Una respuesta me pide
y yo no sé qué decire,
que no quiero deprimirle
y que luego se suicide.

Mas si le digo que sí,
soy yo la que se suicida
me espera muy mala vida
sin ardor ni frenesí.

¿Qué hacer?, terrible dilema
me tengo que decidir:
o me apresuro a mentir
o tendremos un problema.

He de buscar una excusa
que me haga salir airosa,
pues no quiero ser su esposa,
pero estoy algo confusa.

¿Cómo decirle que yo
de otro estoy enamorada,
que con sólo una mirada
el corazón me robó?

Que tiene gracia y salero,
alegría y buen humor…
resumiendo, que es mi amor
y es el hombre que yo quiero.

Ya tengo la solución
diré que me meto a monja
que se ahorre la lisonja
porque esa es mi decisión.

Y una vez en el convento
por la puerta de atrás salgo
y a mí que me echen un galgo
que volaré como el viento.

Un lugar donde el amor
sea una respuesta.
¿Tras qué recodo del camino
de la vida se hallará?
A veces, en las tardes arreboladas
por el ocaso, creí verlo.
Sí, allí; tras el cerezo florecido
¿también tú lo ves?
Es como flor o latido acelerado,
como el que deja en el puño
el pequeño gorrión aprisionado.
Pero tú miras al cielo.
Tal vez aquella nube
con forma de corazón.
No importa.
Seguiremos caminando.
El camino es claro y limpio.
Detrás de cualquier recodo
encontraremos ese lugar
donde el amor sea
una respuesta.

(Gracias, Des, por descubrirme a Markus Akkeson: una gozada.)

Bienvenida de nuevo, Des; tú, tu magnífica poesía y tus magníficas ilustraciones. Con qué cuadros tan sugerentes nos ilustras tus poemas. A ver si alguien puede localizar a Ana para completar el frente poético-revolucionario, o sea, el SAMUR de Conexión Poética.

Amigo Rodrigo , ya estoy por aquí, nos falta Ana , espero que vuelva, un saludo.

Verdades enarboladas
donde la luz se confunde,
narradas y luminosas
se alzan seguras
entre hermosos deseos.

Verdades enarboladas
donde la luz es piedra,
calcinadas y hábiles
reparten miserias
con su propia verdad.

Verdades enarboladas
que mueven los hilos,
condenadas a no salvarse,
demasiado grandes
respiran con naturalidad
una y otra vez solemnes.

Algunas se miran al espejo,
entre bostezos abren sus labios,
suelen hablar de esto de aquello,
de nada.
Otras duermen la siesta
con la esperanza de... algún día ...

Verdades hechas a mano
sin agua, sin sol
levantan el vuelo
donde los árboles lloran
buscando un lugar
donde el amor
es una respuesta.

Markus Akesson. Pintor sueco.

¿No leerán esto Ana o Despistes? Bajo las aladas rosas del almendro de nata se os requiere, que tenemos que escribir mucha poesía, compeñeres del alma, compañeres.
rodrigo

Para las nuevas batallas
me tenéis pronta y dispuesta,
con mi lanza vengo presta
a demostrar mis agallas.

Salto sobre mi caballo
como una mujer guerrera,
una furia verdadera
que cabalga sin desmayo.

Venzo las adversidades
peleando por lo que quiero,
y, según aquí refiero,
enarbolo mis verdades.

No dudéis de mi pericia
en el arte de la guerra;
lucho buscando en la tierra
el amor y la justicia.

( A nuestra nueva compañera Eratalia, que tanto me insta para seguir el difícil camino de la rima y la métrica, pidiéndole mil disculpas por mi torpeza. Ya iré aprendiendo, maña.)

Ya es tiempo de regresar a la nada.
Tras largo viaje, exhausto el cuerpo,
hay que dar descanso al alma.

Pero luces lejanas nos llaman,
cárdenos horizontes, alboradas
como labios que nuestro beso reclaman.

Son diamantes las cimas de las montañas,
con sus brillos y sus armonías calladas,
paisajes recuperados para un sublime mañana.

Atrás quedó la ciudad,
con sus prisas y sus ansias.
El mar profundo y la nube
sean el feliz teatro
para las nuevas batallas.

Mi corazón no espera ya nuevas primaveras
permanece silente entregado a su invierno
un invierno que, a veces, se transmuta en infierno
cuando piensa y medita en las horas postreras.

No sueña con futuros, porque todo es pasado,
su voz ya no resuena con gozosa alegría,
aunque intente aferrarse, en oscura manía,
a lo que fue una vez, y que yace enterrado.

Mira por la ventana y sólo ve la bruma,
las huellas en el barro de la vida pasada,
la ausencia de ilusiones es un peso que abruma.

Lento va hacia el ocaso, la mirada cansada,
arrastrando los pies, su existencia se esfuma…
es ya cuestión de tiempo regresar a la nada.

Olía a lavanda recién cortada,
a cuerpos enamorados, a alba
y a caracola, olía a altar profano
acabados de celebrar los ritos
eternos del amor.

Era la primavera,
era el azul interminable del mar
y yo te amaba
¡cómo te amaba, mujer desconocida,
sueño de nube, fuego y latido postreros
de este pobre corazón!

Ahora es invierno y eres escarcha,
Recuerdo helado, cifra y letras
Sobre el tronco abatido
del chopo viejo.

Y mi corazón no espera
nuevas primaveras.