. El brujo reunió al pueblo y todos, atemorizados, cantaron las loas Al-Que-Ha-De-Vencer.
Los jerarcas, advertidos de la inminencia de la revolución, ordenaron fusilar al recién nacido junto a sus progenitores. Las ovejas balaron conjuntamente con el ruido de las descargas asesinas.
Rodrigodeacevedo
22-11-2016 19:50
UN PRESO DIFERENTE. J.J.
Comentario.
Un relato con la extensión y el contenido exacto de un relato modélico: el de la anécdota que narra y el preciso aditamento del ambiente en el que sucede: el amor como motor de la pasión y un difuso paisaje rural. Para mí un relato magistral, con un lenguaje conciso, contundente. Los párrafos, como recomendaba nuestro maestro Azorín, cortos, rotundos, como las pinceladas del nuevo arte que por entonces nacía. Verdaderamente me ha gustado mucho y pienso que la evolución de J.J. en el oficio de relatar es singular. Enhorabuena, compañero.
Mi huella es una estela de combustible quemado sobre cada kilómetro recorrido, salto de una ciudad a otra, atravieso pueblos, campos de pastoreo de ovejas, trago polvo, y me alumbran los faroles de ciudades distintas.
En estos obligados recorridos me quedo en hoteles baratos, en donde omiten el tedioso proceso de reservación. Son hoteles dispuestos para viajantes, para vendedores como yo, con habitaciones limpias y en donde me reciben sin hacer muchas preguntas.
Estoy en el negocio de las baterías, vendo y distribuyo pilas en todo el occidente del país, en un mes viajo por diez estados, mi estrategia es visitar los clientes una vez cada mes, ofrezco nuevas promociones y entrego pedidos.
Cada semana emprendo un viaje diferente. Voy de pueblo en pueblo y atiendo la cadena de comercio marginal:
Bodegas, Quincallas, Panaderías, Quioscos y las Bombas de gasolina del camino. Vendo al contado, de esta forma puedo ofrecer mejores ganancias, y me evito las amenazas, las complicaciones, los ultimátum y sobre todo, las pérdidas ocasionadas por las trampas del fiado. Mi clientela es reducida pero segura, y en cada viaje intento cazar nuevos y prometedores clientes.
Voy de regreso, todavía me quedan dos días de viaje e innumerables paradas. Entro a Puerto Cabello a las dos de la tarde, el calor, el salitre y el olor a mar se meten de un golpe dentro del auto y me sofocan por momentos.
En una de las calles una escena llama mi atención:
Dos policías enclenques sacan de un Bar a un hombre completamente perdido entre los vapores del alcohol. Lo llevan esposado, lo meten en el asiento trasero de la radio patrulla y arrancan. Las sirenas fusilan la tarde.
Conozco ese rostro redondo y moreno, son inconfundibles los rasgos de indio, atenuados en esa particular fisonomía con el cruce de generaciones, de sangre y estirpe diferentes, los cabellos incorregiblemente lisos, y el grueso bigote negrísimo pertenecen al rostro de mi tío. Sin lugar a dudas es mi tío, el farmacéutico Manuel Mata Pinto.
Sigo a la patrulla que se detiene frente a un edificio, temo lo peor. Mi tío saca las manos por la ventana, grita algo que no logro entender por el ruido de las sirenas, seguramente aprovecha para pedir auxilio, el auto policial arranca de nuevo, me mantengo detrás, con sorpresa dan la vuelta a la manzana y se detienen de nuevo en el mismo edificio. Esta vez apagan las sirenas y mi tío saca medio cuerpo por la ventana, levanta los brazos, expone al viento sus manos esposadas y grita de tal manera, que puedo oír lo que dice:
“Eurídice me declaro culpable de quererte y me llevan preso por tu amor”
La patrulla vuelve arrancar, se interna por callejuelas hasta llegar a una avenida y se detiene frente a la Farmacia Amana, mi tío se baja, le quitan las esposas y se pierde dentro de la farmacia para salir al poco rato con una carga de preservativos que entrega a los policías por brazadas. Los policías se marchan y mi tío les agradece.
Entro a la farmacia dando voces:
Manuel. Manuel Mata. Manuel Mata Pinto.
Sale a mi encuentro y al verme grita ¡Mi sobrino querido! Me abraza, a duras penas puedo sostenerlo, está completamente borracho, aun así le pregunté:
¿Porqué te soltaron los policías?
Se ríe a carcajadas y contesta:
Esa mujer me tiene enloquecido y no me hace ningún caso, es el acto desesperado de un viudo enamorado.
Suena el teléfono.
Tapa la bocina con una mano y dice:
Es ella.
Eratalia
17-11-2016 23:27
No se me ponga usté tan orondo, Don Rodri, porque ha hecho una sinteti con las ocho palabras, que yo la hice antes y ni me pavoneé ni nada...
Y si se tercia, hago otra:
Mi estrategia tras su regreso fue plantearle un ultimatum. La situación entre nosotros estaba en proceso de arreglarse, le di un abrazo a la luz del farol y le dije que, si me quería, tenía que fusilar a las ovejas.
Con rimas y a lo loco
Rodrigodeacevedo
17-11-2016 21:55
REACCIONES TARDÍAS.- Estela
Comentario.
Estela sigue con el pulso firme para la narrativa, acertando los argumentos y sus desarrollos. Este de la educación de los hijos es de candente actualidad. Los psicólogos, docentes y padres no aciertan a ponerse de acuerdo en la fórmula para una educación equilibrada, adaptada a las nuevas (y muchas veces erróneas) normas de la vida social, urbana sobre todo.
Y sin embargo no hace mucho, en mi generación nada más, este acuerdo en la educación y sus resultados prácticos era evidente. Y eso a pesar de vivir en dictadura y desconocer de la amplia perspectiva de la realidad muchos de sus aspectos.
Pero es cierto que en la actualidad los hijos son unos tiranos que pueden alterar la armonía de los hogares.
Y no le digo nada a Estela cuando esa madre pase a ser abuela...
Interesante relato, Estela.
Rodrigodeacevedo
17-11-2016 21:47
Mi "sinteti" con las ¡ocho! palabras.
Como ovejas apretujadas, casi sin espacio para los abrazos, los condenados en el proceso contra la “estrategia del ultimatum” vieron a la luz del farol el regreso del pelotón que los había de fusilar.
Estela
17-11-2016 03:52
REACCIONES TARDÍAS.
Marta estaba harta de las cosas que se les ocurrían a sus mellizos Liliana y Pedro; no sólo fueron extremadamente traviesos, desde que eran chicos, sino que seguían invadiendo la casa, con frascos, latas, cajitas… Que eso sucediera cuando tenían cinco o seis años, puede haber sido lógico… ¡pero ahora tenían diecisiete!
Y aunque durante todo ese tiempo, a medida que crecían, había utilizado las más diversas ESTRATEGIAS, para que abandonaran esa verdadera locura, no había logrado nada; sin embargo, siempre había guardado la esperanza de que cuando se cumpliera el PROCESO de crecimiento y se convirtieran en jóvenes, casi adultos, esas manías desaparecieran.
Tenía muy claro que había que dejar disfrutar la infancia a los niños, y había soportado, los frascos y recipientes de Pedro, con renacuajos, arañas, y cuanto bicho se le había ocurrido, en agua, papel, arena … y los papelitos, pétalos de flores, pedacitos de muñecas destartaladas que Liliana guardaba para abrir en el futuro su “Clínica de muñecas”.
Pero ahora… tenían diecisiete años! Y se negaban redondamente a abandonar sus “colecciones”.
Pedro seguía alimentando sus insectos, y Liliana seguía con sus frascos y recipientes meticulosamente etiquetados.
Ambos habían empezado a noviar con compañeros de la escuela; a veces le parecía mentira, cuando miraba por la ventana y los veía bajo el FAROL, conversando y mimándose.
Cavilaba cuál sería su próximo paso,de modo de convencerlos, que estaba realmente agotada de encontrar a su REGRESO de donde fuera, cada vez más frascos, cajitas, envases …
Amaba profundamente a sus hijos, y desde pequeños, se prodigaba en besos y ABRAZOS con ellos; pero aquello ya pasaba de la raya!
Ayer por la noche, cuando había entrado a su pieza para ir acostarse, encontró caminando a sus anchas por arriba de su cama, dos arañas y una pequeña lagartija.
Sus gritos despertaron no sólo a sus hijos, sino a los vecinos de tres cuadras a la redonda.
Furiosa, se dirigió a la habitación de Pedro y lo increpó duramente. El joven se dirigió a la pieza de su madre, recogió los animalitos, a los que….!les hablaba cariñosamente! Diciéndoles que no debían salir de donde él los había dejado…¡Les hablaba! ¡Por Dios! Se dijo Liliana… “¿Le habla a una lagartija? A una araña?
“Al menos” –se dijo- "corro menos peligro con los frascos de Liliana y su manía de juntar pedazos de muñecas desde los cinco años"
Pero… se equivocaba… una vez que Pedro se hubo llevado los animalitos, suspiró, apagó la luz… abrió la cama y se acostó: inmediatamente algo se le clavó en ambos omóplatos.
Otra vez un grito estentóreo despertó a los vecinos(aquellos que aún no se habían despertado con los gritos anteriores ); prendió la luz… y vió cuatro de las cajas de Liliana que el gato había despanzurrado, dentro de las cuales estaban los pedazos de muñecas , que se le habían incrustado en la espalda.
Otra vez se dirigió furiosa a la habitación –ahora de su hija- y nuevamente llegó el duro regaño.
Liliana fue a la habitación de su madre y sacó los pedazos de las muñecas, llevándoselas a su cuarto.
Marta se dijo: “Mañana mismo les doy el ULTIMÁTUM; ¡Si no sacan los frascos, cajas, cajitas, cajones, latitas,.. les tiraré absolutamente todo!"
Así lo hizo, reunió a sus hijos en la sala, habló con ellos; les dijo que estaba harta, y que de no sacar inmediatamente las colecciones de ambos de todos los ámbitos de la casa, había decidido juntar las cosas que habían acumulado durante todos esos años, hacer varios viajes con el auto y llevarlas a un lugar alejado, para liberar por allí primeramente a los animalitos, y a continuación, armar una montaña gigante con todo lo demás , y al conjunto barrerlo enteramente como si lo FUSILARA; pero, que en realidad, se le había ocurrido una idea mejor, que era hacer una enorme fogata.
Y que si no estaban de acuerdo, comenzaran a trabajar, y cuando tuvieran su propia casa, reiniciaran sus colecciones e invadieran sus espacios propios, con derecho.
La respuesta de sus hijos fue:
“Mamá, ni se te ocurra tirarnos nada!; es increíble el nivel de incomprensión que mostrás!”
Hace tanto que los tengo abandonados que no logro recordar mi contraseña para entrar