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TALLER DE RELATOS
Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
15-03-2014 05:10

Consulta extraordinaria

La escueta comunicación, la curiosidad y la posibilidad de obtener un dinero extra me empujaron a asistir a una extraña invitación.

Llegué puntual y me llevaron a un salón poco iluminado, en altos butacones estaban instalados dos hombres y una mujer desconocidos. ensimismados.

Entró al salón un hombre de unos 50 años. Me llamo Arístides Contreras, dijo, están aquí porque son los mejores en el conocimiento de artes ocultas y necesito un consejo.

Quiero presentarlos:

Trinidad Medina: Tarotista
Ramiro Rengifo: Astrologo
Alcides López: Babalawo
Camilo Contreras: Estudioso del I Ching

Espero que puedan realizar esta tarea en equipo, que sean capaces de saltar por encima de diferencias conceptuales, de celos profesionales.

Mi jefe se encuentra en una peligrosa encrucijada. Estamos revisando otras áreas estratégicas, salas situacionales y elementos varios para confrontarlos y tomar una decisión.

Ramiro Rengifo, el astrólogo dijo: Necesito otros datos para obtener la respuesta que requiere. Inmediatamente Arístides se dirigió a un escritorio de madera pulida situado a un costado del salón y saco un sobre blanco. Aquí tiene: fecha, hora, lugar de nacimiento y otras coordenadas que pueden serle de utilidad.

Le entregó otro sobre a Trina Medina y le comentó: El mazo de cartas está debidamente barajado y cortado tres veces con mano izquierda, mientras lo hacía se concentró en la pregunta, nadie más las ha tocado.

Me entregó el último sobre: Aquí encontrará el hexagrama que responde a la consulta dijo y continuó: Intenten ser lo más claro posible, eliminen las metáforas.

Alcides López lanza los caracoles y concluye:
La letra de Ifa es Oshe fun,
Obatala y Oshun ayudan a gobernar pero Shango reclama su puesto por el proceder de un mal gobernante que trae escasez y lo obtendrá aun a la fuerza.
El awuó sabe lo que será hoy pero no lo que será el mañana.
Los líderes deben ser más amplios, saber escuchar. Preguntar salva al hombre de errores.

Ramiro Rengifo busca sus escuadras, traza líneas, eleva números sobre circunferencias y en conclusión deja claro:
Saturno ha concluido exactamente 29 ciclos perfectos, en este momento se confabula con Mercurio Retrogrado, la violencia y la mentira han liberado los temores por encima de la sangre y el dolor, la libertad es lo único que mueve a los hombres hoy y no se detendrán hasta alcanzarla.

Trinidad Medina igual que los otros compañeros entre dientes recita plegarias incomprensibles. Ordena las cartas en diferentes posiciones y concluye:
Nada queda estático o inamovible. Todo cambia, incluyendo la moral, la importancia relativa de las cosas, el sentido del deber, el sentido común. Cada era trae una serie de estándares que se abren paso sobre los anteriores. Pero estos estándares también serán sustituidos por otros nuevos.

Miro el hexagrama, sé que es el número 30, LI. Fuego sobre fuego.
El abismo, la sensación de caída, el movimiento inevitable. El fuego no tiene forma definida pero oscila para intentar quemar el objeto que alumbra Es necesario matar a los dirigentes y capturar a los seguidores. No habrá error.

Arístides Contreras regresa, cada uno de nosotros expone sus criterios con seriedad, sin mentiras, descarnadamente.
Con asombro oímos sus palabras.

No me dejan alternativa, la respuesta era más sencilla, me conformaba incluso con una mentira para poder contener la ira.

Por encima de mis compañeros levanto la voz:
Nadie puede escapar de su destino, mucho menos de sí mismo, son vanos los intentos por evadir los resultados de nuestros actos, aunque con frecuencia atormentados, perseguidos por nuestros miedos intentemos engañarnos, falsear la realidad.

Por ahora están detenidos, presos por conspirar para derrocar el Gobierno Constitucional, nos informó con autoridad Arístides Contreras.

Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
13-03-2014 13:57

UN MAÑO (1) EN ZUGARRAMURDI.

Mira que se lo dije a mi amigo Pancracio: “No vayas a esas reuniones, Pancra, que nunca se sabe lo que hay detrás.” Pancracio, aragonés de toda la vida y por tanto genéticamente cazurro, no me hizo el menor caso. Una parienta suya, vasca, le había hablado de unas gentes “mu majas” que se juntaban los sábados en una cueva y se lo pasaban de p.m. Choricicos a la brasa, chuletón, buen vino... Y donde había buenas lifaras (2) allí que se apuntaba el Pancra. Nada importaba que desde su pueblo, en el norte de Zaragoza, hasta Zugarramardi, donde los vascos, hubiesen siete jornadas de viaje; eso era lo de menos. Total, ahora en el pueblo no hay “ná qui'acer. Sólo el ganau, dale una güeltica pol monte y eso me lo pué hacer el Dionisiu, mi primo. Yo me voy ande los vascos.”

Y allí se fue. Sin noticias suyas estábamos desde hacía por lo menos tres meses. Le habían parido cuatro ovejas y la cosecha de cebada estaba para recoger. Y de Pancra nada de nada. Así que decidí, aprovechando el verano y con mi cebada bien recogida, ir a buscarlo a ese Zugarramurdi o como se llame. Además que habían llegado ciertas noticias al pueblo traídas por un forastero al parecer muy viajado, que por esa parte, de Logroño hacia arriba, al norte, estaban sucediendo cosas muy raras, que quemaban a personas humanas y todo eso. Los mosenes los llaman herejes y satánicos. Cosas del demonio, parece ser. O de los franchutes, que están al lado.

Después de seis días de viaje, con mi mejor mulo bien enjaezado, pasando por Huesca (miá que es maja esa ciudad) tiré hacia Francia, siempre preguntando. Ya me empecé a mosquear cuando le decía a los paisanos: “Oiga, ¿pa llegar a Zugarramurdi?” Unos se santiguaban, otros ni me miraban. Aquello empezó a olerme a chamusquina, puede que por los “satanicos” recién quemados, que parece que por la parte de Logroño habían hecho una buena brasa. Por fin llegué a ese dichoso pueblo. Muy bonito, oye; un paisaje precioso, todo verde, con un “ganao” y unos pastos que ya los quisiéramos en el pueblo.

Pregunté por el Pancra y enseguida me dieron razón. Bueno, no de él sino de su parienta, la señora Izaskun (eso es otra cosa que me llamó mucho la atención, los nombres tan raros que usan esta gente, como si no fuesen españoles. Claro, estando al lado de Francia nada bueno se puede esperar.) Pero la señora Izaskun, cuando le dije que venía a ver al Pancra, todo fueron fiestas y agasajos. “¡Qué bien, otro maño! ¿Te quedarás p'al aquelarre del sábado, hermoso?” “Mire, buena mujer, a mí me habla en cristiano, que uno es de pueblo, pero con las entendederas bien dispuestas ¿eh? A ver, qué es eso del aque...ostias. ¿Lo de las costillicas y el vino en bota? Vale pues. Cuenten conmigo. Ahora quiero ver al Pancra, que no me fío.”

Y allí apareció mi paisano. Orondo, coloradote, con una pinta de sano que nunca tuvo en el pueblo. Nos dimos un abrazo que casi me escacha (3) las costillas, qué bestia. “Cuentáme, maño. Qué tal por el pueblo. Yo aquí disfrutando como nunca, jó. Qué gente. Mira, todos los sábados, a la caída del sol, nos arrejuntamos mozos y mozas allí, en aquella cueva que se ve al fondo. A mí me ponen unas pieles de macho cabrío por encima, con unos cuernos que no veas y me dicen que soy Satán. Yo, como ya vengo un poco colocao, me dejo hacer. Se encienden las hogueras y las mujeres se empelotan todas. Hala, a bailar y a dar gritos: “Satán, Satán, ven con tus hijos...” Entonces yo hago como que digo misa y venga todos a reírnos. Pienso: “como se entere el cura...” Pero nunca se entera, porque siempre lo mandan a otro pueblo, que si a un entierro, a una extremaunción, bueno, a alguna cosa de las que hacen los curas. Ya verás mañana sábado, te lo vas a pasar de muerte.”

Y casi de muerte lo pasé. Cuando estábamos con los “Satán, Satán, ven con tus hijos...” aparecieron el cura con muchos individuos vestidos de negro. “Estos no son invitados, pensé, Aquí se va a liar parda.” Los de negro venga a apalear a las mozas llamándolas guarras, brujas... de todo; a atar a los mozos con sogas; aquello tenía mala pinta. Así que le quité al Pancra las pieles y los cuernos y le dije: “Ven p'acá, pringao. Esos son de la Inquisición. Luego te cuento.” Y nos montamos en mi escoba biplaza y con turbo; y volando, volando, en un plis plas estuvimos en el pueblo. Que para brujos, nosotros, los maños, que nos sabemos a quienes asamos. Pobre Pancra, qué susto se llevó.

(1) Maño.- Gentilicio de los nativos de Zaragoza
(2) Lifara.- En aragonés, comilona.
(3) Escachar.- Romper, aplastar.

Gregorio Tienda Delgado
Gregorio Tienda Delgado
06-03-2014 12:23

EL COLEGIO.

La directora franqueó la puerta y sonrió esperando a que las risas y las charlas se aplacaran. Los jóvenes se miraron y acataron la que parecía ser una orden insinuada. El silencio se interrumpía solamente por el leve sonido de la respiración sincronizada de los expectantes alumnos.

─Buenos días, tomen asiento por favor. En esta escuela, la totalidad de alumnos de este curso son de sexo masculino. Pero hoy os damos una sorpresa. Ha llegado una chica trasladada de otra escuela y la profesora de biología es la encargada de presentarla. Este es el inicio de transformación del colegio en igualitario; chicos y chicas en la misma clase, sin distinción de sexo.

Al principio no habían notado su presencia. Tenía un aspecto tan frágil y transparente que parecía una aparición.

─Ella es Samanta González, dijo la profesora. Espero que la reciban y la traten con cortesía.

Veinte pares de ojos la miraron con gran curiosidad e interés, mientras ella miraba al suelo.

─Puedes sentarte donde quieras Samanta. Después, alguno de tus compañeros te orientará para que vayas viendo qué temas se tratan en el primer trimestre.

Altiva, la profesora los miró silenciando los murmullos y quedaron algunos con las mejillas sonrosadas por haber sido descubiertos en su fascinación.

Samanta caminó ligera hacia una silla vacía. Un alumno puso su mejor cara, pero no consiguió de ella ni siquiera una leve mirada. Sus compañeros lo miraron, desafiándolo para que hiciera gala de sus mejores dotes.

─Hola, bienvenida, soy Santiago.

Extendió su mano hasta casi rozarla. Ella giró levemente la cabeza sin mirarlo y contestó:
─Gracias.

Él acusó la indirecta con resignación. Las horas pasaron sin novedades. Los mismos temas aburridos. Células, moléculas...

El timbre que anunciaba la pausa que intermediaba la clase fue un alivio para todos. Muchos salieron del salón para encontrar un rincón escondido donde poder estar tranquilos. Otros quedaron conversando. Algunos se reían a carcajadas de chistes soeces, repetidos cada día. Samanta permaneció sentada en su lugar con su pensamiento perdido en algún punto misterioso de su cuaderno.

Santiago conversaba con un compañero, y disimuladamente seguía las curvas de su contorno. Algo en el verde de sus ojos le hacía pensar en vidrios rotos y en plantas carnívoras. Tenía la piel translúcida y sin imperfecciones, el cabello lo llevaba recogido pero enmarcaba su rostro casi por completo. Su cuerpo tenue, diminuto, casi andrógino.

─Es insignificante, pero no puedo dejar de mirarla. ¿Qué tiene esa nena que la hace tan, atrayente? ─Comentó Santiago a su contertulio.

Día tras día Santiago intentó comunicarse con Samanta. Ideaba tretas que hacían que sus amigos se rieran a carcajadas. Provocaban incomodidad en los profesores y parecían completamente ajenas al universo de ella. Respondía absurdos a las preguntas, y falló varios exámenes parciales. Todos los días aparecía con una nueva anécdota para contarle a Samanta, que lo escuchaba con los ojos verdes mansos y una leve sonrisa.

En las noches soñaba con ella. Cerraba los ojos, respiraba hondamente y percibía el olor de su perfume que parecía flotar en la habitación. Su corazón latía acelerado y a veces se sentía mal.

Llegaron los exámenes trimestrales y Santiago había bajado su rendimiento. Lejos de estar preocupado por la posibilidad de no aprobar algunas materias, encontró en ello una oportunidad. Samanta era brillante, y tenía las mejores notas. Así que, usó el poco coraje que le quedaba y le dijo:
─Necesito tu ayuda. Tengo que aprobar biología y no entiendo nada. ¿Me puedes ayudar?

Ella lo miró, y en el fondo de sus ojos verdes empezó a formarse una nube bruna de tormenta.
─Bueno, te ayudo. ¿Vienes a estudiar a mi casa?

Santiago nunca se había acicalado tanto para estudiar. Puntual estuvo en la dirección que ella le escribió en el cuaderno. Había dispuesto todo para estudiar en el comedor. El resto de la casa se notaba tranquila, tal vez demasiado.

─Esto del aparato digestivo me tiene loco. Explícame cómo es eso de la absorción.

Estaban sentados, frente a frente mirando un libro de diagramas y el aroma que despedía su piel lo trastornaba. Samanta hablaba y para él era como escuchar el rumor del mar en una tarde de verano. Había preparado café y unos dulces que tenían el mismo sabor que el paraíso.

En un momento, sus manos coincidieron sobre el libro, y él aprovechó para descargar su ansia de amor adolescente. Santiago se encontró buscando palabras leídas en libros para poder explicarse. Después sondeó su mirada esmeralda, que se perdía en la profundidad del infinito. Samanta le habló de condenas antiguas, de castigos traicioneros y de maldiciones, que no le permitía ser amada y que por esa razón trataba de permanecer inadvertida usando los disfraces más extremos, para mantenerse siempre joven. Y soltando la hebilla que sostenía el pelo en su lugar, descubrió su verdadera esencia. Santiago palideció frente a la belleza desenmascarada. Se tocó el lado izquierdo del pecho y tomó conciencia de que sus minutos se estaban acabando. Samanta se acercó sombría y delicada como un cristal, y lo besó con una brisa de mortal ternura. Murió antes que ella separara sus labios.

***

─Buenos días, tomen asiento por favor. En esta escuela, el grupo hace años que está consolidado y todos sus componentes son masculinos. Pero hoy tenemos una sorpresa. Ha llegado una chica trasladada de otra escuela y la profesora de matemática es la encargada de presentarla. Ella es...



Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
Gregorio Tienda Delgado
Gregorio Tienda Delgado
04-03-2014 23:15

Se admite. Que estamos de capa caída.

Veo que has renacido como... ya sabes.

Saludos.



Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
Eratalia
Eratalia
04-03-2014 21:37

No es exactamente un relato al uso, pero sí es una historia completa... rimada. ¿Se admite?

LA BRUJA CURUJA

Curuja es una brujita que destaca por lo bella,
las otras tienen envidia, quieren deshacerse de ella.
Tienen muy malas ideas, porque son todas mezquinas
ya que, cual brujas que son, son viles y son ladinas.

Le preparan un hechizo, utilizando un señuelo
y esperan, ilusionadas, que ella picará el anzuelo.
Han raptado a un bello príncipe, de aspecto fascinador
para que Curuja, al verlo, se vuelva loca de amor.

Le dan a beber un filtro para que caiga rendida
y se enamore de él, de una manera perdida.
Ellas piensan que Curuja se morirá de dolor
cuando vea que el guapo mozo no corresponde a su amor.

Pero el caballero al verla, la contempla y se arrebata
y a las brujas les salió el tiro por la culata.
Se largan los dos juntitos, montados sobre su escoba
y Curuja es tan feliz, que lleva cara de boba…

Al final, el sortilegio, muy bien les ha funcionado:
Curuja no hace de bruja y el príncipe está encantado.
Así que los dos se casan y juntos viven felices
y las demás se han quedado con tres palmos de narices.

En ecos de sociedad se ha publicado el evento
y es algo tan admirable que sale en un suplemento.
Al concluirse la boda, todo el mundo está contento...
Y si no, ¿de qué manera iba a terminar el cuento?


Con rimas y a lo loco
Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
04-03-2014 17:33

Que bueno tenerte Tigana,brujas y hadas para cambiar el panorama. De escobas no me hables; yo tengo aspiradora.

Tigana
Tigana
03-03-2014 19:46

Bueno amigos aquí llego yo, sin escoba, para presentaros a unas amigas muy peculiares.

COSAS DE BRUJAS

Hubo un tiempo en el que las brujas convivían en perfecta armonía con nosotros, controlaban la naturaleza; se ocupaban de que las vacas dieran buena leche, de que la cosecha fuera abundante, de la llegada de la lluvia en épocas de sequía y de la salud del vecindario. Sobre todo de las manos del herrero, pues en su torpeza no había un solo día en el que no saliera malparado. Pero nunca, ¡nunca!, hacían magia.
la hechicería lo trastoca todo, cambia el orden de las cosas.

Dos brujas actuales han quedado en el páramo, alejadas del pueblo. Nunca se sabe lo que puede ocurrir en estas reuniones.
Los aldeanos han cerrado sus casas a cal y canto y los animalillos, por deferencia, se han marchado al pueblo de al lado.
Menegilda está muy enfadada, da vueltas y más vueltas y no se ha dado cuenta de que ha formado un surco y que la hierba tardará en salir. Calista intenta apaciguarla. Mientras le habla suavemente, repara su vieja escoba.

-Renata es una descarada, nos causará problemas. Y ese grupito de jóvenes que la siguen, ¡eh! ¿Qué me dices de ellas?
-Cálmate Menegilda, son jóvenes y curiosas, qué hay de malo en que se reúnan, e intenten...
-¡No! ¡¡¡ no!!! No se puede invocar a ningún diablillo por insignificante que parezca. Acuérdate de lo que te pasó a ti.
-¿Siempre vas a recordármelo? -Calista enrojece de vergüenza- , tenia veinte años y quería saber si en el futuro iba a ser madre. Yo no tuve la culpa de que Tiempo quisiera gastarme una broma.
-La bromita duró un año entero. Los nietos cambiaban pañales a los abuelos, ¿y los hijos? ¿Dónde estaban los hijos? Simplemente no estaban. No teníamos presente. -El recuerdo de ese pequeño episodio hizo que Menegilda se enfadara aún más, y un ratoncillo despistado empezó a cambiar su piel de color.
-Bueno, pero al final lo arreglamos, ¿no? -una lágrima asomaba en los ojos de Calista.
-Ha pasado mucho tiempo y todavía algún aldeano se queda como ausente metiéndose el dedo en la boca. Te lo repetiré cuantas veces haga falta: no utilices nunca la magia si no es absolutamente necesario.

Parece que Menegilda va a sentarse, pero Calista se ha enfadado.
-¡Bueno ya está bien! -un rayo acaba de partir un árbol en dos-. Y qué me dices de ti y de tu manía de cambiar de marido cada año, ¿eh? y ¡cómo los dejas después! Durante días solo balbucean palabras de dos silabas.
-Es bien sabido que las brujas solo podemos estar con el mismo hombre un año solamente. Podríamos acostumbrarnos a ellos y eso sería un grave problema.

La discusión toma un mal cariz así que el día se ha vuelto noche y las gallinas se han acostado.

-Te digo Calista, que esa chica, es rara desde que nació, ni siquiera lloró cuando la di un azote en el culo. Se quedó mirándome y me señaló con el dedo. Desde que ha vuelto del internado, con esas ropas y esas uñas pintadas de negro... me ha dado mala espina.
-Mira en eso te doy la razón -Calista se calma y el día vuelve, las gallinas se despiertan un tanto cansadas, la verdad-. Donde esté una buena escoba, nuestro viejo sombrero y una enorme olla, usada a ser posible, que se quiten todos esos libros y potingues raros.
-Y ¿dónde dices que se han reunido? -Menegilda piensa en un plan.
-En el granero, como siempre. Si quieres nos acercamos y vemos que hacen.

Las brujas montadas en sus escobas tuneadas se dirigen hacia el granero y los animalitos vuelven al páramo. Lo malo de volar son los aterrizajes, siempre son imprevisibles y entran con pequeños destrozos por el tejado. Caen en el centro de un círculo pintado de blanco.
-¡¡¡Tú!!! Vieja bruja, tenias que ser tú -Renata a modo de saludo cariñoso-. Nadie te ha llamado. No te necesito.
-Es lo bueno de ser bruja, te presentas sin avisar -con sarcasmo Brumilda.

El cariño se palpa en el ambiente y también, como no, un vientecillo de lo más formal.

Lorna ha caído con buena puntería encima de un demonio, atontándole. Y en un segundo, con su uña le araña en la cara. El demonio se esfuma asustado. En otro momento emprenderá acciones legales ante el gran supremo, pero ahora huye como alma que lleva el diablo. No es cosa de debatir nimiedades con tanta bruja presente.
El grupo de amigas de Renata huye despavorido en todas las direcciones, pues tienen entendido que ante dos brujas o más lo mejor es salir corriendo.

Frente a frente están Menegilda y Renata, mirándose fijamente a los ojos en un duelo de miradas. Juego en el que nuestra bruja es especialmente buena. Gana.

Renata se va, no sin antes anunciar:
-Volveré, no lo dudes.
-Lo sabemos.

Brumilda y Lorna se arreglan como pueden su revuelto pelo, volar despeina mucho, mientras comentan la jugada.
-¿Sentiste lo que yo? -pregunta Calista.
-Si, Berta tiene poder. La llamaremos cuando se le pase el susto.

Berta ha dado un salto tan largo en el espacio que se ha transportado, sin previo aviso, dos aldeas más allá de la localidad que la vio nacer. Una aldea como otra cualquiera.
Acaba de descubrir el método de transporte más barato que existe.


Fuera de los límites de la raza canina, el libro es el mejor amigo del hombre; dentro de los límites del perro no hay suficiente luz para leer. Groucho Marx
Gregorio Tienda Delgado
Gregorio Tienda Delgado
03-03-2014 11:06

Apreciados amigos y amigas. En esta etapa, sólo 3 relatos.

Comenzamos con un nuevo tema. Miren la propuesta, arriba en el inicio.

Esta es la evolución del taller desde que lo iniciamos el día 25/05/2012.

6 5 7 5 4 6 4 4 4 5 5 2 6 6 7 5 6 6 6 7 6 4 3 2 8 9 9 8 8 8 7 8 7 5 5 3—206 relatos.
Saludos.



Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
23-02-2014 06:24

Ruptura

Mido la ruta recorrida en aciertos y fracasos, el camino hacia esa meta diseñada de antemano por una mano ajena en triunfos y derrotas, con más incógnitas que certezas doy cada paso. En una encrucijada equivoqué el sendero, un conflicto que no eludí, que no escurrí, que no evité y justamente en ese punto inflexible quebré, rompí, acabé con el lazo de una amistad que me había hermanado con Orlando Payares y hoy debo recorrer un penoso regreso, desdoblar mis pasos, devolverme descosiendo miedos en un intento por enmendar errores si eso es posible y en contra del tiempo llegar a esa encrucijada y retomar mi vida estrechando, amarrando a mi costado a un hermano, a un amigo que abandoné hace 12 años.

Comprometidos con una unión fraterna nuestras diferencias nos enriquecen, nos permiten reconocernos en el otro, aceptarnos y en incontables oportunidades sin temores, ni resquemores constatar estar equivocados.

La dinámica de los pueblos llevó a un militar a gobernar el país, inmediatamente tomé partido, Orlando no se dejó cautivar por el discurso y en muy poco tiempo un viento contaminado de odio, resentimiento y vulgaridad sopló desde la investidura más alta y dominó las calles.

Conversamos sobre acontecimientos inaceptables, según Orlando, él demostraba sus puntos de vista con argumentos serios, con cifras, datos y yo repetía el discurso oficial sin digerirlo. Arrinconado ante la verdad, arremetí con violencia y a empellones saqué a Orlando de mi casa.

Desde hace doce años no lo trato, ayer lo vi en uno de los muchos vídeos que circulan por la Web, una equivocación, un error de envío, una tecla equivocada por los apuros, la angustia, la impotencia de un momento complicado, o quizás la obra de los imponderables que obligó esta recepción inoportuna en mi teléfono, generalmente los borro sin verlos, no me interesa saber que hacen los enemigos, los contrarrevolucionarios en la calle, desestabilizando al gobierno, pero justo antes de borrarlo indignado reconocí a Orlando.

Caminaba ondeando una bandera de siete estrellas, una provocación contra la bandera oficial y la policía lo golpeaba con la culata de los fusiles, en el suelo le dieron patadas indiscriminadamente, intentaron quitarle la bandera y se arropó con ella, lo arrastraron y no la soltó a pesar de los golpes. La sangre tiñó de rojo la franja amarilla y la franja azul y las estrellas de la bandera. Lo dejaron inerme en el asfalto y continuaron su labor inclemente contra otros manifestantes, movidos por el odio y la impunidad.

Temblando de miedo o de emoción, pero con absoluta seguridad llego a la casa de Orlando, me abre la puerta su esposa y sin saber que decir mantiene silencio sujetando la puerta a medio abrir, su asombro se dibuja en el rostro.

¿Cómo está? Pregunto sin saludar, con el viejo tono fraterno que me conoció.
Muy golpeado, reventaron los riñones, fracturaron un brazo, tiene moretones en todo el cuerpo, el rostro da pena y le tumbaron unos dientes.
Necesito hablarle por favor.
Me mira fijamente en busca de una respuesta que le permita saber si soy de confianza y algo encuentra, pero me advierte con severidad. No está en condiciones para discusiones.
Entro a la habitación a oscuras ¡Mi hermano querido! Soy Daniel Hernández, vengo a buscar la bandera, déjame por favor que la lleve a las marchas, a las concentraciones, a las manifestaciones, cuando te recuperes la devuelvo y si quieres vamos juntos a las calles y levantamos nuestras voces hasta que sea necesario, igual que antes, siempre tuviste la razón y yo no quise oírte, perdóname.

caizán
caizán
20-02-2014 23:40

ESPÉRAME
Se encontraron y no se separaron más durante ese fin de semana.
Ella había llegado con un grupo de amigas y estaban recorriendo las murallas reales de Ceuta. El azar o el destino los acercó y con esa frescura propia de la juventud entablaron un diálogo sobre lo que veían. Él le contó la historia de esas murallas, la vieja historia del siglo II, como fueron destruidas y vueltas a construir; ella lo escuchó con curiosidad y, poco a poco quedó prendada de su voz sensual, de su extraño acento español y del aura que emanaba, a tal punto que quedó separada del grupo; él la tranquilizó, conocía su ciudad, era guía turístico y ese fin de semana estaba libre, la acompañó a su hotel y quedaron en verse a la noche, en la puerta de ese hotel. Se habían enamorado.
Fueron tres días maravillosos los que pasaron juntos, cuando llegó la despedida, ni ella quería irse ni él podía acompañarla, por su trabajo, pero le prometió que pediría una semana de vacaciones para visitarla en España, en tanto seguirían en contacto con el móvil.
Hacía más de un mes que se habían separado, él trató infructuosamente trasladarse a España, no tenía medios disponibles para hacerlo, hacía mucho tiempo que en su casa no había ingresos decentes, subsistían gracias a la caridad, hasta conocer a María su futuro no era su preocupación, estaba demasiado ocupado por lograr el día a día, pero ese encuentro cambió su pensamiento, él le había prometido cuando se despidieron que la volvería a ver en territorio peninsular:--Espérame que llegaré—fueron sus palabras y ella entre lágrimas las consideró válidas.
En este mes transcurrido se había conectado con distintos “pasadores”, todos le pedían algo que él no poseía: dinero. Eso lo decidió a plegarse a la manifestación por la libertad de tránsito, eso le dijeron. A poco de la marcha el pequeño grupo se fue agrandando con otros que aparecían desde distintos lugares, debían ser más de quinientas personas, todos hombres de distintas edades, jóvenes o muy jóvenes, todos portaban el mismo motor: la miseria y su combustible era: la injusticia. Al principio tuvo miedo pero, a poco, la esperanza de ver a María y de tener una vida mejor, lo motivaron, le dieron el coraje para seguir corriendo y gritando y trepar a esa alambrada que lo separaba de María, una alambrada que no terminaba nunca.
De pronto En esa noche sin luna salió el sol de muchos reflectores, hubo un momento de indecisión por la sorpresa, duró poco, él comenzó a gritar:-- ¡Espérame! Ininterrumpidamente, mientras trepaba la alambrada. Aullaban sirenas y parlantes emitían avisos para que cesaran en el intento o serían reprimidos, ya no importaba tenía todos sus motores encendidos: la pasión, la esperanza y la miseria.
Estaba encerrado entre los alambres de púa que coronaban el cerco, los expertos habían traído tijeras, él no, y ahí quedó, enrollado, llorando y diciendo:--¡Espérame, espérame!
JSM

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