El banquete que se servía aquella noche era espléndido, regado con finos y variados alcoholes de excelentes cepas de los mejores viñedos de la región, no se escatimó en costos.
El invitado de honor a aquel inusual derroche, era un pelafustán, que con artimañas y gazapos se hacía pasar por Don Benjamín de la Rueda y Moros hijo ilegítimo de Don Ricardo Rueda Castro, descendiente directo del Conde de la Rueda, dueño de todas las tierras de esa región.
En la cocina Herminia se ocupaba de que cada plato, cada copa servida de ese particular agasajo fuera perfecta, se cercioraba personalmente de que así fuera y cuidaba con celo y esmero todos y cada uno de los detalles. Con seguridad, con firmeza, con la voz enronquecida por los fuegos, por la sal marina que invariablemente usaba en sus comidas se hacía obedecer, le acompañaba esa herencia absolutista de generaciones que se acostumbraron a mandar y ser obedecidos de inmediato, en su familia todos fueron varones y militares, ella decidió en vista de la imposibilidad de tomar como todos los hombres de la familia la carrera militar, encaminar sus pasos a ser la dueña de una cocina, tenía nariz para los negocios, para los aromas que se desprenden de la combinación de especies y podía ejercer su pasión de mandar y ser obedecida sin chistar, ni replicar.
Herminia se convirtió en una referencia obligada, y quien quisiera realizar un verdadero festín al paladar, si podía pagarlo acudía a ella, con la plena seguridad que sería un éxito por descontado y se hablaría durante semanas del convite.
En la mesa se comía, se bebía a placer y se hablaba animadamente sin importarles lo más mínimo que ocurría en la cocina, mientras llegaran los platos y las bebidas a tiempo, perfectas como los tenía acostumbrado Herminia, se daba por descontado que en la cocina todo era coser y cantar.
En esta oportunidad se equivocaban, un pequeño detalle inicio una cadena de acontecimientos que culminaron en un desastre.
El vástago de la licuadora, mal ajustado por un maquiavélico ayudante, se salió de madre rompiendo la bandeja con los huevos que terminaron en el piso sin batir y haciendo un revoltillo.
El ayudante en cuestión era realmente un enviado de Arturo Crespo el mejor Chef que se conoció por aquellos lugares y que con la aparición de Herminia hacia 3 años, había perdido clientela y estaba a punto de perder el Restaurante “El Faisán Alado” de su propiedad.
Herminia no le quedó otra opción que contratar a este joven que apareció como un Ángel salvador, ante el inconveniente que sufriera su ayudante de confianza, quien había sido recluido en el hospital con una severa intoxicación y rasgos inequívocos de sordera, un pito permanente en los oídos le impedía oír.
El mismo joven se ofreció de inmediato para batir los huevos y salvar el soufflé de pescado, que era el plato principal, pero antes de batir los huevos colocó unas gotas de aceite en el recipiente y por más que batía las claras de huevo, no lograba la consistencia adecuada.
La alegría continuaba en las mesas fuera de la cocina hasta que un grito de auxilio paralizó a los invitados por un segundo. Al reponerse del asombro entraron en carrera a la cocina y vieron con asombro como Herminia tenía agarrado por los cabellos al joven y amenazaba con cortarle el cuello, cuchillo cebollero en mano y pudieron oír la confesión del aterrado muchacho antes que Herminia le hiciera un corte perfecto.
Estela
13-03-2014 05:58
LA SONRISA CUADRADA
Aldo lo sorprendió finalmente sonriendo y con un gesto MAQUIAVELICO se apresuró a filmarlo. EStaba harto de que su amigo Rodolfo le dijera que él tenía las neuronas sonrientes,pero que no reía porque le salí la sonrisa cuadrada.Le decía muchas veces a su amigo, que eso era ridículo, que por qué no sonreía, o reía a carcajadas,abiertamente, como lo hacía el común de la gente
!Qué PELAFUSTÁN que era ese hombre!
Rodolfo era una persona muy difícil de entender, quienes se habían hecho sus amigos, muy pocos, tuvieron que aprender a conocerlo.En su SORDERA selectiva no hacía el mas mínimo esfuerzo para que se acercaran,y consideraba que eran los demás quienes tenían queentender como era él, y darse cuenta del privilegio que era, que desde su omnipotencia, les permitiera ser sus amigos.
Todos aquellos que trataban de socializarlo, se daban de NARICES contra su talante huraño.
Su egoísmo lo aisló a menudo; aunque tenía familia, hijos,nietos, era sumamente cerrado en sí mismo, excepto para algunos seres queridos, muy cercanos.
De una ESPLÉNDIDA capacidad intelectual, nada se oponía a sus planes y sus logros, y pudo salir adelante aún en los momentos mas duros.
Muy arrogante, daba toda la sensación de que creía ser un VÁSTAGO descendiente de algún Dios, y miraba al mundo desde su pedestal;consdideraba que muy pocas personas estaban a su nivel
Sus aires de suficiencia amedrentaron a mas de uno, y así fueron alejándose muchos de sus amigos.
Como Aldo sostenía que no era posible que no sonríera nunca, estaba muy atento para sorprenderlo,y logró filmarlo riendo. Rodolfo de inmediato comenzó a insistir que le entregara la película para tirarla,cosa que le denegó su amigo y sostuvieron una pelea fenomenal.
Aldo se convirtió en un existoso director a partir del film que estrenó: "El hombre de la sonrisa cuadrada" cuyos protagonistas eran solamente la boca y los dientes del tal Rodolfo, que se hicieron famosos, y eso fue lo único que trascendió de él.
Los cines estaban repletos y la gente se divertía riendo abiertamente a carcajadas y diciendo:
!Se lo tiene merecido por arrogante!
Hace tanto que los tengo abandonados que no logro recordar mi contraseña para entrar
Rodrigodeacevedo
12-03-2014 20:01
Venga, escritores, no me seáis abandonaos. Un relatito a la semana no supone nada para vosotros y es la vida para el hilo. Que no pase de esta noche ¿eh?.
Rodrigodeacevedo
12-03-2014 19:50
LA SEÑORA BENITA
La señora Benita murió durante la noche. Se apagó, sencillamente. Se fue con la misma callada discreción con la que pasó los últimos años de su vida junto a Doña Antera, la matriarca. Benita era la nieta -la tercera generación ya- de una doncella que entró al servicio de la casa cuando la dejó embarazada un pelafustán que por entonces cuidaba los caballos del señorito Justo, el vástago rebelde y temerario de la familia. El rostro de la señora Benita era un compendio de tristezas y amarguras. Su rostro cetrino, de piel terrosa, estaba surcado por un indefinible número de arrugas, profundas, sinuosas, atormentadas como su propia dueña. En cambio ahora, desde la paz de la muerte, había experimentado un asombroso cambio. Su nariz estaba perfilada con la elegancia que pudo tener un día, allá en la juventud, cuando empezaron sus sufrimientos. La tez se le había aclarado y las arrugas suavizado; aquel rostro tenía la más pura y noble expresión de paz que yo había visto jamás.
Eso es algo que yo he podido comprobar en los muchos muertos que he tenido que ver durante mi vida, el cambio que suelen experimentar cuando acaban los dolores de la agonía, cuando (como dice la piadosa Doña Antera) han entregado su alma a Dios. Pero en el caso de Benita este cambio tenía carácter casi milagroso; y yo no dejaba de preguntarme ¿qué habrá más allá de la muerte que provoque esta transfiguración? Porque no parecía ser una simple transformación física. En el caso de Benita es verdad que ella era muy buena, servicial y noble; era el sostén de Doña Antera, que no siempre reconocía estas cualidades en ella. Cuando empezó a gritarle lo atribuímos al mal genio de los viejos; luego resultó que era simplemente a causa de su sordera.
Ahora aquí, en el velatorio, en el silencio obligado de los pocos que nos hemos congregado junto al cadáver de Benita, se me acumulan los recuerdos de esta ya vetusta familia. Yo soy el encargado de actualizar e investigar acerca de su genealogía. Los apellidos, desde luego, son rimbombantes. Pero yo sé que están trucados. Ciertos “de la”; algún “y”, y el añadido de algún gentilicio, realzaron como las salsas a los guisos, la grisura de las primeras ramas del árbol. Sus orígenes más fiables los sitúo a mitad del S. XIX, cuando se formó el Cuerpo de Voluntarios Realistas, defensores del absolutismo real, en el que el primer Martínez de la familia, oscuro y maquiavélico personaje, comenzó a trenzar sus iniciales relaciones, que le llevaron, con muchos dimes y diretes, hasta la riqueza y la preeminencia social. De aquel espléndido, aunque turbio pasado, es cierto que bien poco queda hoy; los vaivenes de la Historia suelen arrasar y depurar muchos advenedizos. Pero hablaba de la señora Benita y de sus sufrimientos.
Protegida de mi bisabuela, la madre de Doña Antera, siempre estuvo con su figura enteca y frágil junto a la matriarca; era su “yo” en lo material, puesto que la matriarca siempre estaba en otros cielos. Esta familia siempre estuvo a falta de varones; los justos para que no se perdiese el apellido, por lo que finalmente el gobierno y la autoridad de la familia devino en Doña Antera, mujer de gran carácter, que ha ido acumulando en su persona, imponente por su severidad y esa especie de majestad laica que emana, todos los hollejos de las generaciones pasadas, depurándolos y filtrando sus mejores esencias. Ella podía haber sido el comienzo de la verdadera familia aristocrática que nunca llegó a ser; nunca podría serlo con los débiles y quebradizos mimbres que se manejaron.
Lástima que sólo quedo yo para proseguirla. Pero esa es ya otra historia. Como queda mucha noche de velatorio puede que, mientras medito acerca del misterio de la transfiguración del rostro de Benita, vaya hilvanando ideas para otro momento. Además, que apenas he hablado de la señora Benita.
caizán
09-03-2014 11:51
El pelafustán accionó, con maquiavélico fin, el vástago de la válvula, ni su nariz ni su sordera previeron que el absoluto silencio se convertiría en un espléndido espectaculc, contrario a sus fines.
Jose Jesus Morales
09-03-2014 04:03
La sintética
Sordo ante los reclamos, un pelafustán extranjero, maquiavélico vástago del absolutismo,esplendido con los recursos ajenos, tiene la nariz mad ura del cobarde.
Rodrigodeacevedo
09-03-2014 01:39
Mi sintetifrase de urgencia:
"Una de las consecuencias del despótico absolutismo de aquel vástago real, pelafustán y maquiavélico, fue su sordera ante sus súbditos; quienes por el contrario desarrollaron narices con un espléndido olfato para captar los hedores de la corrupción."
Rodrigodeacevedo
09-03-2014 01:29
Con la anuencia de Don Caizán, tío de la llamada Doña Eratalia, por aquello de la caballerosidad que nos distingue, por que es el Día de la Mujer, con ache intercalada (léase "muhé") y por que así lo estima conveniente, no el amo del cotarro, cargo aquí inexistente, sino el autoproclamado "Señor de los Versillos", servidor de ustedes, vengo en aceptar y acepto el espléndido vocablo propuesto en segundas nupcias por la antesdicha Doña Eratalia. En consecuencia queda completada la lista palabreril con las siguientes unidades:
Y a ver si se estiran ustedes en la producción de relatos, que estamos lo que se llama vulgarmente "caninos". Ya saben la norma: "entre poema y poema, relato." Feliz semana, compas.
Eratalia
08-03-2014 22:59
Aunque el amo del cotarro aún no ha dado su beneplácito y no sé si mi palabra repe queda admitida, me arriesgo a sintetifrasear así:
La absoluta sordera de aquellos vástagos palafustanes y maquiavélicos era inversamente proporcional a la finura de su nariz, que poseía un espléndido olfato.
Con rimas y a lo loco
Eratalia
08-03-2014 22:54
En lugar de la sintetifrase, el sintetipoema... ¡genial! Un aplauso a la originalidad de JJ.