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VAMOS A CONTAR HISTORIAS.
Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
27-02-2016 12:42

HOMENAJE AL QUIJOTE.

Con motivo de la celebración del 400 aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes Saavedra, ante la escasez de actos programados desde la Administración del Estado, es mi opinión que debiéramos ser los amantes de las buenas letras y devotos del Quijote quienes expresáramos nuestro particular homenaje a ambos personajes, creador y criatura, de la que muchos juzgan como obra cumbre e inalcanzable de las letras universales. Dejo aquí un soneto del proemio, de los varios que abren la edición del Instituto Cervantes. Sería estimulante para nuestro pequeño rincón de amigos que dejásemos alguna muestra de nuestra devoción por estas figuras, en forma de reproducir algún párrafo de los que más hayan acogido nuestra sensibilidad hacia estas inmensas letras.

AMADÍS(1) DE GAULA 
A DON QUIJOTE DE LA MANCHA

Soneto
Tú, que imitaste la llorosa vida
que tuve, ausente y desdeñado(2), sobre
el gran ribazo de la Peña Pobre,
de alegre a penitencia reducida(3);

tú, a quien los ojos dieron la bebida
de abundante licor(4), aunque salobre,
y alzándote la plata, estaño y cobre(5),
te dio la tierra en tierra la comida(6),

vive seguro de que eternamente,
en tanto, al menos, que en la cuarta esfera,
sus caballos aguije el rubio Apolo(7),

tendrás claro renombre de valiente;
tu patria será en todas la primera;
tu sabio autor, al mundo único y solo(8).

NOTAS DE LA EDICIÓN, por Adrienne L. Martin

(1) Amadís de Gaula, protagonista del libro de caballerías por excelencia (compuesto probablemente en el siglo XIV, pero cuya inmensa fortuna se funda en la refundición de Garcí Rodríguez de Montalvo, publicada por primera vez hacia 1495), es evocado aquí especialmente en el episodio en que se retira a la isla de la Peña Pobre «consumiendo sus días en lágrimas y en continuos dolores» (I, 48), en penitencia luego imitada por DQ (I, 25).
(2) ‘ausente de su dama’, Oriana (véase abajo, I, «La señora...», p. 27). «Náufrago y desdeñado, sobre ausente» (Góngora,Soledades, I, 9).
(3) ‘de alegre vida a vida reducida a penitencia’.
(4) ‘(cualquier) líquido’.
(5) ‘y habiéndote quedado sin vajilla ni cubiertos de plata...’. 
(6) en tierra, es decir, ‘en escudillas de barro’.
(7) ‘cuando menos, mientras el sol salga cada mañana, mientras luzca cada día’ (en la mitología, el alba era el momento en que Apolo empezaba su camino por la cuarta de las esferas concéntricas que constituían el universo); véase I, 2, 46, n. 19. º
(8) al mundo: ‘en el mundo’; único y solo es fórmula de tradición clásica y petrarquesca.

Extraído de la edición del Instituto Cervantes, bajo la dirección de Francisco Rico.
Enlace: http://cvc.cervantes.es/literatura/clasicos/quijote/

Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
23-02-2016 16:56

Acento. Cuatrero. Derviche. Inquisidor. Inversión. Pote. Volumen.

Designios

Soy el primero y el último Derviche, he renunciado a todo, incluso a mi nombre y he emprendido el tariqat en la más absoluta obediencia y abandono a la suprema decisión del altísimo. Tengo fe y estoy sujeto a la voluntad de Allah, el misericordioso.

El inquisidor, ese ignorante, me acusa de ejecutar malas artes, pero en verdad soy el más fiel de los seguidores de la letra sagrada. Un mevleví girador, de la orden fundada por nuestro gran poeta sufí Jalai al-Din Muhammad Rumi.

Allah me guía y yo obedezco. Me alimento frugalmente, ayuno día por medio y jamás he probado comida enlatada, ni de pote alguno, mucho menos el alcohol. Hay quien dice que soy un asceta, pero en verdad intento descifrar en la entramada y singular textura del verbo coránico, el secreto de los designios que mueven al Ángel de la muerte.

Mi destino es interpretar bajo la luz divina, la línea y el nudo presentes en el libro sagrado, conocer las razones de Allah, el justo, saber porque un cuatrero, por ejemplo, que corre mil peligros cada día, muere tranquilamente en su cama mientras duerme, y no bajo el imperio de su ley.

La muerte recorre innumerables caminos hasta alcanzarnos, pueden ser extraños, violentos, silenciosos, aparatosos. La muerte tiene la libertad de mantenernos a capricho postrado y en suspenso, hasta que el supremo decida nuestro final.

La certeza de la muerte se diluye en lo inaudito y desmesurado de sus innumerables formas y sobre todo en la exactitud impresa de antemano en nuestro accidentado itinerario, que ignoramos por completo.

El suceso de la muerte se produce en un espacio de tiempo inesperado, a mitad de la noche, o a plena luz del día. En apariencia es inducida por mano propia o ajena, pero es el enviado del exaltado quien cumple inexorablemente esa orden.

La muerte coloca un acento diferente en tu vida, te marca para siempre, y en ciertas ocasiones trastorna ese momento en que te toca de cerca y lo convierte en un instante imborrable de la memoria. La muerte, la pérdida, es tan intensamente deslumbrante que por momentos nos hace ver y creer en lo imposible.

Suena a paradoja, pero la máxima inversión de la vida es precisamente en la muerte, cada paso que damos con la intención de engañarla, enmascarando el miedo, es un paso seguro para encontrarnos con ella.

La muerte maneja a su antojo el volumen de los cuerpos que toca, mientras están vivos tienen un peso que los distingue, son dueños del espacio que ocupan, pero después de muertos no caben en el recuerdo, se adelgazan e invariablemente desaparecen.

Un impulso superior me empuja en este mismo instante a ejecutar la danza de los planetas, el sema. Exaltado invoco los 99 nombres de Allah, el justo, me aproximo al éxtasis. En ese momento el rostro imperturbable del Ángel de la muerte se hace presente y una voz dulce y paciente me indica:

Nuestras acciones son la huella de nuestro paso por la vida, son imborrables e irreversibles, ellas suman para completar el balance total y el resultado final es precisamente la muerte que has elegido.

Vamos. Llegó la hora.

Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
20-02-2016 02:52

Acento. Cuatrero. Derviche. Inquisidor. Inversión. Pote. Volumen.

El derviche pone su acento en los círculos infinitos, el inquisidor en los pecados, el cuatrero en el volumen de una nota, el comerciante en la inversión de potes y yo siempre en las esdrújulas.

Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
18-02-2016 19:29

Puez vayamoz prezto al curro, amigo J.J., que como bien dicez, ezte mez, como la vida, ez maz corto de lo que debiera zer.

El cuatrero, con gesto inquisidor, examinó las monedas del pote que había recaudado el derviche con sus danzas: “Mala inversión he hecho contigo, indio”, le gritó a todo volumen con acento pampeano.

Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
17-02-2016 16:52

¡Compañeros! Es 17 y este mes tiene apenas 29 días. Así, que es la hora de colocar las siete palabras, esas que vienen para ayudarnos a tejer una historia, historia que leeremos más tarde, con la alegría de encontrarnos en ese mundo de la imaginación que le pertenece a otro, hasta que lo entrega para nuestro disfrute.

Acento.

Cuatrero.

Derviche.

Inquisidor.

Inversión.

Pote.

Volumen.

Estela
Estela
16-02-2016 04:57

Y ojo con lo que andan haciendo con los nucleótidos!


Hace tanto que los tengo abandonados que no logro recordar mi contraseña para entrar
Estela
Estela
16-02-2016 04:56

Derviche! qué palabra que me trae gratísimos recuerdos de mis lecturas en mi pre-adolescencia... Preciosa!

bueno...aquí va mi aporte....ahora que HE RECUPERADO INTERNET!!!!

CUATRERO

INVERSIÓN
(Pah... mirá todas las acepciones que tiene)

inversión.
Del lat. inversio, -ōnis.

1. f. Acción y efecto de invertir.

2. f. homosexualidad.

3. f. Biol. Mutación genética que consiste en la colocación de dos o más nucleótidos de la secuencia del ADN según un orden opuesto al original.

4. f. Mús. Colocación de las notas de un acorde en posición distinta de la normal, o modificación de una frase o motivo de manera que los intervalos se sigan en dirección contraria a la primitiva.

inversión meteorológica.

1. f. Incremento anormal de la temperatura de la atmósfera con la altura, debido a una capa de aire caliente, que puede producir un aumento de la contaminación atmosférica.

banco de inversiones

fondo de inversión

plan de inversiones


Hace tanto que los tengo abandonados que no logro recordar mi contraseña para entrar
Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
15-02-2016 19:21

Muchas gracias, J.J. por tus aclaraciones. Creo que Rayuela merece el esfuerzo por depurar nuestros escritos. Somos pocos, pero no es menos válido aquí el magisterio de las palabras. Y gracias por estar al quite de las palabras.

Las mías:

INQUISIDOR, RA
Del lat. inquisītor, -ōris.
1. adj. Que inquiere. U. t. c. s.
2. m. Juez eclesiástico que conocía de las causas de fe.

DERVICHE
Del fr. derviche, este del turco derviş, y este del persa darviš 'pobre', 'místico errante'.
1. m. Entre los musulmanes, especie de monje.

¿No sería estupendo que Lidia, o Eratalia, o tal vez Despistes se uniesen a este binómico grupo de aportadores de palabras? Porque parecemos a Juan Palomo: yo me lo guiso, yo me lo como.

Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
15-02-2016 19:08

LA CÓLERA DE LOS DIOSES

Con gesto ya pulido por la costumbre Don Argimiro se atusó, retorciéndolas suavemente, las altivas puntas de sus bigotes. Era un ademán que, para quienes lo conocían, presagiaba un arrebato de ira. O, en ocasiones, tal vez debido a un acto reflejo, se disolvía en una acerada mirada de sus ojos grises que perforaban a su interlocutor. Hoy, ocupante forzoso de aquel caserón aislado, frente a aquel visitante intempestivo, provocador e insensato, sus manos pasaron desde la suavidad de la caricia a los bigotes a estrellarse como dos poderosas mazas sobre el tablero de la mesa. Los pertrechos para la comida solitaria del mayorazgo saltaron irregularmente sobre su sitio, algunos cayeron al suelo y las frutas bien apiladas del frutero de plata se desparramaron con violencia. La tormenta había explotado. El forastero, acobardado, apenas alcanzó a santiguarse.

El silencio se adensó en el austero comedor de la casona. Afuera llovía; una lluvia pertinaz, cada vez más intensa, que desde hacía ya varios días había paralizado los trabajos de la labranza, poniendo en peligro la futura cosecha de los trigos y cebadas y con ella la precaria economía de aquella familia labradora que apenas podía subsistir ya en la dureza de los nuevos tiempos. Y ahora se presentaba aquel alfeñique de ciudad proponiéndole no sabía bien qué nuevas semillas, qué logros de las ingenierías genéticas con los que sus campos estarían garantizados contra plagas e inclemencias.

Don Argimiro, el mayorazgo, tocado con un extemporáneo mirlitón que apenas disimulaba su calvicie, trató de contenerse. El asustado viajero, que no había sido advertido de las explosiones de ira de aquel energúmeno, se replegó sobre sí mismo, más aún si cabía. Con su vozarrón tonante y elevando su puño con el índice enhiesto al cielo que se deshacía en agua, Don Argimiro le espetó: “Y contra Dios, ¿eh? ¿los antifaces de sus semillas las protegerán contra estas lluvias ruinosas, contra las heladas tardanas, contra los vientos secanos que asolan las espigas cuando ya parecen estar al alcance de las hoces? Contra eso no hay remedio, señor mío. Los curas nos remiten al buen Dios, que con su sabiduría infinita dispone de hombres y cosechas. Pero los curas tienen las andorgas llenas sin preocuparse de doblar sus espinazos para conseguir alimentos. Valientes muérganos estos buenos curas de pueblo. Con cuatro gori-goris y media docena de golpes de rociador sobre los ataúdes creen que el mundo está arreglado. Y no señor; muchas veces el ocupante del ataúd es un pobre hombre aplastado por un carro, o algún hijo suyo al que la fortuna ha desestimado por ser hijo de pobres. Y la enfermedad y la muerte están al acecho en estos pueblos abandonados a su suerte, a su eterna mala suerte. Ande, váyase en buena hora y deje para otras tierras más generosas esas semillas tan milagrosas; aquí no tienen cabida.”

El mayorazgo presentaba un aspecto épico, con su puño levantado al cielo, recortada su poderosa silueta contra el ventanal de la habitación. La luz del atardecer, como en las viejas películas, proporcionaba el efecto lumínico adecuado para redondear el patetismo de la escena.
El aguacero había degenerado en tormenta, una de esas terribles tormentas de la llanura, en las que los truenos súbitos u otros que parecían rodar desde el horizonte acobardaban a animales y hombres. Uno de esos truenos, repentino, sin solución de continuidad con el relámpago anunciador, cubrió con su fragor la imprecación del hombre maldiciendo a su dios, tan inclemente ahora.

El aterrorizado viajante, menos temeroso de la tormenta que de aquel ser ardiendo en cólera, huyó por el camino apenas visible bajo las cortinas de agua, como un perro asustado. Lo encontraron ahogado en el torrente desbordado, no muy lejos de la casa. Ni siquiera pudo llegar a su flamante vehículo todoterreno.

Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
15-02-2016 16:28

Mitad del mes de febrero, hora de las siete palabras

Acento

Pote

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