La noche, pienso que más lóbrega que de costumbre, había cubierto ya los arrabales. Se le resistía, contumaz, el centro luminoso de la ciudad, en el que todavía abrían sus lúbricos ojos los brillantes escaparates de las tiendas de lujo con su banal repertorio de excentricidades, modas pasajeras y costosísimas que debido a las falaces interpretaciones de aquellos que todavía detentan el poder hacen balancear a cotas de clara recuperación una economía que para muchos, la inmensa mayoría, los que habitan allí donde ya impera la noche, es de mera y pura subsistencia. Sólo unos pocos beneficiados por el tramposo albur de las finanzas, remilgados y ociosos ocupantes de aquellos barrios que antaño fueron alojamiento de verdaderos nobles, daban vida con sus excesos y liberalidades a aquellas calles iluminadas, aún en noches tan sórdidas como ésta.
Yo permanecía despierto, como de costumbre, pues estas horas de silencio y quietud me eran propicias para mi alimento espiritual. Desde aquel torreón sobre la última cubierta de la que fue la vivienda familiar que ocupó mi familia durante generaciones, resistía con audacia a las presiones y demandas de los que pretendían transformarla en “viviendas de alto standing”; yo permanecía vigilante, oculto tras los pesados cortinajes, alumbrado tan sólo por algunas bujías. Durante el día trataba de evitar el innumerable río de consultas, proposiciones, propuestas, que me llegaban desde los ávidos buscadores de ocasiones; un pobre escritor frustado, con sus cuentas corrientes casi agotadas, que ya debe de vivir de la equivocada misericordia de algunos familiares
Todavía no se explican cómo me las apaño para seguir pagando los elevado impuestos que gravan a los pudientes habitantes de la zona, cómo y dónde puedo adquirir lo que necesito para subsistir, el mantenimiento de mis dos coches -auténticas joyas antiguas por las que los coleccionistas me pagarían verdaderas fortunas... ¿Qué sabrán ellos, los frágiles mortales, de mi forma de vivir (si a este castigo permanente se le puede llamar vivir)? He dejado de escribir; tan sólo, ocasionalmente, algún poema de versos trágicos, que guardo cuidadosamente en mis archivos secretos. Y yo mismo me pregunto ¿cómo puede prolongar su apariencia de ser vivo, mantenido por la fe, alguien que perdió la fe hace tiempo, cuando los golpes injustos, los negros avatares de la desdicha golpearon salvajemente a él y a los suyos?
Y ese equilibrio tan lábil entre ser y apariencia es el que hace creer a quienes me rodean (en círculos muy exteriores a mí, eso sí) en mi existencia mortal, en una especie de juego de espejos. Pero yo soy mi Fe, la que me mantiene vigilante; más que fe es fuego, fervor, fanatismo. Soy tal vez el último representante de una raza que ya se extinguió. Seres superiores que no se sometían al dictado de las pasiones y las tentaciones del mundo; puros espíritus residuales de otras épocas en las que la inteligencia sometía a limpios criterios la armonía del mundo. En algún momento alguno de nosotros, de mis antecesores, rompió su juramento de fidelidad a la Esencia. Y desde entonces todo fue declive; las noches, luctuosas como ésta, se hicieron frecuentes. Ahora mi misión es preservar aquellos residuos, sabiendo que nunca se recuperará el antiguo esplendor.
Sólo me queda esperar; porque yo sé; en una noche de iluminación alguno de los míos me lo dijo. Ellos están en las afueras de la ciudad. Son cuatro; tal vez cinco. Montados en osamentas de caballos, armados con las más letales armas que nunca el ser humano podría imaginar. Yo espero el Mensaje que tal vez nunca llegue. Mientras me ocultaré en las noches tras los nobles y pesados cortinones, alumbrándome con unas escasas bujías de cera y viendo con supremo odio como siguen iluminadas las tiendas de la depravación. Mostrando los escasos signos que confundan a los corrompidos y les haga seguir creyendo que estoy vivo.
Rodrigodeacevedo
17-05-2016 19:51
Propongo mi sintetifrase para aliviar las tensiones de la espera. Adelante con los relatos.
La alternativa de aquella biblioteca budista era un dato que confirmaba la aceptación para eliminar los cortafuegos interculturales. Los sellos se habían roto.
Jose Jesus Morales
17-05-2016 03:46
Cuelgo las siete palabras para no esperar más, la ansiedad por escribir en este foro donde mis amigos esperan me consume.
Aceptación.
Alternativa.
Biblioteca.
Budista.
Cortafuego.
Dato.
Sello.
Jose Jesus Morales
17-05-2016 03:14
El aliento, reconocer a quienes se presentan, y sobre todo darle valor a la amistad es necesario y muy importante, vivimos de esos pequeños fuegos que otros encienden, y efectivamente siempre habrá alguien de guardia y dispuesto a mantener vivo este afecto que logramos, casi sin darnos cuenta. Gracias Rodrigo.
Rodrigodeacevedo
16-05-2016 14:19
Compruebo con gran alegría que nuestra pequeña Rayuela está adquiriendo la dinámica y la intensidad que tienen otros foros de mayor entidad. Con el valor añadido de la amistad, intimidad y sana convivencia de la que disfrutamos quienes tenemos el privilegio de seguir viviendo entre estas jubilosas paredes. La reaparición de Despistes, el tesón juvenil de J.J.y los apoyos que venimos otorgando quienes un día decidimos que Rayuela no muriese dan a este proyecto un valor extraordinario, único en el mundillo de los foros al uso, como ya nos ha recordado varias veces Estela. Que no decaiga (y si ocasionalmente decayese, hagamos que no lo parezca. Siempre habrá un retén de guardia.)
Paso a dejar mis palabros, que era a lo que venía. Ustedes perdonarán mi verborrea.
CORTAFUEGO Tb. cortafuegos.
1. m. Vereda ancha que se hace en los sembrados y montes para que no se propaguen los incendios.
2. m. Constr. Muro de fábrica que corta al edificio en toda su altura y anchura para impedir que el fuego pase de un lado al otro.
3. m. Inform. Sistema que protege redes y terminales privadas de accesos no autorizados, especialmente durante la navegación por Internet. puerta cortafuego
ACEPTACIÓN Del lat. tardío acceptatio, -ōnis.
1. f. Acción y efecto de aceptar.
2. f. Aprobación, aplauso.
3. f. Der. Acto o negocio mediante el que se asume la orden de pago contenida en una letra de cambio o en un cheque.
aceptación de la herencia
1. f. Der. Acto expreso o tácito por el que el heredero asume los bienes, derechos y cargas de la herencia.
aceptación de personas
1. f. acepción de personas.
Un abrazo a todos.
Jose Jesus Morales
16-05-2016 03:35
Gracias Estela por las palabras y claro que te esperamos, nos encanta leerte, las fechas son únicamente boyas para no perder de vista la orilla.
Estela
15-05-2016 08:08
Propongo otras si les parece(aunque tengo en la "gatera" un cuento con las palabras anteriores, pero como se que me van a "esperar"... a ver si re-inicio mi actividad aquí, en este rincón tan querido.
Palabras propuestas:
alternativa
biblioteca
Hace tanto que los tengo abandonados que no logro recordar mi contraseña para entrar
Jose Jesus Morales
15-05-2016 03:38
La quincena última del mes de mayo nos apremia, propongo dos palabras que me ha sugerido Despistes y que pueden ayudarnos a escribir textos en otros tonos