Mi querido Rodrigo, creo que con certera puntería has dado en el blanco. Esta, nuestra entrañable Rayuela, es el lugar a donde venimos a compartir, esa es una de las razones por la que no podemos abandonarla. Las siete palabras para poder compartir nuestros textos.
Afinidad.
Cercano.
Extraña/o.
Justo.
Lechería.
Pastoso/a.
Ronco.
Rodrigodeacevedo
01-09-2016 19:48
Las múltiples alegrías de los reencuentros y las ganas que tenemos de que Rayuela sea el hermoso jardín de todos nosotros, hacen que este final de verano parezca abrirse a la primavera. Bueno, para los queridos compañeros americanos, así es. Y nosotros queremos compartirlo.
AFINIDAD Del lat. affinĭtas, -ātis.
1. f. Proximidad, analogía o semejanza de una cosa con otra.
2. f. Similitud o coincidencia de caracteres, opiniones, gustos, etc., que existe entre dos o más personas.
3. f. Der. Parentesco que, por razón de matrimonio, establece cada cónyuge con los parientes del otro.
4. f. Quím. Tendencia de los átomos, moléculas o grupos moleculares a combinarse con otros.
LECHERÍA
1. f. Sitio o puesto donde se vende leche.
2. f. Arg. Establecimiento donde se sirven bebidas o postres hechos a base de productos lácteos.
Septiembre, noveno mes del año, último trimestre de este 2016.
Estas son las palabras para este nuevo reto de escribir un texto
Pastoso/a
Extraña/o
Rodrigodeacevedo
22-08-2016 20:17
UN VIEJO CAFÉ
Hace algún tiempo comencé a escribir una serie de relatos ambientados en un imaginario café de una imaginaria ciudad, ambos antiguos, con el poso y la pátina de vivencias antañonas. Yo viví y bebí en aquel ambiente con un rancio elenco de personajes tortuosos; quise hacer para ellos un pequeño monumento, un modesto panteón para aquellos héroes anónimos, sobrevivientes a su propia vida. Pero fue un error de cálculo. En el disco duro de mi ordenador recuperaron el olvido que les es tan querido.
Aunque como son criaturas mías me voy a permitir sacarlos un poco a tomar el fresco.
EL VIEJO CAFÉ
La calle, frente a su fachada, se ensanchaba súbita y fugazmente. Era una de esas calles antiguas, del trazado primitivo de la ciudad, que no respondían a otros criterios que los de aquellos que decidían instalarse a lo largo de un trazado ideal, no previsto ni normalizado por ordenanza alguna. Pero que son los que dan a esas viejas ciudades del páramo su peculiar ambiente, excitando en cambio la fantasía con sus viejas iglesias, sus plazas recoletas donde perviven escasas y mermadas comunidades religiosas en los húmedos, insalubres -pero con requerimientos de majestad- edificios conventuales. Zonas urbanas degradadas para la vida moderna, que requiere amplos espacios, jardines, calles de calzadas anchas; en fin, todo lo que merma la intimidad y el sosiego, pero propicia la ocultación y el encubrimiento, tal vez necesarios para los primitivos habitantes.
Yo vivía entonces en los aledaños del barrio antiguo, en uno de los edificios de corte moderno, una de las primeras agresiones urbanísticas a la esencia del barrio. Para permitir su construcción desaparecieron algunas parcelas de huertas miserables con sus chabolas y sus higueras para dar sombra. Alguna mano oculta permitió los permisos, poco claros, para consumarse el atropello. Pero mi sensibilidad de entonces carecía del sentido social y estético que me permitiera un análisis más subjetivo del hecho. Había que vivir, trabajar y aparentar un cierto lustre social.
Desde mi cómodo despacho en la “zona de negocios” hasta mi apartamento solía hacer todas las tardes el recorrido a pie, al final de mi jornada laboral. Mi nuevo domicilio, además de oler todavía a eso, a “nuevo”, carecía aún de ese ambiente cálido que da el uso; apenas había tenido tiempo (ni ganas) de colgar mis cuadros; los libros estaban amontonados por los rincones de la casa; las ventanas carecían de los visillos y cortinajes que permiten esa intimidad que genera el hilo tejido. Desde luego ninguna compañía femenina se había ocupado todavía de ese menester tan poco propicio al varón como es dar calidez y encanto a una vivienda. Quiero decir que vivía solo, a solas conmigo mismo, y esto genera asperezas y contraluces en el carácter del hombre que allí vive.
Una tarde, casi noche ya, me incitó la curiosidad y penetré en el café X; echaba de menos ese calor humano que, recordaba, tienen esos viejos establecimientos. Detrás del pesado cortinón de ajado terciopelo granate, me recibió una vaharada de humo y ruido. Descendí con cuidado la breve escalera desde la que se accedía a la zona de público. A mis ojos les costó acostumbrarse a aquella semioscuridad brumosa, densa de humo maloliente, casi con olor a chamusquina, entre la que adivinaba más que veía, bultos y sombras sentados alrededor de mesas que, por los golpes que se daban sobre ellas, parecían tener tableros de mármol. Excelente soporte para buenas partidas de dominó o fulleras manos de guiñote, pensé enseguida.
Inmediatamente me encontré cómodo, mi espíritu expandido y en sintonía con el resto de seres humanos que se encontraban alrededor mío. Ahora se trataba, tan sólo, y no era tarea baladí, hacer el repertorio de personajes, tratar de acercarme a algún grupo más afín y vivir durante las breves horas que podía permanecer en el local parte de aquellas vidas duras, difíciles, muy diferentes a la mía, pero desde luego, mucho más intensas, más cargadas de poesía y drama humano.
Pero esto ya será en los próximos relatos; las 600 palabras de éste ya han sido superadas. Hasta puede que reedite la vieja serie de la “Historia del Café Riga”, o como decida llamar a este nuevo marco.
Rodrigodeacevedo
18-08-2016 19:10
Parafraseando a Larralde: "Vamoh a echarle a este foro una sintetifrasecita máh..."
El grito del alcabalero alborotó a las gentes del Acueducto, zascandiles y matacandelas(1) en su mayoría. Como respuesta recibió una lluvia de vómitos de los irritados vecinos.
En mi tierra, Extremadura, se utiliza la acepción de matacandelas para referirse a alguien próximo a los servicios de la parroquia (un beatorro) y a los que tienen la nariz con forma que recuerda a este utensilio.
Tengo pendiente el último relato. A ver si puedo hilvanarlo hoy.
Jose Jesus Morales
17-08-2016 16:15
Gracias a la colaboración de los usuarios, ya tenemos las siete palabras reglamentarias, falta escribir y nos quedan menos días.
Acueducto.
Alcabalero.
Grito.
Matacandelas.
Respuesta.
Vomito.
Zascandil,la
Rodrigodeacevedo
17-08-2016 12:54
Hola, Estela: nunca he dejado de interesarme por el riquísimo mundo de las palabras antiguas, las que ya están o están cayendo en el olvido, pero forman parte del acervo inagotable de nuestro idioma común. Palabras del Siglo de Oro del castellano, o de los dialectos relictos de pueblos o regiones de la antigua Castilla, Extremadura, Aragón..., sin olvidar todo el léxico de vuestras tierras americanas. Leerlas en Alejo Carpentier, en Lezama Lima y tantos otros que, utilizándolas, te transportan a mundos mágicos, oníricos, es un verdadero placer espiritual.
Alguna vez propuse en GB recoger esas palabras en nuestros relatos; pero sin demasiado éxito. El scrabble, palabra totalmente alejada del castellano rancio, podría ser en cambio, un acomodo digno para esas palabras. Pero yo no soy jugador de "scrabble on line." Muchas gracias por la lectura atenta de mis palabras y te animo a acompañarme.
Estela
17-08-2016 06:06
Don Rodrigo: ¿Está Ud. incorporándose al mundo del scrabble que ha puesto esas palabras tan preciosas y raras? jaja! Recuerdas cuando yo "salía" con algunas tales como cayarí, gulusmear, calandrejas, eufótida y algo así...?
Pero tomo nota, a ver si recomienzo mi actividad "cuenteril" en este rincón tan querido.
Hace tanto que los tengo abandonados que no logro recordar mi contraseña para entrar
Rodrigodeacevedo
16-08-2016 14:23
"Agosto, frío en rostro", dice el refrán español.
Mis palabras:
alcabalero (ojo con el significado de "alcabala")
1. m. Administrador o cobrador de alcabalas.
2. m. Arrendatario de las alcabalas de alguna provincia, ciudad o pueblo.
3. m. Cobrador de tributos o impuestos aunque no sean de alcabala.
zascandil, la
1. m. y f. coloq. Persona despreciable, ligera y enredadora.
2. m. desus. Hombre astuto, engañador, por lo común estafador.
3. m. desus. Golpe repentino o acción pronta e impensada que sobreviene, comparable a un candilazo.
La tercera, por si entra:
matacandelas
1. m. Instrumento, por lo común de hojalata, en forma de cucurucho, que, fijo en el extremo de una caña o vara, sirve para apagar las velas o cirios colocados en alto. excomunión a matacandelas
Pues ya, con la incorporación de Estela y Eratalia, y la recarga a tope de las energías postveraneo, vamos a comernos el mundo foril y letra-adicto.
Bienvenidos a este nuevo curso.
Eratalia
16-08-2016 11:32
Ya que estoy aquí... Besicos.
vómito
Del lat. vomĭtus.
1. m. Acción de vomitar.
2. m. Aquello que se vomita.
acueducto
Del lat. aquaeductus, de aquae 'de agua' y ductus 'conducción'.
1. m. Conducto de agua formado por canales y caños subterráneos, o por arcos levantados.