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EL TERRITORIO DE LA NOVELA
Observador
Observador
03-06-2014 11:49

Claro, Ana. Es lógico que, al igual que las historias que escribimos están basadas en experiencias que hemos vivido o nos han contado, también los personajes se basen en personas conocidas y vayamos integrando en un determinado personaje algunas características de varios individuos de nuestro entorno, porque las historias y los personajes no surgen de la nada, siempre hay un referente que los hace brotar.

Me parece una buena idea esa que apuntas de abrir un hilo para trabajar los personajes, pero lamentablemente, el foro está bajo mínimos, en cuanto a usuarios activos se refiere, y no creo que esta actividad tuviera demasiada participación.

Un abrazo, Ana. Gracias por tu aportación.

Ana Alonso
Ana Alonso
02-06-2014 15:16

Hace algunos años escribí un cuento en el cual hablaba de una amiga que había tenido que exiliarse debido a la dictadura militar; el personaje era real, mi amiga existía y yo deseaba dedicarle ese cuento, pero mientras lo escribía, iba tomando características de otras personas que estaban más o menos en la misma situación, porque me di cuenta sobre la marcha de que podía ampliar mi reconocimiento a todos los que tuvieron que ausentarse del país, y que más que una cuestión personal, era un panorama de una época lo que estaba mostrando en ese cuento. Por esos tiempos yo escribía de vez en cuando y sólo cuando tenía algún motivo lo suficientemente fuerte para necesitar volcarlo al papel, así que con mi falta de experiencia, creí que había inventado algo; después me dí cuenta de que es un recurso bastante utilizado el de tomar características de distintas personas y con ellas armar un personaje. Ahora lo hago con bastante frecuencia, aunque también improviso mucho, y sólo si me detengo a pensar, caigo en la cuenta del origen de determinadas acciones o protagonistas. Ellos primero aparecen, los hago actuar de una manera o de otra, y una vez puesto el punto final me permito pensar qué o quiénes los hicieron surgir. Es raro que no reconozca el antecedente, aunque muchas veces, en el camino de armar la historia, la oruga se vuelva mariposa.

Un ejercicio interesante es, en un grupo de escritura, que cada uno proponga un personaje, lo mejor caracterizado posible. Algo así como un Banco de personajes, y que después, también como ejercicio, cada integrante del grupo elija uno de ellos y le invente una historia. Resulta muy enriquecedor, y se me estaba ocurriendo que se podría abrir un hilo especialmente para eso, pero claro, todo lleva tiempo y tiempo es lo que nos falta. En fin, toda instancia es útil cuando de ganar experiencia en la escritura se trata.

Un agradecimiento especial a César por aportar su experiencia; yo soy una de las que no se atreve a cargar la mochila más que por el territorio de una carilla y media.

Observador
Observador
02-06-2014 13:22

Continuamos nuestro camino por el territorio de la novela. Hasta ahora nos hemos planteado el tema de nuestra historia y el tipo de novela que íbamos a escribir; hemos elegido el narrador o narradores, hemos ambientado nuestra novela y la hemos situado en una época y lugar determinados. ¿Qué nos queda por hacer en este planteamiento? Es el momento de pensar en unos elementos fundamentales en nuestra obra, ya que sin ellos no podríamos llevar a cabo los hechos de nuestra narración. Ellos son los actores literarios que desarrollan la acción en nuestra novela.

4.4 Esbozo de los personajes:

En esta fase de planteamiento de nuestra novela, preliminar a la escritura de la obra, es difícil precisar todos los personajes que va a tener nuestra historia. Es por eso que he querido emplear intencionadamente la palabra esbozo para referirme a ella. Algunos personajes, generalmente los principales, sí los vamos a tener claros antes de escribir la novela, pero otros irán surgiendo a medida que vayamos desarrollando el esquema general, y estarán en función de las escenas que vayamos creando.
Hay dos modos de trabajar los personajes: considerándolos el centro de interés de la novela o entendiéndolos como medio para conocer y explorar el mundo novelesco. A no ser que el personaje principal sea lo suficientemente rico en aspectos y pueda soportar por sí mismo el peso de una novela, en cuanto a información fundamental para la historia se refiere, aconsejo que los personajes se escriban en función de las necesidades de nuestra obra, es decir, en función del argumento.
Un personaje es un conjunto de datos e información que nos da el narrador. Por lo tanto, el personaje es lo que de él se dice en la narración en forma discontinua.
No se puede pensar en el personaje de manera aislada. Participa de una constelación: el mundo ficticio, en el que el espacio y el tiempo son constituyentes ligados a él y que, en buena medida, lo determinan.
El escritor, antes de escribir acerca de un personaje, debe tener la mayor información posible de él, aunque no se mencione posteriormente en la narración. Debe tener claro también cómo se relacionan los personajes entre sí y cuál es la función de cada uno de ellos en la trama.
Es fundamental ser capaces de reencarnarnos en los personajes que intervienen en la obra. Si llegamos a creernos nosotros mismos que realmente somos sucesivamente cada personaje literario, tenemos muchísimas posibilidades de que el lector reciba también la impresión de que es cierta la historia que le contamos.

Los personajes suelen presentarse mediante una descripción o caracterización. Esta descripción puede ser:

Física: Se describe al personaje por su aspecto físico, constitución y atuendo.

Psicológica: Se realiza una descripción emocional y psicológica del personaje atendiendo a su comportamiento y opiniones.

Mixta: Se trata de una mezcla de las dos anteriores que suele denominarse retrato.

Atendiendo al nivel de intervención o importancia en la narración de los personajes, pueden clasificarse como:

Principales o protagonistas: Son aquellos sobre los que recae el peso de la trama.

Secundarios: Son personajes que sustentan a los principales, pero que no aportan nada fundamental a la trama.

Portavoz: Es el personaje sobre el que recae la narración de la acción. Puede ser el protagonista, un personaje secundario, o un narrador impersonal y omnipresente que no participa de la acción.

Estático: Personaje que no tiene ninguna evolución a lo largo de la narración. Presentan las mismas características en el principio y final de la historia.

Dinámico: Personaje que sí presenta una transformación a lo largo de la narración. Esta, puede ser tanto negativa como positiva y generalmente la sufren los personajes principales.


Como ayuda para caracterizar mis personajes, suelo pensar en ciertas características del físico y la personalidad de la gente que conozco, de algunos personajes públicos o de ciertas personas que observo por la calle o en los medios de transporte.
En mi primera novela, El escenario de las nubes, tenía claro, antes de escribirla, quiénes iban a ser los dos personajes protagonistas: Nico, el adulto que cuenta la historia de una etapa de su adolescencia y Martín, el pintor que le introduce en el arte y consigue que se aficione a la pintura. Los demás personajes fueron surgiendo a medida que fui estructurando la novela. Utilicé cada personaje en función de la trama y los pensé para desarrollar unas determinadas acciones. En este sentido, voy a referirme a un fenómeno curioso, que ya ha apuntado nuestro compañero Grego, y es que algunos personajes se rebelan al papel que deben asumir en la trama. A mí me ha pasado con varios y lo que he hecho ha sido, sencillamente, dejarlos fluir en libertad, porque siempre te acaban aportando una visión más interesante para la historia que la que habías previsto en un principio. Este es uno de los aspectos de la magia de la creación literaria y no debemos oponernos a ella.
En mi segunda novela, la Fábrica de sueños, me creé un entramado de personajes antes de escribir la obra. Tuve que pensar cuántos personajes iban a componer el grupo de mendigos. Pero dentro de este grupo tenía claro también que la historia iba a ser contada a través de las acciones de un personaje principal, Enrique Martín, un antiguo profesor de sociología a quien la vida le lleva a perderlo todo y acaba mendigando por las calles para poder sobrevivir. Para caracterizar a este personaje pensé en una persona real, un profesor que tuve en la escuela de animación sociocultural. Me lo imaginé en esa situación límite y lo integré en mi novela. Luego le busqué un antagonista, la persona que va a impedir que logre sus objetivos con el grupo de mendigos. Para caracterizar a este antagonista también pensé en una persona real, un director de un centro cultural donde trabajé con un grupo de chavales marginales en mi etapa de animador sociocultural. Me imaginé a esta persona de carácter prepotente y engreído enfrentado a mi antiguo profesor, y comencé a trabajar el personaje para integrarlo en mi historia.

Aquí finaliza esta sesión. Volveremos sobre el tema de los personajes para ver cómo podemos caracterizarlos con mayor profundidad. Espero que hayáis encontrado interesante este material y os animéis a contar vuestras experiencias en la construcción de personajes.

Observador
Observador
29-05-2014 12:52

Gracias a ti por aceptar mi invitación, César. Es una suerte poder contar con la participación en este espacio de una persona con tu experiencia y oficio en la escritura. Tus comentarios nos enriquecen e ilustran a todos los miembros de este foro.

Un fuerte abrazo, César. Reitero mi agradecimiento por tu participación.

Cesar Garcia Cimadevilla
Cesar Garcia Cimadevilla
29-05-2014 12:25

Muchas gracias a Javier por invitarme. Me encanta escribir novelas y ya he intentado en alguna ocasión llevar un taller de novela pero siempre me encuentro con la misma dificultad: todo el mundo cree que la novela le queda grande y que nunca conseguirá escribir una sino es con mucho esfuerzo y no consideran que merezca la pena. Eso nos pasa a todos al principio, vemos la mochila en el suelo y nos rendimos, no tengo bastante músculo para echármela a la espalda y menos para subir una montaña con ella. Pero si te gusta la montaña y disfrutas del paisaje mochila al hombro el trabajo se convertirá en placer y todos tenemos capacidad más que sobrada para el placer y la diversión. Como le dije a Javier estoy moderando en Sonymage y aparte llevo un cursillo de yoga mental semanal que subo a mi blog, el guerrero impecable. No tengo mucho tiempo pero procuraré aparecer por aquí de vez en cuando y aportar lo que esté en mi mano. Como ya tengo subido a Sonymage citas sobre cómo escribir y la novela, os remito con un enlace, ya que sería muy trabajoso volver a subirlo todo.

EL ESCRIBIR VISTO POR LOS ESCRITORES
http://www.sonymage.es/foro/viewtopic.php?f=59&t=15559

LA VIDA VISTA POR LOS ESCRITORES
http://www.sonymage.es/foro/viewtopic.php?f=59&t=17420

ESPACIO Y TIEMPO EN LA NOVELA

Como no he tenido tiempo de leerme a fondo vuestras aportaciones os pido disculpas si me repito.

TIEMPO
Decía Graham Greene el gran novelista que en una novela se debería comprimir el tiempo al máximo, si la acción puede transcurrir en 24 horas no debería alargarse 48 y si puede desarrollarse en un mes no debería prolongarse durante un año. El ritmo sufre mucho con esas prolongaciones. Claro que hay grandes excepciones en la historia de la literatura. Cien años de soledad de García Marquez transcurre a lo largo de un siglo y En busca del tiempo perdido de Proust es la rememoración de toda una vida. En cambio Ulises de Joyce transcurre en 24 horas en la vida de Leopold Bloom. Podríamos decir que lo ideal no siempre es alcanzable y que también es cierto que las excepciones confirman la regla. Claro que tanto en García Marquez como en Proust se han utilizado ciertos trucos narrativos que pueden hacer atemporal una narración y de esta manera lo que dice Graham Greene no sería contradictorio, donde no hay tiempo no hay problemas de ritmo.

ESPACIO

Creo que el ritmo narrativo mejora si el espacio de una historia se reduce. La dispersión en diferentes espacios puede resultar amena al lector deseoso de hacer un crucero alrededor del mundo, pero la dispersión en la narrativa no es buena y acaba por hacer que el lector se pierda en el laberinto.

Lo ideal sería que la historia transcurriera en una habitación, como en el teatro, pero como eso comprimiría demasiado la historia y los personajes, hasta el punto de que se encontrarían como sardinas en lata o como los hermanos Marx en el camarote, el autor deberá expandir el espacio todo lo que necesiten sus personajes, pero ni un centímetro más.

La novela debería estar subordinada a los personajes y hasta la historia misma debería subordinarse a ellos. El personaje es el centro de la novela, sin buenos personajes cualquier historia en cualquier tiempo o lugar será un simple divertimento más o menos agradable para el lector según donde sitúe éste su listón.

En cuanto a cómo comenzar una novela a mí se me han ocurrido las ideas para mis novelas de mil formas diferentes, pero todas tienen una característica en común: me atrapan. Puede ser una idea original y llamativa, un personaje que se te aparece en el camino y te pide una historia o puede ser simplemente una fantasía divertida que se te ocurre en un momento determinado y luego con el tiempo fermenta en tu subconsciente y acaba haciéndose a la brasa, como un pedazo de carne.

Todo aquel que tenga imaginación está preparado para escribir una novela. Eso sí, necesitará aprender la técnica y trabajar en ella de forma estructurada. Pocas cosas más divertidas en la vida que escribir una novela. Pensar en la historia, ver cómo crece el personaje, anotar lo que se te va ocurriendo en libretas o archivos en el ordenador. Eso sí, la historia debe atraparte y los personajes deben aparecer en tu camino constantemente. Si la historia no te interesa, te aburre, y los personajes son como títeres sin vida mejor dejarla porque solo será un sufrimiento.

Nada más por hoy, no puedo prometeros nada,pero intentaré acercarme por aquí de vez en cuando. Un saludo.

Observador
Observador
26-05-2014 12:05

Continuamos poniendo las bases para poder escribir posteriormente nuestra novela. Vamos tomando decisiones y afianzando los pilares de nuestra obra. Una vez que hemos decidido quién o quiénes van a narrar la historia, es el momento de plantearnos en qué entorno, período temporal y época se desarrollarán los hechos.

4.3 Espacio y tiempo:

Espacio:

Es el lugar donde ocurre la acción, el marco donde se sitúan los actores dentro de la narración. El medio ambiente nos permite revelar lo que les pasa a los personajes. Podemos elegir ámbitos específicos de acuerdo con lo que nos propongamos en nuestro relato. Podemos, por ejemplo, recrear espacios que connoten terror o lujuria. Se trata de describirlos sin nombrar el terror ni la lujuria. Así conseguiremos crear una atmósfera sugerente que no solo englobe al espacio, sino también a los personajes, las relaciones entre ellos, su mundo íntimo; es decir, que abarque otros elementos de la historia.
Vamos, como siempre, a poner un ejemplo práctico de cómo sería un espacio que sugiera terror:

Piensa que esa escalera que está al fondo del bar conduce al lavabo. Los peldaños están oxidados, el subsuelo se torna cada vez más oscuro, no hay puertas al final de la escalera, sino un largo pasillo. Piensa que al final del pasillo está el lavabo. A un lado del pasillo hay una puerta, y al final, otra. En lugar del lavabo, hay un cuartito, las paredes pegajosas, el suelo cubierto de manchas marrones gelatinosas, no tiene ventanas. La puerta ¿el picaporte? La puerta se cerró y no tiene picaporte por dentro.

Claudia Rébori, Equívocos.

Aunque para ambientar nuestra novela no es necesario conocer el lugar donde se desarrolla, aconsejo que, siempre que sea posible, nos desplacemos físicamente al sitio donde ocurrirá la acción. De esta forma podremos tomar apuntes sobre el terreno y describir con todo lujo de detalles el espacio, con el fin de que nuestra historia gane en verosimilitud.
Mi primera novela, El escenario de las nubes, la situé en Cullera, un pueblo de la Costa valenciana que conocía bastante bien, por haber pasado varios veranos con mis padres en la época de mi adolescencia. A pesar de que cuando escribí la novela no me encontraba físicamente en el lugar, tenía las imágenes del pueblo tan vivas en mi memoria, que solo tuve que cerrar los ojos para recrearlas. Otras escenas, como las que se desarrollan dentro de un estudio de pintura, las describí en el lugar de los hechos, ya que solo tuve que situarme en el interior de la academia del negocio que regento.
La ambientación de mi segunda novela, La fábrica de sueños, fue más compleja. El lugar principal donde se desarrollan los hechos lo situé en mi ciudad, Madrid. Pero tuve que buscar, dentro de la ciudad, rincones específicos frecuentados por mendigos, ya que son los protagonistas de la novela. Me desplacé físicamente a esos espacios y los observé a una distancia prudencial, para ver cómo se desenvolvían en su ambiente.

Tiempo:

Es tanto la época como el tiempo en el que transcurre la novela. Puede ser un día en la vida de un hombre, la totalidad de esa vida desde que nace hasta que se muere, o un período determinado por las necesidades del tema.
El tiempo puede ser encarado desde diferentes perspectivas: física, mental, etc. Se puede dar la circunstancia que cada personaje tenga una percepción peculiar del tiempo y lo viva a su manera. Por ejemplo, en la novela del Quijote, en el episodio de la Cueva de Montesinos, para Sancho y su acompañante transcurre el tiempo convencional, poco más de una hora; sin embargo, para Don Quijote es un tiempo imaginario: tres días y tres noches.
El tiempo de la ficción se permite lo que es impensable en el tiempo real: transgrede la línea cronológica. Existe un tiempo lógico, el que corresponde al calendario; pero el escritor, de acuerdo a las necesidades de la historia, lo fragmenta, lo tergiversa o lo transforma. Así, en una narración, un lunes no necesariamente sigue a un domingo, ni 1992 a 1991. De hecho, hay novelas que comienzan en un periodo actual y terminan en un pasado remoto, y otras en las que el lector conoce el final desde el principio. En una historia se pueden suceder años, siglos, en pocas páginas, y un día puede durar muchas horas de lectura.
Así pues, sabemos que existe el tiempo objetivo, el del reloj y los calendarios, pero escribimos según el tiempo subjetivo, el que exige nuestra novela.

Vamos a ver un ejemplo donde un personaje indica la existencia del tiempo mental como más real que el tiempo del calendario:

¿Cuánto tiempo había estado ausente? Me era difícil precisarlo, aunque el tiempo calendario proporciona un indicio demasiado vago de los iones que separan a un ser de otro ser, un día de otro día; y durante todo ese tiempo yo había vivido en realidad allí, en la Alejandría del corazón de mi pensamiento.

Lawrence Durrell, El cuarteto de Alejandría.

En cuanto a las referencias temporales en mis novelas, dada mi inexperiencia, no quise complicarme la vida y situé mis historias en la época actual. El escenario de las nubes se desarrolla durante los tres meses de las vacaciones de verano de un adolescente. La mayor complicación que tuve fue que el protagonista cuenta la historia cuando ya es un adulto, refiriéndose a un verano de su adolescencia que le marcó de por vida. Tuve que alternar pasado con presente para mostrar al lector que el narrador protagonista era un adulto que contaba unos hechos de su etapa adolescente.
En La fábrica de sueños me busqué una referencia para narrar la historia: las elecciones municipales en una ciudad. A partir de aquí, construí un antes y un después de ese acontecimiento. El antes lo constituyen la precampaña y la campaña electoral. El después se refiere a la situación del grupo de mendigos cuando finalizaron las elecciones municipales. En algunos casos, acelero el relato y hago pasar el tiempo rápidamente. En otros lo ralentizo y los hechos trascurren lentamente, según me interese destacar una determinada fase de la obra.
Os aconsejo que, en las primeras novelas, contéis la historia de forma cronológica y sin mayores complicaciones con respecto al tiempo. Más adelante, cuando vayáis adquiriendo experiencia, podréis jugar con el tiempo: iniciar el relato por el final, hacer prevalecer el tiempo psicológico sobre el real, utilizar la técnica del flashback (regresar al pasado)… etc.

Aquí finaliza esta sesión. En la siguiente hablaremos de los personajes. Espero, como siempre, que os haya parecido interesante el tema y os animéis a contarnos vuestras experiencias creativas.

Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
22-05-2014 19:25

Excelentes aportaciones tanto la de Ana como la de Gregorio. Recuerdo su relato. Me voy a permitir una sugerencia basada en mi reciente lectura de "El otoño del patriarca", de G. Gª Márquez. En esa novel-reflexión-fábula se utiliza un narrador omnisciente que va cambiando según el personaje que protagonice el pasaje. Así puede ser cualquiera de los múltiples "patriarcas" (un verdadero poliedro de personajes que se manifiestan en uno solo), la madre, los generales que sostienen el mito, las amantes... Un auténtico milagro de equilibrio. Una lectura muy interesante en la que se puede aprender mucho sobre la utilización del narrador, además del puro placer estético de la novela en sí. Gracias desde aquí a J.J. que la recomendó en este foro.

Gregorio Tienda Delgado
Gregorio Tienda Delgado
21-05-2014 20:22

Leída la aportación de Ana, toda muy importante, llamó especialmente mi atención, por coincidencia con un relato mio, este párrafo con el que estoy de acuerdo, pues, me ha dedo buenos resultados:
"Busque un personaje como usted que quiera algo o no quiera algo con toda el alma. Déle instrucciones de carrera. Suelte el disparo. Luego sígalo tan rápido como pueda. Llevado por su gran amor o su odio, el personaje lo precipitará hasta el final de la historia. La garra y el entusiasmo de esa necesidad —y tanto en el amor como en el odio hay garra—, encenderán el paisaje y elevarán diez grados la temperatura de su máquina de escribir."

Dejo un fragmento de mi relato que está publicado íntegro en vamos a contar historia.

¿Alguien te dijo que existe el miedo al papel en blanco? No hagas caso. Son paparruchas que se inventan los malos escritores. Si te has sentado delante de mí, es porque tienes algo que contar. Si no estás aquejado de sordera, y me estás oyendo, empieza. Escribe sin pensar, lo que se te venga a la mente, aunque sea algo maquiavélico. Aunque creas que son incoherencias, no lo son. Verás cuando releas lo escrito y hagas algunos retoques, que el subconsciente te ha guiado y has conseguido plasmar tus sensaciones, tus sentimientos y con ellos vas dando forma a los personajes que han ido fluyendo sin que te des cuenta. Ellos te irán guiando como si tuvieran vida propia. Realmente, tiene vida propia. Verás cómo la fantasía y la realidad se enlazan y danzan al unísono hasta convertirse en una nueva esencia.

Otra vez miras la máquina y miras hacia mí. Yo también te miro desafiante... ¡anímate! A ver si puedes conmigo. A ver si alguna vez logras escribir algo que mancille mi imagen, la profane y no me vea como una novia, inmaculada y virgen. ¡Escribe! ¡Escribe…!



Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
Observador
Observador
20-05-2014 19:17

Bueno, Ana, yo te aconsejo que si utilizas un narrador omnisciente en un relato, lo hagas con las características propias de ese narrador. Otra cosa es que, en ese mismo relato, alternes varios narradores. Por ejemplo, un omnisciente y un narrador protagonista. Puedes comenzar la historia con un omnisciente y a partir de una determinada escena cambiar a un narrador protagonista, pero no conviene mezclar las peculiaridades de cada narrador, utilízalos por separado. Esto requiere bastante experiencia en la escritura para hacerlo bien, porque, de lo contrario, puedes confundir al lector.
Si te fijas, muchos de los grandes escritores de la literatura universal hacen uso de varios narradores en sus novelas. Tenemos bastantes ejemplos: Mario Vargas Llosa en La ciudad y los perros o Manuel Puig en Boquitas pintadas, son solo algunos de ellos. Esta técnica se emplea para enriquecer las historias, ya que con la utilización de varios narradores el lector puede conocer distintos puntos de vista.

Un abrazo, Ana. Gracias por tu interés.

Ana Alonso
Ana Alonso
20-05-2014 17:40

La elección del narrador en mis cuentos, de eso sí puedo hablar, porque es muy sencillo. A grandes rasgos: cuando escribo un relato que es autobiográfico en mayor o menor medida (siempre trato de ser lo mas fiel posible a lo que recuerdo) utilizo el narrador en primera persona (narrador protagonista) porque prácticamente se elige solo por razones obvias. Si no quiero que “se note” que es autobiográfico, puede que disfrace la primera persona con una tercera que no sería un narrador omnisciente porque sólo sabe lo que pasa dentro de la cabeza de uno de los protagonistas y del resto sólo observa o supone (¿será un cuasi omnisciente?) Y cuando escribo sobre situaciones que invento utilizo la tercera persona, generalmente a la manera del “había una vez…” pero no sabría decir que tipo de narrador es, porque, como me hizo notar hace poco una compañera en otro grupo de escritura, a veces en medio de un omnisciente se me escapa un juicio que se reconoce como la voz del autor, y tengo que pensar bastante para darme cuenta y notar ese detalle que había pasado por alto. Me falta aprender mucho todavía para tener más conciente lo que ahora utilizo en forma intuitiva, por eso bienvenidos sean estos conceptos que nos estás aportando para que mejoremos nuestra calidad de escritura. Un abrazo, Javier,

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