VELOS DE GASA NEGRA
(Crónica bastante cínica y provocadora de una celebración pequeño-burguesa, en un ambiente del gran mundo.)
Queríamos, una vez más, ser originales. Nuestra “peña” no aceptaba encajar en el limitado gálibo de los vulgares. Queríamos ser diferentes y teníamos cualidades y medios para serlo. Aquel grupo de hombres y mujeres, liberales, “bon-vivants” y refinados decidimos que la Nochevieja sería una buena ocasión para modificar los vectores de nuestra peripecia vital, oscurecida, gris y anodina por lo que la gente llama la crisis y que, en nosotros, no fue más que una relajación de nuestra fuerza de imaginación, un inadmisible abandono de nuestras herramientas de placer y dominio sobre la rutina y la vida amorfa.
La fiesta se organizó en la soberbia mansión de Quinín, a quien llamamos “el renacuajo”, por lo menudito que es; una auténtica masía del S.XVIII, primorosamente restaurada, situada en pleno Ampurdán, en medio de una naturaleza incontaminada y con acceso exclusivo a una cala privada: un paisaje de ensueño. Claro que también se propuso el fabuloso ático de Memé, en pleno Paseo de Gracia, frente a La Pedrera, pero temíamos que la algazara pueblerina y zafia de aquellos pobres que tienen que celebrar la llegada del nuevo año en plena calle nos distrajese de nuestro ambiente de gentes privilegiadas. Al fin y al cabo, entre la gente vulgar y nosotros hay una distancia, y no es precisamente la que existe entre el nivel de la calle y el ático de Memé. No es cuestión de abrumar a las buenas gentes; al fin y al cabo son las que pagan impuestos... ja, ja, ja...
Acudimos las ocho parejas habituales y yo, que iba por libre, como siempre, para actuar de fedatario de los hechos, inimaginables antes de la fiesta y, posiblemente, increíbles después. No me importaba, porque casi siempre, bajo la capa de mi misoginia y ambigüedad sexual, era yo el que solía pescar la mejor "tajada" (y no tajada en el sentido de curda, pítima, merluza... no; ji, ji, ji...) Previamente convocamos la preceptiva tormenta de ideas (la “brain storm”, como siempre nos recuerda con mucha cortesía la cursi de Pochola, que es “master” por Lovaina (¿pilláis el doble sentido? Lo-vaina... ji, ji. Es que hay estar muy “in” para captar ciertas expresiones, ja, ja ja...)
El juego trataba de cambio de parejas; no es nada original, pero esperabámos que improvisaciones súbitas aportasen el hechizo y la transgresión necesarios para que la noche resultase inolvidable. La decoración, ideada, como siempre, por Alberto-Luis, consistía en desdiafanizar el espacio, manteniéndolo, sin embargo, transparente y sutil; crear, en definitiva, pequeños núcleos abiertos y limitados, donde los juegos adquiriesen la doble y ambigua dimensión de intimidad y provocación. Y esto lo consiguió A-L con la magia de sus gasas negras. Pues en ese ambiente elegantísimo y superselecto, el champán, ciertos polvillos blancos y algunos de los otros sirvieron para caldear lo que habría de ser una de las fiestas más sonadas (por lo “sonados” que acabamos todos, que por lo demás fue de lo más discreto) de las que me ha tocado dar cuenta.
Sería prolija y, además indecente, la descripción de los detalles de la noche, muchos de ellos demasiado escabrosos para ser aceptados por un público poco “habitué”. Valgan como muestra los gorgoritos-orgasmos que, entre uva y uva, emitió la prodigiosa garganta de Maíta Ekberg, pseudónimo de Julita, la secretaria de dirección del papá de Memé (bueno, si yo os contase... sólo deciros que es una especie de híbrido entre Mae West y Anita Ekberg, o sea.) Pues esos gorgoritos fueron los sustitutos de las chabacanas campanadas. O la plebeyez de los guardias jurados que estaban de vigilancia y aturdidos por tanto lujo y desmadre, se empelotaron y con las linternas atadas a sus virilidades enhiestas (huisss, que sonrojo, señor...) alumbraron nuestra reedición de la “dolce vita” superburguesa.
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Para los improbables lectores de allende los mares:
“Masía”.- Casa rural catalana, hoy muy de moda como segunda residencia entre las clases pudientes, que se gastan un dineral en restaurarla y acondicionarla.
"Vaina".- Palabra del argot de la gente pija, que viene a significar fatuo, vacío, estúpido. Ya en desuso.
“Ampurdán”.- Comarca de la provincia de Gerona, de fértil agricultura y muy bellos paisajes. La llaman la Toscana españ..., esto, catalana, con perdón.
“La Pedrera”.- Edificio emblemático de Barcelona, obra de Antonio Gaudí, situado en lo más céntrico, caro y granburgués de la Ciudad Condal. Merece la pena visitarlo.