A sus veinte años Kathrine Virginia Switzer vive en Syracuse, New York, le gusta correr y seguir el hilo que marcan sus pensamientos, al trote persigue las atropelladas ideas que le vienen con cada golpe de oxígeno, asiste a la Universidad y participa conmocionada en los innumerables y variados acontecimientos, que vertiginosamente se suceden en la década de los “mágicos y míticos” sesenta.
A los doce años y para entrar al equipo de hockey sobre grama, pide ayuda a su padre: Corre una milla al día le recomienda él.
En el momento que puede correr esa milla sin ahogarse, sin asfixiarse, disfrutando la libertad de cada paso, siente que puede más y se exige cada vez más, se siente dueña de sí misma, segura, sin miedo.
Corre el año de mil novecientos sesenta y siete, Lyndon B. Johnson es el presidente de los Estados Unidos de Norte América, su objetivo es construir una gran sociedad (The Great Society): Una nación donde la igualdad de oportunidades y una alta calidad de vida fueran el patrimonio de todos, pero dos grandes crisis hacen perder el sentido de este objetivo: La primera, el movimiento por los derechos civiles de la población negra y la segunda, la más importante, la Guerra de Vietnam.
En los pasillos de la Universidad, en las esquinas de las escaleras, en los baños, está presente el símbolo que representa la violencia de la lucha por los derechos civiles, una estrella roja de cinco puntas y un puño negro, cerrado y enfurecido. Ella prefiere en cambio las palabras precisas de Martin Luther King, en el Sermón pronunciado en la iglesia de Riverside en Nueva York el 4 de abril de 1967, que con certera puntería dispara contra las dos grandes crisis que envuelven y dividen al país:
“Los jóvenes negros desvalidos por nuestra sociedad, son enviados a 8.000 millas de aquí, para garantizar libertades en el sudeste asiático, que ellos no tenían en el sudoeste de Georgia o en el este de Harlem. La cruel ironía nos muestra en las pantallas de televisión, a nuestros chicos negros y blancos, matar y morir juntos, porque una nación ha sido incapaz de sentarlos juntos en las mismas escuelas"
En el mes de abril del sesenta y siete, justo antes del maratón de Boston, en el que ella se ha inscrito solo con sus iniciales, KV Switzer, porque a las mujeres se les tiene prohibido la inscripción, una noticia la desquicia, huele a chamusquina, a componenda y no la puede aceptar:
El boxeador más grande de todos los tiempos, el más grande del mundo. Ali, con un récord de 29 victorias sin derrotas, 22 de ellas por nocaut, se niega a ir a la guerra de Vietnam y las autoridades eliminan sus licencias para boxear y es despojado de los títulos. Ella no lo sabe pero Ali no volvería a pelear en tres años y medio.
Entrena con dedicación y esfuerzo de la mano de su entrenador Arnie Briggs, entona esa nueva canción de los Beatles, Penny Lane, que la obliga a recordar una calle de Amberg, en Baviera, en donde nació. Otras veces se pierde en la fantasía de la letra de Strawberry Fields Forever.
Mientras ella corre, desconoce que el grupo británico, por su parte, también corre y en 129 días graba el álbum del Sargento Pimienta y la Banda de los Corazones Solitarios, con un repertorio de éxitos impresionantes. Tampoco sabe, ni siquiera imagina, que dos semanas antes del lanzamiento del disco, entre el 16 y el 18 de junio de 1967, se llevará a cabo el Festival Internacional de Música Pop de Monterrey, y por primera vez se oirá la voz inconfundible y maravillosa de Janis joplin y más de 200.000 personas, asistirán al festival, se maravillarán con la actuación del grupo the who y quedaran hipnotizadas mientras observan a Jimi Hendrix quemar y romper su guitarra al finalizar su actuación.
El 19 de abril de 1967 está nevando en Boston, Kathrine Switzer se mantiene con su grueso mono de entrenamiento, no puede lucir la franela que lleva debajo. Es la primera mujer en correr el maratón de Boston con un numero asignado, el 261.
Cinco días antes de ese 19 de abril, Roberta “Bobbi Gibb, con 24 años de edad, entraba en la terminal de autobuses de San Diego, California y emprendía un viaje para cumplir el sueño de correr el maratón de Boston. Cuatro días duró ese viaje y la mañana del 19 de abril, escondida en unos matorrales esperó el pistoletazo de la partida y saltó al circuito mezclándose con más de cuatrocientos hombres que corrían.
Deben cubrir una distancia de 42 kilometros, 192 metros para finalizar la carrera, en el kilómetro 16, Bobbi pasa junto a Kathrine Switzer. quien es descubierta por la prensa y también por el director de la carrera, que se baja del auto, la empuja e intenta quitarle a la fuerza el número, los otros corredores la defienden. Bobbi sigue sin detenerse y aprieta el paso, tiene miedo, piensa que no la dejarán terminar la carrera, que puede ser expulsada, o incluso arrestada, pero a su lado encuentra la fuerza de los otros corredores, que con firmeza afirman: Que no permitirán que la expulsen.
Cruza la meta a las tres horas y veintiún minutos. Una hora más tarde Kathrine Switzer logra finalizar el maratón.
La meta de Kathrine Switzer ha cambiado, sus esfuerzos los dedicará a que las mujeres puedan ser protagonistas de sus propias vidas. Finalmente es a partir de 1972 que las mujeres pueden participar en el maratón de Boston, en el 74 llega primera en el maratón de New York y segunda en el 75 en el de Boston.
Se organizan más de 400 carreras en 27 países, y se usan las estadísticas de esos eventos para hacer lobby ante el Comité Olímpico Internacional y es apenas en 1984, en los Juegos Olímpicos de los Ángeles, que es aceptada la disciplina del maratón femenino.
Rodrigodeacevedo
02-08-2016 20:22
Gracias, Estela. Siempre tan pendiente del bienestar de tus amigos. No le vendría mal a Adolfo unos refrescantes 2ºC argentinos, pues el presupuesto de Rayuela todavía no ha permitido instalar el aire acondicionado. Un simpático gesto el tuyo. Un saludo cordial.
Rodrigodeacevedo
02-08-2016 20:12
Antes que el calor agobie más dejo aquí mi sintetifrase.
En el amplio repertorio de sus aplaudidos descensos de escalera la diva exhibía trajes de gran fantasía bordados a mano con hilos de oro. Esa noche el repentino olor a chamusquina la hizo perder el sentido.
Jose Jesus Morales
02-08-2016 17:46
A pesar del calor del mediterráneo y del frió del sur, llegamos a las siete palabras obligatorias, que se inicien entonces los trabajosos textos.
Un grupo de viejos amigos habíamos decidido pasar unos días juntos en el campo aprovechando el feriado, con la esperanza de pescar rémoras, cazar liebres, perseguir algún jabalí y recordar el vitral de sueños que tuvimos. Mirar atrás esa cosa inconclusa del pasado, ese incómodo peso que mantenemos en silencio, esos logros que no alcanzamos.
Cada uno debía hacer algún esfuerzo, ya que todos teníamos compromisos con la rutina, ese engaño de la vida que nos encadena a elementos vacíos, a círculos cerrados, a falsas ilusiones y convencidos de la utilidad de nuestros días, trasponemos el tiempo con cierto postín, intentando engañar una tras otra las horas, en persecución de un futuro que se parece mucho al tedio.
Empeñado en llegar antes del anochecer al Carmen y encontrarme con mis viejos amigos, que ya debían estar allí, no me quise detener en el camino. Había perdido mucho tiempo intentando salir de la ciudad, el tráfico era insoportable, pareciera que todos necesitan escapar, que se había corrido el rumor de una epidemia en la colonia y nadie quería quedarse a mirar el rostro de la muerte. Encerrados en los autos, aferrados al volante, con la mirada fija en el camino y sus peligros, ninguno quería quedarse y descubrir esa incógnita que nos parece aterradora.
Al cabo de unas horas, finalmente la ruta se despejó, pero pronto oscurecerá y tengo prohibido manejar de noche, ya no me alcanzan los ojos para ver entre sombras, mantengo la velocidad promedio y no me detengo, fijos los ojos en la ruta.
Mientras manejo recuerdo que todos queríamos ser notables, figuras importantes de nuestra época, alguno incluso se perfilaba como un egregio de las letras, pero la vida se encargó de señalar otro camino para nuestros pasos y terminamos convertidos en estos personajes grises y viejos, sin entusiasmo, que contaremos nuestras miserias intentando sacarle brillo a destellos apagados y continuar en el engaño de vida que llevamos.
Dejé pasar el momento de ir al baño y ahora el tiempo me apremia, corro el riesgo de hacerme encima, y es urgente orinar, ya no pienso en esa línea oscura, en la vida que no tuve, ni siquiera en mi habitual desinterés, ahora mi único objetivo es contener el chorro, las ganas enormes de orinar, aprieto el acelerador, el dolor se intensifica y hago esfuerzos por contenerme, detrás de una curva se perfila la casa, casi un alivio, estoy cerca, pierdo todo interés en el camino, todos los sentidos centrados en no mojarme los pantalones, en no agregar otra desdicha a mi propia desventura.
Un último esfuerzo, detengo el auto de cualquier manera, el dolor es insoportable, en la puerta llamo con insistencia mientras manipulo a duras penas el cinturón, doy pasos cortos, aprovecho y me desabrocho el botón, se abre la puerta y corro al baño, con precipitación bajo el cierre, con un suspiro caen los pantalones. Los dolores son intensos, en estos casos no puedo mear parado y necesito sentarme, casi con alivio lo logro, espero unos segundos horribles con los ojos cerrados y el rostro entre las manos, al principio unas escasas gotas anuncian el chorro, es un hilo delgado y continuo, sin fuerza, pero el surtidor está abierto y se decanta el alivio a través de los vasos comunicantes.
Estela
02-08-2016 17:07
Si quieren le mando "al" Adolfo el fresquito de acá, que andamos por los 2 grados!
Hace tanto que los tengo abandonados que no logro recordar mi contraseña para entrar
Rodrigodeacevedo
02-08-2016 11:03
Un caluroso saludo (junto al Mediterráneo estamos a 30ºC) a todos los presentes y un recordatorio a los ausentes, que nos leen aunque disimulen. Ánimo, compañeros, que en lo de Adolfo se está muy fresquito y confortable.
Mis palabras para esta quincena:
CHAMUSQUINA
1. f. Acción y efecto de chamuscar: (Del port. chamuscar.
1. tr. Quemar algo por la parte exterior.)
2. f. coloq. riña.
oler a chamusquina
1. loc. verb. coloq. Dicho de una disputa: Parecer que va a parar en riña o pendencia.
2. loc. verb. coloq. desus. Dicho de una palabra o de un discurso: Ser peligroso en materia de fe.
REPERTORIO Del lat. repertorium.
1. m. Conjunto de obras teatrales o musicales que una compañía, una orquesta o un intérprete tienen preparadas para su posible representación o ejecución.
2. m. Colección o recopilación de obras o de noticias de una misma clase.
3. m. Libro abreviado, índice o registro en que sucintamente se hace mención de cosas notables y otras informaciones, remitiéndose a lo que se expresa más latamente en otros escritos.
Estela
01-08-2016 23:22
MANO
ESCALERA
Hace tanto que los tengo abandonados que no logro recordar mi contraseña para entrar
Jose Jesus Morales
01-08-2016 22:03
Que tal amigos, tengo mi historia atrapada en el tintero, está casi a punto.
Me encontró desprevenido el mes de agosto y ya tenemos que proponer palabras para el proximo texto, así que propongo: