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VAMOS A CONTAR HISTORIAS
Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
22-07-2021 23:50

Agasajo malogrado

El banquete que se sirve es espléndido, regado con finos y variados alcoholes de las excelentes cepas de viñedos locales. Esta noche no se escatima en costos.

El invitado de honor a este inusual derroche, es un pelafustán, que con artimañas y gazapos se hace pasar por Don Benjamín de la Rueda y Moros hijo ilegítimo de Don Ricardo Rueda Castro, descendiente directo del Conde de la Rueda, dueño de todas las tierras de esta región.

En la cocina, Herminia se ocupa de cada plato, de cada copa que se sirve. Revisa el mínimo pormenor y llega a los límites exasperantes que exige la perfección. Herminia cuida con celo y esmero todos y cada uno de los detalles de esta cena. Con seguridad, con firmeza, con la voz enronquecida por los fuegos y la sal marina, con la que invariablemente condimenta sus comidas, Herminia se hace obedecer. Le acompaña esa herencia absolutista de generaciones anteriores, acostumbradas a mandar y ser obedecidas de inmediato.

En su familia todos son varones y militares, menos ella. Ella decidió en vista de la imposibilidad de tomar la carrera militar, como todos los hombres de la familia, encaminar sus pasos a ser la dueña de una cocina, que es lo más parecido a comandar un batallón. Herminia tiene nariz para los negocios y también para los aromas y sabores, ella ejerce su pasión de mandar y ser obedecida sin chistar entre las especias y el fuego implacable.

Herminia se convirtió en una referencia obligada y quien quiere realizar un verdadero festín al paladar, sí puede pagar el precio, acude a ella, con la plena seguridad de que será un éxito y durante semanas se hablará del convite.

En la mesa en donde se agasaja a Don Benjamín de la Rueda y Moros, se come, se bebe a placer y se habla animadamente sin importarles un comino lo que sucede en la cocina. Los invitados disfrutan el preciado momento de la gloria y los platos y las bebidas aparecen con su magia sobre la mesa y los delicados manjares se convierten en una fiesta al paladar, los invitados dan por descontado que en la cocina todo es coser y cantar.

En esta oportunidad se equivocan, un pequeño detalle inició una cadena de acontecimientos que culminan en un desastre. Mucho antes de abrir las puertas a los invitados, apenas iniciado el trajín en la cocina, el ayudante de confianza de Herminia presentó una severa intoxicación y tuvo que ser recluido de emergencia en el hospital, además, se queja de sentir un pito permanente en los oídos que le impide oír, los médicos no encuentran la razón para este mal, pero creen que forma parte del cuadro de intoxicación.

Enviado por la providencia apareció un joven en busca de trabajo y a Herminia no le quedó otra opción que contratar a este desconocido, que presenta habilidades suficientes y mucha disposición.

Se libra una batalla en la cocina que los comensales desconocen. El vástago de la licuadora, mal ajustado por el maquiavélico ayudante nuevo, se salió de madre y rompió la bandeja con los huevos, que terminaron en el piso, sin batir y convertidos en revoltillo.

El ayudante en cuestión es realmente un enviado de Arturo Crespo, el mejor Chef que se conoció por aquellos lugares y que con la aparición de Herminia perdió su clientela habitual y está a punto de cerrar el Restaurante “El Faisán Alado” de su propiedad.

El mismo joven causante del estropicio, se ofreció de inmediato para batir los huevos y salvar el soufflé de pescado, el plato principal, pero antes de batir los huevos colocó unas gotas de aceite en el recipiente y por más que bate las claras, no logra la consistencia adecuada.

En las mesas, fuera de la cocina, la alegría aumenta con los vapores del vino hasta que un grito de auxilio paraliza a los invitados por un segundo. Al reponerse del susto inicial todos corren a la cocina y ven con asombro, que Herminia mantiene agarrado por los cabellos al joven ayudante y amenaza cortarle el cuello con el cuchillo cebollero en mano. Todos oyen la confesión del aterrado muchacho que pide clemencia, justo antes que Herminia le haga un corte perfecto sobre la oreja.

Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
21-07-2021 18:38

La Scientis Technique Agency

Huyo de mi imagen reflejada en los espejos, no debo mirarme en ellos, temo no poder reconocerme y descubrir que me perdí en una grieta de este laberinto al que entré por voluntad propia hace exactamente ocho meses.

Quienes se cruzan conmigo en las aceras piensan que estoy loco por esta facha miserable. Luzco arruinado, lo sé. Toda esta mugre acumulada y compacta de tierra, sol, lluvia, viento y arena, ha formado una costra áspera sobre la ropa que llevo encima y oculta sus verdaderos colores y su calidad. La mugre que acumulo ha transformado mi piel suave y clara en una lija oscura que me hace irreconocible, incluso, ante mis amigos más cercanos. La mugre y el olvido terminan por dibujar en definitiva este aspecto de mendigo y quien me observa, desde su ignorancia, mira a un hombre que perdió sus cabales en una esquina de la calle del peligro.

He visto sin pizca de asombro los ojos de aquellos que pasan a mi lado mirarme con malicia, cuando de improviso atravieso la calle dando voces con riesgo de ser atropellado por los vehículos. -no saben- ¿cómo van a saber? -ni siquiera imaginan- que he realizado cálculos precisos y sé exactamente el momento en que voy a encontrarme con un espejo, o tropezarme con una lámina que va a reflejar mi rostro y lo evito a toda costa, por eso mi desesperación, que se asemeja mucho a la locura.

La verdad, yo no soy un indigente, aunque lo parezca vestido con estos harapos. Yo tengo enormes diferencias con esa horda de parásitos, vividores, y pedigüeños que abundan en la ciudad y se multiplican con alarmante facilidad. No me han visto, ni me verán cerca de las puertas de las iglesias implorando lástima, o caridad. Jamás rebusco en la basura, la dignidad me lo prohíbe. Sí aquellos que me juzgan con la ligereza de las apariencias, se dignaran siquiera, a practicar un ejercicio de observación, podrían perfectamente diferenciarme de esa ralea de gorrones, abusadores, mangantes.

Aunque parezca un desatino no estoy solo en este inclemente deambular por calles sin rumbo y no precisamente porque pertenezca a esa cofradía de pordioseros, cuyas únicas herramientas para sobrevivir son: la mano extendida, el tono lastimero y la mirada suplicante de perro apaleado. Actitudes, conductas, formas y técnicas aprendidas para representar el acto indigno de vivir sin trabajar.

Yo soy uno de los muchos voluntarios que conforman un experimento secreto, cuyos resultados serán de vital importancia para los tiempos que enfrentará el hombre luego del exterminio, producto de guerras sin sentido. Trabajo en la S.T.A. Scientist Technique Agency. Soy físico de profesión y fui seleccionado entre cientos de trabajadores de la Agencia para enfrentar este reto. Poseo extraordinarias cualidades mentales, requisito indispensable, así como una estabilidad emocional probada. Tengo además la disposición necesaria y sobre todo, el interés científico para cumplir con éxito este experimento en favor del mundo.

El experimento consiste en vivir durante un año completo en la calle, solo, sin ningún tipo de ayuda de la Agencia. En este experimento una de las tareas más importantes es la vigilancia de mi propia conducta, debo mantenerme atento a cualquier indicio, al mínimo rasgo que asome la posibilidad de un desequilibrio, por eso fundamentalmente evito verme en los espejos. No consumo drogas, que circulan con pasmosa libertad en todas las calles, no fumo, ni bebo licor, me mantengo alerta.

Recojo información del comportamiento humano y sobre todo, de conductas adquiridas o aprendidas en el enfrentamiento a una realidad adversa, tanto del mundo externo, como de mi mundo interior. Toda la información que soy capaz de observar la almaceno en espacios departamentales de la memoria, que luego, por procedimientos físicos matemáticos serán expuestos para el estudio del equipo multidisciplinario encargado de este proyecto.

Al iniciar el experimento se me informó que en la muñeca derecha llevo un chip con todos mis datos, GPS incluido, a fin de ser monitoreado por la Agencia. Además, mis datos y alguna información relevante será suministrada a todos los entes de la Seguridad Nacional, para que me presten la ayuda necesaria en caso de ser arrestado, o detenido. Con mis huellas dactilares podrán acceder a la base de datos de la Agencia y encontraran información suficiente y bastante sobre mi persona y lo que deben saber sobre este experimento, a fin de que me sea otorgada nuevamente la libertad plena de movimiento.

Anoche fui arrestado en una redada de la policía y hoy estoy enfrente del oficial a cargo. Es un hombre joven, de gruesos bigotes manchados de nicotina, fuma desesperadamente. Yo guardo el silencio que me corresponde frente a la autoridad, él debe saber quien soy y por que mantengo esta facha.

El oficial me entrega una cuartilla impresa y dice: -debe leer este informe y firmarlo, para poder dejarlo en libertad-.

Nombre.
Francisco Gallardo.
Cédula de Identidad.
3.271.295
Edad.
32 años.
Oficio.
Escritor.
Lugar de residencia.
Desaparecido.

La Editorial Ciencia y Tecnología solicita a las autoridades competentes dejar en libertad al ciudadano Francisco Gallardo, ya que no representa peligro alguno para la sociedad. Desapareció hace ocho meses y creemos que su desaparición obedece a que se encuentra perseguido por alguno de sus personajes, o persiguiendo una historia, con los escritores nunca se sabe.

Camino a la salida de la estación de policía luego de firmar el informe y compruebo que la Scientist Technique Agency, sabe muy bien cómo encubrir sus investigaciones secretas.

Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
20-07-2021 22:40

Rodrigo Y esa lucha siempre es un filón de donde asirnos para escribir. La derecha o la izquierda ya no existen más, lo que existen ahora son intereses y de acuerdo a esos intereses se gobierna, hay muchos grises, eso lo entiendo, pero al gobernar quedan dos opciones: democracia o dictadura.
Vienen otros tiempos que son difíciles de visualizar, o de creer, pero en vista del tamaño del universo es lo más lógico. Vreo que este texto puede darte una idea.

Los próximos, los que vienen, los que ya están entre nosotros

Un imprevisto aguacero de verano, con granizo incluido, sorprende a la ciudad al terminar la tarde. Al cesar el chaparrón salgo de mi casa a disfrutar la noche. Me gusta caminar por las calles después que la lluvia ha limpiado con ramalazos de agua y golpes de viento los colores y puedo respirar el agradable soplo de la ciudad recién lavada. Me detengo fascinado a observar las imágenes atrapadas en los charcos y sus juegos de inusuales movimientos iluminados. Además, quien camina bajo los árboles recibe en el rostro, las gotas que la brisa le arranca a las hojas para nosotros.

Caminé sin rumbo por lugares desconocidos, ausentes los eternos temores y sus advertencias de peligro. Atravesé sin miedo la espesa niebla tornasolada que se formó bajo un antiguo arco de piedra y en ese momento me sentí interiormente invadido, de inmediato pensé en la supervivencia de las células, en el metabolismo celular de los seres vivos, en los principios del fenómeno de ósmosis, pero deseché la idea y la consideré absurda, científicamente improbable.

Al despertar del día siguiente me someto al escrutinio de los espejos, me han crecido dudas. Examino mi figura desde todos los ángulos y no encuentro cambios, reconozco que este es mi cuerpo, me pertenece con todos sus detalles y lo conservo tercamente intacto.

Mi aspecto no ha cambiado: el ancho de los hombros, la delgadez congénita que me acompaña, los gestos que me pintan y los rasgos propios que el tiempo ha grabado son los míos. Exteriormente no encuentro cambios visibles, pero puedo asegurar que dentro de mí se ha instalado otro, otro que no soy yo. Otro intenta imponer su criterio con determinación y fuerzas superiores a las mías y lo consigue con facilidad. Ese otro se permite conducir mi cuerpo, me suplanta con una seguridad que aterra y está decidido a lograr su objetivo, objetivo que el otro, el invasor, me presenta el disimulado a través de los sueños, mecanismo que utiliza a falta de una fórmula de comunicación directa. El otro es un misterio para mí y yo soy un libro abierto para él.

Reconozco su presencia sutil en el torrente de la sangre, en las células y cromosomas. Los cambios no son visibles pero van configurando a ese otro que no soy yo y que ha tomado posesión de mi cuerpo. Lo delatan pequeños detalles imperceptibles que yo reconozco. El otro se ha adueñado de mi estructura y densidad molecular y avanza para establecer una relación simbiótica. Induce y conduce mis sueños a extravagantes galaxias, a mundos desconcertantes, a insólitos planetas y me asegura con imágenes amables y dulces, que no pretende colonizarme, pero debe utilizar mi cuerpo para cumplir una misión. Hasta ahora no me ha revelado la comisión que le ha sido encomendada y que cumplirá inexorablemente. No tengo fuerzas, ni armas para enfrentarlo.

En mis sueños, el otro me muestra con insistencia a una mujer, la desconocida es definitivamente atractiva y más allá del deseo siento la necesidad, la obligación, el deber, de estar a su lado.

Hoy llueve nuevamente, esta vez látigos de luz cruzan el cielo y el ambiente se electrifica. Al finalizar la lluvia salgo a la calle, mis pasos los dirige el otro, la ansiedad del otro me domina y yo mantengo el rumbo que el otro ha trazado. Toco la puerta de una casa desconocida y abre la mujer que he visto repetidas veces en mis sueños, ambos somos impulsados por fuerzas desconocidas y nos abrazamos con inusitado entusiasmo. En ese momento nos envuelve la misma niebla tornasolada que atravesé bajo aquel arco de piedra y ya no podemos dejar de mirarnos. Una intensa felicidad se apodera de ambos, ha nacido entre nosotros un increíble y maravilloso vínculo.

Ambos sabemos ahora, que fuimos elegidos para poblar la tierra con seres poderosos y extraordinarios que tienen la misión de preservar la armonía del universo, que se encuentra amenazada.

Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
20-07-2021 13:12

Creo J.J., que la militancia en pro de la defensa de la Naturaleza, o del medio ambiente, como quieras llamarlo, es la opción política más clara que nos queda. Los idearios políticos tradicionales, compartimentados en derechas, izquierdas y todo tipo de aleaciones, están tan desnaturalizados, tan desvirtuados, que es difícil separar el grano de la paja. Sólo, en mi opinión, queda un rival claro: el neoliberalismo, que acarrea dictaduras, alianzas comerciales opresivas, acumulación de medios y recursos que impiden la auténtica libertad de los pueblos. Tú sabes bien de qué hablo. Pero esta visión de la lucha política no acaba de verse nítida. Y, en consecuencia, no se crean las estrategias adecuadas para luchar contra ellos. Así que sigamos la ensoñación utópica, que es una mezcla de política y poesía que, al menos a mí, me satisface.

Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
19-07-2021 23:22

Tu sueño de una noche de verano es la esperanza de todos, un mundo mejor, pero esa esperanza es inalcanzable, bien lo deja claro tu texto, son m´sas importantes los grandes intereses econoimicos que el suño de los hombres, y las organizaciones que pueden poner orden miran para oytro lado de losmacontecimientos. Pasa igual que con las dictaduras, todos rechazan la barbarie, pero miran para otro lado a la hora de combatirlas, miran para el lado de los intereses que pesan más que la muerte de las personas.

Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
19-07-2021 23:08

La marca de una despedida

Yo cabalgo el entusiasmo en esta tarde que se despide, el sol es un globo enorme hinchado en llamas y se viene abajo con la amenaza de incendiarlo todo, ese valiente sol acosado por espesas nubes de color lila arremete con sus intensos amarillos y abre heridas doradas en un intento desesperado por mantener el cielo limpio y claro, pero indolente y cobarde el temeroso cielo se deja arrebatar sus tesoros azules y a pesar del dolor se entrega a la oscuridad, ha perdido la esperanza sin luchar, sin convicción. El sacrificio del sol permanece grabado y oculto en mi recuerdo.

Ese cielo indiferente entra perplejo a las sombras de las seis de la tarde y en este olvidado y arenoso pueblo que lleva por nombre Viento Fresco se levantan a esta hora remolinos de polvo rojo para ensangrentar la hora, que queda sembrada y echa raíces en mi memoria.

En la glorieta de la vieja casona de tus padres esperamos juntos por última vez la llegada de la noche, arrebatado por mis veinte años, por esa noche que se hizo presente de golpe y dejó en el cielo una ráfaga de estrellas, pero sobre todo, por la urgencia de mi adiós, por esta inminente despedida mía, por esa grieta que abro entre los dos al dejar el pueblo, en mi intento de convertirte en ancla para regresar, dije sin pensar exactamente cómo conseguirlo, sin imaginar siquiera una fórmula:

-Déjame que te haga feliz-.

Tú; con la mirada fija en mañanas imposibles, con los pies bien plantados en el futuro, serena, tranquila, calculando tu vida como de costumbre, con el pensamiento fijo en la inflexible balanza de tus sueños, midiendo en el tiempo hasta el mínimo detalle para no equivocarte y para no lastimarme, respondes con tus diecinueve años cumplidos y tu metro ochenta de estatura y tu piel morena y tus cabellos negros a mitad de la espalda y tus huesos estrechos y tus carnes mezquinas. Me hablas sin sonreírte, sin preocuparte por la innegable fuerza de las palabras, convencida de lo que piensas y en lo que crees:
-La felicidad no es una línea recta que alguien pueda dibujar y entregarle a otro como dádiva, o regalo-.
-La felicidad es un camino y también una encrucijada-.

-Es una calle que se debe transitar a sabiendas que invariablemente se romperá en una esquina para llenarte de sorpresas-.
-Es la figura de una persona acompañada por el peso de su sombra y nada más-.

-Es el paso que damos y la huella íngrima que dejamos sin olvido posible-.

-Es la palabra que se lleva el viento y también el eco que se queda dentro de una y forma vacíos, crea abismos a los cuales de vez en cuando nos asomamos-.

-La felicidad es más que una promesa, es un objetivo fijo en mi vida y por ella trabajo cada día, la felicidad es mucho más que un compañero de viaje-.

Esa noche nos despedimos atrincherados en nuestras diferentes realidades. Ella se quedó mirando la luz de las estrellas y yo me fui contando los pasos con el peso de su respuesta, con los gestos de sus manos, con el tono de su voz metido en la sangre.

Ese momento permanece intacto en mi recuerdo, el sol arrebatado de esa tarde no me abandona, ese incendio me acompaña desde entonces y dibuja a este otro que soy ahora, que con la vuelta de los años, entendió que otras certezas diferentes a las mías obligaron tu respuesta y forzaron en mí esta firme decisión de no volver hacer promesas nunca más, de guardar silencio, de mantener las distancias, de no regresar, de no volver jamás y como tantos otros, convertirme en un número de las estadísticas del éxodo, un nombre perdido en la diáspora que logró borrar su fecha de regreso.

Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
19-07-2021 21:08

A esta también llego; tarde, pero llego. Aunque el tema lo propuse yo se me ha hecho muy cuesta arriba encontrar el hilo. A ver si os gusta.

SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO

Noche del 23 al 24 de junio, hace unos años. Noche del solsticio de verano, la noche lás corta y más mágica del año. Toda la costa levantina española arde de hogueras, fuegos de artificio, alegría de vivir, entusiasmo que se derrama por las playas, por las calles, gentes de toda clase y condición cantando, bebiendo, riendo... viviendo.

Al otro lado del mundo, en un estratégico dest acamento de tropas de las Naciones Unidas, el teniente Riquelme, Ricki para sus amigos, recuerda su lejana patria española. Ha sido destinado allí para defender ciertos lugares en peligro de expoliación por su riqueza en determinados materiales ambicionados por grupos empresariales muy poderosos. El gobierno local ha sido desbordado y los actos de pillaje y vandalismo han alcanzado un nivel que excede al que ese gobierno puede controlar. Las Naciones Unidas, ese ambiguo organismo, cuya verdadera misión es tan nebulosa, han enviado algunas tropas para impedir que sigan saqueándose aquello yacimientos que, al parecer,
tienen un enorme valor estratégico, eufemismo que trata de encubrir su importancia económica.

El teniente Riquelme, Ricki para sus amigos, tiene un turno de guardia en un puesto avanzado junto a la frontera argentina, una de las zonas preferidas por los delincuentes para su penetración en el terreno protegido.

El atardecer es especialmente luminoso y bello; la silueta de las Torres de Payne se recorta con su imponente majestuosidad sobre un cielo que ya vira de azul a cárdeno. Pronto será negro. Alguna estrella (recordaba las tres brillantes estrellas de la constelación de Orión, conocidas con el apodo de los tres Reyes Magos o Las Tres Marías y cuyos nombres son: Alnitak, Alnilam y Mintaka, de alguna de sus lecturas urgentes para documentarse sobre el territorio que iba a recorrer). La Puerta de Tanhauser y algunos otros detalles que estimulaban ahora, en aquella paz profunda casi fuera del tiempo, su ardiente imaginación. Pero también evocaba el recuerdo de su querida Atenea, su amada novia de España. Y con ella tantas noches de San Juan en las que se amaron sobre la tibia arena de la playa, acariciados por las olas sumisas y el arrullo de su consentida muerte a sus pies. Su Atenea, aquel llamativo nombre que sus padre le impusieron por el fervor que les producía la sabiduría, las ansias de conocer y su entrega a la Belleza.

Desde los ya sombríos alrededores llegaban indistintos diferentes ruidos; animales, árboles, piedras que rodaban... todo un indescifrable y tenebroso fondo sonoro que atemorizaba al joven teniente, inexperto todavía en lides bélicas. Cualquier movimiento de sombras, cualquier ramaje que crujíese eran por él magnificados y tergiversados de su real origen. Era natural. Sabía que el enemigo, aunque fuesen simples merodeadores, estaba oculto en las sombres exteriores y en cualquier momento podían ser la causa de su propia muerte.

Trató de evadirse imaginando mundos maravillosos, fantasías como las que tanto le gustaban en el cine, aun sabiendo que no estaba, precisamente, en una oscura sala cinematográfica. Las estrellas, ya en plena intensidad lumínica, parpadeaban, algunas parecían desplazarse con movimientos imposibles; las nebulosas adoptaban formas que justificaban los nombres que les habían impuesto sus descubridores. Crear ese otro mundo fantástico era sencillo con todos aquellos elementos que la naturaleza y el mismo cosmos ponían a su disposición.

El joven teniente Riquelme consiguió evadir su espíritu hacia aquellas regiones en las que él se figuraba otra vida bien distinta. Si la belleza que su simple contemplación ofrecía era tal, la posible vida en aquellas regiones debía ser de una sublimidad indescriptible.

En el cielo, aquella magnificencia estrellada, una de las estrellas principales, podría ser Betelgeuse, comenzó a oscilar fuertemente; su brillo variaba de intensidad en breves intervalos de tiempo. Parecía querer apagarse o también aumentar su brillo hasta hacer que su claridad pareciese solar. Aquel parpadeo insólito hizo aumentar los temores de Ricki, el joven teniente Riquelme. Armó su fusil de asalto y esperó agazapado.
Súbitamente el resplandor de la estrella absorbió todos los negrores de la noche; un enorme boquete luminoso se abrió sobre aquellas salvajes tierras patagonas. Atónito, el teniente Riquelme vio como una comitiva de prodigios comenzaba a descender desde aquella formidable boca. Monstruos amables, hadas, enanos, unicornios, carrozas encantadas, idolillos amorosos, toda una comitiva fantasmagórica pero bien definida, se manifestaba ante la asombrada mirada de Riquelme. Y al frente de ella Atenea, su dulce y amada Atenea, que parecía convocarle a su carro florido. Una vara de blancas azucenas eran su cetro y su símbolo.

De un ágil salto Riquelme subió junto a su amada; trató de asirla la mano pero esta escapaba a su caricia como una mariposa en vuelo. Un cierto aura de irrealidad rodeaba a la muchacha-diosa. La comitiva descendía hacia regiones menos luminosas, más oscuras. Finalmente los carros enguirnaldados, los animales fabulosos, los amorcillos, se detuvieron y formaron un corro alrededor de Atenea. Riquelme fue apartado de su lado y ocupó una sombra lateral. Aparecieron desde algún ignoto lugar personajes reconocibles, humanos de popular presencia que comenzaron su parlamento. Todos insistieron en el desastre que estaba suponiendo para la supervivencia del planeta las atrocidades que se perpetraban contra el medio ambiente; la extracción de aquellos minerales raros, la búsqueda de acuíferos bajo gaciares esenciales para el abastecimiento equilibrado de agua dulce a los océanos, la deforestación, la contaminación de los mares, la polución...

Todo aquellos parlamentos le eran familiares a Riquelme, que los escuchaba repetidamente en los medios de comunicación; incluso él era activista de algún grupo defensor de la Naturaleza. Pero estaba allí, en aquel último rincón del planeta, donde las amenazas se multiplicaban y se consumaban bajo el control mismo de las Naciones Unidas. Todos miraban hacia otra parte; como él mismo que ahora miraba a ese cielo fascinante que sabía seguía brillando como un joyel sobre su cabeza.

Aquella danza de prodigios, aquella música inefable parecían llevar a Riquelme a una especie de éxtasis, a un arrobamiento en el que la sola ausente presencia de Atenea, de su dulce enamorada, era el el único y superior nexo de unión con el mundo real. Una maravillosa turbamulta, un apocalipsis de emocionadas presencias, una escalera de Jacob que bajando del cenit se precipitaba en desconocidos abismos. Riquelme descendía con la jubilosa procesión de alegres espectros. Descendía hacia la oscuridad, el frío, las temibles tinieblas. Desesperado el joven teniente giraba su cabeza buscando a su querida Atenea; necesitaba su presencia para recuperar el calor que lo iba abandonando. Hacia frío, cada más más frío; y la oscuridad aumentaba sin cesar.

Se iban apagando los brillos y los sonidos; todo parecía entrar en una noche sin fronteras. Una última lágrima rodó por el rostro barbudo del teniente Riquelme, Ricki para los amigos. El nítido perfil de las Torres de Payne recortado sobre un cielo azul índigo se iban difuminando poco a poco. Fundido en negro, fue su último pensamiento, mientras en las brumas de mente se formaba un mundo más noble y hermoso,el mundo por el que, aunque poco, él había luchado.

El teniente Riquelme y los siete hombres de la guarnición fueron acribillados por las ráfagas de ametralladora del grupo de asaltantes. Fueron robados los acopios de mineral que estaban almacenados. Alguien los conocía y el asalto fue rápido y sin riesgos. Atenea recibió la noticia, pero su corazón ya tenía otro huésped. Los padres de Riquelme recibieron las pertenencias del militar muerto en acto de servicio y una medalla al mérito militar como reconocimiento a su valor, del que nunca había hecho mayor alarde. Las Naciones Unidas siguen debatiendo cómo proteger el planeta mientras miran las cotizaciones de la bolsa de valores. Los minerales raros cotizan al alza.

Gregorio Tienda Delgado
Gregorio Tienda Delgado
18-07-2021 15:37

Las visitas de Enmanuel, JJ, extraordinario relato, cargado metáforas que yo no sería capaz de evocar, pura prosa poética. Un largo sueño que evoca una figura femenina, quizá una campesina que las circunstancias la alejaron del protagonista, que sueña con ella, pero las turbulencias de la vida cada vez son más antagonistas al reencuentro. Siempre es un deleite la lectura de tus relatos. Una duda: ¿Enmanuel, es nombre de mujer? O lo es Emmanuelle.



Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
Gregorio Tienda Delgado
Gregorio Tienda Delgado
18-07-2021 15:15

Gracias JJ por tu comentario a mi texto. Como sabe, los sueños, sueños son. Un abrazo.



Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
17-07-2021 00:28

El reto del cambio

Me sumerjo en la áspera vigilia, en el exhaustivo y permanente examen de mis actos, entro al círculo cerrado de mis pensamientos y me entrego al repaso constante y minucioso de mi conducta.

Con meticulosa atención, en los extravíos de los recuerdos, observo mis acciones y sus consecuencias. La vergüenza de las faltas, ese oscuro animal que me posee, me abruma. Es atroz el peso de la culpa.

Necesito con urgencia justificar mis lamentables caídas, mis irritantes omisiones, mis penosos descuidos y encontrar el origen de mis deplorables tropiezos. Avergonzado busco una decorosa salida que me redima para no enloquecer humillado por la pena. La idea de ser una pieza del destino, empujado a un camino trazado de antemano en el que se han escrito mis continuos desaciertos, me permite un respiro, un vago sosiego.

Impulsado por un deseo irrefrenable de escapar de mí mismo, de los reproches que utilizo para censurarme, de las recriminaciones con las que señalo mi responsabilidad, salgo a la calle con la angustia mordiéndome la garganta, oprimiendo el pecho y las costillas. Con los pasos apresurados de quien perdió el rumbo en los linderos del disparate y necesita con urgencia encontrar la huella extraviada, me interno por calles desconocidas.

Espesas nubes terminan por ocultar el sol y sin aviso alguno se inicia una lluvia persistente. A pocos pasos se abre un túnel estrecho y sin pensar, para escapar de este aguacero pasajero, entro y me interno en la oscuridad. Las paredes de mosaicos hexagonales están unidas de forma tan peculiar, que asemejan las escamas de una víbora, camino a tientas por este oscuro pasadizo zigzagueante que se alarga con desconsideración y me obliga a creer que el túnel ha mutado en una serpiente descomunal. En el momento que pienso en regresar obligado por el miedo, una luz pálida me señala que la salida está próxima.

Al salir del túnel encuentro un parque enorme, la brisa fresca y limpia murmura secretos antiguos a las grandes ramas de los árboles, el canto de una oropéndola y la algarabía de los loros me da la bienvenida. La nostalgia de una infancia feliz, sin errores, sin culpas, se mete en la sangre.

Cruzo el parque con los pasos del niño que fui, se intensifican los colores y puedo diferenciar el olor de las distintas variedades de flores que crecen por montones. Entro a un sendero de eucaliptos y reconozco los tonos que marca la brisa al bailar entre los árboles, la alegría de las hojas al ser acariciadas, los aromas de la tierra, mi respiración es otra y el corazón palpita en dulce armonía con esta tarde.

Sentado bajo la protección de los árboles entro a un estado de misticismo contemplativo que hasta ahora me era desconocido. A mi alrededor se forma una tromba y surge del centro de ese imprevisto remolino la voz de mi maestra de sexto grado. La señorita Aranguren, que una vez más me alecciona. Es necesario, dice: -asimilar los fallos, los errores-. -Aquellos que no logran aprender de sus equivocaciones y superarlas, obligan a fuerzas superiores, a repetir una y otra vez las acciones, hasta que se aprenda la enseñanza oculta en el dramático suceso-. -Quien se niega a aprender será cruelmente sometido, en cambio, quien acepta los errores cometidos iniciará un proceso de transformación vital, de crecimiento espiritual-.

Regreso a mi casa con la firme decisión de aprender de mis errores, de cambiar. Tengo el poder de hacerlo y elijo cambiar por mi propio bien. Repito con seguridad: -yo soy capaz de cambiar y estoy dispuesto a enfrentar el reto que ello significa-.

Me aferro a la sentencia de Dionisio Areopagita: -si yo cambio, el mundo cambia-.

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