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VAMOS A CONTAR HISTORIAS.
Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
20-12-2013 18:15

Palabra Propuesta

Lubricante

Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
20-12-2013 02:32

Facineroso, Preocupación, Errante, Hoja, Abrochar, Candongo Enfermedad.

El Diccionario

Hay calles convertidas en iconos, otras son símbolos, alguna vez hemos atravesado una de estas vías y dejado nuestras huellas indelebles, que más tarde convertidas en referencias se convierten en recuerdos imborrables y hacen estas calles únicas, diferentes, dejan de ser anónimas, anodinas, y se transforman en una evocación extraordinaria, en una alusión permanente de lo vivido que nos traslada a un pasado sin fronteras, a un instante efímero que ha marcado nuestra existencia, y se convierte en parte importante de nuestra vida.

Hay callejuelas asombrosas, fantásticas, que suelen pasar desapercibidas, ocultan entre grises y sombras sus secretos a los transeúntes desprevenidos, a los caminantes errantes que no creen ni buscan seguridad, incluso estos pasajes suelen pasar inadvertidos a los peatones habituales, que sin preocupación alguna traspasan ese umbral desconocido, inocentes de las sorpresas inauditas que los aguardan y en un instante un traspiés en una baldosa cambia la perspectiva, esas estrechas callejas tienen en su poder el don preciso de medir cuidadosamente en el tiempo el minuto exacto para descubrirse y poder asombrarnos. No nos damos cuenta del extraordinario poder de esas calles quienes cándidamente avanzamos hasta que tropezamos de improviso, o resbalamos con una húmeda hoja caída en medio de un vendaval de vientos y garuas pasajeras y en ese momento se nos muestra otra faceta y cientos de probabilidades que jamás antes habíamos notado en nuestro recorrido habitual. Sin saber siquiera el nombre de esa calle, su historia, la convertimos en un pasaje de nuestros propios apremios y llega el momento de mostrarse, con orgullo se descubre a nuestros ojos enfermos de rutina, agobiados con el peso de horarios inflexibles.

Precisamente esta explicación me permite contar lo que me acaba de suceder. Caminaba sin rumbo por una de estas calles y de una de las callejuelas adyacentes aparece un desconocido que al verme me abraza con entusiasmo mientras me dice “hermano querido, que de tiempo sin vernos” y me envuelve en una conversación de lugares comunes y mucha confianza, está correctamente vestido, los puños de la camisa abrochados con yuntas, respondo con el mismo entusiasmo y lo invito a tomar algo, por un instante cruza por sus ojos claros un rayo de inquietud e intenta con algunas excusas y negativas escurrirse, no lo acepto y prácticamente lo empujo dentro de un Bar Peruano que no conocía, pero era el primero de la esquina, mi amigo del alma mantiene un discurso que poco a poco se va agotando entre los Piscos que pido y los platillos de choclos tostados que come con un apetito voraz.

El efecto de los Piscos comienza a notarse en este viejo amigo y es el momento en que dejo los monosílabos en los que me había atrincherado e inicio un pequeño discurso intentando una clase magistral:

Por estrictos motivos de trabajo soy desconfiado y este supuesto encuentro nuestro encendió mis alarmas, pero quería estudiarte, vivo en un constante proceso de aprendizaje y quizás por eso lo único que leo son diccionarios, quiero aprender de las palabras que abren un mundo de posibilidades, te recomiendo estudiarlo, te ayudará mucho en tu desempeño particular.

Somos muy parecidos, atravesamos la vida sobre una estrecha línea demarcada por la consigna de pasarla bien sin trabajar, tú eres un candongo y yo en cambio un facineroso a pesar de mis modos y vestimenta.

En este momento te estoy apuntando con la pistola que llevo en el tobillo, devuelve la billetera, el celular, el reloj, paga la cuenta y recuerda estudiar el diccionario.

OMAR
OMAR
19-12-2013 17:11

Voluntarios 9: ¿Lo permitimos? (FINAL)

A punto estaban de entrar en el tubo del agujero negro para que Khyle y Japa regresaran a su universo.
Ellos todavía se mantenían incrédulos acerca de lo vivido: ¿habrían visitado otro mundo? ¿fueron los semidioses de ese lugar sus anfitriones en realidad? Cuántas interrogantes entraban y salían de sus mentes; solo la presencia junto a ellos de Latnial les «certificaba» de alguna manera la realidad de los acontecimientos.
—La entrada al agujero será en segundos. Es necesario abrochar muy justos los cinturones para la seguridad. ¿Están listos? —la fuerte voz del semidiós los advertía sobre los difíciles momentos a enfrentar mientras navegaran por el canal tubular del agujero negro.
Ya vivida la experiencia Khyle y Japa se ajustaron bien fuertes a sus sillones de navegación y se abrazaron espiritualmente, con la intención de vencer la preocupación que los invadía.
El cálculo fue exacto. Después de soportar todas las dificultades ocasionadas por la descomunal gravedad imperante en el agujero negro los tres navegantes tomaron nuevamente el control. Y Latnial pidió a sus acompañantes que guiaran directamente la nave hacia el minúsculo planeta donde vivía Zeus; estaba ansioso por conocer a sus pares terrícolas.
Continuaban las «aventuras» de Japa y Khyle; ahora visitarían el lugar desde donde llegaron «voluntariamente» una parte de sus ancestros.
Después de atravesar la atmósfera de la Tierra, Latnial solicitó tomar la conducción y guió la nave con mucha maestría hasta colocarla en tierra justo delante de la montaña sagrada.
—Quisiera ir solo.
—No debe ser amigo, salimos y viajamos juntos desde tu mundo, por qué separarnos ahora —refutó Japa con firmeza, impidiendo una respuesta de Latnial. Y comenzaron a escalar la montaña.
Pero era tierra venerada y siempre hay imprevistos; ya a varios cientos de metros de altura una enorme piedra cayó frente a ellos forzándolos a retroceder con rapidez.
Apareció delante una escuálida figura dilapidada al parecer por alguna enfermedad, llevaba una sencilla armadura que paradójicamente lo convertía en soldado. El cuerpo pudieron verlo solo durante segundos porque se colocó de inmediato detrás de un enorme escudo de ónix que al reflejar la luz del sol filtrada entre las nubes que rodeaban la montaña proyectaba un rayo verdoso incandescente dejando unos instantes sin visión a los tres intrusos en el Olimpo.
Cuando estos lograron adaptarse a la extraña claridad ya estaban rodeados por un número indeterminado de idénticas figuras esqueléticas.
—¿Qué buscan en la casa del Gran Zeus? —preguntó uno de ellos.
—Yo quiero hablar con él —respondió Latnial.
Todos los soldados se miraron y rodearon a los Khyle, Japa y Latnial con una sarta de candonga y burla.
—¿Cómo piensan que Zeus recibirá a tres mortales? —concluyeron casi a coro.
—Yo soy un semidiós —dijo Latnial.
Esto al parecer sí enfadó a los guardianes del Olimpo, de inmediato hicieron silencio y uno de ellos lanzó con fuerza su lanza, cuya afilada hoja pasó muy cerca del cuello de Japa. Al instante se abalanzaron contra los intrusos. Latnial abrazó a sus amigos y con un tremendo esfuerzo mental logró que los tres saltaran errantes en el espacio-tiempo.
La rapidez con la que recobraron sus capacidades normales les permitió evaluar el lugar donde estaban: era una ciudad grande al parecer y una calle oscura donde dormía algún que otro hombre facineroso.
Un ruido desde la esquina los hizo reaccionar apresuradamente.
—¡Dale métele! —decían varios muchachos jóvenes conformando un círculo alrededor de dos que se golpeaban.
En ese momento se acercó un carro militar del que se bajaron cuatro soldados y una mujer:
—Somos enviados del cielo —dijo ella a los sorprendidos muchachos después que fueran obligados por los soldados a sentarse en la acera—. Venimos a proponerles un radical cambio en la vida de cada uno. Ahora los llevaremos con nosotros.
Latnial susurró a sus amigos que ese era un momento crucial. No solo en la vida de esos muchachos…
—También influirá en el desarrollo de su planeta. ¿Lo permitimos?


«...solo el amor convierte en milagro el barro...»
S.Rguez
Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
18-12-2013 20:16

TRIÁNGULO ESCALENO.

Un triángulo escaleno se define como aquel que tiene sus tres lados y sus tres ángulos desiguales . Pero no crean que por eso no tiene su armonía y su sabor. Los antiguos griegos y la omnisciencia divina no lo excluyeron de la gracia de ser eso: un triángulo. Y naturalmente lo dotaron de su punto G, llamado baricentro, punto mágico donde se produce el equilibrio de tan dispar sistema geométrico y las eclosiones del máximo placer en otras biologías.

Igual que mi viejo pariente, Don Antero, que formaba triángulo, totalmente escaleno, con su señora Doña Agapita y la doncellita de ésta, la agraciada Servanda. Y, naturalmente, este triángulo tenía que tener su baricentro: Gervasio, el mozo de mulas, un garañón apuesto y candonguillo, que hacía el cortejo a Doña Agapita cuando Don Antero, friolento y dormilón, se quedaba en sus aposentos, dejando a su legítima, sin la menor preocupación, suelta y volandera por aquellos vericuetos. También daba sus gustos a Servanda en las ocultas horas en las que la luna era su cómplice y los demás sirvientes del cortijo dormían como marmotas; a la misma Servanda, doncellita taimada y promiscua, a la que Don Antero gustaba desabrochar con sus hábiles y finas manos de señorito ocioso los toscos sayales, y que tampoco rehuía mostrar sus opulentas carnes al amo, sabedora de las generosas compensaciones que esa tarea, no pactada en contrato, le reportaría después. O sea, triángulo de cuatro lados, algo insólito en geometría, pero frecuente entre los humanos.

Pero los designios del señor son inexcrutables; no los de don Antero, sino los de Aquel cuyo ojo omnipresente todo lo vigila y todo lo ve, y ocupa, para mayor abundamiento, el baricentro del triángulo equilátero que lo define. Y hete aquí que el tal ojo vio al Gervasio en uno de sus frecuentes escarceos amorosos con Doña Agapita, y escribiendo derecho con renglones torcidos, como suele hacer, hizo saber al cornúpeta su condición de tal. Pero Don Antero, hombre sencillo y de natural pacífico, prefirió buscar una solución pragmática antes que enfrentarse al descomunal garañón o las no menos descomunales iras de la doña. Ni el uno era facineroso ni la otra de criterios errantes, pero la prudencia aconsejó al marido y amante burlado utilizar la astucia en su hoja de ruta, como ahora se dice tan vacíamente.

Además, cosas de la naturaleza humana, a don Antero siempre le había hecho tilín la apostura y el vigor del mozo de mulas. Vamos, que el hombre tenía su venilla hetero. Así que con la labia que su condición de comerciante le daba, llamó al Gervasio a la zona más noble e imponente de su mansión y le conminó a ampliar sus favores sexuales a su digna persona, subrayando que él, su patrón, tampoco estaba de mal ver y que en todo caso la Guardia Civil sería advertida de la sospechosa autoría de ciertos robos que le concernirían, con toda probabilidad, en su calidad de yegüero. Es frecuente en la Historia que esta enfermedad que es el amor afecte de manera indiscriminada a individuos del mismo sexo, aunque las ortodoxias se empeñen en impedirlo.

De modo que, entre el imponente decorado que abrumaba al desconcertado mozo y la perspectiva de algunos interrogatorios en el cuartelillo guardiacivilero, el Gervasio pasó a ser baricentro de varios triángulos, a cual más descalabazado, sin que él supiese qué era tal cosa, restableciendo así las leyes geométricas que también atañen a los seres humanos.

Estela
Estela
18-12-2013 03:38

CAMBIO
Hacia mucho tiempo que había abandonado las PREOCUPACIONES de la vida cotidiana: No le interesaba que le dijeran que era CANDONGO; se había hartado de la rutina,del trabajo,las convenciones sociales, lo que se "debía hacer".
Recordaba que lo había llevado a decidirse; un tiempo antes había escrito en una HOJA un largo listado que había ABROCHADO en un lugar visible las cosas que tenía obligación de hacer, cumplir, negocios que concretar; todos los días cuando salía hacia el trabajo la miraba; la lista no disminuía nunca; por cada cosa que tachaba por haberla cumplido, aparecían tres nuevas

Advirtió que se estaba ENFERMANDO; abandonó todo y comenzó a ser un viajero ERRANTE.Le creció la barba, las uñas;se le hizo la mirada lejana y profunda.Jamás se arrepintió de la decisión que había tomado.


Hace tanto que los tengo abandonados que no logro recordar mi contraseña para entrar
Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
16-12-2013 01:33

La única preocupación de nuestro candongo y errante facineroso, era la de abrochar en un bolsillo del pantalón la hoja del seguro social previendo alguna enfermedad.

Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
14-12-2013 14:07

El sintetizador me propone esta sintetifrase:

Sentíamos preocupación por la enfermedad de aquel mendigo. Lo errante de sus síntomas nos impedía cumplimentar la hoja de diagnosis. Se dejaba abrochar la camisa de fuerza con una actitud resignada, casi un poco candongo. Desde luego no parecía un facineroso.

Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
14-12-2013 13:58

Gracias, compas. Otra semana más tenemos las siete palabrejas pa los relatos. Aquí están:

ABROCHAR
CANDONGO/A
ENFERMEDAD
ERRANTE
FACINEROSO
HOJA
PREOCUPACIÓN.

Ahora a por los relatos; no quería decir nada para evitar suspicacias, pero las cosechas de relatos son cada vez más menguadas. Y es una lástima, con las palabras tan sugerentes que proponemos. Animaros, que es el hilo menos reglamentado de los que disponemos: la imaginación al..."Vamos a contar historias."

caizán
caizán
14-12-2013 13:47

Era un facineroso, errante y candongo,su única preocupación:no tener una enfermedad que lo obligara a cerrar y abrochar su hoja de "trabajos".

Gregorio Tienda Delgado
Gregorio Tienda Delgado
14-12-2013 11:22

abrochar.

(De broche).
1. tr. Cerrar, unir o ajustar con broches, corchetes, botones, etc. U. t. c. prnl.



Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
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