Aquí les dejo la serie completa, espero no fatigarlos, pero creo que vista así cobra otra dimensión, o en todo caso la que yo quise imprimirle
Serie particular CC
Pre-texto inevitable
La memoria es una asombrosa cualidad que compartimos con los animales. Somos maravillosamente únicos, lo que vivimos y guardamos en la memoria, y luego recuperamos, lleva nuestro sello personal. En el recuerdo de un mismo acontecimiento, la intensidad es distinta en cada una de las personas que lo reviven.
El recuerdo y el olvido son el anverso y el reverso de la memoria, y son el tema de esta Serie Particular.
La primera vez que oí hablar del olvido era muy pequeño, pero lo recuerdo claramente. Eran los lejanos cincuenta. En esa época no se hablaba como hoy de Alzheimer ni de Demencia Senil; se hablaba llanamente de locura.
En aquella época uno de mis tíos no podía recordar el camino de regreso a su casa, se perdía con frecuencia y los vecinos lo traían de vuelta. Lo encontraban con la mirada perdida, buscando en la memoria el camino que lo llevaba a su querida puerta azul, al zaguán y a su patio. Mi padre difería rotundamente del diagnóstico de locura, que muchos aseguraban era el trastorno que aquejaba a mi tío, y mi padre repetía con seguridad el conocimiento popular: “Él no está loco”. “Loco come mierda.”
Luego, ya grande, tropecé con una escena lamentable de los abismos del olvido. La madre de una vecina, en un descuido, abrió la puerta al olvido y se internó por el pasillo abierto de la memoria y ya no encontró la salida: había olvidado también la forma de caminar.
Nuestro querido Simón Díaz, con su vaca Mariposa, camino del llano adentro, una madrugada, se perdió tras los destellos relucientes de acordes desconocidos para una nueva tonada de ordeño y ya no regresó, se quedó en esos potreros desconocidos. Y Gabriel García Márquez, con sus mariposas amarillas y su Premio Nobel, entró a un vericueto de la memoria persiguiendo una palabra única para la maravillosa historia que iluminaba sus pensamientos y se perdió para siempre en ese laberinto. Una tarde, un rayo de luz iluminó los crisantemos del patio de su casa en México y en ese breve instante, se iluminó también una esquina de su memoria y alguien lo escuchó exclamar: “¡Carajo! Tengo la cabeza hecha mierda.”
Yo, tengo un miedo atroz de asomarme a esa ventana, de abrir una puerta equivocada, de cruzar una línea difusa de mi memoria y por eso, decidí escribir esta Serie Particular, la escribo como un conjuro al maleficio del olvido. Con ello pretendo permanecer en la orilla de los recuerdos.
Serie particular CC
-1-
Yo camino a ciegas
entre peligro y amenaza,
entre misterio y asombro.
No hay calle, ni camino,
ni ruta conocida
que me lleve al olvido.
No hay línea
de puntos sucesivos
que me lleve al recuerdo.
El olvido es misterio.
El recuerdo asombro.
-2-
En el misterio de la memoria
nos espera el secreto
de una esquina inadvertida
en donde acecha el peligro,
la amenaza es múltiple
y el riesgo es enorme
al cruzarla con prisa.
Adelante de esa esquina,
de esa falsa encrucijada,
un pasaje sereno
aguarda en silencio
y si, en un descuido,
por un error de cálculo,
tomamos ese atajo,
nos habremos perdido
sin remedio.
-3-
La memoria es selectiva:
la compleja red
de sus circuitos,
-sus códigos precisos-
graban nuestra huella.
Al lado de ese rastro,
de voces, de gestos,
se abren pozos azules.
Azul intenso, cobalto, quizás.
Pozos ansiosos,
se alimentan de lo ocioso:
Imágenes sin peso,
vagas emociones.
En esos pozos sin fondo
crecen a los lados,
lagos apacibles
-como hermanos-.
-4-
Con voracidad desmedida
la crueldad del olvido
mastica, traga y devora
las líneas que dibujan
nuestra historia.
Una sombra espesa
cubre de confusión
la impresión del gesto,
abre grietas enormes,
y convierte nombres
y rostros cercanos
en incógnitas,
en imágenes alucinadas
arrastradas por la vaguada.
-5-
El mezquino olvido
y su labor devastadora
convierten en polvo el pasado,
borran el tiempo
y su secuencia,
arrasan huellas,
desaparecen rastros, rostros.
Finalmente nos aíslan
y destruyen la resistencia.
-6-
El agobio de la rutina
lleva directo a un descuido.
El acto es casi inadvertido,
el movimiento es inocente
y abrimos la puerta al olvido.
El tiempo desaparece,
se ignoran los peligros
y se avanza al vacío.
Crecen sombras
en la incertidumbre
y todo lo aprendido
se desvanece.
-7-
La sombra del olvido
se escurre sigilosa
entre rendijas ocultas.
Envuelve los momentos
con letra desordenada
y espera paciente y firme.
Abre brechas entre fechas
y deja huérfanas las horas.
-8-
La distancia del olvido
es el abismo,
no hay espacio
para grandes ceremonias
y en ese trecho del camino
le crecen dudas a los actos.
-9-
El recuerdo:
-niño travieso-
abre las ventanas
y entra de improviso,
desordena, revuelve,
sale a la carrera
y no se queda
para la cena.
-10-
El olvido:
-viejo terco-.
Cierra las ventanas,
corre las cortinas,
llena de silencios
los rincones,
envuelve los relojes
en un humo denso,
cubre los espejos de niebla
y se sienta en el sofá
a esperar la muerte.
-11-
Y hay días que necesito
con urgencia desaforada
la presencia del olvido,
su fuerza arrebatada,
lo profundo de su abismo,
lo espeso de su niebla,
para borrar aquella hora
abrumadora.
-12-
El recuerdo:
Hilo de dos puntas.
Cuchillo de dos lados.
Anverso y reverso.
El recuerdo no es bueno
y tampoco es malo,
es emoción elemental,
total y circunstancial.
-13-
El olvido y sus artificios
arrasan con los recuerdos,
borran de la memoria:
el amor más intenso
y al más feroz de los odios.
No distingue el olvido
en su bárbara faena:
el recuerdo que hiere
del recuerdo que sana.
-14-
Roto el hilo del recuerdo
gana espacio el olvido.
En esas profundidades
zozobran en un mar espeso
nuestros gestos abstractos.
Somos huesos a la deriva
sin propósito.
-15-
El recuerdo
es una nube
cargada de sorpresas
sin rumbo ni destino.
El olvido
-en cambio-
es un pozo azul
sin fondo conocido.
-16-
Una víbora inocente
duerme apacible
en los rincones
de la memoria,
la nombramos
con afecto
confusión.
El olvido
es un demonio
resentido
que despierta a la víbora
que llamamos confusión
y la incita y la obliga
a envenenar los recuerdos.