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TALLER DE RELATOS
Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
16-12-2013 15:14

CUENTO DE NAVIDAD

Aquel era mi primer día como mendigo. Yo también, como Hans Schnier (1), había sido el revulsivo de las actitudes hipócritas de la sociedad en la que me desenvolvía, con bastante brillantez por cierto, su denunciante ácido y persistente y esta sociedad, como si mi presencia fuese la de un objeto extraño y molesto, me había expulsado. Poco a poco, en un “glissando” inacabable, había sido despojado de todo cuanto me unía a ella : el descenso hacia el fondo, sin brusquedades, trabajado día a día, había llegado a lo que, posiblemente, fuese ya el final.

Me imaginaba –porque la imaginación, que tantos éxitos me había deparado, aún vivía en mí- recorriendo simultáneamente los dos caminos opuestos por los que transitaron el Dante y Virgilio hasta llegar al paraíso y al infierno. Este juego de espejos, en el que mi descenso social, mi desposeímiento material, mi bajada a los infiernos, tenía su reflejo en la gradual asunción de mi camino al paraíso, una especie de nirvana. Pero no voluntariamente iniciado ni querido, sino que era una suerte de adormilamiento, de insensibilización al dolor que producían en mi cuerpo y en mi espíritu las sucesivas amputaciones de mis antiguos bienestares. Tampoco luchaba por evitarlas.

Alguien me dijo: “Es una lástima; si hubieses sido un artista tu inconformismo, tu imaginación y tu independencia serían parte de tu éxito. Pero eres un directivo de empresa. Estás en el mundo de los negocios y aquí esas cualidades son defectos inadmisibles. En esta sociedad no caben las gentes como tú. Tu misma brillantez, tu honestidad y tu desconexión del sistema son un insulto para nosotros, los mediocres arribistas.”

Ya lo había perdido todo: mis cargos, mi categoría, mi vivienda, mis coches, mi patrimonio y mi matrimonio. Todo. Apenas me quedaban unas monedas para trasladarme a otra ciudad, donde nadie me conociera. Mi ropa aún no era demasiado astrosa, aunque mi aspecto, para los auténticos mendigos, me delataba como un extraño entre ellos:siempre mi marginalidad, mi desclasamiento.

Eran los días de la Navidad y pensé que esa época del año era la más idónea para empezar en mi nueva vida de menesteroso. La ciudad resplandecía con sus brillos espectaculares. Los comercios lucían sus oropeles y las calles iluminadas eran el maquillaje con el que la ciudad trataba de disimular sus sombras e iniquidades. Las gentes iban apresuradas, bien vestidas y aparentemente felices, como yo aparentaba serlo no hacía mucho tiempo. Me senté en cuclillas frente a la salida de una boca de metro. En aquel momento ningún otro mendigo ocupaba aquel lugar, por lo que no temía que me desplazasen violentamente, dadas su territorialidad y la contundencia con que podían defender sus emplazamientos.

En un acto de suprema voluntad, con la cabeza oculta entre las rodillas, un brazo rodeándolas, extendí el otro hacia la calle, con la palma de la mano abierta y hacia arriba, con el gesto suplicatorio de los mendigos de todas las épocas.
Punzadas de dolor se me cosieron el corazón al alma. De todas las humillaciones anteriores, de todos los desprecios con los que me fueron sacando del camino, ninguna tan atrozmente dolorosa, tan íntimamente vejatoria como este gesto de extender la mano desde el lacerante anonimato de mi postura ignominiosa.
El sonido metálico de una moneda al chocar contra el suelo me hizo mover la cabeza, iniciando una abochornada búsqueda en el húmedo pavimento. Las lágrimas se agolparon en mis ojos cuando levanté la cabeza para corresponder desde mi degradación a esa primera limosna.
No se si aquella estrella era real o fue un simple efecto de refracción óptica producida por mis lágrimas, pero ví el astro que, en mi niñez, brillaba sobre el portal del Nacimiento, titilando y llamándome desde su lejanía, reclamando mi vuelta a la inocencia. Instintivamente levanté mi brazo de pordiosero y mi mano hizo ademán de tratar de asir la estrella.
Al día siguiente los servicios sanitarios municipales retiraron de la calzada mi cuerpo congelado. Yo, desde la lejana estrella de mi infancia, contemplo ahora los brillos infinitamente pobres de mi antiguo mundo, con la feliz nostalgia que me produce la superación de aquellas banalidades que eran el fondo y la forma de mi vida.

(1) Personaje protagonista de la novela “Opiniones de un payaso” de Heinrich Böll.

Cesar Garcia Cimadevilla
Cesar Garcia Cimadevilla
16-12-2013 12:52

DON AMADOR EN NAVIDAD

Don Amador, escritor de novelas de amor, fue comparado, en sus tiempos de gloria, a la egregia Corín Tellado, de hecho algún crítico, no se sabe si con mala baba o como un elogio, llegó a llamarle “El Corín Tellado masculino español”. En realidad Don Amador comenzó su trayectoria en la novela romántica con un seudónimo femenino. Las novelas de Corela tardaron en ponerse de moda. En los quioscos rivalizaban con las de Corin Tellado, saliendo siempre perdedoras, nadie conocía a Corela y en cambio la Tellado era una institución entre las amas de casa españolas.

Con el tiempo llegó a hacerse un nombre y hasta se atrevió a prescindir de su alias. Corín y Don Amador, antes Corela, rivalizaron desde entonces como un matrimonio bien avenido.

A sus noventa años Don Amador había decidido que éstas serían las últimas navidades que pasaría en su casa. Con grandes dificultades realizó las compras navideñas, pero no eran sus achaques físicos los que más le preocupaban. Desde hacía ya algún tiempo notaba que la memoria comenzaba a flaquearle. Algunas mañanas se levantaba sin recordar su nombre y solo tras mirarse en el espejo se hacía consciente de su edad. Mal que bien conseguía disimular estos fallos de memoria ante la enfermera privada que le visitaba todos los días durante una hora. Tras la supresión de la asistenta del ayuntamiento, por los recortes sociales debidos a la crisis económica, había echado mano de sus ahorros, que aún continuaban a buen recaudo en el banco, gracias a su prudencia congénita que le evitó caer en la tentación de las malditas preferentes. Contrató un servicio de asistencia con una empresa privada de salud que le ofrecía la visita de una enfermera una hora diaria los días laborales y un sistema de alerta telefónico para los fines de semana y festivos.

Durante la cena de Nochebuena saltó la alarma y la operadora que intentó hablar con él para saber qué le ocurría se encontró con un anciano dicharachero y bastante “piripi” que no cesaba de requebrar su supuesta belleza, llamándola, en tono enternecedor, Regina, marquesa de Ambasaguas. Como no pudiera sacar nada en limpio, ni su nombre ni lo que le estaba ocurriendo, mandó un servicio de ambulancia a su domicilio. El médico y los dos enfermeros consiguieron a duras penas que les abriera la puerta tras llamar al timbre con reiteración. El espectáculo con que se encontraron sería la comidilla durante aquellas fiestas en el hospital y en la residencia de ancianos donde fue internado Don Amador. Al parecer fueron recibidos como aristócratas e invitados a cenar a su mesa, que había dispuesto como un salón de banquetes en un palacio. Tuvieron que seguirle la corriente e inventarse una historia sobre Regina, marquesa de Ambasaguas y otras damas de nombres y títulos igualmente rimbombantes por las que don Amador no cesaba de preguntar. Tuvieron que escuchar alguna de sus historias surrealistas y románticas y llamar a una enfermera para que hiciera de Regina y bailara un vals con aquel hombre que parecía estar viviendo en un extraño paraíso romántico del siglo XIX.

En urgencias la enfermedad de Don Amador fue diagnosticada por el médico que le atendió como un posible ataque de demencia senil o los efectos demoledores de un Alzheimer no diagnosticado y en fase avanzada, a la espera de que se le hiciera la correspondiente batería de pruebas. Durante todas aquellas fiestas trajo en jaque a personal y pacientes a quienes transformó en personajes de sus novelas de amor, haciendo que se besaran y bailaran por los pasillos. Alguna que otra enfermera, conmovida, no dudó en hacerse pasar por marquesa, condesa o lo que se terciara y darle un casto beso en la boca. Aquellas fueron las mejores fiestas navideñas de las que Don Amador disfrutara en su larga vida. El hecho de que fueran ficticias o virtuales o hipotéticas o puramente imaginativas no disminuyó un ápice la felicidad que embargó su corazón.

FELIZ NAVIDAD PARA TODOS, FELICES FIESTAS Y NO DIRÉ UN PRÓSPERO AÑO 2014, NOS CONFORMAREMOS CON UN AÑO NORMAL

OMAR
OMAR
13-12-2013 21:52

La Navidad con mi amigo

Llegué muy contenta a la casa, por primera vez había comprado un árbol de Navidad; y a propósito escogí uno grande, comparado con el que teníamos en la casa.
Pero la alegría se esfumó apenas abrí la puerta, de inmediato me percaté que todos se habían ido, y de una nota en la puerta del refrigerador: «Menfis, nos avisaron de un accidente sufrido por tus abuelos, parece que sin muchas consecuencias pero fue necesario ir para allá, nos llevamos a tu hermanito. Después llamamos, mami».
Primer arbolito que compraba y mi primera Navidad sin compañía. Pero lo principal era que mis abuelos pudieran rebasarlo todo. Así lo pediría mientras preparaba el árbol.
Coloqué la caja en uno de los sillones de la sala y fui a bañarme; para después comenzar con la sintética conífera.
Al mismo tiempo que me preocupaba por los abuelos me sentía orgullosa; pues podía decidir dónde colocarlo y cómo decorarlo.
—¿Dónde te pongo, dónde te pongo… —comencé a preguntarle a mi «querido» amigo.
Quité una mesita de la sala que en realidad nunca me había gustado.
—Aquí te pondremos —le dije con voz suave mientras iba abriendo sus ramas y dándole la característica forma triangular—. Tienes que conformarte bien, todos los que entren a la casa deben en primer lugar encontrar en tu imagen a la Santísima Trinidad; coronada con esta maravillosa estrella que representa a la de Belén —esto lo dije mientras la colocaba en la parte más elevada del árbol —solo eso y ya mi amigo se vía espléndido.
—Ahora las bambalinas, ellas transmitirán salud a mis abuelos; Dios las utilizó desde los primeros arbolitos de navidad para entregar sus dones a los hombres; y pondré entre las de colores, muchas de plata, agradeciéndole a Él desde ya por su ayuda.
El teléfono sonó y fui rápido a responder:
—¿Estás bien mi niña? —me preguntó mami.
—¿Y mis abuelos? —respondí.
—Están estables Menfis, dime de ti.
—No se preocupen, no estoy sola.
—¡¿Cómo?!
Aclaré el asombro de mi mamá explicándole quién era mi acompañante.
—Adórnalo bien lindo Menfis, eso ayudará a tus abuelos. Tu hermanito te manda un beso grande.
Colgué el teléfono y fui hasta la caja para sacar los lazos y llenar de ellos a mi arbolito, siempre escuché que ellos representan la unión de las familias y personas queridas alrededor de dones que se desean dar y recibir.
—Por suerte compré dos guirnaldas de luces —le dije a mi amigo—, porque en tu caja solo vino una pequeña. Y ahora voy a rodearte completo de iluminaciones.
Me senté frente a él y las orienté todas partiendo desde abajo hasta llegar a la dorada estrella. (¡Qué bonito quedó!), pensé con alegría; al mismo tiempo que pensaba en mis abuelos.
Cuando fui a levantarme una de las bolas se cayó; y yo entendí lo que mi compañero me intentaba decir. Fui hasta mi cuarto recogí los regalos que tenía preparados para, mi mamá, papá y hermano, poniéndolos en un pequeño carrito de los Reyes Magos frente al árbol. También coloqué unos pedacitos de algodón cuando vi la nieve cubriendo la ventana.
Todo listo; ahora solo quedaba esperar juntos el nacimiento de Cristo. Me sentía bien, contenta; igual que mi amigo.
Inesperadamente el timbre del teléfono nos sorprendió…


«...solo el amor convierte en milagro el barro...»
S.Rguez
Gregorio Tienda Delgado
Gregorio Tienda Delgado
09-12-2013 11:33

Apreciados amigos y amigas. En esta etapa, 8 relatos.

Comenzamos con un nuevo tema. Miren la propuesta, arriba en el inicio.

Esta es la evolución del taller desde que lo iniciamos el día 25/05/2012.

6 5 7 5 4 6 4 4 4 5 5 2 6 6 7 5 6 6 6 7 6 4 3 2 8 9 9 8 8 8 7 8—186 relatos.

Saludos.



Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
03-12-2013 05:14

Decisión

Soy el último cuadrante de un círculo perfecto en esta conspiración, en esta confabulación contra el orden impuesto de propaganda, mentiras y miedo en el ejercicio descarado del terrorismo de Estado de un grupo minúsculo de resentidos, que utiliza como bandera, como consigna instalada en el inconsciente colectivo la vieja y gastada frase de pobres contra ricos.

Hoy me presentó puntual al último contacto para tomar la decisión final y terminar con este engaño sistemático, permanente, y dar inicio a la operación de rescate del país.

Mi cita es en un café, aquí concretaremos los detalles de las acciones que hemos planificado, el paso definitivo y necesario que nos permitirá subvertir el orden y tomar el poder y si esto no es posible, se creará un caos del cual no hemos previsto las consecuencias, pero en todo caso será mucho mejor que esta situación actual.

Pido un café y el mismo dueño me lo trae. Es un hombre de unos ochenta años, parece parte del mobiliario vestido de blanco y negro. Se sienta a mi lado y con la confianza que le dan los años, con una voz oscura y firme comenta:

Sabe usted que cuando los Republicanos le pidieron a Picasso que hiciera una obra a ser expuesta en el Pabellón Español, que sirviera para su causa les dijo que era Monárquico.

Señala la pared principal y continua: Finalmente hizo ese cuadro. Dentro de una caja con el vidrio roto una copia ampliada del Guernica. Las otras paredes están desnudas, casi desoladas.

Hay una enorme cantidad de opiniones sobre esa obra en particular dice; pero aceptemos como cierto que es un grito contra los horrores de la barbarie y la destrucción, digamos que son los gestos desesperados de angustia en forma pura, que llaman a un instante de reflexión contra la violencia y por ello se ha convertido en ícono universal.

Si nos atenemos a los acontecimientos históricos ha servido muy poco, nada diría yo según las cifras.

En Guernica murieron apenas 126 personas.

Mientras esta magnífica obra de Picasso estuvo en Estados Unidos murieron por efectos de las bombas atómicas lanzadas por Norteamérica 200.000 personas en Hiroshima y Nagasaki.

Ese cuadro se convirtió en una bandera que la izquierda levanta, toda vez que Picasso se convirtió al comunismo, pero las cifras dan vergüenza. Mire usted este resumen que encontré en internet.

Saca un teléfono móvil de uno de los bolsillos, lo manipula con destreza y me muestra el resultado de su búsqueda.

Actos de barbarie en nombre de la libertad:
• 20 millones en la Unión Soviética
• 65 millones en la República Popular China
• 1 millón en Vietnam
• 2 millones en Corea del Norte
• 2 millones en Camboya
• 1 millón en los regímenes comunistas de Europa oriental
• 150.000 en Cuba y otros países de Latinoamérica
• 1,7 millones en África
• 1,5 millones en Afganistán
• 10.000 muertes provocadas por el movimiento comunista internacional y partidos comunistas no situados en el poder.

Al levantar la mirada del móvil me encuentro con unos ojos negros y brillantes que intentan descubrir mis pensamientos y una voz serena que me dice:

Se perfectamente al igual que tú cual es nuestra realidad en cifras comparativas.

En Irak murieron 162.000 personas producto de una invasión entre el 2003 y 2011 y aquí desde 1999 la violencia ha cobrado la vida 188.224 personas.
Yo soy el tercer cuadrante, tu contacto, necesito una respuesta.

Con voz derrotada pero seguro digo: Cancelemos la operación.

A mi lado este viejo combatiente de la vida y por la vida respira tranquilo, ha ganado una batalla.

Gregorio Tienda Delgado
Gregorio Tienda Delgado
02-12-2013 11:56

Amigos y amigas, compañeras y compañeros escritores.

A partir de hoy lunes, solo comentarios. El día 9, nuevo tema, nueva etapa.

Saludos.



Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
 Castelo
Castelo
30-11-2013 22:31

¿GUERNICA?

Impresionado es poco; ensimismado, abducido casi por el poder expresivo de esta obra que tantas veces había visto en fotos y reproducciones. No sé el tiempo que llevo contemplando, disfrutando, dialogando incluso, con un lienzo que parece tener vida propia, como propia es también su grandeza. Libre, si se me permite, de su autor; podemos hablar largo y tendido del "Guernica" sin necesitar mencionar a Picasso, como de la misma manera podríamos valorar la obra del genio malagueño sin referirnos a este cuadro. Unidos, por supuesto, pero independientes, como pocos casos más en el arte. Este cuadro, decía, tiene la magnífica cualidad de transmitir, más allá de su valor pictórico; mueve sensaciones, conciencias y sentimientos.


Las palabras del conserje me devuelven al mundo real:

- Disculpe, señor, en veinte minutos cerramos.

- Ah, perdone. Se me fue el santo al cielo contemplando esta maravilla. Lo siento, pero casi estaba "charlando" con el cuadro.

-Ya, le entiendo perfectamente.

-Es que- le digo afable- hay tal diferencia de verlo en foto a hacerlo así, en "directo"...

- ¿En directo?- me responde sonriente- Amigo, afortunadamente ni usted ni yo hemos visto nunca este cuadro en directo.

- No le entiendo.

- Verá; en todo el tiempo que llevo trabajando aquí, sólo hubo una ocasión en la que sí entendí toda la magnitud del "Guernica"; su esencia, no su mensaje. Le cuento; El chico estaba ahí, donde usted. Tendría poco más de veinte años, y , al igual que usted se quedó un buen rato, mucho rato, contemplando el cuadro, con una concentración casi mística. Cuando le fui a avisar de la hora, me miró, completamente ido, llorando. Le pregunte si se encontraba bien; entonces, algo avergonzado, secó sus lagrimas con el pañuelo y me dijo , en un Español muy básico: "disculpe. Soy de Sarajevo, y estaba recordando mi infancia". Ese muchacho me dejo pensativo mucho tiempo, creo que comprendí el drama que encierra el cuadro, y la realidad de ser intemporal. Mientras exista el hombre, amigo, este cuadro seguirá vigente, desgraciadamente actualizado, y cada generación tendrá su "Guernica", no lo dude.

Mientras nos acercamos a la salida del museo, reflexionando las ciertas palabras del conserje, siento la necesidad de hacerle una pregunta a este hombre:

-Y dígame ¿qué opina usted del cuadro?

- Lo odio- me dice sin dudar- Odio y temo al "Guernica"

Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
28-11-2013 21:54

He releído con atención la propuesta de esta quincena y compruebo que lo que publiqué no se ajusta: no es un relato. Los compañeros que me han seguido sí que lo entendieron y se han atenido al texto de la propuesta. Así que me he permitido (esta vez sin permiso de la "autoridad") colgar este nuevo trabajo. Este es un relato, imaginario y un poco chungo, pero relato. Espero que os guste.

UNA EXTRAÑA REUNIÓN.

Fue en alguna de las “Tres horas en el Museo del Prado”, junto a su autor, el polifacético, erudito y “amante de la obra bien hecha” Don Eugenio D'Ors, una visita ectoplásmica de las que me es dado disfrutar con cierta frecuencia; fue allí cuando conocí la obra de Picasso, obra todavía no realizada (aquella visita mía se produjo allá por los años veinte, fecha en la que yo no había nacido todavía) y en la que pude escuchar desde la voz de Don Eugenio, inaudible para los mortales, el primer comentario que éste dedicó al “Guernica”, comentario que no me es dado reproducir por razones obvias. No era Don Eugenio precisamente un adicto al arte moderno y sus filiciaciones políticas, él que fue un conspicuo filosindicalista, iban precisamente en sentido contrario a las ideas antifascistas que impregnan el cuadro.

Desde luego, desde nuestra visión de ectoplasmas fuera del tiempo y del espacio, pero infiltrados cada uno por lo que después (o antes) serían (o habían sido) nuestros paradigmas éticos y estéticos, pudimos exponer nuestras opiniones con toda la libertad con la que sólo los espíritus puros pueden hacerlo. Las de Don Eugenio eran, por supuesto, opiniones intelectualmente mucho más fundamentadas que las mías, que nacían esencialmente de la visceralidad y de algunos tibios conocimientos sobre Arte.

Superada la primera impresión, que para él debió ser terrorífica, que la visión de aquel cuadro inesperado (estábamos ya en el Casón del Buen Retiro, después de haber disfrutado de todas las maravillas pictóricas que nos había ofrecido el Museo) Don Eugenio pareció condensarse y unas leves coloraciones como de ira o irritación aparecieron en las zonas más evidentes de su ectoplasma.

- ¿Y esto ha de ser el nuevo arte? ¿Y para esto alzamos las banderas de la mejor pintura que se ha hecho nunca en el mundo, nuestro Siglo de Oro de Velázquez y tantos otros?

- Cálmese, maestro. Ud conoce la evolución que desde los primeros años de este siglo está gozando la pintura y las artes en general. Liberación de normas, libertad de expresión del artista; el medio como mensaje, etc.

- Pues vaya porquería. Arte degenerado lo llamaría yo.

- Permítame, Don Eugenio; esa expresión la ha de utilizar un tal Adolfo Hitler, del que creo que va a ser usted admirador. Y no parece que sea un personaje que vaya a gozar de muchas simpatías en el futuro.

En estas hizo su aparición, como convocado por los murmullos fantasmagóricos, el mismísimo Don Francisco de Goya y Lucientes. Me permití hacer las oportunas presentaciones. Goya, en su calidad de sordo, pareció ignorar al crítico de arte. Entonces les propuse comparar el “Guernica” con “Los fusilamientos”, cuadro al que D'Ors dedica grandes elogios en su librito sobre El Prado.

El pintor aragonés, su ectoplasma cazurro y compacto, quedó como absorto ante la obra picassiana. No hacía más que fijarse detenidamente en cada fracción del cuadro. Paseaba lento, demorando cada paso frente a los casi ocho metros de pintura oscura, violenta, desgarrada. Don Eugenio y yo guardábamos un silencio catedralicio, evitando distraer la contemplación del genio.

- ¡Quió, tú! ¿Quien ha pintau este cuadro? Cómo me gustaría conocelo y dale un abrazo. Esto es pintura y no lo que hacíamos los meapilas de mi siglo.

- Pues no podemos convocarlo, don Francisco; todavía es un personaje vivo y muy vivo. Seguro que ahora estará con un par de buenas mozas, bebiendo en alguna taberna de París, inspirándose para sacar adelante su revoluición cubista.

- Buena pieza debe de ser este pintorcico. Me gusta como lo hace.

- Pero usted, Don Francisco, ¿ve pintura realmente en estos brochazos deslabazados y groseros?, preguntó escandalizado D'Ors.

Pero cómo no lo hi de ver, alma de Dios; si está clarísmo. ¿No ves la sangre, no oyes los gritos, no te queman esas llamas que entran por la ventana? Y el caballo, y el toro, y tó... ¿Es que tú no ves nada de eso? Pero es más, no solamente veo lo que se ve, lo que está pintau con esos trazos negros. Es que veo la ira, la injusticia, la crueldad, todo lo que ha movido a esa mano prodigiosa, a ese corazón de hombre libre. Y yo que creía que había hecho algo con mis “Fusilamientos”... Tengo que conocelo, rediós, tengo que conocelo, …

Y volvió al oscuro rincón del que salió.

Amanecía. Las tres horas de paseo se habían convertido en más de cuatro. Pero, para nosotros, ectoplasmas, el tiempo no era el problema. Sí para las primeras trabajadoras que empezaban a llegar.

- Don Eugenio, creo que hemos de despedirnos. Sé, porque lo he leído, que usted apostará por la causa totalitaria contra la que pintó este cuadro. No me importa. Como ser humano usted ha dejado mucho bueno sembrado. A los demás nos toca aprovecharlo.

Pero Don Eugenio, quizá amohinado, quizás reflexionando sobre aquella actitud de su admirado Goya, también se había esfumado. A mí me esperaba la brillante luz madrileña, un paseo por aquellos entornos tan llenos de vida y arte y, porqué no, unos churritos y un café con leche en una cafetería que yo me se en la inmediata Plaza de Atocha.

caizán
caizán
28-11-2013 17:12

¿POR QUÉ?
Ustedes saben, ¡Nací en Galicia! Hijo, nieto, tataranieto y así, hasta algún celta, romano o griego ¡Vaya a saber!Pero no me crié en España, lo hice en Argentina, y allí, algunos fuimos republicanos y otros falangistas. Pero todos, todos, sabíamos de la masacre que ocurría en España, solo cambiaban los culpables; dependía con que ojo se mirara, si el derecho o el izquierdo. ¡Nada mas!
En el 2000 supe que había españoles, en España, que sabían historia antigua, pero no la española de la 2da. república y posterior guerra civil: la represión fue tan grande que nadie, ni maestros ni familia les contó qué pasó entre 1936 1939. España no existió en esos años, luego vino la grandeza de la mano de Dios que prohijó la lucha nacional.
Los españoles de la diáspora ¡Nunca olvidamos! y si hablamos, leemos o vemos temas de esos años, lloramos. Por lo que pudo ser y no fue.
Hablar del Guernica no es como hablar de la Mona Lisa. El Guernica nos retrotrae a esos años de dolor y miseria, no es una obra de arte abstracta, es muy concreta y cuando la vemos, terminamos llorando.
Me pasó a mí.
Por eso no hablo de ella.
J.S.M.

Gregorio Tienda Delgado
Gregorio Tienda Delgado
28-11-2013 12:42

EL GUERNICA DE PICASSO. EL VIAJE.

Recuerdo que hace unos años fui a Madrid en viaje turístico y visité el Museo Reina Sofía. Al día siguiente de llegar, salí del hotel hacia el triángulo del arte. Cuando entré al Reina Sofía, quise ver primero el GUERNICA. Una vez frente al inmenso cuadro, me quedé con la boca abierta sin entender nada, de nada. Solo veía un montón de imágenes deformes que no le encontraba el significado. Por suerte para mí, llegó una pareja, y después de un vistazo general, la mujer empezó a explicar el cuadro a su acompañante, que al parecer, entendía como yo; nada. Afiné la oreja y continué simulando para pasar desapercibido y ella continuó.

-Mira Juan. El Guernica de Pablo Picasso ha sido y es, admirado en todo el mundo. Su interpretación es objeto de polémica, pero su valor artístico está fuera de discusión. Queda fuera de dudas que, el arte siempre ha sido y será una forma de expresión social, una forma de hablar sin palabras. El arte no muere, sino que es un valor eterno.

Existen varias versiones de lo que representa, la más generalizada es el bombardeo de la villa vasca española el 26 de abril de 1937. El horror que causó ese episodio fue muy alto en la opinión pública internacional, por el sacrificio absurdo de tantos inocentes.

-Sí, Natalia, horror sí que veo, pero no veo ningún avión. –dijo Juan.

-Bueno, seguiré explicándote y comprenderás. El cuadro puede dividirse en tres partes, de las cuales la más importante es la central, que tiene como base el cuerpo del guerrero muerto, y como vértice la lámpara. Ese, no es el único principio de ordenación espacial presente en el Guernica ya que también las figuras están organizadas en triángulos.

-¿Guerrero muerto? ¿Es que en 1937 todavía se luchaba con espadas? -Dijo Juan un tanto confundido.

-Claro, por eso he dicho que existen varias interpretaciones. Picasso renunció al color para acentuar el dramatismo y sólo utilizó la gama de grises, el blanco y el negro. Es un cuadro sonoro; los personajes gritaban, gesticulaban y morían bajo las bombas. La denuncia de la violencia es intemporal y ha sido siempre utilizada como un canto contra la sinrazón de la destrucción y la muerte en cualquier guerra.

Picasso pintó los personajes en actitudes desesperadas. Las diferentes figuras del cuadro presentan grandes bocas abiertas, ojos desorbitados y cuerpos deformados. Todas las figuras expresan la agonía y el miedo a través de los gestos de sus rostros y cuerpos.

El toro aparece en la izquierda, con el cuerpo oscuro y la cabeza blanca y parece mostrarse aturdido ante lo que ocurre a su alrededor.

-¿Sabes, Natalia? He oído decir que ese toro representa al que mató a Joselito en Talavera de la Reina. Creo sin duda que evoca las co-rri-das de toros españolas que tanto le gustaban a Picasso.

-Bueno, Juan, puede que tengas razón. Continuemos viendo el museo.

Y allí seguí como un pasmarote mirando cuadros que me hablaban pero yo no les entendía.



Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
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