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VAMOS A CONTAR HISTORIAS.
Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
20-06-2016 03:58

Tenemos las siete palabras para los textos de esta quincena.

Contacto.

Carga.

Distracción.

Escalado (adj).

Escalada (verb).

Garganta.

Niebla.

Estela
Estela
19-06-2016 06:44

Y yo acá, distraída...

NIEBLA

GARGANTA


Hace tanto que los tengo abandonados que no logro recordar mi contraseña para entrar
Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
15-06-2016 21:56

Jitanjafora. Mapa. Paliativo. Tripa. Tropezón. Recurso. Serie.

EL INFIEL

No hacía mucho que había llegado al pueblo, un pequeño y tranquilo pueblecito de la costa, milagrosamente apartado de la oleada turística que arrasó modas y costumbres, encareció la vida y alteró el devenir tranquilo de tantos lugareños. Todavía quedaban algunos hortelanos y pescadores tradicionales; y algunas casas ofrecían servicios de hospedaje a los escasos turistas que llegaban al lugar como recurso para unas vacaciones tranquilas; todos los pueblos de “la contorná”, según el localismo del lugar, estaban saturados, los restaurantes ofrecían comidas “típicas” incomestibles, la vida nocturna impedía el descanso, en fin, toda una serie de inconvenientes ocasionales permitían que aquel pueblecito casi ignorado en los mapas ofreciese a sus visitantes un paliativo a su agitada vida ciudadana.

Pues a este lugar que alguien, por comparación, calificaría de idílico, llegó él, Feisal, mi peluquero, desde su Argelia natal. Su buena presencia, su permanente sonrisa que alegraba un rostro atezado y de agradables facciones y, sobre todo, el hecho casual de que el pueblo se había quedado sin servicios de peluquería -barbería, por seguir con la denominación tradicional- hizo que Feisal tuviese una muy buena acogida entre los paisanos. Además, a los jubilados nos hacía precio especial; claro que como casi todos los clientes lo éramos ese precio pasó a ser la “tarifa oficial.”

Feisal respetaba escrupulosamente sus horas de oración según el ritual musulmán, aunque con tal discreción que ni interrumpía sus servicios ni mucho menos suponían un agravio a su pudibunda y conservadora clientela; nunca ningún tropezón alteró las buenas relaciones de Feisal con el pueblo. Todo con Feisal era armonía y amigables relaciones. Yo solía ir a primeras horas de la mañana, los labradores estaban todavía a sus faenas y los pescadores, de regreso de la pesca nocturna, discutían en la lonja los precios de los parvos lotes del pescado recién traído. Feisal estaba en un rincón de su local, abstraído, rezando las “suras” de su oración matutina. Yo me sentaba en el “sofá de lectura”, donde hojeaba distraídamente las últimas revistas del corazón. Pero también un precioso Corán, encuadernado en tapas duras con filigranas doradas. El texto era bilingüe; escrito en árabe y su traducción al castellano en la segunda columna de la página. Me absorbía en la contemplación de aquellos delicados y bellísimos caracteres árabes, sin importarme demasiado la lectura de la traducción; no me sentía en modo alguno atraído por la doctrina musulmana, pero me deleitaba en la contemplación de aquellas jitanjáforas -sabía que eran frases, palabras con algún sentido, pero yo las reduje a la mera categoría de esa extraña forma poética- en la que sustituía su valor fónico y musical por la belleza de los trazos islamitas.

Entonces Feisal parecía reparar en mi presencia y pidiendo toda clase disculpas por su distracción me rogaba amablemente que ocupase el sillón y me envolvía en un perfumado paño para dar comienzo al ritual del corte quincenal de mi ya escaso cabello. Naturalmente Feisal se había percatado de mi interés aparente por el Corán y se ofreció a facilitarme uno en un ingenuo intento de proselitismo. Cambiamos algunas frases tópicas y rutinarias sobre nuestras religiones respectivas y los actuales problemas de convivencia de la comunidad musulmana en muchas de las grandes ciudades europeas, algunas de ellas españolas, pero siempre acababámos hablando de su tierra, tan añorada. Y yo de la mía, que tan viva estaba en mi recuerdo. Feisal, como el propio pueblo de acogida, como yo mismo, eramos un caso especial de aislamiento y supervivencia de tradiciones y creencias.

Pero -cómo influyen ciertos hechos en nuestros ánimos a través de las noticias que nos llegan- la situación de conflicto con los pueblos árabes se fue agudizando; los sucesos que se producían en aquellas tierras codiciadas por muchas naciones por sus riquezas naturales nos llegaban en reportajes cada vez más alarmantes. Muchas gentes del pueblo empezaban a desconfiar de aquel joven, pacífico en apariencia, pero al que había que ofrecer el cuello para que la cuchilla de afeitar hiciese su trabajo. He de reconocer que incluso a mí se me llegaron a revolver las tripas imaginando, siquiera fugazmente, el espectáculo: un asesino de Daesh degollando a un infiel.

Feisal debió captar esas sospechas tan infundadas como posibles de su clientela y abandonó el pueblo. No hace mucho. De mí se despidió emocionadamente y me dejó en recuerdo un “pen-drive” con la música de las suras que tanto me gustan. Ahora el bueno de Feisal, arrojado de una tierra que quería y respetaba, por la desconfianza de quienes él creía conciudadanos, estará, quien sabe, en alguna parte luchando por sobrevivir en este mundo en guerra, tal vez obligado a combatir, él, que era la paz en persona. Que Dios y Alá lo bendigan.

Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
15-06-2016 20:41

Seguimos el palabrero con las definicion es del DRAE

ESCALADO,A

De escalar1.
1. adj. Dicho de un animal: Abierto en canal para salar o curar su carne.
(¿A que no lo sabíais?)

ESCALADA
1. f. Acción y efecto de escalar (‖ entrar en una plaza fuerte con escalas).
2. f. Acción y efecto de escalar (‖ subir por una pendiente o a una gran altura).
3. f. Aumento rápido y por lo general alarmante de algo, como los precios, los actos delictivos, los gastos, los armamentos, etc.
4. f. desus. escala (‖ escalera).

(Esta sí; esta es la que sabemos todos

Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
15-06-2016 18:41

Llegsmos a la segunda quincena del sexto mes del 2016

Es hora de retomar las palabras pare nuestros textos

Contacto

Distracción

Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
07-06-2016 18:27

Jitanjafora. Mapa. Paliativo. Tripa. Tropezón. Recurso. Serie.

Una serie de recursos son paliativos para elaborar un mapa de tripas, el tropezón con una jitanjáfora es un detalle menor.

Estela
Estela
07-06-2016 05:59

LA ÚNICA SALIDA
Fue el único RECURSO que se le ocurrió, cuando lo perseguían por la SERIE de atentados que había cometido y estuvieron a punto a atraparlo; por eso no tuvo otra alternativa; haciendo de TRIPAS corazón llegó al convento de contemplación de los benedictinos, perdido en las montañas, al cual accedió con enorme dificultad, a pesar de que estaba acostumbrado a manejarse por cualquier parte, sin ningún MAPA.

No tuvieron problemas cuando él llegó allí, después de días de huir, con hambre, con sueño, y herido malamente; lo atendieron con caridad cristina, lo cual fue un enorme PALIATIVO para él; pero le aclararon que una vez recuperado debía irse.

Esto era una enorme complicación, puesto que para que lo perdieran realmente de vista, tendría que permanecer allí, al menos dos años. Aunque le resultaba espantoso y estúpido todo lo que hacían los monjes, y opinaba que aquello era una JITANJAFORA, no lo demostró.

Su juventud y fortaleza le permitieron recuperarse rápido, pero eso implicaba que abandonara el convento, y no podía hacerlo.

El Abad lo mandó llamar, mantuvo una conversación con él y le dijo que lo veía ya recuperado, y que a fin de mes debía irse. Mario se desesperó pensando: “!No puedo hacerlo!” y comenzó a analizar si no le convendría simular que le atraía la vida conventual.
Sabía que iba a tener que hacer un esfuerzo enorme para lograrlo.

Comenzó a demostrar unción, y pocos días después, le consultó al Abad si podía formar parte de la comunidad; el Superior le dijo que para probarse debía llevar una vida de sacrificio, oración y entrega durante cinco años y someterse sin chistar, a las estrictas reglas de la Orden Benedictina, que si no las cumplía sería severamente castigado, y que no le veía a Mario la más mínima posibilidad de que las resistiera, que no estaba hecho para esa vida.

Insistió tanto, que finalmente, el Abad le dijo:

- Tienes mi autorización a realizar el intento tan sólo por quince días; al más mínimo acto de desobediencia o rebeldía serás castigado, y si reincides varias veces serás expulsado del convento.

Tan solo cinco días después Mario se quedó dormido y llegó tarde a Maitines, lo cual hizo que fuera encerrado en la celda de un sótano durante 48 horas, en las cuales sólo recibió agua.

Era enloquecedor aquello; cuando salió estaba furioso y no se le ocurrió mejor idea que ir a increpar al Abad.
- Te lo dije, tú insististe, sabía que no servías para esto.¿Quieres irte ya al mundo?
- No, quisiera completar los quince días que me ha autorizado.
- Bien, serás castigado 72 horas por faltarme el respeto . Al Abad no se le objetan sus decisiones.

Mario se dio cuenta que de los quince días, en castigo ya se le habían ido cinco, pero salir al exterior implicaba la prisión o bien la muerte.

Pasó las setenta y dos horas en una celda mucho peor que la primera ; nuevamente sólo recibió agua; al salir, lo mandó llamar el Abad, quien le dijo:
“Hoy servirás la comida a todos tus hermanos, permanecerás de pie en actitud humilde, y tú harás ayuno todo el día para doblegar tu natural rebeldía que no logras controlar”. “Si te sientes ofendido por lo que te pueden decir tus hermanos públicamente, destacando tus inexistentes virtudes, no contestarás y les pedirás perdón humildemente a cada uno de ellos”.

Mario se dio cuenta que su carácter explosivo iba a estallar por la presión a la que lo sometían; él estaba acostumbrado a poner bombas sin importarle si morían inocentes en el intento, y ahora debía cumplir el rol de “santo”?

Pero sabía que si salía de allí, la pérdida de su libertad era cuestión de horas.

Logró pasar algunos días, cumpliendo con los espantosos ritos y sin castigos, con lo cual pensó que tenía cierta posibilidad de quedarse algún tiempo más.

El día número siete encuentra su cama, que prácticamente no tenía colchón, sin nada de abrigo. Hacía un frío terrible, por lo cual le preguntó a otro monje, cual era la razón por la que había desaparecido la única manta, a lo cual éste le respondió que era necesario hacer sacrificios para la mayor gloria de Dios.

Enfurecido y congelado, se pasea largas horas por su celda conventual, pensando que aún a costa del enorme riesgo, debe salir de allí.

Así lo hace al amanecer del día siguiente; mientras avanza con cuidado por los riscos, es alcanzado por un proyectil, que lo hiere gravemente, escuchando antes de morir “No se traiciona nuestra causa”.


Hace tanto que los tengo abandonados que no logro recordar mi contraseña para entrar
Eratalia
Eratalia
04-06-2016 18:37

Ni point de comparación con la tuya. Eres el amo.


Con rimas y a lo loco
Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
04-06-2016 13:43

Magnífica tu sinteti, Eratalia. Has resuelto brillantemente la complicada estructura de la frase que requería las palabras de la quincena. Olé.

La mía:

El recurso presentado como paliativo a los errores del mapa no era más que una serie de palabras inconexas, como una jitanjáfora sin argumento ni tripas, un tropezón más de nuestro líder.

A mandar...

Eratalia
Eratalia
04-06-2016 12:39

Como último recurso y haciendo de tripas corazón, escribí una jitanjáfora, un nuevo tropezón en mi larga serie de fracasos. Lo utilicé como paliativo de la ausencia de un mapa mental.


Con rimas y a lo loco
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