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VAMOS A CONTAR HISTORIAS.
Eratalia
Eratalia
03-11-2016 09:36

EXULTANTE
Del ant. part. act. de exultar.
1. adj. Que muestra gran alegría o satisfacción.

INCONMENSURABLE

1. adj. No conmensurable.
2. adj. Enorme, que por su gran magnitud no puede medirse.


Con rimas y a lo loco
Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
02-11-2016 16:26

El penúltimo mes del 2016 nos lleva a buscar palabras para textos extraviados. los próximos dos días son de santos y de muertos, en ese caso poropongo:

Vitral

Obituario

Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
02-11-2016 16:24

Me pongo al día.

Alivio. Externa. Fisura. Insumiso/sa. Medialunas. Palangana. Remaches. Remiso.

La huida

El cielo se cerró. Las nubes se alinearon amenazantes y oscuras en estudiadas formaciones tácticas y ningún mensaje, ni siquiera el clamor elevado a las alturas por los más viejos, apartó la amenaza de una tormenta escandalosa, que en un momento espantó la calma, desató furiosos vientos y nos envolvió en un miedo único, que se metió en las venas y convirtió la sangre en mazamorra y los huesos en harina.

Un ruego común se levantó desde las precarias construcciones, gemidos y lágrimas, que no fueron capaces de convencer a ese cielo inclemente, a dejar de lado la decisión de arremeter contra nosotros, que indefensos y desconsolados, nos entregamos una vez más a nuestro destino.

Indiferente a las súplicas inició su ataque, envolvió en vientos y agua su furia y nos obligó a protegernos detrás de una rogativa de alivio, aprendida desde siempre en las voces del pasado: San Isidro labrador quita el agua y pon el sol.

El cielo se abrió con un fogonazo y antes de finalizar un suspiro reventó el trueno al borde del último rancho, temblaron los escasos remaches que contenían las nubes y se descolgaron algunas gotas.

Huíamos de los continuos ataques de una guerrilla despiadada, envilecida en el tráfico de drogas, que secuestraba a los niños, los armaba, los colocaba al frente y de un golpe les arrebataba a sus padres y también al genuino derecho de crecer inocentes y libres, para cargarlos con el peso de unos fusiles que no le correspondían y tampoco querían.

Habíamos dejado atrás nuestras vidas, la violencia las había convertido en escombros, escapamos por puro instinto, obligados por nuestros padres, que intentaban alejarnos del fanatismo, de una muerte injusta, salvarnos abriendo un camino diferente y nos empujaron a la ventura con lo puesto. Llegamos a esta frontera por diferentes caminos y construimos albergues de emergencia, con más necesidad que conocimiento, a duras penas nos cubrían del sol, de la intemperie, y mantenían a raya el externo peligro de las sombras, que se escurría entre medialunas y nos arrinconaba en el miedo.

Las endebles construcciones no soportaron las ráfagas de truenos que se sucedían sin descanso, temblamos acurrucados en el suelo recordando la metralla, huíamos de continuas descargas mortales y hoy nos alcanzaban desde los cielos.

El agua se vino a chorros, a poncherazos, en palanganas y el viento no dejó de soplar hasta que arrasó el campamento, los ruegos, las súplicas se convirtieron en gritos, y quedamos roncos, perdimos fuerzas, se enlodó la entereza repitiendo el inútil estribillo: San Isidro labrador quita el agua y pon el sol.

La fuerza de la tormenta en un momento convirtió en escombros el campamento y se repitió la escena que permanece viva en el recuerdo, teníamos la obligación de no desmayar, no cabía en este momento ser remisos ante esta nueva pérdida. A miles de kilómetros de nuestras casas nos golpeaba con furia renovada la desgracia.

Enterrados en barro alguien señaló una fisura entre las nubes, se colaba una línea de luz, una señal, una esperanza, nos apretamos unos contra otros y gritamos con más fuerza todavía, insumisos ante las circunstancias que intentaban doblegar nuestra voluntad de seguir adelante.

Ceso de llover. Salió el sol, y nos encontró la noche levantando a pulso de voluntad la esperanza. Yo repetía el nombre de mis padres entre dientes, para darme las fuerzas que faltaban.

Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
30-10-2016 01:18

Casi estoy al día

Afinidad. Cercano. Extraña/o. Justo. Lechería. Pastoso/a.Ronco.

Un Dialogo es posible

Hace algunos años nos conocimos, compartimos por un tiempo la misma jornada laboral, tropezamos en los ascensores y en las reuniones, yo me jubilé y él cambió de trabajo, pero cierta afinidad nos convirtió en cercanos, la educación y la prudencia nos alejaron siempre de esa extraña frontera, que otros, entre el odio y el resentimiento siembran con alambres de púas, desde los inicios del año dos mil y mantienen todavía hoy en día.

Desde extremos diferentes abordamos justicia y libertad, encontramos siempre un punto de encuentro, una coincidencia, un acuerdo, muchas veces débil, pero un acuerdo pertinente.

Mientras yo hablo de escasez, él denuncia la guerra económica, yo defiendo la democracia y él la revolución. Ambos hablamos de corrupción. Defendemos nuestras posiciones desde conceptos y premisas universales, fundamentamos los principios con la vieja lógica, e intentamos con cierta inteligencia argumentos válidos para afianzar nuestros criterios.

Fallamos en otros ambientes menos condescendientes, en donde las convicciones son dogmas, prima la imposición del grupo y la violencia enciende la sangre, y se repiten con la ceguera propia del fanático,las mentiras y los falsos enunciados de un muerto impenitente.

Es justo decir que hay una brecha, veinte años le adelanto, pero somos parecidos. Entonamos el mismo himno, levantamos la misma bandera con entusiasmo, sostenemos, es cierto, alguna diferencia por una estrella recién incorporada, por un caballo volteado, por una imprecisión que no aparece en la Constitución.

Llegamos a Caracas desde pueblos distantes, desde confines diferentes, desde geografías parecidas, marcados por las costumbres del monte, por los sencillos y sanos hábitos del campo.

Aquí nos atracaron, nos quitaron la cartera el reloj y el teléfono, a mí en la Plaza Venezuela y a él en la Avenida Baralt.

Yo llegué desde el Nor-Oriente, venía de Caicara de Maturín. Él desde los llanos, salió de Achaguas. Ambos nos bañamos en las corrientes de los ríos, yo en el Guarapiche y él en el Capanaparo, con gusto comemos pescado, yo Guaraguara y él Coporo. Asistíamos con gusto al ordeño y en la madrugada, en la lechería, bebíamos la espumosa leche recién salida de las ubres. A mí me gusta la cachapa con queso de mano y él la come con cochino frito, ambos crecimos con vasos pastosos de fororo.

El 26 de octubre salí a la calle igual que miles, convocado a la Toma de Venezuela y él convocado a la Gran Marcha. Como antes, cuando nos tropezabamos en reuniones, hoy nos encontramos, chocamos en una esquina.

Ambos roncos de gritar consignas, de entonar el mismo himno, los brazos en alto enarbolando la misma bandera y de pronto una mano canalla, armada de cabilla intenta golpearme. Él lo detiene corriendo el riesgo de ser destrozado, suenan disparos, revientan las lacrimógenas y corremos en diferentes direcciones, ambos buscamos el aire que nos falta.

Hoy reviso en la memoria de mi teléfono su número y lo llamo.

Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
27-10-2016 16:49

Queridos amigos: Este es uno de los textos que entrego con retraso, lamento "todos" los excesos, pero esta vez no los pude evitar, agradezco como siempre su comprensión en la lectura.

Avezado. Castillo. Encuentro. Escorzo. Ronda. Rudimentario. Sorpresa.

Las cargas del camionero.

Son las dos de la tarde. El sopor de la hora se mete en la cabina del camión y me abruma, el viento, el brillo del sol sobre la carretera desolada, el calor, juegan con la densidad de los vapores sobre el asfalto y crean espejismos. Tengo que espantar el agobio que intenta adormecerme.

Los conductores estamos sujetos a una enorme cantidad de eventualidades, encuentros desagradables, sorpresas, accidentes y pérdidas. Una interminable lista de imprevistos son la pesadilla incluso, para los más avezados, que nos aventuramos con más necesidad que buena voluntad a los caminos, y tragamos asfalto y polvo, y acompañamos al sol en su largo recorrido, o cuando se marcha con un adiós de sangre, salpicando de ocres y rojos encendidos los cielos, que se apagan entre violentos violetas para iniciar la noche y otros contratiempos.

Prefiero conducir de noche, pero el país no permite escoger momentos. Hay una carga y es impredecible la hora de la salida, el tiempo no me pertenece, el dueño es otro, quien impone sus propias condiciones.

Al recibir la llamada aceptamos el trabajo en silencio, estamos siempre disponibles, una negativa implica perder la oportunidad de cargas futuras, esa es la primera condición de este acuerdo, la segunda es no indagar sobre la carga, transportarla y entregarla según las indicaciones y tercero, debes viajar sin acompañantes, no recoger a nadie en el camino.

Dicen: Que las normas las dicta el dueño de la compañía, un General que exige su estricto cumplimiento, al pagar nuestros servicios compra además nuestra obediencia ciega.

Aquí se vive sobre un polvorín, entre sombras permanentes que impiden ver el próximo paso. Lo que consideramos válido, confiable y seguro hoy, mañana puede ser todo lo contrario, la justicia dejó de ser el marco de la ley, estamos completamente indefensos. Sin ningún temor a exagerar ¡Estamos a la buena de Dios!

Antes podíamos viajar de noche y aprovechar lo fresco de las horas y el escaso tráfico, pero hoy no es aconsejable, es una temeridad, los camiones sobre la carretera despiertan sospechas e iluminan en las carencias, en el filo de la necesidad, las malas ideas. Es posible que se transporte comida, alimentos, productos que escasean y son de extrema necesidad, toma entonces cuerpo el oscuro pensamiento de provocar un accidente y vaciar el camión.

Ahora los camiones son cargados bajo rudimentarios códigos de silencio, en galpones clandestinos, con definidas medidas de seguridad, protegidos por un contingente de hombres uniformados pertenecientes a las fuerzas armadas.

Esta mañana a las siete me presenté con mi camión para un viaje. A las ocho ya estaba la carga dispuesta, un candado nuevo cierra las compuertas y no me dan la llave, la ruta, las paradas previstas y obligatorias, el destino final, los encontré dentro de un sobre en el asiento del copiloto.

Son aproximadamente nueve horas de viaje desde Caracas hasta Punto Fijo, las cinco de la tarde es la hora fijada para la entrega del camión, duermo en Punto Fijo y regreso mañana. Espero llevar carga de vuelta.

Al mediodía pasé por Puerto Cabello, desde lejos vi el Castillo de San Felipe, allí estuvo Miranda preso, antes de ser enviado al penal de las cuatro Torres en San Fernando de Cádiz.

Otra quizás sería nuestra historia, sí las ambiciones y la mezquindad no lo hubieran arrinconado a una capitulación y luego la denuncia y la entrega de sus propios compañeros de armas al enemigo. Desde esa primera República hasta hoy, la envidia, el resentimiento y las ambiciones han reencarnado en otros libertadores y nos han conducido a la desgracia de esta encrucijada.

Una vez en el Museo de Bellas Artes vi el cuadro Miranda en la Carraca, pintado por Arturo Michelena, a mi lado alguien comentó sobre el academicismo venezolano y la técnica de escorzo utilizada, nunca supe de qué se trataba.

Miré con detenimiento el cuerpo abandonado en el camastro, el desorden de la peluca y luego, casi en un descuido, sus ojos me miraron fijamente y me invadió la desesperanza, un soplo de desaliento me erizó la piel, el desánimo me aflojó la sangre y pensé: Duele más el engaño y la cobardía de los compañeros, que la prisión.

Pasadas las dos de la tarde llegué a la segunda parada, aquí lleno el tanque, me sacudo el agobio y almuerzo. No le quito los ojos de encima al camión.

En un pestañear dos extraños se bajan de otro auto y le dan una peligrosa ronda a mi camión, uno de ellos intenta abrirlo, me levanto y corro dando gritos, los hombres sacan unos pistolones, me quedo a mitad de camino petrificado, se oyen disparos, los hombres caen al suelo heridos y el carro huye a toda velocidad.

Un desconocido se acerca y me dice:

¡Arranca! no te detengas en ninguna parte hasta entregar la carga. Te marcaron. No te preocupes: Estás protegido.

Con temblores y mucha dificultad logré encender la máquina y dejar atrás la bomba de gasolina y los heridos, me acompaña el susto y no me atrevo a pensar cual es la carga que voy a entregar.

Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
25-10-2016 14:07

Gracias, J.J. por tu corrección y tu "estar al tanto" de las incidencias del foro.
Gracias, Estela, por tan delicada permisividad para que tu palabra sea "acepcionada" por cada uno de nosotros según nuestro buen hacer.
Y ahora sí; ahora empecemos con las sintetifrases.

"El insumiso sintió un gran alivio al volver a su hogar. A pesar de que allí seguía la vieja palangana llena de fisuras y remaches, no fue remiso a la aceptación de su miseria externa, y menos al ver una bandeja llena de sabrosas mediaslunas que encontró sobre la destartalada mesa."

Estela
Estela
25-10-2016 06:09

Creo que sería bonito que cada uno tome "media luna" como le parezca más interesante para su escrito;las acepciones son todas correctas, tal como nos ha hecho el favor de mostrarnos Rodrigo. Casi que hasta podríamos considerar (licencia poética) una media luna cuando así está en el cielo.


Hace tanto que los tengo abandonados que no logro recordar mi contraseña para entrar
Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
24-10-2016 23:52

Tienes toda la razón, no es lo mismo un insumo más que un insumiso menos. Agradezco me disculpen. Las palabras propuestas para esta oportunidad son:

Espero que mi torpeza no los haya retrasado.

Alivio

Externa

Fisura

Insumiso/sa

Medialunas

Palangana

Remaches

Remiso

Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
21-10-2016 13:59

Si me permite mi querido compañero y amigo Don J.J., creo que se ha deslizado un error en la relación de palabras, que pudiera cambiar el carácter épico que él pretende para los relatos de octubre por otro, simplemente heroico, un grado menos.
La palabra "insumo" correspondería a "insumiso", propuesta por un servidor.
Te pido, compañero, que lo revises y si lo encuentras conforme actualices la relación propuesta. Un abrazo.
Otrosí ruego a Estela que concrete qué acepción de "medialuna" propone para el texto. Incluyo la relación que se incluye en el RAE, 23ª edición:
medialuna
1. f. Pan o bollo en forma de media luna.
2. f. En la lidia, instrumento en forma de media luna para desjarretar toros.
3. f. Cosa en forma de media luna.
4. f. Mil. Especie de fortaleza que se construye delante de las capitales de los baluartes, sin cubrir enteramente sus caras.
Quedamos a la espera.

Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
21-10-2016 04:21

Hemos llegado al llegadero y se han desparramado los insumos en la palangana, no sirvieron los remaches de alivio y se nota la fisura externa, pero queden medialunas en remiso y tenemos para octubre ocho palabras lindas, para un texto que puede ser épico.

Alivio

Externa

Fisura

Insumo

Medialunas

Palangana

Remaches

Remiso

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