Voy retrasado con mis relatos; y es que cuanto menos se hace menos se quiere hacer. Hoy dejo uno con los palabros de la anterior (no la última) entrega. Es un relato ya antiguo, pero inédito en Rayuela. Tiene el exceso de palabras habitual en mis escritos. Pero siempre trato de disculparme con la falta de otros escritos a los que dedicar vuestro tiempo. Pero, palabra de honor, en cuanto alguno de vosotros me haga la menor reconvención al respecto, serán 600 y nada más 600 las palabras que contendrán los textos.
PODERES PARA NORMALES (sic)
Creo que todo empezó con mi precoz afición a lo que se llama “voyeurismo”, fisgoneo en términos castizos. Por esa heterodoxa inclinación (nunca lo llamaría perversión, como hacen conspicuos autores) aprendí, además de que todo lo interesante debe aprenderse con discreción, mucha anatomía femenina, pues desde la soledad de mi observatorio pude, siendo aún tan púber, analizar, que no disfrutar, las intimidades de las fámulas que prestaban sus servicios en casa, e incluso algunos juegos eróticos que fueron el inicio de mi actual sabiduría en estos menesteres.
Al principio todo se desarrollaba en el ámbito doméstico, con la mayor inocencia e ingenuidad. ¿quien iba a sospechar de aquel alevín, educado cristianamente en un carísimo colegio religioso? Pues ya ven; era yo mismo, el rey del disimulo. Pasaron los tiempos y un nuevo fenómeno vino a completar el catálogo de mis capacidades en el terreno de la observología: empecé a practicar las técnicas de la levitación y, más adelante, las de la telequinesia. Sí, señor. Todo un experto llegué a ser a base de paciencia y noches en blanco.
Mi primer campo de experimentación fue la abacería que tenía mi familia en los bajos de nuestro domicilio. Tienda modesta, pero de gran valor económico-estratégico para los vecinos del barrio. La natural bondad y sentido de solidaridad de mis progenitores evitaron que el humillante marbete del “hoy no se fía, mañana tampoco” colgase en las estanterías del comercio. Pero, siempre hay un pero, la globalización de los personajes indeseables hizo que los impagos y las sustracciones adquiriesen dimensiones preocupantes, demoliendo aquel solidario principio.
Yo, por aquel entonces, ejercía la poco ostentosa labor de mancebo de la tienda -lo de la mancebía en su acepción más rigurosa de acuerdo con lo voluble de los significados de muchos vocablos de nuestro idioma, en cambio, llegaría después- lo que me obligaba a estar, dentro de mi modesta aportación al servicio del mostrador, en misa y repicando; o sea, sirviendo el cuarto y mitad de garbanzos a la señora Eustaquia, que dios tenga en su gloria, y vigilar para que el rapaz recién llegado no nos birlase una hoja de bacalao o un paquete de azúcar, pura carcoma de los beneficios justos que nos debía procurar el negocio..
Y ahí estuvo la primera aplicación práctica de mis habilidades cuasitaumatúrgicas. Me desdoblaba y mientras mi yo físico pesaba los garbanzos -se los peso con colmo, señá'staquia- mi otro yo, el incorpóreo, atizaba un susto de muerte al ladronzuelo del azúcar. Pronto la tienda de ultramarinos adquirió una cierta fama de hechicería. Pero sobrevivimos hasta que llegaron las grandes superficies. Por cierto, que allí ofrecí mis servicios, pero me rechazaron por ser un cometido “falto de ética”. Hay que joderse.
Pero en el terreno que realmente triunfé y saqué partido a mis cualidades extrasensoriales (dejémoslo así) fue en el sentimental. La cantidad de cuernos que evité, tanto míos como de conocidos de estricta confianza. Bueno, evitarlos “sensu strictu” no los evitaba, pero advertía al adquirente de lo que se le venía encima y, generalmente, la cosa no pasaba a mayores.
Y ya no digamos en la mancebía, que antes anuncié y no es cosa que temas tan sabrosos queden en el tintero. La sacrosanta intimidad de las coyundas ilícitas (según la interpretación ortodoxa del débito conyugal) tenía que ser continuamente vio.lada por mí para salvar un interés mayor: el de las pupilas de Madame Svetlana, vieja conocida mía y teósofa aficionada. No todo el percal que llegaba en solicitud de servicios era de buena calidad; los había verdaderos bordes y pervertidos sexuales. No es que la casa tuviese un reglamento de buenas costumbres, no; pero la dignidad de las chicas estaba por encima de todo. A cuántos degenerados no puse pies en polvorosa con mis insólitas apariciones.
Y luego estaba lo de la discreción en función del rango. Por eso no venía mal tener una especie de archivo secreto de las personalidades -sí, personalidades- que nos visitaban. Y ahí, eso de las visitas incorpóreas durante las actuaciones me permitió la lenta elaboración de un acervo de conocimientos de los que, hasta hoy, vengo viviendo vía chantaje. Que los tiempos y las éticas han cambiado mucho.
Jose Jesus Morales
18-03-2016 17:08
Amigos. Las siete palabras en espera de textos. Desde el 15 de marzo y hasta el 31
Caletre.
Cohecho.
Jirafa.
Queja.
Pena.
Pardiez.
Sostenido.
Estela
17-03-2016 04:30
Pardiez
Jirafa
Hace tanto que los tengo abandonados que no logro recordar mi contraseña para entrar
Rodrigodeacevedo
16-03-2016 12:29
Prosigamos con el palabrero iniciado por J.J. y al que ojalá se incorporen palabras por otros compañer@s; que al final nos acusaréis de acaparadores.
CALETRE((Una palabra casi en desuso, de las que deberíamos tratar de recuperar.) Del lat. character 'carácter, índole'.
1. m. coloq. Tino, discernimiento, capacidad.
al caletre
1. loc. adv. Ven. de carrerilla.
COHECHO
1. m. Agr. Acción y efecto de cohechar (‖ dar a la tierra la última vuelta).
2. m. Agr. Tiempo de cohechar (‖ dar a la tierra la última vuelta).
3. m. Der. Delito consistente en sobornar a un juez o a un funcionario en el ejercicio de sus funciones, o en la aceptación del soborno por parte de aquellos.
Que pase el/la siguiente...
Jose Jesus Morales
16-03-2016 02:17
Tal cual como dice nuestro querido Rodrigo, aquí nos mantenemos.
Las palabras para esta próxima quincena, no debemos hacerlas esperar:
Entré a la habitación que presumí, al principio, deshabitada, contra todo racionamiento y lógica, encontré en la esquina que mira al oriente un hombre menudo, sin camisa y en cuclillas, que abstraído de todo el escándalo exterior recitaba letanías.
Afuera, un grupo de hombres comandados por mí, joven alevín de constructor, a quien le encomendaban estas tareas secundarias, para derribar endebles estructuras, esperaban. Los hombres con cierta impaciencia aguardaban mis órdenes para iniciar los trabajos, y demoler ese mismo día la humilde vivienda, que según los informes, debía estar abandonada y sin ningún servicio.
No me sorprendió la presencia del hombre en la habitación, en otras oportunidades similares, había encontrado personas dentro de espacios sujetos a la demolición y por eso tomaba ciertas precauciones antes de iniciar la destrucción, personalmente realizaba una inspección minuciosa del espacio que derrumbaríamos con martillos y arietes.
Las personas que en otras oportunidades había encontrado, eran malvivientes, hombres y mujeres que por distintas razones habían optado vivir en la calle y estos baldíos carcomidos por la desidia, el tiempo y el abandono, eran convertidos en refugios de paso, sin preocuparse lo más mínimo por la limpieza o el orden. El mal olor, la basura y sobre todo las botellas de aguardiente barato se acumulaban en las esquinas.
En esos casos el trámite era relativamente sencillo, llamaba desde mi teléfono celular a las autoridades y los guardias se ocupaban de esa incomoda tarea de desalojar los invasores, en la mayoría de los casos no era necesaria la fuerza, y se marchaban sin violencia, demorando mi tiempo con sus lentos y gastados pasos, rumiando entre dientes insultos y amenazas.
Sin grandes diligencias, sin escándalo, eran devueltos a las calles, regresaban a la intemperie con los ojos apagados, sin esperanza, cargados con sucesivas derrotas, con reiterados fracasos.
Las autoridades interesadas en el orden, más que en cualquier otra cosa, los miraban irse sin ocuparse en donde dormirían esa noche, ni siquiera exigían un control de identidad, los guardias sabían que era un procedimiento inútil, quienes deciden vivir en la calle, en su primer acto consciente de rebeldía se deshacen de los documentos, es un acto justo, una respuesta válida contra el Estado, es su manifestación practica de rechazo a ser ciudadano, es su proclamación de no pertenecer, ni obedecer ninguna ley del Estado que los abandonó.
Con los ojos cerrados el hombre se mantuvo absorto en la devoción a un Dios que me es tan desconocido como indiferente, no se enteró de mi presencia y sin cambiar de posición, permaneció recitando letanías en un idioma incomprensible.
Me sorprendió la limpieza, la ausencia absoluta de lo mínimo elemental, en la pared, colgada de un clavo, la camisa. Este hombre vivía literalmente “con lo puesto”
Soy un muchacho de firmes convicciones, no soy voluble, pero algo en este hombre me conmovió.
Despaché a los hombres que esperaban afuera, los convoqué para el próximo día con la promesa de pagarles el doble por el tiempo perdido.
Entré de nuevo, el anciano se mantenía en el mismo lugar y en la misma posición, guardaba silencio. Lo ayudé a ponerse la camisa sin decir palabra, en mi auto lo llevé a un lugar de acogida para menesterosos, hablé largamente con el medico mientras lo preparaban para su nueva vida, antes de irme quise verlo de nuevo, saber si se adaptaba.
Se había acomodado en un rincón de la sala común. Ya bañado, vestido con ropas limpias y afeitado, de vuelta al mundo, lo reconocí, era mi abuelo, a quien había perdido tres años atrás, en una explosión de un ataque terrorista.
Rodrigodeacevedo
03-03-2016 22:09
Mi sintetifrase, para ir desperazándome. Ojalá, amigo J.J., fuese ese letargo invernal que citas el que paralizase nuestro pequeño rincón. Pero me temo que sean muy otras las razones de la "dormición". Lo que no quiere decir que no debamos seguir, como míticos dragones, vigilando el sueño de la princesa dormida. Asistir a su esperado despertar será nuestro mejor premio. Mientras... un verso por aquí, una sintetifrase por allá, algún aporte a la Pinacoteca..."e la nave va".
Las ideas volubles del alevín suponen un lento demoler de los principios, tradicionales y justos, del reino, la corrosión que carcome inexorablemente sus esencias.
Jose Jesus Morales
03-03-2016 16:47
Esperemos que la primavera nos sacuda este letargo invernal. Mientras tanto aquí están las siete palabras.
Alevín.
Demoler.
Carcome.
Justo.
Lento.
Principio.
Voluble.
Rodrigodeacevedo
01-03-2016 20:58
Vale, J.J. Aquí va mi propuesta:
ALEVÍN Del fr. alevin, der. del lat. allevāre 'criar'.
1. m. Cría de pez.
2. m. Joven principiante que se inicia en una disciplina o profesión.
DEMOLER Del lat. demolīri.
Conjug. c. mover.
1. tr. Deshacer, derribar, arruinar.
Feliz quincena, previa a la primavera que nos llenará de alegría y rejuvenicimiento a todos.
No os olvidéis de dejarle algo a Don Miguel de Cervantes, que está muy solito, el pobre.
Jose Jesus Morales
01-03-2016 15:46
Primer día de marzo, dese ahora mismo y hasta el 15 de este mes iniciamos el proceso creativo para este hilo
Propongo para esta quincena del primer trimestre de 2016