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VAMOS A CONTAR HISTORIAS.
Tigana
Tigana
11-11-2013 20:28

La Dueña de la Casa

Señores Martínez:

Si les escribo esta carta es con el propósito de dejar las cosas claras de una vez por todas: esta casa es mía y no me voy a marchar de ella.

Me acusan ustedes de ser una intrusa, por lo que me veo obligada a recordarles que ustedes invadieron mi piso hace ya cinco años, mientras que yo vine aquí cuando se levantaron los cimientos, hace ahora más de cincuenta años. Ibais a quedaros solamente seis meses, justo lo que tardaran en daros la nueva casa. Enseguida tuve claro que nunca existió tal proyecto. Pero no me importaba, la casa es grande y cabemos todos.

Los últimos acontecimientos me hacen llamarles señores, pero recuerdo con cariño su llegada a mi hogar. Descorchamos el mejor vino que teníamos en la bodega. Mamá y abuela eran mis nombres favoritos. “Mamá, te vamos a querer, no te faltará nunca nada. Los niños son muy cariñosos y te harán mucha compañía”. Cierto, me hicieron compañía, sobre todo los largos fines de semana que se quedaban a mi cargo, mientras vosotros, hijos míos, disfrutabais de unas cortas vacaciones.

Además ustedes no juegan limpio. ¿Acaso creen que no me he percatado de sus planes? Una noche les oí hablar despacito, en voz baja tramando lo que sería mi ruina. Pretendíais declararme incapacitada mentalmente y quedaros por las buenas con mis posesiones. Lo irónico del caso es que esa semana os iba a ceder todo mi capital, incluida esta casa. Ya no, es hora de luchar. Prefiero, en recuerdo de aquellos días felices, advertiros. Puedo demostrar ante cualquier juez mis excelentes facultades mentales. ¿Cómo? Presentaré mis notas. Sí, me puse a estudiar. Conseguí el graduado escolar, algunos cursos de informática y mi nuevo y flamante titulo de Asistente Social. Soy mayor, pero no estoy acabada. No soy una mujer de plástico, ni un mero adorno en esta vida, ¡No! Vosotros pensabais que estaba en el baile de ancianos. Ilusos.

¿Qué podéis alegar en contra mía? ¿Qué pierdo las cosas? No, simplemente las escondo para divertirme viendo como os volvéis locos buscándolas. ¿Qué robo comida de la nevera? La razón es que tengo por costumbre comer, pero ustedes llegaron a no ofrecerme nada. ¿Qué rompo cosas? Pero yo no cometo esas travesuras, pregunten a sus retoños, es cosa de ellos.

Yo no me voy a ir, porque esta es mi casa. Si lo aceptan así, podemos firmar la paz. Ustedes dejan de molestarme y me tratan con respeto y cariño y, yo no abriré los grifos de la cocina por la noche, ni encenderé luces, ni cambiaré los muebles de sitio, ni pondré al máximo volumen todos los aparatos a la vez: radio, televisión, mp3, mientras duermen.

Soy una persona muy útil. Os he demostrado mi valía estudiando, cuidando a vuestros hijos, sacando al perro a pasear, regando las plantas y limpiando entre otras múltiples tareas. Todo un sacrificio para que ustedes se ausentaran los fines de semana.

Eso sí, si quieren guerra, la tendremos. Yo ya les he avisado.

Se despide,

LA DUEÑA DE LA CASA.


Fuera de los límites de la raza canina, el libro es el mejor amigo del hombre; dentro de los límites del perro no hay suficiente luz para leer. Groucho Marx
Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
11-11-2013 19:56

Pequeña explicación del cuento.- Hace unos meses fui invitado junto con mi esposa (que no se llama Delia, pero es pequeña y dulce) a un ritual, el de la matanza del cerdo, que se celebra en un pueblo de la Meseta soriana: El Burgo de Osma. Llegamos tarde al acto, pero cenamos opíparamente y llegó la pesadilla. Esto es lo que me inspiró.

PESADILLA.

Pero no, Delia, no es tu sueño, ni mi cruel comportamiento. Hemos llegado hasta aquí; no hace mucho se ha llevado a cabo el sacrificio y todavía en la cocina humean los restos del sabroso banquete, en el que debíamos haber participado. Entonces no es tu digestión, nuestra turbia digestión de esos platos y de ese vino áspero, no más dulce que tu sangre, Delia. Hemos llegado como el viento ábrego, suave y húmedo, como tú, Delia. Nos esperaban, éramos parte de la ofrenda que los antiguos sacerdotes iban a hacer al viejo dios de estas tierras. Pero llegamos tarde y ahora debemos inmolarnos como dos amantes fracasados, mi pequeña, querida Delia. Largo viaje para acabar en ausencia.

Hemos llegado hasta aquí, Delia, hasta este insólito monasterio en medio de la llanura estéril, este monasterio antiguo, de vertiginosas bóvedas sostenidas por crucerías que ofician como alas de ángeles, inundado por salmodias que oscurecen los ámbitos más sagrados; este monasterio al que han venido todos, convocados por los sahumerios y las preces que se esparcen por la llanura como mensajeros de las buenas nuevas; nuestros mensajeros. Los vimos a todos, Delia; expectantes, alineados sobre los rústicos bancos, esperando la hecatombe; sus rostros iluminados por los juegos de las llamas, que los tallan con gestos grotescos y les hacen nacer sonrisas siniestras, los ojos como brasas.

Ya se que no era tu propósito, pequeña mía. Los rituales te asustan; eres directa y pasas de las sombras a la luz en silencio. En estas viejas tierras, donde el viento es abrasador y todo lo calcina éramos con tu fresca presencia la esperanza callada de la regeneración. Mira, Delia, los rostros de los monjes, duros, resecos, inquietantes. Todos alrededor del fuego. Ese fuego sagrado, prendido en la noche de los tiempos, alimentado por ellos y permanente espíritu de los sacrificios. Allí nosotros, Delia.

Pero tú preferiste la renuncia; no quieres ser la víctima ofrecida. Tú, que cada noche te ofreces a mis fuegos; tú, que incensas mi lecho con tus perfumes de sacerdotisa, con el aroma de las flores de tu cuerpo, te negaste a este postrer sacrificio. Tal vez debiera amarte más por eso, Delia.

Ellos, los monjes ahora silenciosos, saben de tu belleza, de la plástica armonía de tus movimientos; te eligieron para que el primer rayo de sol que penetra por el arduo ventanal te iluminara, baño lustral de la primera luz, lo llaman ellos. Así, limpia de sombras, serías llevada al altar, y yo consumaría en tí el último acto, la penetración definitiva. Después el fuego. Tú y yo, sangre y carne en amalgama conjunta, inseparables, seríamos brasa, como en las noches en las que el deseo nos hace dioses.

Pero hemos llegado tarde. Entonces la cena, copiosa y profana. Animales inocentes han ocupado el lugar de nuestros cuerpos y hemos de reponer por ello el equilibrio universal. Ahora somos sueño, Delia, atroces pesadillas el uno en el sueño del otro. Los cuchillos, brillantes y afilados, dispuestos para inmolarnos. No los monjes, no, Delia. Sólo nosotros lo haremos en el culmen del delirio.

Ilust.: Eduard Cortés.

caizán
caizán
10-11-2013 18:43

EL DESCANSO DEL GUERRERO
Una Cocina vacía con total ausencia del personal nos causa admiración; ver la cantidad, de ollas, peroles, sartenes, múltiples utensilios de trabajo, hornallas y hornos, envueltos en una media luz tenue, nos produce un sinfín de sensaciones, como ver a un ejército durmiendo antes de la batalla, uno sabe cuál es el propósito final pero cada día es distinto del otro, cada día habrá matices que lo harán distinto del anterior y del posterior; es una orquesta afinada que toca la misma música con distintas melodías.
El final de esa paz es la llegada de los ayudantes y el resto, que conforman las distintas cuadrillas de trabajo; saludos, comentarios diversos, algunas pullas y quejas, hasta que entran los cocineros que van ordenando las cuadrillas para las distintas tareas: salsas, hortalizas, frutas, verduras, paso previo al encendido de los fuegos, la llama votiva que nos dirá que la cocina está en marcha a la espera del CHEF, el director de esa orquesta sinfónica, que sobre el mediodía dará la orden de preparar los platos de la orden del día y estar listos para las comandas que lleguen, con sus gorros y sus mandiles de tela y plástico.
Hace su entrada el chef, reúne a sus cocineros como un mariscal a sus generales o un director a sus solistas o concertinos, todo está listo y dispuesto para el sacrificio virtual de todos los días. Ese lugar en paz se pone en marcha, todos en su lugar y armoniosamente van creando platos fríos que otros decorarán y emplatarán; verduras y legumbres con distintas cocciones; las carnes, pescados y mariscos, listos para su cocción. Solo falta que lleguen las comandas, las órdenes de comida de cada mesa.
Hacen su entrada triunfal y el chef las pasa a cada uno de sus cocineros, desglosadas e indicando el destino final: mesa número…
En ese momento el lugar se convierte en una rugiente locomotora, uno no puede creer que la paz reinante hace unas horas se convierta en este purgatorio de gente rápida y ordenada, con voces – algún grito destemplado, de dolor o de alarma – y un movimiento continuo y regular controlado, observado por el chef desde su podio, indicando a sus solistas su entrada en el pentagrama gastronómico del día.
Todo funciona y a toda velocidad, los fuegos al máximo dan al lugar el clima del ábrego, los foguistas poseen un común refrigerante: el vino que circulará entre ellos como un buen céfiro durante toda la jornada gastronómica.
Hasta que el chef baje de su podio en señal de que no hay más comandas para atender. La cocina se ha cerrado, hasta la noche. La locomotora se ha detenido. Los ayudantes se hacen cargo de los instrumentos, para limpiarlos, guardarlos y listos para la próxima función.
Poco a poco se van retirando, se aminoran las luces, los pisos y cerámicas limpios, y ese lugar, cumplido el rito del sacrificio cotidiano, queda envuelto en un aura de paz. Es el descanso previo a la próxima batalla.
JSM

Estela
Estela
10-11-2013 01:13

ja! Ví el comentario de Tigana sobre la palabra Abrego...

Y recordé(creoq ue tú no habías llegado aún, amiga, por aquí)cuando me decían: ¿quéeéééé?¿Qué palabra es esa?
Porque me daba por poner cosas tales como ACURRULLAR(arriar las velas) CAYARÍ(es una especie de cangrejo) o EUFOTIDA( una especie de piedra). Mi gran afición al scrabble estaba haciendo de las suyas...jaja!

Ahora estoy mas "modesta"... pero capaz que en algún momento vuelvo...


Hace tanto que los tengo abandonados que no logro recordar mi contraseña para entrar
Tigana
Tigana
09-11-2013 15:45

Contestando a JJ:
No quise dar la impresión de queja por la palabra, al contrario. Es todo un reto y, por otra parte, ahora ya conozco ese tipo de viento, y todo gracias a vosotros.

Con VINO me refería a la bebida que se obtiene de la uva, aunque si la usas como verbo (venir) no pasa nada.


Fuera de los límites de la raza canina, el libro es el mejor amigo del hombre; dentro de los límites del perro no hay suficiente luz para leer. Groucho Marx
Tigana
Tigana
09-11-2013 15:41

He sobrevivido al dolor de tu ausencia y a los buenos propositos de enmienda. No deseo una vida llena de sacrificios familiares. Y ahora estoy aquí. Mi esperanza actual puede resumirse en una foto de plástico de un viejo anuncio de tabaco: montañas escarpadas rodeadas del húmedo ábrego. Ironía hecha carne, la resistencia erótica que anuncia un coito que aun no culmina, cambiado por una copa de vino en una cocina de sueños.


Fuera de los límites de la raza canina, el libro es el mejor amigo del hombre; dentro de los límites del perro no hay suficiente luz para leer. Groucho Marx
Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
09-11-2013 05:32

Con ausencia de sacrificio y sin propósito bebo vino en la cocina, a pesar del ábrego no uso plástico.

Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
09-11-2013 05:12

Aclárenme el concepto

Vino dando tumbos por haber bebido mucho vino

Me han confundido: bebida o sustantivo

Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
09-11-2013 05:04

Tigana:

Aquí en el sur el viento con lluvia se mete de cualquier manera y destroza las ventanas, viento y lluvia hasta co metáforas entra.

Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
09-11-2013 04:57

Abrasar, Canicas, Escondrijo, Lúgubre, Papel, Sociedad, Cementerio .

Mi Amigo Raúl Bracamonte

Hojeaba el periódico en busca de una oportunidad y encontré un muerto. Con sorpresa leí la invitación de la Sociedad Teológica Universal para acompañarlos al Cementerio y despedir a quien fuera su presidente: Raúl Bracamonte.

Se soltó el recuerdo gastado, roído por el tiempo y aparecieron en la memoria viejas y amarillentas las fotografías de una época que había sepultado entre la dura realidad que vivía, instantáneas de situaciones y momentos que pensaba equivocadamente ya no me importaban, que había asumido con firmeza vivir este teatro de equivocaciones en el que me ha tocado siempre un mal papel.

Un grupo de niños y allí estábamos Raúl y yo jugando a las canicas. Raúl y yo corriendo por las calles con nuestros uniformes en desorden. En un bar lúgubre acompañados por unas mujeres con más pintura que carnes. Muertos de miedo, sofocados, asfixiados en un escondrijo a la espera de una posibilidad de escapar, de salir sin riesgos, ilesos.

Frente al mar, bajo un sol que reventaba los cristales, Raúl, Mercedes y yo mirando nuestro futuro en la transparencia de las aguas, en el interminable ir y venir de las olas.

Mercedes apareció un día con sonrisa de perlas, boca encendida, siempre de bluejeans ajustados y se instaló entre nosotros cómodamente y se hizo cómplice y compañera inseparable, corre la sangre con mayor fuerza, se aviva una llama que creí apagada se enciende, me abrasa.

Raúl era mi amigo, el hermano que nunca tuve, desde el principio cuestionándolo todo, buscando la verdad entre dos caminos que parecían irreconciliables, la religión y el ocultismo, así llegó a esa organización doctrinaria de una ideología ecléctica que entrecruzando hilos unifica la Ciencia, la Filosofía y las Religiones, creen que todas las religiones sin excepción mantienen una verdad única que las une, esa verdad es un conocimiento secreto conocido por Maestros evolucionados, que están dispuestos a develar los mayores descubrimientos a quienes se entreguen a esta búsqueda de la verdad sin temor y con mente abierta.

Lo mío en cambio era la búsqueda de las experiencias, el conocimiento en base a la práctica, seguir la corriente de la vida, las señales que marca la historia universal y personal, sus leyes, sus códigos, manteniendo el principio básico de perseguir la paz sin hacer daño a ninguna persona, la paz por encima de cualquier dogma y la libertad de pensamiento sin imposiciones políticas ni de ningún tipo, por eso no creía en la participación en organización alguna.

Ambos creíamos en la necesidad de la fraternidad universal cómo único medio para lograr la paz que el mundo necesita e intentábamos a nuestra manera trabajar por ello.

Mercedes se mantenía entre nosotros, un hilo conductor que ayudaba enormemente a consolidar nuestra amistad, nunca antes había conocido dos hombres hermanados en una fraternidad a toda prueba y mantuvo una máxima entre nosotros: No discutir de política, ni religión y tampoco hacer negocios.

Un día me descubrí deseando a Mercedes; ese mismo día me percaté que Raúl también la deseaba tanto o más que yo y decidí desaparecer sin consultar a nadie, les dije que me iría en un barco mercante como ayudante de cocina a recorrer mundo, a descubrir la verdad detrás de los ojos de gentes diversas y diferentes.

Llegué al entierro con la certeza de no ser reconocido y me acerqué a Mercedes, al verme dijo mirándome entre lágrimas: Quédate, te necesito más que nunca, se lo que hiciste y únicamente retrasaste lo que el destino nos tiene preparado. Te perdonamos hace mucho.

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