No soy escritora ni periodista, pero estoy obligada a contar esta historia para hacer honor a un Héroe Anónimo de la Caracas en Estado de Sitio.
Carlota Estilita Mujica es mi madre, vive sola y a sus 89 años se abstiene de ir a cumplir con su deber democrático de manifestarse para salvaguardar su vida, las manifestaciones son atacadas por colectivos armados del Gobierno y la Guardia Nacional dispara a los manifestantes en un intento desesperado de destruir la disidencia.
Inevitablemente la violencia es derrotada por ingeniosas pancartas que recorren el mundo y señalan la represión, la falta de alimentos, el cinismo de un presidente extranjero, la permanente injusticia diaria. Los manifestantes levantan con voluntad cívica consignas por la libertad de Leopoldo López, Iván Simonovis y los presos políticos.
Cada noche sin saberlo Yo mi madre sale de su edificio y toca con toda la fuerza de su herencia Caribe la cacerola en la calle. Anoche luego de cumplir con su deber venezolano se percató que con las prisas dejó las llaves dentro de su casa y que estaba en la calle, decide tomar un taxi para llegar a mi casa a escasos 10 minutos y con la olla y un cucharón en la mano detuvo un taxi.
A las diez me llaman de la portería y me avisan que mi madre está subiendo a mi casa, inmediatamente entro en pánico y pregunto ¿está seguro? y el vigilante en un tono normal confirma: la señora dijo que era su madre.
Debe estar durmiendo pensé, pero el miedo abruma, arrincona. Vienen por mí, van a ponerme presa, Yo manifiesto en la calle. En ese momento golpean la puerta con fuerza, no utilizan la campana del timbre, se dispara el corazón, los pensamientos entran en un molino que tritura mi tranquilidad. Muerta de miedo grito. ¡Quién es? La voz de mi madre tranquila responde: Soy tu madre.
Entra y me pide las llaves de su casa, que se quedó afuera dice sin darme explicaciones, sin salir del susto le ruego que se quede y con autoridad contesta: el taxi me está esperando abajo, dame las llaves sabes que necesito dormir en mi casa, la conozco y discutir es inútil, entrego las llaves y 500 Bolívares, la tercera parte del sueldo mínimo, en Caracas un taxi a esta hora puede costar esa cantidad. Le suplico me llame al llegar y quedo desesperada al lado del teléfono.
Pasan 10 minutos y no llama, a la media hora llamo Yo y no responde, a los 45 minutos no deben quedarme cabellos en la cabeza, los arranqué por puños después de comerme las uñas, estoy a punto de salir corriendo a su casa. Suena el teléfono atiendo y el grito ¡MAMA! debieron oírlo en el edificio del frente.
Con voz suave y calmada dice: Ya llegué hija y continúa hablando:
Al salir de tu casa encontramos una barricada y tuvimos que desviarnos, el chofer recorrió calles y callejones intentando llegar a mi casa, pero las barricadas se repetían y algunas estaban encendidas, el chofer me hablaba con seguridad y me daba valor, en ningún momento sentí miedo. Transitó por aceras, se bajó y apartó escombros, tomó una calle en sentido contrario y tres sombras saltaron al frente, eran tres mujeres suplicando, rogando, llorando, que las llevara a su casa en el extremo opuesto de la ciudad, las montó en el carro y advirtió que tenía que dejarme a mí primero.
Finalmente llegamos y le pregunté cuánto le debía, para mi asombro contestó: Nada. En tiempos de guerra hay que ser solidarios.
Rodrigodeacevedo
26-02-2014 21:03
LA SOLEDAD DE LOS RASCACIELOS.
Toda mi vida la he pasado construyendo rascacielos. Desde que Mies van der Rohe nos enseñó a mirar hacia el cielo comprendí que mi vocación como arquitecto era la de lograr esa especie de ideal de aquel Hiram mítico, constructor de zigurats, esas torres a modo de campanas invertidas, cuya resonancia era proporcional a su proximidad al cielo al que los hombres trataban de acercarse. Eran edificaciones toscas, rudimentarias aglomeraciones de piedras o ladrillos y sólo en su enormidad y rudeza estaba su belleza. Nuestros rascacielos, en cambio, no tienen la espiritualidad con la que se concebían las bíblicas torres, pero en cambio son bellos, esbeltos, facetados como inmensos diamantes, por su propia geometría. Aquellas se construían sin prisas; eran homenajes debidos a los dioses cotidianos, que llevaban en su ejecución el sacrificio cruento como cualquier inmolación . Nosotros las hacemos contra reloj y también son ofrendas a otros dioses, los del poder y la vacua vanagloria y exigen asimismo su cuota de sangre humana.
Pero nunca había pensado que estos rascacielos fuesen seres solitarios, que una vez que los abandonas siguiendo la norma del absentismo funcional que impone la planificación rigurosa de las inversiones, ya terminados y entregados a los intereses puramentes materiales de sus promotores, se sienten desprotegidos del amor de su creador, añoran las caricias que ellos tanto agradecen en sus pilares metálicos, en sus fachadas de aceros especiales y vidrios refulgentes. Se sienten solos. Ni siquiera las manos toscas y profesionales de los equipos de limpieza consiguen llevarles esos sucedáneos de amor paternal en el que confiaban mientras erguían sus portentosas armazones; se siente abandonados, derrotados en el reto efímero y previsible que suponía la lucha de su dificultad técnica frente a las habilidades de sus constructores.
Buscan, en su aislamiento e inmovilidad, llegar a algún puerto donde encontrar ese amor perdido, ignorando que eso ya es imposible. Un rascacielos no es un edificio donde poder celebrar bacanales (no recuerdo más que en un film americano, “El apartamento”, donde se mostrase una celebración del día de fin de año). Esas alegrías colectivas requieren edificios más normales, donde la debilidad del ser humano encuentre unas dimensiones adecuadas. Tampoco valen para alojar lujosos departamentos para bacantes frívolos y adinerados. No. Los pisos lujosos y reservados de las plantas superiores solo albergan los despachos de los grandes ejecutivos, que disfrutan de su inmenso poder contemplando desde esas inaccesibles alturas los enjambres de gentes anónimas sobre las que ellos manejan y deciden, como dioses de un olimpo financiero y repugnante. A “mis” rascacielos los despojan de alma su propia funcionalidad, la de ser huecos donde se alojan las máquinas que degluten vidas humanas para regurgitarlas como excrementos supuestamente valiosos: como dinero.
Son, en definitiva, gayolas de alto estanding cuya única salida hacia lo humano, cuando a alguno de esos dioses le da por revolver los tensos equilibrios, es su idoneidad para el suicidio; su frialdad, sus tremendos vacíos en el interior y en el exterior, que anulan la voluntad del suicida frente a otras opciones. Fue una golondrina quien me desveló la secreta soledad de esos gigantes tristes: una golondrina perdida que empecinadamente buscaba un pequeño alero, un cálido rincón donde crear su nido. Y el monstruo de cristal y acero deseaba su presencia. El pobre pájaro una y otra vez era atraído y repelido por los espejos rígidos, impenetrables de las fachadas, como por un molino cuyo girar de las aspas impedía el posarse al débil ave. Finalmente murió.
Y mi querido rascacielos, una de las obras que aún debe albergar en su estructura algunos alientos míos, se oscureció de repente y sin motivos técnicos, redujo hasta la tristeza su luminosidad. Yo sí sabía esos motivos. Así que cabizbajo, abrumado por la artificiosidad rutilante y la in humana vorágine de la Quinta Avenida, me dirigí a mi pequeño estudio. Seguiría trabajando en lo que sería mi retiro: una cabañita, pequeña y confortable, a la exacta medida de mi recién asumida modestia, allá en Europa, en un lugar llamado España, junto al mar.
Ilust.: "Deportation". V. Enrich
caizán
26-02-2014 14:22
PROMESAS VANAS
Hace unos días recordaba, es mi ocupación habitual, que mi infancia transcurrió en la época de los grandes poetas del tango. Me vino a la memoria esa letra de Homero: “Primero hay que saber sufrir, después amar, después partir y al fin andar sin pensamiento” : Naranjo en flor, con música de su hermano Virgilio. Ellos no podían ser otra cosa, fueron bendecidos en la cuna.
Esa curiosa y precisa parábola, en tres versos, resume mi vida ¡Qué concisos y precisos son algunos poetas!
Uno parte lleno de afectos de amigos fraternos que nos abrazan y juran que estaremos siempre juntos, que no nos olvidarán jamás, normal, porque hay historia conjunta, y uno se va, lleno de esperanza, porque en este siglo XXI, el que quiere, si quiere, se conecta con quien quiere, jamás la humanidad tuvo tantas posibilidades de comunicación, solo hace falta poner voluntad.
Ni los tangos tienen la poesía de los años 40, ni la gente siente nostalgia por el que se fue, se conectarán, sí, mediante el reenvío de los múltiples correos que circulan por Internet, pero son incapaces de escribir una carta personal, se les anestesió el alma, el corazón como músculo sigue bien, ayudado por el bolsillo, pero como receptor-dador de afectos se anquilosó. No es mala gente, no saben decir, contar qué les pasa; verbalmente sí, pero llevarlo a una página real o virtual les resulta difícil, la famosa página en blanco del escritor no se da en su caso, no es un problema ni una necesidad, no se sienten derrotados por su absentismo, quizás si tuvieran el coraje de usar el teléfono expresarían sus sentimientos fácilmente, todo se verbaliza, pero no se deja constancia escrita de nuestros sentimientos, de nuestras esperanzas, la vida transcurre en automático, sin injerencia volitiva nuestra para alterar el rumbo.
El que se fue, sin prisa, se convierte en un náufrago, emite señales que nadie comprende, su campana no se oye, ha perdido el badajo. Entra en el pensamiento de los que dejó atrás cuando en una reunión de amigos alguien dice:-- “Che, ¿que habrá sido de fulano?” Hace tiempo que no sé nada de él--Claro, el fulano se cansó de enviar S.O.S. o SMS que nadie contestó, las aspas de su molino se detuvieron y sus baterías se agotaron. A lo mejor tuvo suerte, llegó a una playa, lo acogieron bien, le gustó, se quedó y se olvidó del lugar que partió. Tendrá reminiscencias, la vida que se vivió se sueña siempre. En esas noches revivimos nuestra historia, nuestros amigos, todos jóvenes, brindando por nuestra eterna amistad.
El tango también lo dice: “Promesas vanas…”
JSM
Rodrigodeacevedo
22-02-2014 14:25
El toque de campanano consiguió que los trabajadores del molino acudiesen a sus puestos. Ya no era una normalfalta de prisas; era una clara voluntadde absentismo. El encargado se sintió derrotado.
Debe de haber un problema con el editor, porque no me permite modificar los tipos de letras
Rodrigodeacevedo
22-02-2014 14:15
Muchas gracias, Gregorio, compañero. Ya tenemos la SIETE palabras del sermón.
Podemos comenzar a relatar nuestros relatos.
A la hora de llevar agua para nuestro molino todos vamos de prisa, es normal, cuando suena la campana para ello, la voluntad no sabe de derrota ni absentismo.
Gregorio Tienda Delgado
22-02-2014 11:39
absentismo.
(Del ingl. absenteeism, y este del lat. absens, -entis, ausente).
1. m. Abstención deliberada de acudir al trabajo.
2. m. Costumbre de abandonar el desempeño de funciones y deberes anejos a un cargo.
3. m. Costumbre de residir el propietario fuera de la localidad en que radican sus
Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
Rodrigodeacevedo
22-02-2014 11:04
Feliz finde, queridos todos. Amanece con la grata sorpresa de que tenemos ya SEIS palabras. Sólo nos falta una para acabar la cosecha. Hay nombres de habituales que no me aparecen ¿Puede ser Gregorio el que cierre el saco? No me seais tímidos... Buenos días.
Estela
22-02-2014 03:13
MOLINO
1. m. Máquina para moler, compuesta de una muela, una solera y los mecanismos necesarios para transmitir y regularizar el movimiento producido por una fuerza motriz, como el agua, el viento, el vapor u otro agente mecánico.
2. m. Artefacto con que, por un procedimiento determinado, se quebranta, machaca, lamina o estruja algo. Molino del papel, de la moneda.
3. m. Casa o edificio en que hay un molino.
4. m. Persona sumamente inquieta y bulliciosa.
5. m. Persona muy molesta.
6. m. coloq. p. us. boca (‖ de los animales).
Hace tanto que los tengo abandonados que no logro recordar mi contraseña para entrar
caizán
22-02-2014 02:28
SERÁ JUSTICIA --Cátulo Castillo dice en un hermoso verso: “La vida es una herida absurda” y a poco que uno se la piense, la acepta.
Cuando se rompe la alcancía materna y entras al medio hostil de la vida llorando a pleno pulmón, desnudo, sin ropas ni ideas, solo piensas en llenarte, no de ellas, de alimentos; someter el pezón materno a tus hambrientas succiones, iniciando de esa manera la larga y obesa historia de tu vida.
El mundo está lleno de símbolos que demarcan el camino a seguir, pueden ser: rectos, oblicuos, abscisos, horizontales, verticales o curvos, éstos son los que tomaremos, el ser humano es propenso a tomar todos los caminos torcidos que se le aparezcan y jamás por libre albedrío, no, siempre habrá algo o alguien que nos arrastra por la ruta equivocada y yo no soy la excepción.
Juro ante Dios, nuestro señor, que no miento. He sido un buen hijo y mejor hermano , no fui padre por ser soltero y respetuoso de los preceptos cristianos, a pesar de ello estoy aquí falsamente denunciado y acusado de algo que nunca cometí, ni siquiera lo pensé, el hecho de no ser hombre de misa no me priva de respetar las leyes que la santa iglesia propugna, si de algo soy culpable es: de tratar de defender la vida del occiso y ante mi impotencia, quitarle el cuchillo que un malvado le había clavado en su cuerpo, a raíz de ello mis manos quedaron ensangrentadas y mis marcas en la empuñadura, fueron vanos mis intentos para detener la hemorragia mientras el asesino huía dejándome allí solo con el muerto. Fue normal que quienes llegaron después en ayuda, al vernos a los dos llegaran a la conclusión equívoca que me ha traído a éste estrado.
No he aceptado un defensor de oficio porque este hecho, sin testigos, plantea la duda: ¿éramos tres o solo dos los que estábamos en esa habitación? Quien testifique diciendo que solo había dos, miente por presunción, ya que nada vio que convalide su palabra. Nada más, señor Juez, solo esperar que su equilibrado juicio valore mis palabras y los hechos en su justa medida, para que se haga justicia.
--Estimado señor debo decirle que mi función es decidir si usted debe ser sometido a juicio o liberado, en razón de ello lo he escuchado atentamente y he leído el sumario donde se narra el hecho que le ha traído aquí y debo reconocer que en algo tiene usted razón, tanto el expediente como su declaración nos plantea una duda aceptable y por ello paso a detallarla: la habitación donde fueron hallados el occiso y usted solo tiene una puerta que da al patio donde estaban los dicentes, no hay en ella ventana alguna, por lo tanto la tercera persona mencionada por usted tenía que salir por ella y enfrentar a los testigos. Nadie la vio salir. El occiso no tenía una puñalada, tenía tres y cuando ellos entraron a la habitación, usted trataba de limpiar el arma con una cortina; no, queriendo detener la hemorragia. En cuanto a sus antecedentes personales, consta que no tuvo hermanos y no sabemos si fue buen o mal hijo, ya que quedó huérfano a los tres años, queda por saber sus virtudes cristianas. Todo esto nos plantea la duda de su culpabilidad y por ello decido que sea sometido a juicio y le sugiero que acepte un defensor de oficio para que se haga justicia.
JSM