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VAMOS A CONTAR HISTORIAS
Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
02-08-2021 16:27

A escribir, a denunciar las injusticias, a escribir lo que creemos, a intentar un futuro mejor. Gracias Gregorio

Gracias Rodrigo por el entusiasmo. Villasmil es un viejo amigo, también venezolano. Es un artista plástico se inventó La palabra Ilustrada y Las Crónicas cotidianas para obligarse a pintar, así como nosotros tenemos que inventar algún detalle cada día para escribir, que no nos falte el anímo y cuando nos falte nos sobran los politicos que nos dan material de sobra y a veces, cuando la alegría me desborda aparece una muchacha que machaca las palabras y me diviero y tengo la suerte que a ti te te sorprende mi alegría. Un abrazo.

Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
31-07-2021 19:59

U
n tema muy estimulante, Gregorio. Y de dolorosa actualidad. En mi caso tendré que tejer mi cesto con juncos de ficción, porque, afortunadamente, nunca viví ese tipo de episodios. Pero creo que en este caso la ficción puede ser superior a la realidad. Gracias.

Gregorio Tienda Delgado
Gregorio Tienda Delgado
31-07-2021 17:45

No sé si será estimulante.

Os pido un relato sobre la "VIOLENCIA EN EL DOMICILIO" No estoy de acuerdo con el término "violencia de género", porque discrimina a los niños que también son maltratados. Por eso, os pido que elijáis una pareja que tenga niños.

¡Adelante! A despertar las neuronas.



Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
30-07-2021 20:14

Gracias, compis. Vuestros ánimos me son muy necesarios (y de paso le vendrán bien a Rayuela: somos un equipo protegiendo a todo un monumento...)
Vale, espero la propuesta de Gregorio que seguro será estimulante, como lo es todo lo que de él nos llega.
J.J. Dejé un pequeño comentario en facebook sobre tu relato y la ilustración de Villasmil. Si puedo trataré de extenderlo en estas páginas, pues tu cambio de estilo me ha llamado la atención y me ha gustado mucho.

Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
30-07-2021 17:37

La muchacha

La muchacha machaca que machaca las palabras.

Las laza, al vuelo las caza y correctas las conecta en una cantaleta que no detiene ni cuando come paleta. Las junta, las une, para darle brillo sin respiro a sus estribillos sin hilo, que repite sin cesar ni descansar, como las olas del mar. Una y otra vez con facilidad las encadena en una cantinela con un palo de canela.

A toda voz se oye el alboroto de la muchacha que machaca las palabras entre el ruido de los corotos para hacer hoy los porotos y exclama:
-Agua-. -Agua que viene en un chorro desde el morro y yo corro por todo el entorno sin gorro, por la calor que viene, que va, que me tiene sofocá, y ando de aquí para allá con la pata pelá y no pido por eso disculpas ni ná.

La muchacha machaca que machaca las palabras, mientras rasca que te rasca la buchaca en una hamaca y sin importar la canícula de esa película ridícula, la muchacha comenta:
-El viejo en la hamaca la mete y la saca, reculan que reculan y no disimulan-. Sin ropa ninguna sudan y se mecen en la hamaca bajo una mata de tuna, los mira indiferente una mula y ellos siguen pula que te pula, recula que recula-.

La muchacha que machaca las palabras se asoma a la ventana y espanta una paloma:
-Vete, vete-. -Yo no quiero vejete con la bragueta en el ojete-. -Yo quiero un mozo, un mozalbete, que venga del este, quizás del mismo Trieste, o también del oeste aunque traiga la peste, que me lleve a un lugar agreste y tomados de la mano caminar al noreste sin que el capitán nos arreste-.

La muchacha que machaca las palabras debe rendir una prueba en una semana. Una semana apenas le queda para presentar la prueba a la muchacha que machaca las palabras y eso la tiene preocupada, enredada, angustiada y es que, tiene pupila la pupila de Petronila, mi vecina. La muchacha que machaca las palabras quiere ser maestra de escuela y escribió una esquela pidiendo aprobación y ya le dieron fecha para presentar el examen de admisión.

No quiero imaginar, ni por un momento pensar, que sí logra el examen dar y con ayuda del azar, o de tanto estudiar, buena nota sacar, maestra de escuela seguro va a quedar. Yo estoy obligado a entrar a su sala para supervisar y son muchas horas para hilvanar y ya para abreviar, esta historia inusual de la muchacha que machaca las palabras aquí mismo debe acabar.

Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
30-07-2021 17:35

El próximo tema lo propone Gregorio, que imagino perdió el hilo por el entusiasmo de Rodrigo que se adelantó, pero no pasa nada. Así que Gregorio vamos a obligar a Rodrigo a sacudirse el marasmo y propon un tema para esta quincena de agossto, que ya Don Julio se nos fue.

Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
27-07-2021 13:09

Hola a todos, ausentes y presentes. Vengo a hacer mi necesaria visita que avive mi querencia por Rayuela. No es un hogar como los que describe J.J. en su segundo post; es nuestro íntimo y acogedor refugio en el que, afortunadamente, no se atisban fobias ni odios racistas. Qué dramatismo el que sabe impregnar J.J. a sus relatos. Que doloroso debe ser el verse obligado a renunciar a patria y hogar, a veces hasta a la familia, por las inhumanas actuaciones del egoísmo y ambición de los hombres. Qué doloroso es, en los países de acogida, oír a tus propios compatriotas eso de "moro de mierda", "iros a vuestra casa", y otras expresiones tan contrarias a la más elemental humanidad. Qué ásperas resultan ciertas actuaciones políticas predisponiendo a la población contra esos mendicantes de asilo, aunque esté demostrado que, al menos en España, son imprescindibles para la supervivencia del país, agostado por los egoísmos consumistas, por la vivencia del aquí y ahora que impide una visión de futuro, en plena decadencia de procreación de lo que deberían ser las nuevas generaciones que garanticen ese futuro.

Gracias, Gregorio, por tu afortunado comentario, con cuyas opiniones coincido plenamente. El futuro del planeta está muy comprometido, aunque creo que ninguno de los dos asistiremos a la debacle final.

J.J.: aunque no deje constancia escrita, no dejo de leer tus abundantes artículos, en los que creo que te retratas deshojandote en la multiplicidad de seres que somos. En cada un de ellos creo ver una faceta determinada del riquísimo poliedro de tu personalidad. Todos tus personajes son congruentes entre ellos y parecen tener un denominador común. Un cierto fatalismo los encuadra y determina su destino.

No hemos elegido tema para una próxima convocatoria de relatos; Rayuela es mi último estímulo para escribir; estoy desinflado. La mayor parte de mis publicaciones en otros foros son repeticiones, ni siquiera reediciones, de antiguos escritos míos. Y además siento una enorme pereza para ponerme frente al teclado. Y temo que finalmente me derrote.

Bueno, basta de quejas. Me voy con Adolfo, a tomarme dos o tres lingotazos de ron u orujo patrio.

Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
24-07-2021 19:57

Lluvia

La brisa bajó desde las montañas escoltando en silencio un grupo de nubes dulces, suavemente el viento empuja alguna que torcidamente se equivoca con claras intenciones de retrasar la marcha. Puntualmente a las doce del día, descargaron amables y silentes la garúa que predijo el abuelo la noche anterior.

Apenas comenzó la llovizna mi abuelo se ajustó el sombrero de ala ancha que usa desde siempre y ya en la puerta, me pidió que le hiciera compañía. Lo miré con sorpresa, adivinó la pregunta que no hice y a manera de respuesta dijo.

-Tu bisabuelo usaba boina, yo uso sombrero, tú usas esa gorra de pelotero y tu papá que era un contestatario, anduvo siempre con la cabeza pelada y los cabellos en desorden-. -Los tiempos cambian, pero puedo asegurarte que este momento es único y se repite una sola vez cada año, No podemos permitir que esta eventualidad nos retrase, no debemos perder la oportunidad cuando se presenta-. -Yo puedo asegurarte, que este día no lo olvidarás jamás-.

Para mi asombro, al salir de la casa, una gran cantidad de personas ya se encuentran en la calle, igual que nosotros se dejan envolver por esta especie de bálsamo sanador convertido en rocío que cae desde los cielos, caminan contentas, nadie intenta guarecerse, esconderse, correr y por el contrario, dejan los autos estacionados de cualquier manera y salen simplemente a caminar bajo la lluvia, a todos se les ve la enorme alegría de poder vivir y compartir este momento único e irrepetible.

Bajo la insistente y tenue cortina de agua las calles se humedecen, una agradable frescura toma posesión del pueblo y endulza hasta las palabras más ásperas, suaviza las voces hasta convertirlas en murmullo y no hay forma de acallar a sus habitantes poseídos por el espíritu de la buena voluntad. Todos sin excepción se ven en la obligación de decir lo que sienten y cuidan con tanto esmero la construcción de las oraciones, que los cuchillos perdieron el filo ese día.

Algunas personas no pueden contenerse y le revientan en la boca las palabras como flores. Con las prisas por sacarse de adentro lo que sienten, algún secreto se escapa y los labios que juraron con solemnidad mantenerse cerrados por siempre, no confesar tamañas confidencias ajenas, dejaron en libertad los secretos y a pesar de que habían roto los sellos de antiguos y nuevos juramentos, no lograron escandalizar a nadie, ni hacer daño alguno, en cambio sirvieron para recomponer entuertos y malos entendidos.

A mi lado el abuelo revive intensos momentos, se ha puesto colorado, abrumado por el ímpetu irrefrenable de los recuerdos, camina en la punta de los pies con el temor de que el ruido de sus pasos espanté los recuerdos de su nostálgica memoria, el abuelo mantiene un extraño circunloquio y parece más bien un pájaro, que entona viejas canciones de amor en un vano intento de recuperar la presencia perdida de la abuela.

El aire trae de regalo el olor a tierra mojada y a pan recién salido del horno, busco con afán la dirección de esos entrañables aromas, la prisa por seguir adelante me consume y parezco un león alado. Obligo a mi abuelo a seguirme el paso con una emoción mucho más grande que mis quince años.

Veo a lo lejos la sombra de un cuerpo, que de tanto pensarlo lo conozco de memoria y por eso mi urgencia. Calladamente pronuncio el nombre que la nombra y se detuvo en el acto al sentir que la convoco, se dio la vuelta, nos encontramos, tomó mi rostro con sus dos manos y sin decir palabra sembró un beso en mi boca, que florece cada día desde ese día.

Gregorio Tienda Delgado
Gregorio Tienda Delgado
24-07-2021 12:26

SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO

Tu relato, Rodrigo, es una muestra de lo que debieran hacer los gobiernos de todo el mundo, pero el esfuerzo de los que luchan desde las bajuras por conseguirlo, es como predicar en el desierto. Las multinacionales son las que mandan, y no permiten que se adelante en la mejora del planeta y de sus habitantes y los gobiernos miran para otro lado, o para su bolsillo. Si a eso le sumamos los pirados o pagados que incendian los montes, el futuro es incierto.



Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
23-07-2021 16:31

Escapar

Cuando la idea de largarse es apenas una vaga tentación que aún no se transforma en actitud y decisión.
Cuando a tu alrededor el deterioro se convierte en un peligro y las amenazas danzan como espectros, asoma, cruel, la posibilidad de alejarse corriendo sin mirar atrás. Pero la decisión de salir pitando tropieza con obstáculos y esa resolución la postergas ante el miedo, ante el sobresalto de intuir que ese paso es definitivo y no hay regreso.
Cuando escapar es una motivación asociada a las dudas propias y a la indecisión ajena, pero no se ha convertido aún en emergencia.
Cuando escurrirse es un estremecimiento ante el muro de incertidumbres que significan acometer tamaña empresa.
Cuando aún piensas en lo correcto de salir corriendo y no encuentras la fuerza necesaria para tomar la decisión.
Cuando no has logrado concebir la fuga como una opción y todavía no has descubierto los colores de la barbarie, la luz en el filo de los cuchillos.
Cuando las fronteras han sido desbordadas y es otra excusa para permanecer en estado de parálisis.
Cuando el cerco tendido de alambres de púas deja de ser una lejana amenaza y comienza por rasgarte la piel.
Cuando el aire se convierte en luto y la lluvia es llanto y las calles son abismos.
Cuando se hace inevitable escapar apenas con lo puesto, por aquello de la infalible economía del equipaje, en ese momento, al cerrar la puerta y dejar las llaves huérfanas, abandonadas sobre la mesa, con adioses sin promesas, percibes que debajo de la piel se ha formado una capa más gruesa que la grasa y será tu escudo en el camino.
Es un tejido distinto de células rebeldes, que iniciaron esa labor de urdiembre cuando aquellos primeros signos encendieron alarmas de emergencia. Cuando aún no habías tomado la decisión de huir, pero ya respirabas el humo de los incendios y la escasez te arrinconaba y no eran suficientes todos tus esfuerzos para detener la prisa de los adioses.
La sangre se confabula con las células rebeldes, se enciende contra los apremios del tiempo y forja una tupida trama que se enlaza a los ligamentos, cruza las articulaciones, envuelve los músculos, teje redes entre los órganos, cerca al corazón con delicados eslabones, ilumina la ruta que lleva a los recuerdos, rompe los puentes del futuro y obliga a vivir esa sensación única de transitar el camino paso a paso y cruzar las esquinas sin el peso de la soberbia. Perdido ya, el orgullo de la identidad, tu optimismo se basa en la única certeza posible. Huir a toda costa.
Huyes de tus ríos, que desbordados anegaron las posibilidades y te gritan ¡Vete!
Huyes de tus mares embravecidos que te hicieron naufragar y te gritan ¡Vete!
Huyes de tu casa convertida en un demonio rojo que te grita ¡Vete! -Vete antes de que me trague tu dignidad-.
Debo reconocer que este texto no lo escribí solo, soy un instrumento de las circunstancias, ellas, las circunstancias, dictaron estas pocas líneas: los desplazados venezolanos que huyen en todas direcciones, ese grupo humano en estado de desesperación, que se cuenta por millones y escapa de la dictadura, a ciegas, caminando, en cualquier dirección. También contribuyó y mucho, la lectura de este poema de Warsam Shire. Refugiada Somalí, que abrió todas las ventanas de la desesperación y expuso la vida en ruinas.

Warsam Shire
Hogar
Nadie abandona su hogar, a menos que su hogar sea la boca de un tiburón.
Solo corres hacia la frontera cuando ves que toda la ciudad también lo hace.
Tus vecinos corriendo más deprisa que tú. Con aliento de sangre en sus gargantas.
El niño con el que fuiste a la escuela, que te besó hasta el vértigo
detrás de la fábrica, sostiene un arma más grande que su cuerpo.
Solo abandonas tu hogar
cuando tu hogar no te permite quedarte.
Nadie deja su hogar
a menos que su hogar le persiga,
fuego bajo los pies,
sangre hirviendo en el vientre.
Jamás pensaste en hacer algo así,
hasta que sentiste el hierro ardiente
amenazar tu cuello.
Pero incluso entonces cargaste con el himno bajo tu aliento,
rompiste tu pasaporte en los lavabos del aeropuerto,
sollozando mientras cada pedazo de papel te hacía ver
que jamás volverías.
Tienes que entender que nadie sube a sus hijos a una patera,
a menos que el agua sea más segura que la tierra.
Nadie abrasa las palmas de sus manos bajo los trenes, bajo los vagones,
nadie pasa días y noches enteras en el estómago de un camión,
alimentándose de hojas de periódico, a menos que
los kilómetros recorridos signifiquen algo más que un simple viaje.
Nadie se arrastra bajo las verjas, nadie quiere recibir los golpes ni dar lástima.
Nadie escoge los campos de refugiados
o el dolor de que revisen tu cuerpo desnudo.
Nadie elige la prisión, pero la prisión es más segura que una ciudad en llamas,
y un carcelero en la noche es preferible
a un camión cargado de hombres con el aspecto de tu padre.
Nadie podría soportarlo, nadie tendría las agallas,
nadie tendría la piel suficientemente dura.
Los: “váyanse a casa, negros”, “refugiados”, “sucios inmigrantes”,
“buscadores de asilo”, “quieren robarnos lo que es nuestro”,
“negros pedigüeños”, “huelen raro”, “salvajes”,
“destrozaron su país y ahora quieren destrozar el nuestro”.
¿Cómo puedes soportar las palabras, las miradas sucias?
Quizás puedas, porque estos golpes son más suaves
que el dolor de un miembro arrancado.
Quizás puedas porque estas palabras son más delicadas
que catorce hombres entre tus piernas.
Quizás porque los insultos son más fáciles de tragar que el escombro,
que los huesos, que tu cuerpo de niña despedazado.
Quiero irme a casa, pero mi casa es la boca de un tiburón.
Mi casa es un barril de pólvora,
y nadie dejaría su casa a menos que su casa le persiguiera hasta la costa,
a menos que tu casa te dijera que aprietes el paso,
que dejes atrás tus ropas, que te arrastres por el desierto,
que navegues por los océanos,
“Naufraga, sálvate, pasa hambre, suplica, olvida el orgullo,
tu vida es más importante”.
Nadie deja su hogar hasta que su hogar se convierta
en una voz sudorosa en tu oído diciendo:
‘Vete, corre lejos de mí ahora.
No sé en qué me he convertido, pero sé
que cualquier lugar es más seguro que éste.

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