Voy a hacer un experimento inspirado en los defraudadores fiscales: en lugar de hacer una factura única de 1.200.000 €, hacen 12 facturas de 100.000€ y, com o la policía es tonta, pues se "la cuelan". Pues yo igual; en lugar de un relato de 700 o 1.000 palabras (gracias a la benevolencia de Gregorio) voy a tratar de colar cuatro relatos de no sé cuántas palabras. Oye, si cuela, cuela.
VACACIONES DE VERANO.
Parte 1ª.- Preparativos y comienzo del viaje.
“Si en todas las partes del mundo los hombres son hijos de la Tierra, en Las Hurdes la Tierra es hija de los hombres.” Miguel de Unamuno. 1.914
En mi recuerdo este período de tiempo, que suele ser prolífico en aventuras, ocio, encuentros, felicidad si cabe, es algo difuso, inconcreto, días y noches en los que la rutina seguía siendo el molino implacable del tiempo. Apenas algún viaje, con la familia desde luego; nunca mucho tiempo de ausencia del trabajo porque la responsabilidad (ese falso concepto que nos imbuían junto al cálculo de estructuras y el amor por la obra bien hecha, ahora lo se) era mucha y no se podía dejar la obra en manos menos cualificadas. Vaya broma. Así que mis recuerdos de unas auténticas y vivas vacaciones veraniegas tendré que buscarlos en un terreno que me resulta querido y familiar: la imaginación. Situaciones no vividas, aunque deseadas, trufadas con trozos de auténtica realidad.
Siempre quise recorrer esa región casi mítica que se sitúa al norte de Extremadura: Las Hurdes. Desde que leí el “Viaje a La Alcarria”, de Cela y me absorbieron las imágenes de “Tierra sin pan”, de Buñuel, ese experiencia viajera, de contactos con otros hombres y otros paisajes, ocupó una buena parte de mis ilusiones juveniles. Y de las fantasías, porqué no decirlo. Así que por fin voy a hacerlo. Me he documentado a fondo. Todo muy precario porque los tiempos no permiten otra cosa; pero algunos mapas, una mochila que es de los tiempos militares de mi padre, cantimplora, botas... un equipamiento un poco según la guía que me dejó Cela en su libro. La región es escabrosa; las comunicaciones escasas y el terreno abrupto, así que planifiqué las etapas muy conservadoramente. No están aún lejos mis tiempos de “afiliado forzoso” al Frente de Juventudes y mi experiencia en campamentos, además de proporcionarme una idea bastante cabal de mis posibilidades físicas, me ha facilitado nociones básicas de vivaqueo y supervivencia. Aunque en esta época, años cincuenta, eso de vivaquear y dormir “a la belle etoile” (cursilada francesa donde las haya) es imposible: la Guardia Civil caminera vigila hasta los últimos recodos de caminos, las casas abandonadas, las espesuras de los montes.
De manera que, a regañadientes, mi padre me facilitó, además de la preceptiva autorización paterna, una lista de sus conocidos y clientes que él situaba en aquellos andurriales. Lista que yo debería ir complementando según fuese avanzando en mi viaje, preguntando a los conocidos paternos por otros que ellos me fuesen facilitando para tener más o menos garantizada la pernocta en sitios civilizados. Y como último recurso, el nombre de un cierto comandante de la Guardia Civil, con mando en la capital y padre de un íntimo amigo mío, al que podría recurrir si la cosa se volviese demasiado turbia. Aunque este buen hombre trató de disuadirme con todos los argumentos que su amplia experiencia en caminos y senderos y del conocimiento del paisaje y paisanaje de aquellas tierras, todavía inhóspitas y casi cerradas a la civilización, ponía en su buena voluntad. Pero la mía, con ese exacerbado espíritu viajero que bulle en mi imaginación, no encuentra esas dificultades.
Cesar Garcia Cimadevilla
26-06-2014 13:20
NOTA: He aprovechado que en Sonymage estoy subiendo una serie de relatos temáticos sobre estaciones climáticas para narrar un breve episodio de mis personajes humorísticos. La primavera la pasaron en el jardín del Edén y el verano la van a pasar en un archipiélago de islas desiertas en un océano sin nombre. A quienes se sientan un poco perdidos con este retazo de historia les remito al comienzo de la historia, carnaval y primavera en el jardín del Edén.
En cuanto Carl Future oprimió el botón que activaba el “generator gusanorum” como lo había llamado el profesor, fue absorbido en un torbellino que se formó en el aire y girando y rotando, cabeza abajo o pies abajo, de costado o de medio lado, fue cayendo-cayendo, mareado y con vértigo, hasta que un formidable chap-chap le hizo saber que su caída había terminado sobre una gran masa de agua.
Como todo lo que pesa tiende al fondo, por arte y gracia de la ley de la gravedad, Future acabó sumergido, tragando agua salada por nariz y boca hasta lograr, en un gesto automático cerrar ambas aberturas y bracear buscando el aire de la superficie…Lo encontró e hizo buen acopio de él, luego se relajó y sus ojos enrojecidos contemplaron un maravilloso cielo azul, despejado, risueño y alegre, que le guiñó un ojo. Carl braceó buscando hallar pie, pero no lo halló. Entonces se hizo el muerto, descansó y cuando se encontró mejor giró su cuerpo grácilmente, ayudándose de brazos y manos, como si fuera una sirena rotando alrededor de su eje. Solo observó océano azul, cielo azul y la posibilidad de que algún tiburón se acercara a echar un vistazo, más si se encontraba en el Caribe, que suele ser agua de tiburones.
Aquello era un naufragio en toda regla, pero al menos estaba solo, o así lo creyó y se santiguó y cruzó los dedos para que su mala suerte hubiera terminado de forma definitiva. Se había librado de aquella panda de zoquetes y aunque se viera obligado a bracear medio océano hasta encontrar una isla desierta no sería peor que soportarles.
Braceó y braceó en un agua límpida y templada, agradable al tacto y a la vista, y cuando se cansó volvió a hacerse el muerto, con los ojos mirando el cielo azul y un rictus de preocupación en su cara, porque una cosa es sentirse feliz de haberse librado de sus perseguidores, al menos momentáneamente y de sus compañeros de Edén (¡loado sea Dios!) y otra muy distinta no tener ni un mísero madero en el que apoyarse, ni un pez o crustáceo que echarse a la boca, aunque sea crudo, ni una gota de agua potable que calme la sequedad de la boca y la sed de las entrañas. Por suerte el destino quiso que al girarse y voltearse le pareciera ver una imagen reconfortante, algo así como una isla desierta, o más bien un espejismo de isla desierta. Si se hubiera encontrado en un desierto habría pensado que se trataba de un espejismo, pero ¿existían los espejismos en el mar? Como Carl no era marinero, del mar, aunque sí navegante del espacio, lo ignoraba. Pero fuese o no espejismo era todo lo que tenía y hacia allá braceó y braceó.
Por fin arribó a una playa de aguas cristalinas en una isla desierta. Nada mejor, pensó, para disfrutar de un verano lejos de la panda de zoquetes con los que me he visto obligado a convivir esta primavera y lejos de mis perseguidores a quienes descubriré en cuanto hollen la arena porque sus huellas se verán a la lengua. Carl, como previsor que era, no en vano había llegado del futuro, decidió establecer un plan vacacional y comenzó a trazar en la arena, con un palo, una lista de prioridades:
-Comida, almacenar cocos, preparar arco con flechas para cazar y una caña para pescar. Buscar agua potable y almacenarla en cocos vacíos o de la mejor forma que se me ocurra.
-Atropar y almacenar leña seca y buscar la forma de encender fuego.
-Construir una casita o una cabañita de madera.
-Explorar la isla, cerciorarme de que estoy solo, entonces podré gritar lo que quiera sin que nadie me diga nada, vivir desnudo sin necesidad de ponerme mis mejores ropas para trabajar, insultar a voz en grito y patear el culo en el aire de mis perseguidores y de todos los que me han hecho daño, que han sido muchos, descargar mi animadversión contra la sociedad civilizada construyendo amuletos de magia negra y clavando palos afilados en muñecos que construiré al efecto…
Esto le llevó largo tiempo, no tanto como almacenar cocos, encontrar agua potable y mariscar marisco entre las rocas. Cuando estuvo satisfecho se tumbó panza arriba sobre la arena y se quedó sesteando. Al despertar decidió darse un baño y fue al regresar a la arena cuando descubrió humo en el horizonte. ¡Maldita sea mi estampa¡ Yo que pensaba pasar el mejor verano de mi vida.
Nada más incierto, porque como le ocurriera en el jardín del Edén, el agujero de gusano no solo le atrapó a él, sino que todos los atrapados en el paraíso terrenal, más algunos más a los que el ciclón dimensional pillo por el camino, acabaron cayendo sobre aquel archipiélago de islas desiertas. Así podemos contar, a vuela pluma, al millonario Slictik, que es el que había encendido fuego para asar un pez al que atrapara con la boca al nadar hacia su isla, el profesor Cabezaprivilegiada y muchos más. Pero esa es otra historia, u otras muchas historias que contaremos en algún momento, tal vez en otoño o cuando me haya tomado esta cervecita fría.
Gregorio Tienda Delgado
25-06-2014 20:24
DE VUELTA A LA GRAN CIUDAD.
Se acabaron las vacaciones y tocaba volver a Barcelona. Las habíamos pasado bien. Tres semanas de tranquilidad en el pueblo. Viajar cada años al pueblo, significaba relacionarnos con la familia y fortalecer el afecto con ellos y con los amigos de siempre. Me gustaba el pueblo, el contacto con la naturaleza circundante, el aire puro, y lo que más, ver a la familia al menos una vez al año. El único inconveniente era el calor agobiante, pero, peor quedarse en la ciudad. A mi mujer y mis dos hijos, también les agradaba.
Lo teníamos todo preparado. Yo había planificado la ruta que iba a seguir. No quería ir por la autovía; sabía que iba a encontrar mucho tráfico, sobre todo, atravesar Madrid se podía convertir en una ratonera. Además, el viaje por carreteras secundarias nos permitía ver cosas nuevas, sitios que por la autovía no veríamos nunca. Sería un trayecto relajado, sin prisa. Y con la ayuda del GPS, sería fácil.
Nos despedimos de la familia y salimos bien temprano antes de que amaneciera. Yo, conductor de vehículo, quería aprovechar al máximo las horas previas al calor. Pararía en algún pequeño pueblo de la ruta, para comer y descansar las horas de máximo calor.
Todo iba bien. Había recorrido trescientos kilómetros sin problemas. Había circulado por cuatro carreteras diferentes, algunas de ellas no muy buenas, bacheadas y con una sucesión interminable de curvas. Para recorrer esa distancia había invertido cinco horas. Iba retrasado según lo previsto, pero si hubiera ido por la autovía, estaría atascado en alguna de las innumerables retenciones. Iba llegando al pueblo donde tenía que coger la siguiente carretera comarcal. El navegador indicaba que en el cruce, a la salida de la localidad, girara a la izquierda, pero encontré un problema: esa carretera estaba cortada por obras, según indicaba un cartel.
Mi mujer me aconsejó que volviera al pueblo y preguntara en la gasolinera que habíamos visto a la entrada y de paso repostara gasolina. Me negué; teniendo el navegador no había problema. Introduje la incidencia en el aparato y éste programó la nueva ruta. Según me indicaba, en el cruce tenía que seguir recto y a unos veinte kilómetros desviarme a la izquierda por una pequeña carretera local que enlazaba con la comarcal que no pude coger antes. Así lo hice. Enfilé recto. A medida que avanzaba, el paisaje era más árido; los campos de árboles frutales, terrenos de cultivo y explotaciones ganaderas iban desapareciendo. Cada vez menos presencia de actividad humana. Me estaba introduciendo en una zona casi desértica. El navegador me indicaba que girara a la izquierda, a dos kilómetros. El calor empezaba a ser agobiante, pues, el aire acondicionado no funcionaba bien, el aire no salía frío.
La voz del navegador dijo: “en el próximo cruce gire a la izquierda… si se atreve”. Me quedé pasmado. La voz no era la que antes me daba las instrucciones. Tenía otra entonación, era más grave; era parecida a la que emiten los robots. Mi mujer se había dormido. Pensé que quizá el aparato se estaba averiando. Pero ese… “si se atreve” me resultó extraño. Mis hijos, en el asiento de atrás, no se habían enterado de nada. Jugaban con sus maquinitas. Llegué al cruce y paré el coche. La carretera por donde tenía que circular apenas tenía asfalto, no había arcén ni señalización. Pensé que mi mujer tenía razón cuando dijo que volviera para preguntar. Pero si el navegado decía que era por allí… enfilé la carretera. No sabía si había sido imaginación mía, pero me pareció que el navegador emitió una risita siniestra. Mi mujer estaba roque y mis hijos también se habían dormido.
El paisaje era una extensión plana, sin árboles, ni arbustos; nada de vegetación. El sol caía a plomo y no se veía ninguna actividad humana. Miré si a lo lejos cambiaba el paisaje, pero no. Procuré no ponerse nervioso. El navegador no se podía equivocar, era de última generación, estaba actualizado. “Ha hecho bien, siga adelante”. Di un respingo que me hizo dar un bandazo. No era posible que eso lo hubiera dicho el navegador, seguro que me lo había imaginado, que era cosa de mi mente. Traté de controlar la situación. Ya había llegado a ese punto en el que volver atrás era tan malo como seguir adelante. Sin duda era mejor seguir. Miré el panel del vehículo y vi asombrado que el indicador del nivel de gasolina estaba a punto de entrar en reserva. No era posible, en tan pocos kilómetros no podía haber gastado casi medio depósito. Seguro que el coche tenía algún problema electrónico que hacía que todos los controles fallasen. Empezaba a agobiarme. El marcador de gasolina ya indicaba en reserva. Mi mujer y mis hijos seguían dormidos. No los quise despertar. Según el navegador, faltaba muy poco para acceder a la carretera comarcal. Seguro que encontraría alguna gasolinera donde comer y repostar.
La línea que marcaba el itinerario en el navegador, había desaparecido. Estaba el plano de situación, pero no marcaba ningún itinerario. Eso me desconcertó. En ese momento, el motor del coche se paró. Se había quedado sin gasolina. “Te has quedado sin gasolina”. Era la voz robotizada del navegador. Me asusté. La había oído, estaba seguro. Pensé en despertar a mi familia, pero recapacité, creí mejor no preocuparlos. Tenía que hacer algo. Cogí el móvil, pero no había cobertura. Escribí una nota avisando a mi mujer que volvería enseguida y empecé a caminar, bajo un sol abrasador. Cuando estaba ya exhausto, oí un ruido rítmico, cada vez más fuerte e insistente, pero de repente dejé de oírlo.
Justo en ese momento, oí la voz de mi mujer: “Despierta, ya hace rato que sonó el despertador”. Abrí los ojos y a la vez grité con desesperación. Mi mujer me miró extrañada. “Espabila que se nos hace tarde”. Estaba empapado en sudor. Miré alrededor y en vez de estar en medio de un desierto abrasador, me vi en la cama, la habitación de la casa del pueblo. Respiré profundo, aliviado.
Decidí volver por la autovía. Antes de salir miré que el depósito de gasolina estuviera lleno y desconecté el navegador…
Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
Gregorio Tienda Delgado
16-06-2014 11:13
Apreciados amigos y amigas. En esta etapa, 5 relatos.
Comenzamos con un nuevo tema. Miren la propuesta, arriba en el inicio.
Esta es la evolución del taller desde que lo iniciamos el día 25/05/2012.
Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
Rodrigodeacevedo
06-06-2014 19:26
Una vez más casi he duplicado la extensión aconsejada. Pido perdón. Y una vez más autorizo al moderador para retirar el relato si lo considera oportuno.
DIARIO DE UNA VIDA.
Por fin han llegado las vacaciones de verano. Hasta septiembre sin dar golpe, y eso que el cura de Lengua, fray Teodoro, nos ha puesto como deberes redactar un diario. En cuarto curso. Vaya rollo. “Querido diario...” Cursiladas de niña. Querrá enterarse cuántas veces nos masturbamos al día. Yo tendré que acompañar a mi madre al balneario, pues ha pasado mal invierno y como soy el mayorcito...
...Otra vez al cole. Y este curso será duro: reválida de sexto y “preu”. Y a elegir carrera. Mi padre quiere que sea militar, como él, pero a mí no me va el rollo ese de la disciplina castrense...
...y otro día igual al de ayer, rutina del levantarse, asearse, gimnasia y desayuno. Después las clases. El internado es un verdadero suplicio. Pero había que aprovechar la beca que me dieron por ser mi familia quienes son...
... He decidido estudiar Arquitectura. A mi padre no le ha parecido mal. Además, que acabé el selectivo con muy buena nota y como me pasé el último verano trabajando de delineante voy con una cierta ventajilla. Y siempre se me dio muy bien el dibujo; yo era el encargado de dibujar las chicas “Vargas” cuando estaba interno...
… Por fin en Madrid. Me han mandado a casa de unos parientes lejanos de mi madre; un piso modesto en un barrio y modesto, pero mi “primita” es un bombón, aunque como vengo “del pueblo” no creo que tenga mucho chance. Enseguida me buscaré una pensión y un curro...
...A pesar de todo la vida durante el curso sigue siendo rutinaria. Aunque voy a exposiciones, conciertos, tertulias... “Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres...” escribió Dámaso Alonso. Ahora (precisamente ahora) me ha dado por leer poesía. Mi compañero de cuarto en la pensión, el Dionisio, es un gran poeta, a pesar que estudia “Física pura”, en la Facultad de Ciencias. Puede que yo también acabe escribiendo versos; en cuanto conozca a la que será mi mujer... o no...
...Mañana me licencian de la “mili”. Dieciocho meses sirviendo a la Patria que, en mi caso, ha tenido la figura de la señora de mi capitán. La he hecho de ordenanza libre de servicios. Por los estudios y un poco de enchufe. Dicen que a los hombres, una vez terminada la “mili” la vida se nos pasa muy deprisa. Ahora veremos...
...Ya soy Arquitecto. Ya tengo novia y ya he empezado a escribir versos. Mis padres están orgullosos de su hijo, el arquitecto. Cosas de padres. Yo no lo estoy tanto. Empiezan la frustración y el desencanto, la rutina...
...Me casé; vino el primer hijo (hija). El trabajo me desborda; estoy totalmente alienado. Un día cualquiera de un año cualquiera son iguales entre sí desde mis 30 hasta mis 50, los que dicen que son los mejores años de nuestra vida...
...Esta noche la niña no ha parado de llorar y mi mujer tampoco. Está decepcionada; yo no paro en casa y ella no ha podido realizar sus sueños de ser cantante (de ópera, desde luego.) Yo tampoco he llegado a ser poeta, jo/der. Mira, mi agenda de mañana, igual que la de tantos días, cambiando horas y nombres: “8h:30.- Obra “Campus Seminario. Reunión gremios. 12:00.- Chalet Palomeque. Decorador. 14:45.-Comida con Eleuterio, de FIMSA. 18:00.- Despacho. Revisar proyecto 400 vvdas. Logroño.” Y así todos los días, hasta las nueve o las diez de la noche. Y muchas noches en blanco, por el curro...
… Mi mujer me ha pedido el divorcio; dice que está hasta los ovarios (se ha vuelto muy mal hablada estos últimos tiempos.) Dice que además de no hacerle caso le soy infiel. Creo que le han llegado habladurías de que suelo acompañar a Gabriela, mi secretaria, hasta su casa cuando acabamos el trabajo. Sí, y qué. Ella está casada y no tiene ninguna necesidad de enrollarse con el jefe. Y a mi no me cuesta nada acompañarla en mi coche; me pilla de camino y muchas veces es noche cerrada cuando salimos. Pero en este santo Diario manifiesto por mi honor que no es(del todo)verdad. Un pensamiento morboso me mortifica ahora: pecado por pensamiento, palabra y obra.
Estúpidos celos...
...Finalmente nos hemos divorciado; ella se va a Barcelona con los niños. He procurado que el trámite del divorcio sea lo más liviano posible, cediendo y poniendo la pasta yo, claro. Bien está...
...Ahora se me abre un período incierto en lo sentimental y en lo cotidiano. Tendré que currarme el día a día. Pero vuelvo a disfrutar de esa libertad que añoraba cuando estaba casado. Y el trabajo no me falta. Aunque hay algo que sí me falta, no sé; vivo en una especie de atmósfera enrarecida en la que lo trivial, lo superficial es lo que se me ofrece como sustancial. Viajo. Tengo mis ligues; nada de compromiso, claro. Mi nivel de vida es bueno y eso atrae a las mariposillas de la noche...
...Estoy harto. Esta es una vida absurda. Me sumerjo en la rutina del trabajo, esforzándome por hacer de él mi proyecto vital, mi razón de ser. Pero sólo sacan ventaja de ello mis clientes...
...Me voy haciendo mayor (eufemismo para no decir viejo.) Disminuye mi rendimiento, mis esfuerzos por cumplir plazos y compromisos cada vez son superiores y me compensan menos. Decido no trabajar por las tardes, dedicarlas a mí, a llenar todo el enorme vacío que cierra mis horizontes...
...Leo, escribo, oigo música, la rutina de los que no tenemos verdadera vocación ni cualidades para dedicarse seriamente al Arte. Suelo pasar algunos días en Barcelona con mis hijos y los nietos que ya han ido llegando. Aunque la vida familiar, ésa que nos proponen como elemento de equilibrio y meta de felicidad, no acabo de encontrarla. Ellos, mis hijos, mis nueras, mis nietos, son extraños para mí. O más exactamente a la inversa: yo soy el extraño para ellos...
… Si creyese en la psiquiatría o en la religión iría a consultar a un buen psiquiatra o me buscaría a un sacerdote como amigo. Cualquiera de las dos opciones son difíciles para mí, pues el escepticismo ya se ha adueñado de mi espíritu y los sentimientos los tengo esclerotizados...
… Las ideas de absurdo, fracaso, suicidio, me acompañan asiduamente. Son mis fantasmas nocturnos, los que me aterrorizan desde cada atardecer hasta la madrugada: noches en blanco. También han pasado a ser una horrible rutina...
...Dentro de poco Sor Águeda volverá a despertarme por enésima vez en el día: “Rodrigo, no te me duermas, que luego no pegarás ojo en la noche.” Rodrigo...¿qué sabrás tú de mis noches, buena mujer? La residencia de la tercera edad, la última cárcel, el moridero. Mis hijos me “aconsejaron” que ingresase en ella: "Tú tienes posibles, papá. Y nosotros en casa, ya ves, no tenemos ni sitio ni tiempo para dedicarte". Me eligieron una buena residencia, mixta. Y no me puedo quejar, vienen a verme con los nietos un par de veces... al año. Otros pobres residentes se mueren sin tener una visita de los parientes desde que entraron...
...“Rodrigo, vamos a dar un paseíto por el jardín, acompáñame.” Es Leonor, del pabellón de mujeres. Una viejecita dulce y cariñosa. Y muy inteligente. Y culta... Hablamos de todo y le gustan mis poemas. “Tenías que haberte dedicado a escribir, Rodrigo.” A buenas horas, mangas verdes...
… Ahora he controlado, por fin, mis horribles fantasmas vespertinos. No ha sido por la compañía de Leonor, no. La pobre murió el mes pasado. Aunque quizás ella me dio la clave, con su dulce aceptación de este vivir. Ahora me visitan todas las noches, pero me acompañan con amor y cordialidad; mi ex-mujer, mis viejos amigos (conocidos, más bien), mis padres, todos los que ya se fueron y me esperan en algún sitio... Y Fray Teodoro, que estará aguardando este diario para darme la calificación definitiva de lengua, cuarto curso... Mira que si me suspende...
Des
04-06-2014 15:20
Para Victoria.
1 De Julio 2009
(Este cuaderno me lo ha regalado mi hija Cristina, me he propuesto escribir aquellas cosas que siento y pienso ,que son importantes para mí y que quiero compartir con mi nieta cuando sea mayor... porque tal vez ya no esté aquí o se me haya olvidado todo...o qué se yo lo que puede ocurrir...)
Mi Amor Pequeño, a ratitos te iré escribiendo en este cuaderno que me ha regalado tu mami … para darle color a estas páginas y que sean más bonitas , las adornaré con poemas, flores , fotos y pequeños regalos...
Tienes siete años Victoria, desde el primer instante, supe que te iba a querer con toda mi alma , no fue un embarazo fácil para tu madre ,solo tenía dieciséis años , era casi una niña , fue muy valiente y lo sigue siendo … tengo tantas cosas que contarte que no sabría por dónde empezar…
Iré despacito y con mucho amor …
Eres una niña que siempre sonríe ...
...una sonrisa lo suaviza todo hasta en los momentos más complicados, no lo olvides cuando seas una mujer.
Acabas de salir de la piscina y me dices “ Yaya te quiero mucho” y otra vez al agua , me lo dices muchas veces y yo te lo digo a ti, es muy importante decirle a las personas que quieres lo mucho que las quieres , no des por supuesto que lo saben , porque a veces nos sentimos inseguros y necesitamos que nos digan lo que mucho que nos quieren.
El amor hace que la vida sea más fácil y se hace más fuerte cuando lo compartimos con los demás, pon ese amor que llevas dentro al servicio de los demás , cuando no te encuentres demasiado bien , haz algo por los demás y verás como te sientes mejor , no falla Victoria, es cierto.
El amor no nos pertenece , no es egoísta , mejora nuestras relaciones , nuestras vidas , nos ayuda a afrontar los problemas , una actitud de amor puede cambiar el mundo, tu mundo .
…
Aprende , lee, estudia, viaja, escucha música, se entusiasta , creativa, humilde .
Busca tus momentos de silencio, algunas veces el silencio es la única medicina que se necesita para descansar la mente.
Busca un lugar donde nadie pueda turbarte , siéntate los más cómoda posible , cierra los ojos, no pienses en nada , encuentra ese ratito de meditación cada día .
Esfuérzate , sé trabajadora y buena compañera , intenta evitar a las personas que hablan mal de otras personas , a las personas vanidosas , a las que hacen daño a los demás y a ellas mismas, a las que se pasan el día instaladas en la queja …
Aprende a protegerte de ellas, haz todo el bien posible pero cuida tus propias energías , la meditación te ayudará , no olvides el mantra “ Om Shanti” y lo bello que es el "Saludo al sol" cada mañana al comenzar el día.
Mañana te hablaré de libros, de Italo Calvino y sus Ciudades Invisibles, de Milan Kundera y “ La insoportable levedad del ser”, de la poesía de Olverio Girondo y de Frida Kahlo...
Ah¡¡¡y de J Lennon…
... ahora es tarde , van a cerrar la piscina y tenemos que recoger a tu madre .
Victoria.
Cada día es nosotras,
ya lo sabes.
Tú
me regalas
besitos de mariposa
cosquillitas en la cara
y en el alma.
Yo
te regalo
raíces y alas
olas en la playa.
Ahí estás tú
cuando me pierdo
lluvia de colores
mi amor pequeño
diciendo
"Yayita, te quiero hasta el infinito y más allá"
Jose Jesus Morales
03-06-2014 21:50
Aquí la realidad nos enseña que los problemas no se resuelven, se agravan y que el paso del tiempo no trae soluciones sino nuevos problemas… Lo peor de todo es el estado general de aceptación de este desastre sin protestar.
Aymara
Día de cumpleaños
Al despertar supe que la luz me había abandonado, se ha convertido en una rutina, pero jamás logro aceptar esta inusual escasez en el siglo de las comodidades. No lo soporto. Doy vuelta a la llave de la regadera y tampoco hay agua.
Sin bañarme, sin cepillarme los dientes, sin tomar café, de mala gana y a oscuras me visto, contengo la ira mientras bajo a oscuras por las escaleras los 19 pisos que me separan de la calle.
A las cinco de la mañana camino hasta la parada del autobús y al llegar mi primera cola del día, está más larga que de costumbre, como un fogonazo un pensamiento me asusta.
Y sí lo mando todo bien lejos ¡al propio carajo!
Otros pensamientos lo envuelven cuidadosamente y lo amarran con una cinta, una mordaza grabada con letra incandescente ¡No puedes darte ese lujo!
Finalmente llego a la ciudad, hace tres horas me desperté como todos los días y vengo a cumplir con desgano este turno de ocho horas y esperar el pago del salario mínimo quince y último de mes.
Me acomodo la sonrisa y ajusto la corbata, bajo la cabeza y hago otra cola para poder subir al ascensor. Inconcebible, lo cuentas y nadie que no viva aquí puede entenderlo.
Los televisores ya están encendidos. En cada uno de los pisos hay una pantalla enfrente de los ascensores que repiten los grandes logros de la Revolución Bolivariana.
Camino con la cabeza siempre gacha aceptando en un silencio cómplice las normas que dictan los aparatos y no desconozco la velada amenaza.
Nunca antes en estos 10 años se me había ocurrido, pero hoy que cumplo años un destello en el cerebro me hace ver que esta escena que vivo a diario es la repetición de “Un Mundo Feliz” aquella novela de Aldous Huxley.
En estos 32 años no he vivido nada sensacional, ni siquiera borracheras providenciales, mucho menos noches extraordinarias de lujuria. Mi vida es la secuencia repetida de actos que han de llevarme por un camino deslucido y en sombras.
A la hora del almuerzo decido emprender por la zona, la cacería a un paquete de café, nuevamente la cola, esta vez en el supermercado. La voz de una mujer se levanta insolente.
Esta escasez es parte de la política del gobierno, unido al miedo nos mantiene sujetos, embozalados, mendigando y no exigiendo lo que es nuestro legítimo derecho. Cada hora que pasa sin levantar nuestra voz es una victoria del gobierno, cada injusticia sin denunciar nos hace cómplices, el miedo nos aniquila.
La respuesta no se hace esperar, desde la puerta gritan:
No hay leche, ni harina, ni papel, ni azúcar, ni café. La cola se desvanece.
Alguien comenta a mi lado. Es culpa de la mujer, no debió reclamar. Cierro los puños indignado, me ahoga la impotencia y renace aquel pensamiento de la mañana. Y sí lo mando todo bien lejos ¡al propio carajo!
La mujer camina con la cabeza en alto, los puños cerrados, los ojos encendidos de rabia. La moto, ese símbolo del miedo pasa a su lado, le arrebatan la cartera, cae al suelo y la sentencia desde la maquina en fuga ¡Aprende a mantener silencio!
Pasan a mi lado y un resorte desconocido me mueve, empujo a uno de los motorizados, pierden el equilibrio y se van al suelo, se le escapa un tiro al parrillero y mata al conductor.
Con miedo corro, aterrorizado corro y oigo los gritos de mi perseguidor ¡Es la policía! Detente.
Más disparos y un sol enorme ilumina la frase.
Y sí lo mando todo bien lejos ¡al propio carajo!
Gregorio Tienda Delgado
01-06-2014 12:04
LA ESPERA.
Una vez más, querido diario, eres ese compañero, ese amigo a quien puedo confiar mis alegrías, mis tristezas, mis sentimientos. Hoy, escribo en tus páginas, mientras espero inútilmente el regreso de un amor perdido en el tiempo.
Las tardes de junio son más grises sin ti, María, y la suave melodía de los pájaros suena incoherente. Sentado en este pequeño bar que tanto te gustaba, veo con nostalgia al cielo teñirse de nubarrones negros. Una silla vacía frente a mí, congela el momento con la dureza de la verdad. Aclaro mi garganta reseca mientras escucho el murmullo de la calle, y espero vanamente tu regreso. Mi corazón, que es un eterno soñador, se asombra con el arco iris que se ve después de una leve lluvia, y sonríe y te manda miles de mensajes con las gaviotas que surcan los cielos, con mi deseo de recuperar tu amor lejano. Un amor efímero y radiante como los rayos del sol, que pudo verter nueva vida a cada día llenándolo de magia, de encanto, de dulces palabras que en el ocaso debían transformarse en ecos del alma, que lejanos y ausentes suspiran por el ser amado.
Una pareja llega y toman asiento en la mesa en la que nos solíamos sentar. La mesa que da a la calle, desde donde puede verse la gente pasar.
Callado, apático, en el lugar más sombrío del local, con el corazón desnudo y desierto, espero tu llegada como ave migratoria que regresa en verano. Soñador y esperanzado te imagino a mi lado disculpándote por llegar tarde, hablando de lo duro del día, mientras perdido en tus ojos digo sin palabras: Te amo.
Al recordar tu voz, se pierden mis sentidos y retroceden a aquel día que te conocí y te entregue mi corazón. Ha pasado el tiempo y mi amor por ti no ha disminuido. Crece en mí, aun sabiendo que eres un dulce sueño que llegó para enseñarme lo lindo que es amar. Quisiera desplegar mis alas, ir en tu búsqueda, y sentirme pleno como el horizonte mismo al unirse con el mar y ser totalidad.
Aquí sigo en silencio por tu ausencia, en este lugar lleno de gratos recuerdos y de nostalgia. En este pequeño bar pleno de matices donde nuestras miradas coincidieron por primera vez y nuestros corazones latieron acelerados y al unísono. ¿Lo recuerdas?
La gente va y viene mientras pido algo para justificar mi larga estancia en solitario. Escucho las risas de la gente a lo lejos. Tú no llegas. Los árboles cantan la melancólica canción del viento, pienso en ti una vez más y suspiro. La tenue luz hace que el atardecer que precede a la noche que se aproxima, sea más lóbrego de lo usual.
La brisa sopla con aliento de mar fresco, suave, sincero. ¿Me olvido de ti? ¡Como si esa fuera una opción! ¿Dejo de esperarte? Si lo intentara, sería imposible borrar tus ojos de este triste anochecer.
Han pasado casi tres años desde que nos despedimos en este bar, donde habíamos pasado juntos tantas horas, acogedor testigo de un segmento de nuestras vidas que ahora parece tan lejano. Aún sigo aquí aunque no quieras saberlo, abstraído, viéndote en caras ajenas, perdido entre canciones con sabor a ti, esperando que el tiempo decida borrar tu rostro soñado de esta mente casi perturbada...
Pero hoy tus ojos no me ven y tus oídos no pueden escucharme. Tu corazón se convirtió en roca inmutable y mis versos y mis letras ahogadas, emprenden camino despertando ensueños que tienen tu nombre y tu recuerdo como la más profunda huella en mí. Aún, en mi interior late la dulzura y la dicha de ese amor perdido y lejano, similar a este ocaso nocturno donde las ausencias son tantas como los sueños que se quedaron atrás...
Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
caizán
28-05-2014 03:52
QUERIDO DIARIO
20 de marzo.- Hace más de cuatro meses que Alberto falleció, he guardado luto por él pero más por mí; todo este tiempo me ha servido para comprender lo que él fue, lo que fuimos: una pareja. Una lo dice y parece mentira que se haya tenido que ir para entender esa frase “siempre se valora lo perdido”, es cierto, los muchos años de convivencia crean mesetas afectivas donde damos y recibimos ¿Amor, afecto? ¿Ternura? No sé, algo o todo en piloto automático. Damos y recibimos caricias, besos, sexo, con total normalidad, no hay lujuria ni pasión, es un lago quieto donde se refleja la luz de la luna y nosotros estamos allí, en silencio, acariciándonos, las cabezas y las manos unidas para cerrar el circuito eléctrico del amor que nos tenemos.
Alguna vez me dijo:--”Si me querés, no te quedes sola cuando me vaya. Sé feliz. Buscá el amor, yo haría eso si vos te vas primero, reencontrar lo que tuve con vos”. Todos estos días estuve recordando esa frase y ayer me dije:--Clara tenés que salir, olvidarte del luto, dejar entrar el sol a tu corazón. Y así lo hice, me quité esta ropa oscura, definitivamente, me vestí como a él le gustaría y me fui a la peluquería, corte y peinado nuevo, llamé a algunas amigas para anunciarles mi reaparición en la vida; todas se alegraron y me motivaron para salir esa noche. Mientras tomaba unos mates fui discurriendo lo que haría, donde iríamos y como me vestiría. Y al final, querido diario, aflojé. La princesa no fue capaz de subir a la carroza que la llevaría al baile del palacio, las chicas insistieron pero fue en vano, faltó el coraje que creía tener y me refugié en el televisor. Anoche una vez más fue mi compañero. En realidad estuvimos aislados, él por un lado y yo metida en mis recuerdos, en mis pensamientos y porqué no decirlo: en mis miedos, en mis preguntas ¿Qué busco? ¿Qué necesito? Una a los veinte no consulta nada, da, toma y recibe todo lo que la vida le ofrece, pero a los sesenta tiene que cribar lo que le ofrecen y ser medida con lo que tiene y sobre todo: saber si lo que puede dar es aceptado, si la consideran oro ley o fix. No quiero que me crean una buscona, pero necesito afecto, ternura, como la planta necesita el sol y el agua. No me quiero marchitar, ni encerrar en mis recuerdos envuelta en soledad. Discurriendo todo eso me quedé dormida en el sofá.
Y ¡Oh sorpresa! Hoy me desperté decidida, con coraje; no sé si anoche soñé con algo que me motivó, pero me siento distinta. Me llamaron las chicas para saber como estaba; todas se alegraron porque que mi voz delataba el cambio de actitud y me invitaron a la fiesta que dará Marisa, amiga de todas nosotras, con motivo del traslado de su hija y su yerno a Canadá. Dije que sí. 21 de Marzo.- Querido diario ayer me preparé para “salir al mundo” como en mis mejores épocas, impecable. Las chicas me confirmaron que estaba “estupenda” y que iba a ser una sorpresa para muchos amigos que allí estarían.
Fue una noche sensacional, me reencontré con amigos y amigas que celebraron con alegría “mi vuelta a la vida". Bebí, bailé, charlé toda la noche en distintos corrillos, todos los grupos me recibían con cariño y me felicitaban por este volver mío; me sacaron a bailar, siempre fui buena bailarina, varios hombres, algunos: amigos; otros: desconocidos, y tuve la respuesta: SOY VIEJA.
Nadie me tocó, nadie apretó su cuerpo contra el mío en un tango o una milonga, todo fue muy aséptico, me sentí como una mariposa en manos de un entomólogo.
No hubo ninguna insinuación ni chanza, ninguna propuesta “indecorosa” que me permitiera flirtear un poco. Nada. Anoche me dí cuenta que soy moneda fuera de circulación, sin valor legal.
Querido diario: Me espera un largo y difícil camino para hallar al hombre que quiero. ¡Pero lo buscaré!
JSM
Gregorio Tienda Delgado
26-05-2014 10:46
Apreciados amigos y amigas. En esta etapa, 4 relatos.
Comenzamos con un nuevo tema. Miren la propuesta, arriba en el inicio.
Esta es la evolución del taller desde que lo iniciamos el día 25/05/2012.