RAYUELA
RAYUELA
COMUNIDAD LITERARIA
Conéctate o Regístrate
Email:
Contraseña:
Mantener conexión
Registrarse
Últimos comentarios
jota jota
jota
"Apuntes en el margen CC La justicia La justicia es.."
06-11-2025 16:56
jota jota
jota
"Mi querido Rodrigo. Este año, una idea malvada se .."
06-11-2025 16:53
Rodrigodeacevedo
Rodrigodea.
"Elijo casi al azar estas dos estrofas en este flor.."
05-11-2025 19:54
jota jota
jota
"Aquí te dejo estas variaciones del silencio, hasta.."
05-11-2025 15:29
jota jota
jota
"Apuntes en el margen CC La Dignidad La dignidad es.."
05-11-2025 15:21
jota jota
jota
"Estoy absolutamente de acuerdo contigo, creo que h.."
05-11-2025 15:20
Rodrigodeacevedo
Rodrigodea.
"Creo, jota, amigo mío, que el término silencio, ta.."
04-11-2025 19:52
jota jota
jota
"Apuntes en el margen CC El silencio El silencio es.."
04-11-2025 16:49
Rodrigodeacevedo
Rodrigodea.
"Leo con placer las entregas iniciales de la que cr.."
03-11-2025 19:44
jota jota
jota
"Apuntes en el margen CC La mentira La mentira se h.."
03-11-2025 15:09
Usuarios más activos
Rodrigodeacevedo
Rodrigodea.
 
2.873 Comentarios
Jose Jesus Morales
Jose
 
1.547 Comentarios
Eratalia
Eratalia
 
1.455 Comentarios
Estela
Estela
 
1.088 Comentarios
jota jota
jota
 
1.077 Comentarios
Gregorio Tienda Delgado
Gregorio
 
1.027 Comentarios
caizán
caizán
 
527 Comentarios
Des
Des
 
446 Comentarios
juan fozara
juan
 
436 Comentarios
Observador
Observador
 
355 Comentarios
CONECTADOS
71 Usuarios registrados
13.018 Comentarios creados
0 Usuarios conectados
Estadísticas
Nº Páginas Vistas

Nº Usuarios
Enlaces útiles
· Diccionario de la RAE
· Diccionario de sinónimos y antónimos
· Buscador de ideas relacionadas
· Contador de sílabas en poesía
· Diccionario de rimas
  
TALLER DE RELATOS
 Castelo
Castelo
06-04-2013 20:32

CONSUELO (…y con techo)

Siempre me ha gustado ver llover tras la ventana. El frágil cristal representa en ese momento la firme y acogedora protección de un techo.

Al ver caer el agua, al oír su rítmico golpear, me asalta siempre el mismo deseo. Que caiga más fuerte, que sea mas intenso el aguacero. Es, quizás, el placer de la seguridad.
Es inevitable también, en ese momento de poesía cotidiana, que el pensamiento se desvíe durante un buen rato a quien no tiene otra que estar afuera, sufriendo la inclemencia, sin donde guarecerse. Siempre me quedo con la duda de si nuestro recuerdo a los mas desfavorecidos es, en estas circunstancias, solidario o más bien, sádico.

- Nene, cierra ya esa ventana, anda, que entra mucho frío.

- ¡Uy!, perdona cari…listo. Perdona, ya sabes que me encanta este fresquito
.
- ¿Fresquito…? Pero si esto es una nevera, Paco, por Dios. Si al menos tuviésemos calefacción.

- Bueno, mujer. Hay gente que esta peor, que ni siquiera tienen donde cubrirse con la que esta cayendo ahora. Eso si que es triste. Mira esos dos yonkis de ahí, intentando protegerse en ese soportal…

-Ay, Paco- Dice la mujer, mientras se acurruca en su manta- Siempre mirando hacia abajo. También hay muchos que están mejor, nene. ¿Por qué no lo ves así, eh?

- ¿Y que soluciono yo con eso? ¡Nada! Hay que ser positivo, y tomar las cosas como vienen. Algo es algo. ¿Quien iba a pensar que perderíamos el trabajo a la vez, Laura? ...Mala suerte.

- Lo que tu digas, Paco, di que si. Anda, échate aquí conmigo. A ver si entramos en calor y podemos dormir un poco. Mañana espera un día duro.

- Pues si, cari. Mira, he pensado que al mediodía te acerques tú sola a cáritas, a ver si te pueden dar comida para los dos. Yo intentare sacar alguna moneda en el metro, o por ahí.Lo mismo podemos echarle algo de gasolina a este trasto. Puede que le funcione la calefacción. ¿Te imaginas?

La pareja se abraza en la trasera del coche, mientras los cristales se van empañando tímidamente con su aliento. Afuera no para de llover.

Gregorio Tienda Delgado
Gregorio Tienda Delgado
05-04-2013 14:25

VÍCTIMA DEL SISTEMA.

Abro los ojos y me deslumbra la pálida luz de los fluorescentes. Mi cabeza apoyada sobre las frías baldosas de la pared, ya no es el torbellino de emociones y pensamientos que era. Está más calmada y un calorcillo recorre mi cuerpo.

Ahora recuerdo, empiezo a rememorar ese pasado no lejano. Aquella casa donde vivía nunca la aprecié en el valor que tenía. Para mí pasó desapercibida. Solo iba a dormir y no todos los días, porque pasaba mucho tiempo en el trabajo y con los amigos. Sin embargo, ahora la recuerdo con esa claridad y ternura de las cosas que, de repente, se sienten queridas y valoradas en su justo precio, cuando se han perdido.

Entonces era muy distinto. Sabía sonreír y felicitarme por la vida. Tenía amigos, familia y trabajo. Entonces era alguien. Tuve un trabajo bien remunerado en una institución bancaria y auguraba triunfos profesionales. Nunca quise ser prisionero del sistema. Me creía invencible. Mi aspecto impecable rezumaba seguridad. Pero el sistema con sus largos tentáculos me atrapó. El mismo sistema que detesté, me engulló.
El torbellino vuelve y todos los recuerdos se agolpan en mi memoria y la cabeza me va a estallar. La reducción de plantilla me alcanzó. El resto de los recuerdos es una sucesión de imágenes desordenadas e inconexas. El dinero se me terminó, no encontré otro trabajo, no pude pagar la hipoteca, me desahuciaron y me encontré malviviendo en la calle. La familia intentó ayudarme, pero me negué a vivir a casta de la escasa pensión mis padres. Los amigos se fueron alejando...

Después, noches frías entre vidas vacías, fantasmas penando en vida por sus caídas; caídas que destruyen y matan. Nuevos amigos compartiendo la mala suerte, víctimas del mismo verdugo, jugando la misma ruleta rusa noche tras noche y como única arma un cartón de vino.

Ayer, el que llamábamos, "el esmirriado", amaneció tieso. Uno más que se ha marchado a una vida mejor. Alguna noche me tocará a mí. Ya tengo grabada mi fecha para el viaje y no me importa nada. Dentro de poco, seré un difuso recuerdo para los que me quisieron y un cuerpo inerte para los fantasmas que me rodean. ¡Necesito un trago más, sólo uno más para calmar los gritos de mis entrañas! Sólo lucho por el dios que cada día me saca de aquí y me transporta en sus brazos mortales al edén transitorio de la tranquilidad; Dioniso.

Ya llevo dieciocho meses en la calle. Hace días que no me lavo ni cambio mis ropas. Aquí sigo mendigando un poco de clemencia para poder clamar la presencia de mi dios.

Con mis párpados cerrados, una sucesión de fotografías se mueven en extraña danza, mezclándose unas con otras, desapareciendo para de nuevo a aparecer. Sé quienes son, pero no recuerdo sus nombres...

Abro los ojos y veo a Pedro. Me conmueve ver ese rostro lleno de arrugas y rastros de mala vida en su piel. Si hubiera podido le habría tendido una mano. ¡Le aprecio tanto! Sé que Pedro es un buen amigo. Le veo como va desapareciendo a lo largo del extenso pasillo hasta dejar de oír el eco de sus arrastrados pasos. Ahora sólo queda el frío silencio del lugar, roto por el repiqueteo de los viejos fluorescentes que lo inundan de una ambarina luz.

Los azulejos manchados con pintadas, me ofrecen alocuciones sectarias, protestas que caen en saco roto, que no sirven para nada. Carteles anunciando estrenos de películas que nunca veré. Mujeres impresionantes, coquetas, que me sonríen desde los anuncios publicitarios invitándome a mirarlas y prestarles mi atención. ¿Qué me importan?

Miro mis ropas deslucidas y sucias; mis manos ennegrecidas, llenas de la porquería del suelo; mi pelo enredado, desordenado, ya nada importa. Me dejo escurrir hasta el adoquinado de este frío suelo, cubierto por los despojos que la gente tira: chicles pegados, billetes de metro usados, envoltorios de chocolatinas, periódicos que no acertaron a encestar en la papelera, y yo mismo, un despojo más.

Ahora sonrío porque viene, sí, ya viene... lo siento llegar. Cruzo mis brazos, me acurruco en este frío suelo y cierro los ojos. Ahora recuerdo aquellos nombres que antes no pude: papá, mamá, Clara, la mujer que tanto me gusta y que por mi cambio de vida nunca lo sabrá, mi hermana... Ahora sé que día es... hoy cumplo 30 años.

Oigo el silbato del último tren que para en esta estación de metro y luego el ruido de los vagones rodando por los rieles, alejándose. Yo también me voy... Dioniso me ha acogido en sus brazos y me lleva a un lugar de paz. Ya no siento frío, ni dolor... sólo me queda apretar los párpados y decir adiós...



Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
juan fozara
juan fozara
04-04-2013 15:07

SIN TECHO(Antes de la crisis)

Esta vez va en serio,penso por primera vez en serio.
Su madre,su refugio,había muerto.Él nunca se había tomado la vida en serio.Niño,joven,adulto mimado,se le habían acabado las municiones.Había derrochado su vida.Había tenido de todo y varias veces lo había tirado por la ventana.
¿Qué era la vida sino un juego lúdico?.¿Qué era la constancia,el esfuerzo,la voluntad,el perseverar sino una pesada carga?.
Él había nacido para disfrutar,para no hacer cuentas,para no tener responsabilidades.
Eran las diez de la mañana,estaba sentado,mugriento y aterido de frío en un parque de la ciudad de León.Había dormido en el albergue de las monjas.
¿Así que este era el final del juego?.No había alcanzado para morir contento y jugando.Un peaje inesperado,brusco y aterrador le había detenido.
¿Dónde estaba su casa,su dinero,las drogas,el alcohol,las risa falsa de las borracheras,la alegre compañia de sus amigos golfos y de las mujeres?.
Poco serio pero reflexivo,no estaba preparado para esto.Estaba a punto de c.agarse en los pantalones de miedo.Todo había sido un sueño,un sueño con altibajos pero alegre y despreocupado.
Pidió un cigarrillo a un transeúnte,se lo dio,también le pidió fuego,el transeúnte le ofreció sin ganas el mechero procurando no tocar sus sucias manos.Él se avergonzó de sus uñas negras.
Se dirigió a la puerta del supermercado a pedir limosna.Paradójicamente,descubrió que pedir le consolaba,era como trabajar,era por fin tomarse la vida y el trabajo en serio,pero,¿le llegaría para un bocadillo,para una botella de vino,para cigarrillos?.
No tenía experiencia como vagabundo,cómo sería dormir en los soportales,con suerte en los portales,no sabía ni siquiera agenciarse una manta.¿Cómo le verían sus nuevos compañeros,los sin techo por vocación,por descontento de la sociedad o por auténtica mala fortuna?.Seguro que lo mirarían con desprecio.Intuirían su estúpidez por acabar como ellos.Él no desprendía la valentía,la astucia y la dureza de los verdaderos sin techo.Marginados que se hacían fuertes en su desgracia,se reían a veces,tenían costumbre de pedir y valor para tumbarse y abrigarse en cualquier sitio.
Se sentía transparente e invisible para la gente que al pasar ni siquiera le miraba o fingía no hacerlo.
Pero sí,él tenía sentimientos,deseos,necesidad de compañía,abrigo y calor,¿a quién le importaba?.Qué mundo injusto,pensaba injustamente,pues él había hecho lo mismo poco tiempo atrás.Él era...importante,sí,importante,no podía comprender por qué no se apiadaban de él.
Un niño le miró,miró después a su madre como pidiendo una explicación,la madre fingió no darse por enterada,el niño de la mano de su madre echó una última mirada atrás y después continuó su camino.El vagabundo sintió ganas de llorar.Definitivamente no tenía agallas para afrontar su destino.No tenía coraza,no tenía rabia ni descontento ni desapego por la sociedad.No tenía siquiera el humor relexivo de los sin techo,capaces a veces de decir una frase estremecedora,reirse de la sociedad,desapego por su rutina,hasta orgullo de ser distintos.Seres valientes e inconformistas.Viajeros a veces de ciudad en ciudad,expertos en buscar albergues los días de frío,expertos en pedir y conmover,capaces de sentir amistad entre ellos,capaces de traicionarse por un reloj o un abrigo o por buscarse el mejor sitio para dormir.Un mundo duro.
Su madre le había llevado una vez al psiquiatra,le diagnóstico trastorno bipolar,pero no hizo caso,nada de tomarse pastillas,él no estaba enfermo,él era brillante,un poco alocado y con algunas depresiones,pero sano y fuerte.Tenía negocios,dinero y amigos.A veces no le cuadraban las cuentas,pero a él no le importaba la economía,le importaba sólo gozar,mirar el lado amable de la vida.
Definitivamente él no era un vagabundo,era un enfermo.Se lo iban a comer con patatas.
Mas este cuento no acaba mal del todo,de momento.Inspirabá lástima en la puerta del supermercado,tenía algo en su cara,en su expresión que movía a la compasión.Consigió más dinero del previsto.Comenzaba de nuevo a sentirse importante.Comenzaba un periodo de euforia.Acabó convirtiéndose en el rey de los vagabundos,acabó adaptándose,conseguía los mejores sitios para dormir,la mejor ropa posible,hasta aprender a contar chistes y frase lapidarias y burlarse de la sociedad.Era más duro e inconsciente de lo que pensaba.Los vagabundos lo aceptaron,aunque se extrañaban de sus cambios de humor.
Un día grande,casi un festín que compartía con sus compañeros murió de un coma etílico.
Al presentarse a San Pedro tuvo suerte,se encontraba eufórico,le hizo reír.Éste se apiadó de él.No lo mandó al infierno,sólo al purgatorio,sección de psiquiatría.No tenía techo,pero no era un vagabundo,sólo un enfermo.


" La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con que jugaba cuando era niño ": Nietzsche.
caizán
caizán
01-04-2013 22:21

VIVIR
--¿Por qué no me dejás de joder, pibe?
--¿Sabés que no entiendo tu actitud?
--Si te tranquiliza te diré: nunca me vas a entender, no tenés la edad ni la calle necesaria para comprender. Primero tendrías que aceptar mi mismidad, a partir de ello se podría abrir un resquicio en tu cabeza que iluminaría tu entendimiento. Lamentablemente vos venís o de una parroquia o de una filial del gobierno, que cumple las mismas funciones: el servicio.
--Tu claridad mental me subleva, no puedo aceptar que sigas viviendo así. Vos podrías vivir mejor, tener un futuro, rehacer tu vida y…
--Pibe ¡Cortala, querés! ¿Me trajiste la vianda?
--Sí y también cigarrillos, negros, como a vos te gustan.
--Los fasos los garpaste de tu bolsillo. Vos tenés alma de sacristán, de rejuntador de almas. Pero no entendés nada, quizás dentro de veinte años…
--Dentro de veinte años ni vos ni yo sabemos dónde estaremos. Si seguís así ni quiero pensar dónde, y yo…
Lo interrumpió, había encendido un cigarrillo, pitó con satisfacción—Vos serás cura o empleado gubernamental, pero yo seré libre ¡Libre! ¿Entendés? Ma, ¿qué vas a entender? Tenés el balero quemado, como todos los que están en este servicio, de otra manera no se explica. Vos no sos el primero ni serás el último en proponerme que salga de la calle, de vivir sin techo.
--¿Te parece mal nuestra propuesta de cambio?
--No se trata de si me parece mal o bien. Creo que es una mirada parcial y subjetiva. Vos no sabés qué es la libertad.
--La libertad no es miseria.
--Ese es un concepto social para que nadie salga del redil, que crezca todo lo que quiera pero, sin salir del rebaño ¿a eso le llamás libertad? Aceptar el prevaricato, la corrupción a manos llenas y dar un puñito de ayuda –con mucha publicidad – para tapar la roña en que viven. ¡Dejame de joder pibe! Vos me ofrecés casa y comida, en vida comunitaria, con la condición que busque trabajo, y cuando lo tenga me soltás la mano
--Sí. Para que vivas libre e independiente.
Se rió –Te das cuenta que mirás pero no ves. Esto que tengo ahora me permite ser libre, independiente y mandarte al carajo si quiero, porque vos, por un plato de comida me rompés lo huevos con esta cantilena. No menoscabo tu labor, trato de enfocarla, nada más. Vivo aquí, dentro de una casa hecha con cartones, chapas viejas, lonas, de un metro de alto. Todos los días pasa alguien, se detiene y me deja: colchón, frazadas viejas, garrafa de gas con calentador, zapatos viejos, restos de comida y ropa vieja. ¿Sabés que me dice?
--No
--Buen día o buenas tardes, cuando llega, y chau cuando se va. Nada más, ¿Entendés? ¡Nada más! Ni sé quién es, ni le importa quién soy. Saben que estoy aquí en la curva de la avenida Castañares, contra la pared del cementerio. No hay nada alrededor, algún compañero, lejos, que me deja vivir y con su actitud me pide que lo deje vivir. Somos recíprocos sin conocernos, sin saludarnos. Estamos aquí porque queremos, nadie nos obligó. O sí, nos obligó el mundo al que vos querés que vuelva, todo lo que me ofrecés lo tuve. No me gustó. Me fui, y estoy aquí, feliz, libre. Del maravilloso mundo tuyo solo tengo una radio a pilas, para oír música; minga de noticias políticas. económicas o policiales. Ahora solo te pediré una cosa.
--Lo que quieras, decime.
--Que me dejes comer el guiso de arroz, ¿Hoy toca guiso de arroz, verdad?
--Sí.
--Gracias, pibe. Nos vemos la próxima. Chau.
--¡Chau!
JSM.

Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
01-04-2013 20:56

CUENTO DE NAVIDAD
(Autobiografía)

Aquel era mi primer día como mendigo. Yo también, como Hans Schnier (1), había sido el revulsivo de las actitudes hipócritas de la sociedad donde me desenvolvía, con bastante brillantez por cierto; su denunciante ácido y persistente, y ésta sociedad me había expulsado. Poco a poco, en un “glissando” inacabable, había sido despojado de todo cuanto me unía a ella: el descenso hacia el fondo, sin brusquedades, trabajado día a día, había llegado a lo que, posiblemente, fuese ya el final.

Me imaginaba –porque la imaginación, que tantos éxitos me había deparado, aún vivía en mí- recorriendo simultáneamente los dos caminos opuestos por los que transitaron el Dante y Virgilio hasta llegar al paraíso y al infierno. Este juego de espejos, en el que mi descenso social, mi desposeímiento material o mi bajada a los infiernos, tenía su reflejo en una especie de asunción del camino al paraíso, un cierto nirvana, pero no voluntariamente iniciado ni querido, sino que era una suerte de adormilamiento, de insensibilización al dolor que producían en mi cuerpo y en mi espíritu las sucesivas amputaciones de mis antiguos bienestares, los desprecios y las humillaciones de mis antiguos colegas.

Alguien me dijo: “Es una lástima; si hubieses sido un artista tu inconformismo, tu insolencia y tu imaginación serían parte de tu éxito. Pero eres un directivo de empresa. Estás en el mundo de los negocios y aquí esas cualidades son defectos inadmisibles. En esta sociedad no caben las gentes como tú. Tu misma brillantez es un insulto para nosotros, los mediocres.”

Ya lo había perdido todo. Apenas me quedaban unas monedas para trasladarme a otra ciudad, donde nadie me conociera. Mi ropa aún no era demasiado astrosa. Mi aspecto, entre los mendigos, me delataba como un extraño entre ellos. Eran los días de la Navidad y pensé que esa época del año era la más idónea para empezar en mi nueva vida de menesteroso.
La ciudad resplandecía en sus brillos espectaculares. Las gentes iban apresuradas, bien vestidas y aparentemente felices, como yo aparentaba serlo no hacía mucho tiempo. Me senté en cuclillas frente a la salida de una boca de metro. En aquel momento ningún otro mendigo ocupaba aquel lugar, por lo que no temía que me desplazasen violentamente, dadas su territorialidad y la contundencia con que podían defender sus emplazamientos.

En un acto de suprema voluntad, con la cabeza oculta entre las rodillas, un brazo rodeándolas, extendí el otro hacia la calle, con la palma de la mano abierta y hacia arriba, con el gesto suplicatorio de los mendigos de todas las épocas.

Con punzadas de dolor se me cosió el corazón al alma. De todas las humillaciones anteriores, de todos los desprecios de los que me fueron sacando del camino, ninguna tan atrozmente dolorosa, tan íntimamente vejatoria como este gesto de extender la mano desde el anonimato de mi postura vergonzante.
El sonido metálico de una moneda al chocar contra el suelo me hizo mover la cabeza, iniciando una abochornada búsqueda en el húmedo suelo. Las lágrimas se agolparon en mis ojos cuando levanté la cabeza para corresponder desde mi degradación a mi primera limosna.

No se si aquella estrella era real o fue un simple efecto de refracción óptica producida por mis lágrimas, pero ví el astro que, en mi niñez, brillaba sobre el portal del Nacimiento, titilando y llamándome desde su lejanía, reclamando mi vuelta a la inocencia. Instintivamente levanté mi brazo de pordiosero y mi mano hizo ademán de tratar de asir la estrella.

Al día siguiente los servicios sanitarios retiraron de la calzada mi cuerpo congelado. Yo, desde la lejana estrella de mi infancia, contemplo ahora, con una feliz nostalgia, los brillos infinitamente pobres de mi antiguo mundo.

(1) Personaje protagonista de la novela “Opiniones de un payaso” de Heinrich Böll.

Eratalia
Eratalia
01-04-2013 01:36

Esta vez no se me hace tarde.

DE VUELTA AL HOGAR

La tarde caía lenta sobre el oscuro arrabal, pobre, triste, destartalado. Cuatro casuchas viejas, con techumbres de uralita enseñaban sus ventanas desvencijadas, en amarga sonrisa, al viandante que, con paso cansino, diríase que arrastrando los pies, se dirigía, sendero arriba, camino del cerro. El semblante ajado, la ropa vieja, los zapatos desgastados y, a la espalda, una deslucida mochila de color imposible, conteniendo todo su ajuar y sus exiguas posesiones…
A lo lejos, en lo alto, vislumbró cuatro paredes desdentadas que se mantenían erguidas a duras penas, reducto ruinoso de lo que en otros tiempos debió ser villa o castillo palaciego. Un trozo de verja retorcido, contorsionándose ante la desesperanza, intentaba cortar el paso al extraño, que avanzaba sin prisa, como el que nada tiene por hacer y goza de todo el tiempo del mundo para hacerlo.
Flanqueó sin dificultad los herrumbrosos restos, enmohecidos y verdosos, entre los que las hierbas del campo, malas hierbas, eran las únicas que se atrevían a proporcionar algunas notas de color, en aquel desolado atardecer.
El desconocido escudriñó los muros, recios, altos, erosionados por las inclemencias del tiempo y por los años de descuido y abandono, sumido en sus pensamientos. Imaginó, más que recordar, cómo eran aquellos muros cincuenta años atrás, antes de que los vientos, las tormentas y los pequeños saqueos hubieran acabado con todo lo que contenían, hasta con aquellas cosas de más ínfimo valor. Se asomó al interior por uno de los huecos derruidos, antaño ventanales, y su mirada se detuvo en una pequeña sombra que cruzaba la estancia con vivaz serpenteo: ratones de campo -pensó- son los únicos capaces de habitar un lugar así, tan hostil y tan inhóspito. Se estremeció.
Rodeó los restos de la casa y encontró una pequeña puerta, ya innecesaria, puesto que los agujeros de las destrozadas paredes dejaban el acceso expedito al interior. De cualquier modo, prefirió penetrar en lo que quedaba de la vivienda a través de ella, sintiendo el apremiante rechinar de los goznes cuando la empujó, no sin esfuerzo.
Se sentó sobre los resto de un pilar hallado en medio de lo que debió haber sido el patio central. Miró al cielo, pensativo, calibrando en somera ojeada si la noche se presentaba serena o había riesgo de lluvias, costumbre que había adquirido a lo largo de los años que llevaba pernoctando a la intemperie.
El recién llegado, parsimoniosamente abrió la mochila, extrajo de ella una roída manta, un pack de yogures caducados, recogidos de los contenedores de basura del último centro comercial por el que había pasado hacía un par de días, y un libro, con las tapas tan gastadas y recomidas que habían perdido el color y en las que apenas se acertaba a adivinar el título: “El extranjero”, Albert Camus. De entre las hojas se deslizó una antigua fotografía cuyo color había mudado hasta convertirse en sepia.
Aunque la conocía de memoria, la observó con atención, en ella, una señora de amable semblante se hallaba sentada en un pilar, en medio de un bello patio alicatado al estilo andaluz y circundado de flores multicolores en macetas de todas las formas y tamaños. Sobre su regazo, un pequeño varón chupaba con aire feliz una piruleta. Ambos sonreían mirando a la cámara.
Él, a su pesar, también sonrió. Eran buenos tiempos. Luego sobrevino la ruina de la familia, se acabaron las tardes risueñas, todo fue de mal en peor y un buen día, sin saber cómo ni por qué, se encontró vagabundeando en busca de la fortuna que nunca encontró, ganándose la vida de mala manera, sobreviviendo…
Sorbió el contenido de los envases de yogur, paladeando aquel regusto agrio y desabrido, como su propia existencia. Fue un largo peregrinar, sin dinero, sin comida, sin amigos. Mendigando aquí y allá, robando a veces, para subsistir.
Y, después de tantos años, cansado y enfermo, el deseo de volver al terruño, de ver lo que quedaba de su infancia enterrada allí, en lo más alto del cerro.
Envuelto en sus ensoñaciones del pasado se acurrucó en un rincón sobre su manta, aterido y famélico y, cerrando los ojos, sintió la paz de hallarse de nuevo en casa, al fin, de vuelta al hogar.


Con rimas y a lo loco
Gregorio Tienda Delgado
Gregorio Tienda Delgado
01-04-2013 01:28

Apreciados amigas y amigos. En esta etapa han sido 6 relatos excelentes como siempre.

Gracias, a todos por vuestra aportación y vuestros comentarios en general, y por los que a mi texto se refieren.

Comenzamos con un nuevo tema. Miren la propuesta, arriba en el inicio.

Saludos.



Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
Des
Des
26-03-2013 01:34

Al otro lado de la soledad, un ordenador.

Uno se cree que encuentra algo que le ayuda a seguir respirando , sabe que es una fantasía, pero se va enamorando de la imagen que va construyendo, sin saber qué hacer ,ni adonde ir …hasta que termina por desaparecer.

Coincidí con él en un foro de poesía, nos habíamos cruzado muchas veces antes entre comentarios , no tenía nada de especial para mí.

Yo andaba atrapada en largos días ,bajo los cuales el dolor pesaba toneladas, entrar al foro era como dibujar agua con la luz del atardecer, le confería una profundidad especial , personas que no me conocían me respondían a lo que yo escribía , creo que esos días fueron imprescindibles para no desmoronarme.

El azar nos preparó un eco entre los misterios del lenguaje, como compañeros deslizamos nuestras palabras en medio de la curiosidad , como si no sucediera nada, nada sucedía .

No sé si fue real o lo imagine pero me enamoré de una persona que nunca había visto y me encontré deseándole con esa intensidad incendiaría de los primeros encuentros .

No soy una mujer de amores platónicos, ni de sentidas cartas de amor, cuando amo necesito ser correspondida , admito que hubiera sido capaz de salir en su busca en medio de la madrugada más fría y tormentosa que puedan imaginar y volverme a casa esa misma noche porque él no acudió a la cita.

Me da igual estrellarme cuando el amor me sorprende , mientras escribo esto ,recuerdo un verso de Oliverio Girondo ( ha sido mi verso) “ Si diviso una nube debo emprender el vuelo…”

Divisé una nube pero nunca emprendí el vuelo, tal vez porque estaba casado, tal vez porque la poesía no tiene reglas fijas , tal vez porque en esos días mi vuelo no tenía orillas.

Un poquito de Oliverio Girondo y su “Vuelo sin orillas”
Abandoné las sombras,
las espesas paredes,
….
Abajo: en la penumbra,

los rumores cansados….
pero seguía volando,
desesperadamente.

….Ya no existía nada,
la nada estaba ausente;
ni oscuridad, ni lumbre,
-ni unas manos celestes-
ni vida, ni destino,
ni misterio, ni muerte;
pero seguía volando,
desesperadamente.

Uno se cree que encuentra algo que le ayuda a seguir respirando y cuidado, cuidado…


Eratalia
Eratalia
25-03-2013 21:04

Prólogo al relato.
He querido tirar de archivo, dado que el plazo expira mañana, pero por mala suerte mi texto original constaba de mil y pico palabras. Creo que al hacerle esta feroz carnicería hasta reducirlo a 730 (sí, me he pasado en 30)lo he dejado en los huesos. Pero el ansia por participar me ha perdido.
Por si alguien es masoca y quiere leer el relato en su forma original, me voy a tomar la libertad de subirlo en el subforo de relatos en toda su extensión. Gracias.

LA COLECCIONISTA.
Alberto se hallaba tumbado en el sofá en actitud relajada, sin prestar demasiada atención a las imágenes que aparecían en la pantalla; su mente, dispersa en vagos pensamientos.
Pensaba en Laura, su mujer, que se había sumergido en la vorágine de los mundos virtuales y había trocado sus ratos de ocio televisivo en la ocupación que ahora le robaba tantas horas y que él apenas comprendía.
-Veo que te aburres –le dijo Laura, echándole una ojeada- Yo, en cambio, lo paso genial, deberías intentarlo, es súper entretenido. Se me ocurre una cosa; te voy a hacer un avatar, si no te gusta el juego, con borrarlo, solucionado. Ya verás...
Habían pasado varias semanas desde que Laura crease a Bertoal y desde entonces el sofá delante de la tele había quedado desierto, ella seguía pasando sus veladas entregada febrilmente a su segunda vida y él se había refugiado en la salita donde las horas volaban sin sentir, embutido en su nueva piel de habitante de aquel extraño metaverso.
Había conocido a alguien diferente: un exuberante y atractivo avatar femenino cuyo agresivo Nick era Loba.
Con Loba era feliz, se sentía absolutamente atraído por ella y se dejaba llevar. No hubo de hacer ningún esfuerzo por conquistarla, porque claramente la conquistadora era ella.
La idea de estar juntos en la vida real iba ganando camino en la mente de Alberto, que pasaba el día sumido en la desesperación de no tenerla cerca y entre frenéticos mensajes de todo tipo: videoconferencias, Messenger… todo era poco para disfrutar de sus encuentros con ella, y además le parecía insuficiente, pues no calmaba su ansia por poseerla, su mente era un caos y su obsesión, enfermiza.
Por fin prepararon una cita. Consumido por una gran excitación nerviosa, Alberto condujo durante horas que le parecieron siglos hasta llegar a su meta: se acercaba el momento de poder abrazarla de verdad, oler su piel, saborear sus labios...
El encuentro fue explosivo: Loba colmó todas sus expectativas y las sobrepasó con creces; las horas corrieron como segundos y de nuevo se encontró conduciendo camino de vuelta a su hogar, pero ¿era su hogar aquello? ¿Qué quedaba de su vida con Laura?
Al día siguiente, aún no repuesto del todo de la impresión que Loba le había causado, abrió su ordenador, ansioso, pero no consiguió localizarla por más que lo intentó. Preguntó a los amigos comunes, que sólo le dijeron que llevaba un par de días sin conectarse. Se iba de madrugada a la cama esperando noticias que no llegaban y mientras, Laura, lo observaba silenciosa sin atreverse a preguntar, viendo en aquel hombre desesperado y nervioso a un ser desconocido y ajeno por completo a ella.
- Me voy, Alberto. Mañana cuando vuelvas del trabajo ya no estaré aquí. No es una decisión precipitada, la he madurado durante meses y es irrevocable...
Al día siguiente, al volver de la oficina, Alberto encontró una casa vacía como nunca; últimamente había vivido al margen de Laura, pero ahora sentía que la soledad le ahogaba. Volvió a poner en marcha su PC, angustiado doblemente por la marcha de Laura y por no tener noticias de Loba y el corazón le estalló de alegría al verla conectada. Le mandó un mensaje atropellado, lleno de preguntas. Transcurrieron minutos sin respuesta. Volvió a intentarlo y, de pronto, apareció en pantalla:
-Berto, perdona, es que estoy ocupada, luego hablamos.
-¿Cómo que estás ocupada? Necesito volver a verte, dime cuando y me pondré en camino, lo que sea con tal de estar contigo… Lo nuestro es para mí muy importante.
-Berto, ¿en qué mundo vives? No hay nada “nuestro”. Ha estado bien, ¿de qué te quejas? Las historias empiezan y acaban; se culminan, tienen un principio y un final…
A Alberto se le cayó el mundo encima. Pensar que él sólo había sido eso para ella… un nuevo trofeo del que sentirse orgullosa, una nueva muesca en su cinturón de cazadora…
Lleno de ira agarró la torre del ordenador y, arrancándola de todos sus cables, la lanzó con estrépito contra la pared, destrozó luego el teclado y el monitor, descargando sobre ellos toda su rabia, pateándolos una y otra vez… hasta que exhausto y jadeante se apoyó contra la pared y se dejó resbalar hasta el suelo, hundido, mientras escondía la cara entre sus manos y se vaciaba entre las sacudidas de un llanto estentóreo y catártico.


Con rimas y a lo loco
juan fozara
juan fozara
20-03-2013 12:00

AMOR ETÉREO.

A miles de kilómetros de distancia,los dos,al dar las doce de la noche para que nadie los viera,bajaban sigilosos hacia sus respectivos ordenadores.
Ambos vivían en mansiones antiguas,donde los ruidos por la noche se hacian notar,maderas que crujían,ventanas abiertas repentinamente por el viento o sabe Dios porqué,cortinas que flameaban por el mismo motivo.El caso es que durante esas noches se silenciaron los ruidos.La paz en las mansiones se había instalado últimamente.
Todos se habían ido a dormir menos ellos,al dulce sueño no le inquietaban los cosas extrañas que a veces sucedían en la casa.
El comenzaba sus misivas de amor,ella le contestaba.Su lenguaje era cada vez más cercano.Hablaban de todo lo imaginado,pero era frecuente que lo hicieran sobre su pasado.Sin embargo ahora parecía crearse un futuro para ellos.
Se fueron deseando cada vez más,les inspiraba lo etéreo de sus cuerpos.Deseaban solidificarse en una unión corporal.Se pedían a si mismos la entrega de sus cuerpos,una unión difícil por la distancia y sus circunstancias.Deseaban reunirse y gozar,como desean todos los humanos.
-He soñado contigo,le decía el,pero por el día,cuando más abundan los sueños.Por la noche no soñaban,sólo anhelaban besarse y abrazarse,no dormir,acurrrucarse en sus palabras de amor y en su deseo.
Quizás volando pudieran encontrarse en un punto intermedio,pero les ataban las cadenas de de sus obligaciones,tenían ambos que trabajar por la noche,tal era su oficio y estaban faltando a ello.Las horas se sucedían rápidamente,sus miradas se buscaban,deseaban ambos sus cuerpos,pero les era imposible.Algo fallaba,no podían verse ni siquiera en sueños.No se desanimaban,luchaban por vencer el desencuentro.
Déjame ver y tocar tu cuerpo en la pantalla,decía él.
Imposible,decía ella,por más que me ofrezca a ti nunca podrás tocar mi cuerpo.
Con la aurora,a su pesar,se despedían.Las mansiones comenzarían a cobrar vida.Desayunos,palabras,risas y encuentros.
Ellos tenían envidia de aquellos cuerpos que se podían tocar.El beso de la mujer al marido,el beso al despedirse de los niños al marcharse al colegio.El aroma del café,de los huevos fritos con beicon.Nada les pertenecía.Debían retirarse y seguir soñando con el abrazo de sus cuerpos.Apagaban el ordenador,se arreglaban sus sábanas,recogian sus bolas y sus cadenas y procuraban pasar desapercibidos.
El duelo era grande y cada vez era mayor su desilusión,fracasados como enamorados y fracasados en su tarea:Asustar.
Dos fantasmas se enamoraron por internet,querían gozar de sus cuerpos.Pero sólo se veían sus negros ojos,unas sábanas blancas y una bola de hierro grande con unas largas cadenas.
Dos mansiones,dos fantasmas que se enamoraron y dejaron de cumplir sus obligaciones:Asustar con sus travesuras a los que dormían su dulce sueño.
Pero los dos obtuvieron su fruto,el amor les purificó y pudieron reunirse en el cielo.
Allí no necesitaban sus cuerpos.

Colofón:

Ser nada es ser pared
árbol viejo
no oler café.
Ser nada no da sed,
cal vieja en la pared,
agua estancada
peces huidos
de la red.
Nada para comer,ser
sobresalir,latir,amar
cerrar después la puerta al recuerdo
la dicha,la desgracia
verbigracia:nada.
Tiene gracia
no ser nada,aunque nadie se ría
nadie te escuche,nadie te ame,te deje.
Ser nada,no ser ser,ser al revés
no existir,duro revés,
la foto del abuelo en la pared
el marco de madera
el olor a café.
Ser o no ser,
sobrevive hijo
por interés.


" La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con que jugaba cuando era niño ": Nietzsche.
<< Respuestas anteriores Respuestas siguientes >>
2025 Topforo.com | Aviso legal | Uso de cookies | Hacer foros | Foros Arte y Cultura(Cine,TV,..)