La tendencia al reduccionismo que impera en nuestras concepciones de la realidad hacen que nociones nuevas, o no demasiado utilizadas en nuestro día a día, se esquematicen y encuadren en un solo formato. No en vano estamos en una cultura del pensamiento único, de concebir al ser humano como un ser unidimensional, etc. Así, las relaciones, las comunicaciones, el sexo incluso, han pasado a ser conceptos virtuales. La realidad virtual ha eliminado la frontera existente entre realidad e irrealidad.
Por eso no extraña que el tema de hoy sean “los amores virtuales”. A partir de esa frase, admitida sin mayor análisis, el cerebro nos dirige automáticamente a las relaciones que se inician a través de un contacto en el mundo virtual, desde las pantallas de un ordenador. En ese mundo somos “otros”, somos creaciones que otros recrean y a las que nosotros recreamos a su vez. Personajes ficticios, “virtuales”, a los que adornamos con todos los atributos que los adecuen a esa imagen que, si fuese real, sería la que cumpliría con nuestras expectativas de enamoramiento. Y a veces pasa. Pero si nos detenemos un momento a pensar sobre el amor, creo que admitiríamos que todos creamos en el ser objeto de nuestro enamoramiento una imagen virtual, una pseudorealidad; vamos construyendo sobre ese personaje real “el otro”, el que deseamos para compartir vida y proyectos. Y moldear sobre barro duro ya es más difícil.
Todo este rollo viene a cuento, primero porque mi relato me ha salido muy cortito, y quiero extenderlo; segundo, porque hay experiencias de recreación virtual para las que no es necesario el ordenador. La vida nos las ofrece a cada momento. Mi relato puede ejemplificar una de ellas.
Un repentino apagón en el alumbrado público me la mostró. Yo me encontraba en mi sitio habitual del Café Centella, junto al ventanal sobre la calle, con mi cuaderno de notas y mi libro abierto. Una tacita con café, ya frío, y una copa de brandy de buena marca eran todo el aparellaje que mi pedantería de escritor necesitaba para representar mi personaje.
Casi al final de mi edad ma.dura, con esa cierta arrogancia que me daba mi cómoda situación económica y mi porte no ciertamente anodino, me creé para los demás esa máscara de escritor elegantemente bohemio, sin privaciones materiales, y representaba mi papel en aquel café pijo de la zona pija de la ciudad. Pero era una máscara vacía, huera de contenido. Era un anzuelo recurrente para tratar de capturar presas con las que dar consuelo, siquiera por unas horas, a mi desolado otoño.
Y entonces ella surgió de las tinieblas del apagón en la calle. El vidrio del ventanal, repentinamente transformado en un espejo azogado por la oscuridad exterior, me la mostró como un súbito resplandor, como un luminiscente pez que surgiese del abismo de la noche. Las formas de su cabeza, las líneas de su rostro, sus brazos sobre la mesa, las manos, largas y juguetonas con un vaso; toda ella, un poco desdibujada y sofocada de vez en cuando por las luces de los coches que circulaban fuera, estaba allí.
Muchas veces en mi imaginación enfebrecida había creado aquella etérea presencia. En mis sueños de lobo solitario era recurrente su imagen; no sabía quién era, sólo que en algún lugar del mundo ella existía. Aquel rostro de mujer era la sublimación de muchos rostros, de todos los que fugazmente se habían cruzado en mi deambular y habían ido configurando, como anhelantes esbozos siempre modificados, el de ella.
Mi evidente ignorancia respecto al mundo femenino, mundo mágico, fascinante e impenetrable para mí, me había alojado en una burbuja de sueños, que entraban en fragorosas y continuas colisiones con las realidades a las que trataba de acercarme. Pero esta vez la realidad era una realidad virtual, una bella imagen en un casual espejo. Aprovechando las leyes inamovibles de la reflexión la miraba, ella lo hacía conmigo, la sonreía, mis dedos sobre el cristal recorrían el delicado perfil de su rostro, se enredaban en el sensual ondular de su cabello (¿qué color tendría su cabello?). La gozaba en su vítrea placenta; era mi objeto de amor, ese rostro ahora poseído que, divertido, respondía a mis gestos, aceptaba mis caricias sobre su imagen en el frío cristal con movimientos voluptuosos, dejando que mis dedos se enredasen en sus largos cabellos... virtuales.
Pero ese momento inaprensible, de delicado éxtasis, se rompió bruscamente cuando las farolas de la calle lucieron de nuevo. La luz exterior deshizo aquel mundo fantástico en el que yo, por unos momentos que fueron aquella tarde mi pequeña eternidad, encontré a uno de mis ideales belleza femenina. Volví la cabeza hacia el lugar donde creí que ella estaba. Sólo ví una silla vacía. Afuera había empezado a llover.
caizán
18-03-2013 19:57
AMOR VIRTUAL
Cuando bajó del colectivo ya no era él. Se quedó parado en la esquina, tratando de dominar sus nervios. No era fácil. A los 20 años Hugo estaba yendo hacia una posible relación sexual. Estaba asustado. Era consciente que esa materia la debía, nunca la había rendido bien; no se podía mentir. Su ignorancia le daba miedo, no quería fallar.
Apretó contra su pecho el libro que llevaba en la mano: Las Rimas de Bécquer. Cuando le dijo a ella que le parecía cursi, Norma le contestó:--Por eso te lo pido, no habrá dos en el local.
Levantó la cabeza e inició su marcha hacia el lugar de la cita:-- dos cuadras – se dijo – no se apuró, faltaba media hora.
Norma entró a su cabeza en cuatro meses de chat, comenzó de forma educada y romántica y terminó siendo, el último mes, una locura erótica, que llegó al paroxismo cuando recibió la foto, las fotos; primer plano o cuerpo entero; siempre vestida, casual o baby doll. Pero luego, en el chat, le contaba cómo se iba desvistiendo y cuánto le gustaría que él estuviera allí. Y se tocaba, los dos se tocaban. Amor virtual, sexo virtual. Todos los días. Un descontrol total. Él terminaba escribiendo con la mano izquierda.
Hugo le pidió una entrevista, para materializar estos encuentros virtuales. Ella tardó una semana en aceptar. Hoy era el día. Se sentía igual que un andinista primerizo. ¿Haría cima, plantaría la bandera?
Llegó al lugar de la cita, se sentó junto a la ventana; el fresco del lugar le bajó la temperatura corporal, pero el cerebro seguía acelerado. Apoyó el libro sobre la mesa para que se leyera el título. Aprovechó para mirar las fotos y recordar los textos del chat. Se volvió a acelerar.
Cerró los ojos, trató de poner la mente en blanco, se fue relajando, tranquilizando.
--¿Hugo?
¡Madre santísima! Frente a él de pie: NORMA. Se quedó anonadado, no sabía qué hacer, solo dijo:--Sí.
Ella le pidió que no se levantara. Sonreía, en control de la situación. Él solo miraba y no lo podía creer ¡Qué pedazo de mujer! ¡Igual que la foto! Cabello largo, negro, 1,70 metros de estatura, y un cuerpo…. ¡Igual que la foto! Hugo estaba empantanado, no esperaba que ella fuera de verdad. ¡Y era!
Tomó un sorbo de su bebida y llamó al mozo, necesitaba un ¡break! Como los boxeadores. Tenía que tomar distancia para poder decir algo; parecía una mariposa, encandilado por la luz de ese cuerpo y el aura que emanaba su figura. Ella pidió un jugo de naranja natural y habló.
La voz le resultó distinta. Pero, los teléfonos siempre distorsionan.
--¿Cuántos años tenés, Hugo?
--Veinte, ¿y vos?
--Veintisiete.
--¡Ajá!-- Se le había secado la boca por los nervios, tomó otro sorbo y pensó algo inteligente para iniciar la charla, pero estaba bloqueado y ella le ganó de mano.
--Hugo sentí que era mi obligación venir a verte y traerte tranquilidad…--Él interrumpió--Hace cuatro meses— Ella hizo un gesto para detenerlo, no lo logró. El sonido de su voz, cuando terminó la frase, se fue cayendo como una pluma en el aire ---que te espero--- Obedeció, hizo silencio, pero sus ojos le hablaban a su cerebro y éste a sus genitales.
-- Estuve a punto de no venir, recapacité y aquí estoy.
--¿Vos sos Norma. Verdad?
-- Sí, la de la foto.
--¡Ah!—Volvió la esperanza.
--Pero no soy la que chatea con vos. Por eso vine.
La mandíbula de Hugo cayó sobre la mesa. Lo que viene no lo quiero oír, pensó.
--Tengo una hermana, treinta años, sobreviviente de Cromañón (*); psíquica y físicamente destruida. A través del chat trata de crear la vida que no puede vivir. Cuando cae en una depresión su autoayuda es el chat, se inventa una vida para salir a flote; por eso le quitamos el acceso a internet y al teléfono. Antes tuvimos problemas similares. Nunca pensamos que tendría un iPhone, así se conectó con vos.
--¿pero…vos sos Norma?--- Se sentía a cuatro mil metros de altura, colgado de un peñasco, las manos se resbalaban y sabía que cuando ella volviera a hablar, se caería indefectiblemente.
--Soy Norma la de la foto. Mi hermana usó mi nombre y mi foto. Yo no tengo nada que ver. Me pareció indecente lo que te hizo y por eso vine.
--¿Vos no…? – Estaba en caída libre. Aplicando la Ley de Newton.
--No, Hugo. No vine a buscar nada. Vine porque quiero que esto sea solo un recuerdo, sin adjetivo. Cuando tengas treinta años te vas a sonreír. Los hechos comienzan siendo un drama y con el tiempo se convierten en comedia.
Hugo escuchó todo esto con los ojos cerrados; iba cayendo, cuando llegó al pie de la montaña los abrió. No había nadie.
Solo Bécquer y él.
(*) Ver: Google (30/12/2004) 197 muertos,700 heridos.
Gregorio Tienda Delgado
17-03-2013 12:53
LA OTRA CARA DEL AVATAR.
Desde mi ventana, meditabundo, la vista perdida en un horizonte que apenas percibo, mis ojos siguen hundidos en el vacío. Exploro en la memoria buscando una explicación. ¿Cómo pude ser tan ingenuo? Surgió por casualidad, en el supuesto de que la casualidad exista.
En una página literaria en la que escribía, una forma especial de escribir me atrajo desde el principio. Fue el inicio de una buena amistad literaria que, poco a poco, se fue convirtiendo en algo más profundo, más intenso, más... cautivador.
Era fascinante sentir que una mujer a la que suponía un corazón más sensible que el mío, coincidiera con mi forma de sentir y con mi forma de escribir, concordancia que propició una espontánea complicidad entre ambos. Los comentarios mutuos a nuestros textos, dieron paso a confidencias, y a una confianza difícil de explicar.
Nuestros contactos eran literarios. Sólo letras en la pantalla del ordenador. Pero las letras empezaron a tener vida propia, y avivaron emociones que fomentaron la necesidad del contacto directo, lo que nos provocó el deseo de conocernos personalmente. Un viaje de trabajo a la ciudad donde vivo, fue una excusa perfecta. La curiosidad pudo más que la prudencia y me convenció para que nos encontráramos.
Sentado en la cafetería, esperé impaciente su llegada. Pensé que, quizá podría ser el comienzo de una relación más íntima, y en ese ambiente de satisfacción me asombrase al comprender que el resto del día me podía reservar muy gratas sensaciones. Tal vez sería el día que rompiera las barreras y de mi boca surgieran las palabras adecuadas para iniciar un viaje sin retorno. Pues, el amor no tiene retorno. No hay forma de olvidar a quien se ama.
Quizá consiga caer rendido en el letargo inconsciente del sueño tras pasar gran parte de la noche recreándome en las vivencias de éste día bendito e imaginando de qué modo se alegrarán mis amigos mañana al saber que al fin encontré a mi amada. Quizá antes de dormirme piense en que ha merecido la pena esperar. Que todavía quedan muchas más cosas que sentir y que siempre merecerán la pena los esfuerzos y las pacientes esperas, porque las recompensas llegan, más tarde o más temprano. ―Pensé.
Para identificarnos, habíamos quedado en que ella traería un portamonedas marrón en la mano, a juego con sus zapatos también marrones, y yo, llevaría una corbata azul y un diario. A través de la ventana observaba a cualquier mujer que se aproximaba pero ninguna traía un monedero marrón en la mano. Lo traerá en el bolso y me lo mostrará cuando llegue. ―Supuse.
Atento en la vigilancia, me sobresaltó una voz de hombre que me preguntó: ¿Juan Carlos? Lo miré intentado recordar de qué lo conocía. No recordaba su cara y estuve confuso hasta que... mis ojos se detuvieron en el monedero que me mostraba. Miré sus zapatos... marrones, y salté de la silla como impulsado por un resorte.
No daba crédito a lo que estaba viendo. Estaba estupefacto y aún lo sigo estando. Un infarto al corazón no me hubiera hecho tanto daño. ¿Un hombre? ¡Me había enamorado de un hombre! Ni se me había ocurrido pensar que ocurriera algo así. La magia que nos unía se evaporó de forma instantánea. El... ánimo que lo tenía levantado al máximo pensando en ella, bajó de repente aquejado de la mayor flaccidez. Me sentí engañado, frustrado triste. De la corta, pero tensa, conversación que mantuvimos, la frase que más recuerdo es esta:
-¡No te preocupes: soy asexual!
El timbre de la puerta del edificio, me ha devuelto a la realidad. Es el cartero. Me trae un certificado. Antes de abrir la puerta de mi piso, he cerrado mi memoria y guardado bajo llave mental la confusión, los poemas, las cartas y los sentimientos...
Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
Gregorio Tienda Delgado
16-03-2013 01:23
Apreciados amigas y amigos. En esta etapa han sido 5 excelentes relatos.
Gracias, a todos por vuestra aportación y vuestros comentarios en general, y por los que a mi texto se refieren.
Juan Fozara. Bienvenido al taller. Espero que te sientas a gusto.
Comenzamos con un nuevo tema. Miren la propuesta, arriba en el inicio.
Saludos.
Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
Castelo
07-03-2013 20:47
Y al final, juntos de nuevo
¿Caprichoso el destino, dices? Mejor di ca brón, y aciertas. Mira, he visto cosas en la vida que la única explicación que encuentro es la de la broma macabra, o la putada.
Te contaré una de esas que es para mojar pan, escucha: Eran dos chavales de mi barrio, hace ya bastante. Serían los ochenta o así, en plena fiebre de la heroína en Madrid. Recordaras que de aquella se pasaba del canuto al pico, así, en un “plas”.
Bien, estos tíos que te digo eran gemelos; no igualitos, pero gemelos. Habrás oído mil historias sobre gemelos, eso de que tienen una especie de conexión especial, o algo parecido, tipo telepatía. Vamos, como un sexto sentido entre ellos. Te pasará como a mí, que no me creía ni papa de esos rollos, pero deja que acabé la historia y verás.
Estos dos no eran nada especial, salvo para su madre, claro, que los tenía consentidos de la hostia. Hasta el viejo se lo decía: “María, joder, que no son los más guapos y chulos del barrio, co ño, que se lo van a creer”, y claro, les paso lo que les suele pasar a los nenes mimados que no reciben un guantazo a tiempo; lo mismo que hoy salen gui lipollas, antes se hacían yonquis. Ahí es donde entro yo, que por aquel entonces me ganaba la vida vendiendo jaco a los chavales. Aquello era una bola para los talegueros como yo. Salías de la cárcel, juntabas un poco de pasta para mover medio kilo de caballo y te forrabas.
Cuando conocí a estos dos estaban ya enganchados de cojones. Se querían, si; inseparables y toda esa historia, pero eran yonquis y un día pasó lo que termina por pasar en estos casos. Uno fue a pillar para los dos y se lo acabó metiendo todo él. Cuando el otro se enteró, lo típico; se liaron a hostias y se dejaron de hablar. Cosas de yonquis, ya sabes; puedes cagarte en su puta madre pero no tocarles la papelina, eso es sagrado.
Pasaron un par de años. Yo les seguía vendiendo. Eso sí, hacían todo lo posible por no coincidir. Si uno venía por la mañana, el otro lo hacia por la noche. Yo a lo mío; como mucho les informaba, en plan: “ha estado tu hermano por aquí”. Silencio, o un seco:” que le den por culo al ca brón ese”
Un día todo se fue a la mierda. Trincaron a quien me suministraba y tuve que cambiar de proveedor. Aún hoy día no se bien si lo que me vendió era demasiado puro o es que estaba cortado con mierda, pero resulto ser una bomba. Cayeron como moscas. Que yo sepa palmaron cinco habituales, todos por sobredosis, que es como le llaman los médicos al “chungo”. Yo me tuve que pirar echando leches, y para no volver. Por un lado me buscaba la pasma y por otro los piezas y los que casi pillan. Calcula.
Con el tiempo me enteré que entre los que murieron estaban los dos hermanos, ya ves. Palmaron el mismo día, tío, como gemelos de peli mala. Nacieron y murieron a la vez, y además de lo mismo. Lo que te dije, el puto destino.
La lápida que les puso la vieja tuvo su gracia:
“Que la muerte una para siempre lo que la vida separó”
Tendría que haber puesto: Que la droga una para siempre lo que la droga separó, ¿no crees?
juan fozara
06-03-2013 13:05
INDULTO
Villanueva de los Infantes(hace ya algunos años).
Jacinto era un joven alegre y algo tarambana,asiduo al Casino,jugador empedernido de cartas y dominó,donde rara vez perdía.Jacinto también era vago,muy vago,no le gustaba trabajar,de modo que eligió el oficio que en la mayoría de los pueblos desempeña el más vago:sepulturero.
Eso sí,Jacinto era guapo,muy guapo,sus conquistas eran ya fama en el pueblo.Tenía un don especial para las mujeres.A casi todas les atraía.
Jacinto tenía un lema que a menudo repetía:"La vitalidad del enterrador es necesaria".Hay que ser muy alegre y vital para ejercer de enterrador.No dejarse entristecer por la muerte.El empuñaba con alegría la paleta con el cemento para sellar bien las lápidas y después volvía tan contento y tranquilo al Casino que atendían dos jóvenes robustas,hermanas gemelas,en ausencia de su padre alférez del ejército y casi siempre ausente.
Se llamaban Elvira y Sol,eran algo m.aduras,aunque lozanas y bien dispuestas para los lances de amor,preferentemente carnal.Algo casquivanas siempre tenían unas palabras pícaras para los clientes a los que les hacía crecer el deseo y les ayudaba a nutrir la concurrencia a a su próspero negocio.
Aunque con algunos amantes a cuestas,siempre sintieron una predilección especial por Jacinto,por el cual rivalizaban e incluso llegaban a reñir.Jacinto no se fijababa mucho en ellas,le sobraban más jovencitas y tiernas.Mayor era el desinterés de Jacinto,mayor era la querencia de ellas.
Por fin decidieron pasar a la acción.Que si un roce con los pechos por aquí al servirle el carajillo,que si una inclinación exagerada para mostrar el contenido de su generoso escote y un aledaño almacén por si hubiera otros menesteres.
Jacinto sucumbió a su amor carnal,acostumbrado a mojar donde quisiera,decidió que podría aumentar el círculo de sus amistades.
Una tarde mientra Sol estaba enfrascada en lavar los vasos y las tazas de café,después barrería el suelo,le tocaba a ella.Elvira se fue hacia el almacén después de echarle una pícara y descarada mirada a Jacinto.
Jacinto,vago era,pero tonto no.Después de terminar victorioso su partida de dominó.Cuando le correspondería ser invitado a otro café,inventó un pretexto y salió del Casino con pasos un poco más presurosos que de costumbre.
La puerta del almacén estaba abierta,Jacinto la cerró al entrar.Allí se encontraba Elvira mostrando su hermoso trasero,inclinada hacia adelante mientras revolvía entre las cajas.No hubo muchos preámbulos ni miramientos.Pronto gozaron los dos de lo que deseaban,placer carnal.Ninguna de las dos hermanas eran enamoradizas,solo un poco putillas.
En lo mejor de la faena se abrió la puerta,un descuido no haberla cerrado con llave.Apareció Sol intrigada por la tardanza de su hermana.Sol se debatió entre los celos y el deseo,prevalecieron los celos,agarró una botella de la estantería,la rompió y con sus cristales rotos se abalanzó sobre su hermana.Jacinto se apartó rápidamente,no fuera a ser herido su miembro favorito,tan claramente visible en ese momento.Sol intentaba clavar la botella rota en la garganta de Elvira.Elvira le sujetaba con fuerza los brazos.Eros contra Tanatos.La lucha fue enconada durante unos breves pero largos minutos,rodaban por el suelo amenazándose,la pelea era igualada entre las dos robustas mujeres.Jacinto decidió intervenir con su arma favorita,la labia,-No os peleéis por mí,no os matéis por mí.Mirad que no tengo ganas de enterraros juntas,no quiero...
Elvira y Sol se miraron a los ojos,aunque de temperamentos fogosos,su genio también era efímero.Pronto mirándose comprendieron su ridícula situación,la mirada de ira fue tornándose en mirada de entendimiento.De naturaleza vital pronto prorrumpieron en carcajadas.Sol soltó la botella y se dirigió a Jacinto hablándole así:-Mira h.de p.,enterrador de los coj.nes,como te vea aparecer por el Casino esta botella te la clavo a ti- Elvira se levantó y miro furibunda a Jacinto -Ya te estás largando por una buena temporada-Jacinto ya lo creo que lo cumplió.
Elvira y Sol se salvaron por no ser excesivamente románticas ni enamoradizas,solo un poco vitales y calientes.
Sol-dijo Elvira-Sería el colmo que el enterrador que nos desunió por un momento nos uniera para siempre en la muerte,que ese estúpido robacorazones nos enterrara él y nos pusiera una lápida que rezará así:
Que la muerte una para siempre lo que la vida os separó.
Elvira y Sol Díaz Pinar 1932-1969.
P.D.Donde se lee m.aduras quise decir m.aduras,pero me lo imdedía el ¿ordenador???????????????????
" La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con que jugaba cuando era niño ": Nietzsche.
Des
04-03-2013 13:02
Beatriz y Graciela
La madre de Graciela había consagrado su vida a su única hija, no le permitió nunca ir a las excursiones del colegio , no la dejaba montar en bici, veía peligros por todas partes, estaba atenta a cualquier problema que pudiera surgir para solucionarlo inmediatamente, para su madre la vida era una sucesión de trampas, la desconfianza y el miedo determinaban su vida y la de su hija, una adolescente insegura, con dificultades para relacionarse y encerrada en sus estudios.
El padre de Beatriz era un hombre generoso, con un talento natural para la música , sabía inventar caminos que no siempre se ven , pertenecía a la categoría de los “rebeldes”, su madre le dejo por un alergólogo y ella se quedo a vivir con él .- No hay que caer en la trampa de lo interminable , imagínate un concierto de piano que dure ocho horas, descubre la belleza de lo nunca dicho Beatriz-.
Alegre y provocadora con el pelo lleno de largas rastas , se presentó en la boda de su madre y el alergólogo , eso sí, se había puesto el vestido de Roberto Cavalli que la feliz novia le había comprado para la ocasión.
Mientras la presentaba a la familia de su nuevo marido, intentaba disculpar sus rastas - Mi pequeña indomable …-
Durante la celebración coincidieron en la misma mesa, tenían casi la misma edad y las dos querían estudiar Filosofía.
Lo que sucedió después, resulta fácil de explicar , ocurrió …en un instante, en una hora, en un día, no importa … de una forma hermosa se perdieron la una en los brazos de la otra, no era una cuestión de sexo, cuando se encontraron se reconocieron, se amaron.
...
Un día todas las nubes amanecieron muertas …
La madre de Graciela decidió marcharse con su hija , pondría miles de kilómetros por medio, su posición y situación económica la ayudarían a instalarse en Nueva York, la matricularía en Medicina, tendría un tratamiento psiquiátrico adecuado y olvidaría ese episodio de su vida, su obligación era protegerla de aquella pequeña monstruo con rastas, maldito su hermano y maldita esa mujer con la que se había casado.
...
Un día todos los sueños amanecieron muertos…
Los ojos de Beatriz dejaron de sonreír, había perdido a Graciela, se refugió en su padre y en la música, descubrió que la escritura tiene el valor de conservar, de defender aquello que realmente quieres , aceptó la realidad y salvo al amor de la destrucción.
……………………………………………………
Graciela llegaba tarde a la sesión clínica, era su tercer año como residente de cuidados intensivos, había vuelto a España para hacer la especialidad , presentaban el caso de Beatriz Barca Lobera, el corazón le dio un vuelco.
- 30 años, aneurisma intracraneal , hemorragia cerebral masiva, PCR presenciada, RCP 45 minutos, muerte cerebral , se inicia protocolo de donación de órganos…- ¿ hablas tú con la familia Graciela?
...
-Graciela es qué no vas a cenar ¿qué te pasa? date prisa , la mesa está puesta.
-Mamá estoy muy cansada, me voy a acostar, ha sido un día muy complicado, no te preocupes, estoy bien.
Se nace una sola vez, se muere una sola vez ¿ la vida es una cuestión de valor?¿ qué es el valor, qué es la vida?
"Mama ya vas a superar tus miedos, ya no me puede pasar nada, descansa ,yo estaré bien, sé que no has sido feliz, te has esforzado mucho , has estado muy sola, yo también mama, yo también he estado muy sola, he intentado complacerte , te he querido y te quiero mucho ,pero Beatriz ha muerto y yo quiero reunirme con ella, solo te pido una cosa mama ; una lápida blanca y un epitafio “ Que la muerte una para siempre lo que la vida separó”.
Sé que lo vas a hacer, sé que lo has hecho lo mejor que has sabido, sé que me quieres pero ha llegado el momento de separarnos, no voy a sentir ningún dolor, voy a quedarme dormida , te quiero mama. "
...
15 de agosto, quedan 138 días para finalizar el año 2010, en Costa Rica es el día de la madre, en Corea del Sur y en la India es el día de la Independencia .
En el cementerio de La Almudena dos familias inconsolables despiden a sus hijas, el padre de Beatriz lee uno de sus poemas entre lágrimas ,mientras la pequeña Graciela de ocho años se abrazaba a la cintura de su abuelo.
“Mil veces llegué a dibujar tu nombre
me fue imposible olvidarte
siempre nosotras…”
" Que la muerte una para siempre lo que la vida separó".
Graciela García Fernández
11/02/70 .......15/08/2010
Beatriz Barca Lobera
13/04/72........15/08/2010.
Rodrigodeacevedo
04-03-2013 01:32
AMOR ETERNO
Hoy he leído en la prensa una noticia emocionante, que me ha recordado el relato que le debo a El Taller. Al parecer en un pequeño pueblo de Serbia vivía un matrimonio en crisis. Aunque permanecía la convivencia, sus diferencias eran insalvables y la ruptura anunciada. Tanto ella como él tenían contactos a través de internet; ambos habían encontrado a su “otro” y, como es habitual en las redes sociales de contactos, los habían adornado con todas las excelencias virtuales, que eran, precisamente, las carencias que encontraban en su pareja. Finalmente, tras las sesiones de chat, mails y demás protocolos decidieron conocerse en persona. Para sorpresa de ambos, esa persona ideal que cada uno había encontrado en el chat era ni más ni menos que... su cónyuge. La noticia dice que tras ese encuentro decidieron divorciarse.
Yo voy a tratar de hacer una ucronía desde el momento de la historia en el que se conocieron por el chat, cambiando lógicamente la personalidad de los protagonistas. Vaya por delante que no es mi intención matarlos al final, pero las exigencias del guión así lo requieren. Procuraré que sea una muerte dulce.
Beatriz y Graciela fueron muy amigas durante su adolescencia. Educadas ambas en el mismo colegio religioso sólo las separó el ingreso en la Universidad. Aunque siguieron la amistad de forma intermitente, durante las vacaciones o en visitas ocasionales. Finalmente los matrimonios de ambas acabaron por alejar aquella sana amistad de juventud.
Beatriz casó con un antiguo vecino de su ciudad, un comercial de la banca que aspiraba a ocupar altos puestos de dirección en su empresa; un hombre ambicioso, aunque cultivado y de buenas maneras. Graciela conoció a su media naranja en la Facultad. Otro joven de familia rica, que se preparaba para seguir los negocios familiares. Así como Beatriz volvió a su ciudad natal para establecer su residencia junto a su esposo, Graciela se trasladó a un pueblo importante donde radicaban las empresas del grupo familiar de su marido.
Pronto, en ambos matrimonios, empezaron a apreciarse faltas de sintonía entre los cónyuges. Las dedicaciones que los maridos, en uno y otro caso, daban al trabajo supusieron un progresivo detrimento en la atención a sus matrimonios, que fueron erosionando la convivencia. Finalmente llegó el aburrimiento y la soledad; la rutina se impuso y la comunicación entre los esposos cayó en sus enviciados canales repetidos y apáticos. Además no tuvieron hijos; fue una decisión acordada, una vez que se vio la pobreza sentimental que aguardaba al futuro del matrimonio. Pero, en ambos casos, los intereses económicos y sociales aconsejaron prolongar la convivencia matrimonial, previendo alguna posibilidad de solución, ya que, al menos en lo material no existían problemas. Ambas esposas se refugiaron en internet; entraron en las redes sociales, primero como una distracción, pasando luego a considerar que podría ser un medio para aliviar sus soledades. Y, quién sabe, hasta de rehacer sus vidas.
Beatriz encontró un perfil de hombre joven, maduro, experimentado y culto que le resultó atractivo:
desde un primer momento encontró en ese ser virtual la personalidad que estaba buscando. Poco a poco, con prudencia, fue avanzando en confidencias y pequeños secretos, hasta manifestarle lo desgraciada que era en su actual matrimonio.
Graciela, por su parte, casi simultáneamente y, desde luego con total desconocimiento de lo que hacía su antigua amiga, con la cual hacía tiempo que no se relacionaba, se registró en la red con una falsa personalidad: se enmascaró como hombre para dar cierto morbo a su aventura. Encontró una relación femenina, una amistad nueva (ella/él no buscaba otro hombre: su experiencia matrimonial fue un rudo golpe a sus aspiraciones de encontrar en el otro sexo el complemento a su vida). La personalidad de aquel “nick” encajaba perfectamente con su ideal de “persona”, de ser humano comprensivo y cordial que podría ser ese complemento que buscaba para aliviar su soledad. Una red de complicidades se tendió pronto entre ellos.
Al poco tiempo de intimar decidieron conocerse personalmente. Para Graciela, naturalmente, aquello supuso una tremenda complicación. Ella, él, aquel hombre apuesto, varonil, educado, que “buscaba lo que ofrecía”, según las convenciones de aquellas búsquedas, tendría que desmontar previamente su imagen virtual. O seguir el juego hasta ver la reacción de su pretendiente.
Se estableció la cita finalmente en un lugar discreto, a medio camino de sus respectivas residencias. Convinieron en verse en lo que ahora se llama un “hotel con encanto”, a última hora de una tarde de viernes. Así podrían disfrutar, si el encuentro era satisfactorio, de todo un fin de semana para conocerse mejor.
El comedor del hotel estaba en una agradable semipenumbra; ya había oscurecido en aquella tarde otoño y la iluminación del salón no lucía al completo. Beatriz, a la hora convenida, apareció en la entrada vestida con un discreto traje sastre, de corte perfecto, que realzaba antes que ocultar, sus perfectas y sugestivas formas de mujer ya ma.dura. De un rápido vistazo comprobó que, efectivamente, él había sido puntual. En una mesa del fondo, sobre el jardín en el que ya los añosos árboles lucían los primeros esplendores otoñales, semioculto tras un espléndido ramo de rosas rojas, entreveía a contraluz la figura de un hombre apuesto. Era él, sin duda. Se acercó marcando sugestivamente sus movimientos. Sus lujosos zapatos “stilettos” taconeaban sobre el pavimento un ritmo casi de marcha triunfal.
Le sorprendió la inmovilidad de él. Se encontraba prácticamente a su lado y no hizo el menor ademán de levantarse. Como si una estupefacción profunda lo hubiese paralizado. Entonces “la” vio. No podía ser... Juan, el hombre a quien en su vida virtual había dibujado como un espécimen perfecto era... Graciela. Algo cambiada por la edad, pero espléndida, de una belleza en sazón absolutamente canónica. Elegantísima dentro de su blazier y su camisa deportiva, con un lujoso pañuelo anudado al cuello. Graciela, su amiga del alma, que ahora se levantaba y con mirada inquisitiva la llamaba por el nick de internet: “¿Minerva?”
Las conversaciones que siguieron fueron largas, íntimas, cautivadoras y liberadoras. Ambas amigas eran, desde luego seguían siendo, aquellos seres que habían imaginado ser, a pesar de las supuestas identidades sexuales. El fin de semana se prolongó. La intimidad de las almas se amplió a la intimidad de los cuerpos. Como resultado establecieron que debieran seguir juntas, vivir juntas, puesto que ningún reparo moral ni ético encontraron en esa convivencia. Se establecerían en una ciudad grande, donde fuesen desconocidas. Ambas tenían recursos económicos suficientes para iniciar aquella etapa de sus vidas sin esa preocupación. Vivieron felices varios años. Dos mujeres juntas, sin estridencias, con normalidad, a nadie hoy día llamaba la atención.
Pero aquella felicidad, aunque intensa y basada en un amor limpio y una profunda amistad, estaba llamada a acabar pronto. Un viaje de placer; un trágico accidente de automóvil. Las dos amigas murieron al mismo tiempo, instantáneamente. Un testamento, un acta notarial apareció en el registro judicial que hubo de practicarse en su domicilio. Sus antiguos maridos, informados del dramático final, excusaron su presencia. En aquel acta se expresaba su voluntad de ser enterradas juntas, fuesen cuales fueran las circunstancias de sus muertes. De hecho, ya habían adquirido en el cementerio un nicho doble, al que solamente faltaba colocar la lápida. En ella se inscribió:
" Que la muerte una para siempre lo que la vida separó".
Graciela García Fernandez
11/02/70 .......15/08/2020
Beatriz Barca Lobera
13/04/72........15/08/2020
Gregorio Tienda Delgado
03-03-2013 18:12
DEL AMOR A LA DISCORDIA.
Encarna López González y Filomena Egea Pozuelo, se conocían desde la infancia. Vivian en el mismo pueblo, iban al mismo colegio, y salían con frecuencia con sus padres los fines de semana, al campo. Ellas se juntaban para hacer los deberes escolares, y poco apoco, se creó una amistad inquebrantable. Así fueron creciendo, y así llegaron a la adolescencia. Esa etapa en la que se desarrolla el ser humano, biológica, psíquica, sexual y socialmente, inmediatamente posterior a la niñez, que comienza con la pubertad.
Desde pequeñitas, sus sentimientos más que de amigas, habían sido como de hermanas. A partir de esa edad, Encarna y Filomena empezaron a sentir sensaciones que no comprendían. Ya no se veían como hermanas; ni siquiera como amigas. Sus emociones eran otras. La libido se les estaba despertando y no pensaban en los chicos, sino en ellas mismas. Su inclinación sexual se definía hacia el mismo sexo. Se querían de distinta manera a la que se habían querido en su corta existencia anterior.
Sus respectivas familias notaron el cambio afectivo de sus hijas, y trataron por todos los medios de disuadirlas, lo que creó una situación de enfrentamiento de ambas con sus padres.
Como para el amor no existen barreras, continuaron con su desafío, fue pasando el tiempo, y cuando llegaron a su edad adulta, decidieron vivir juntas, compartir sus vidas como pareja homosexual. Se prometieron amor para toda la vida, fueron pasando los años y todo iba bien; eran felices.
Pero el destino y el demonio, a veces, se alían para hacer el mal y perturbar la paz. Encarna y Filomena, como cualquier matrimonio o pareja, empezaron a tener sus altos y bajos y la convivencia se truncó. El amor ya no era recíproco al cien por cien entre ellas. Se distanciaron. Más bien Filomena se distanció de Encarna. Empezó a salir sola, los fines de semana. Entonces, Encarna se quedaba llena de tristeza y rabia a la vez. No podía pasar sin su amada y se saturó de celos. No entendía porqué ya no la quería. Porqué el cambio, si ella seguía enamorada como el primer día y lo estaría siempre.
El desencuentro amoroso, el individualismo, la incomprensión, lo fugaz de las relaciones impedía intentar lo imposible para reconciliar lo irreconciliable entre dos personas del mismo sexo que se amaron mucho pero una de ellas no pudo seguir amando. La desunión desembocó en riñas que a medida que pasaban los días eran cada vez más violentas, hasta que un viernes por la tarde, Filomena se fue y no volvió hasta el sábado por la noche. Cuando llegó, dijo:
-Encarna, tenemos que hablar.
-Sí, hablemos, -dijo Encarna que ya llevaba un tiempo con una idea dándole vueltas en la cabeza-.
- He conocido a otra persona y he decidido que quiero irme a vivir con ella.
-¿Ya no me quieres? ¿Adónde quedaron las promesas que nos hicimos? ¿Te has cansado de mí? ¿Qué mal te he hecho para que actúes así? ¡Yo te sigo queriendo como el primer día!
-No. No es que me haya cansado de ti. Es que las uniones, aunque al principio pensemos que son para toda la vida, no son así. El paso del tiempo nos cambia, y las circunstancias también. Y a veces, una propone, el destino dispone y todo se complica.
-Y, ¿cuándo piensas marcharte?
-El viernes próximo. Durante la semana me iré llevando mis cosas. Lo siento por ti que además de quedarte triste, tendrás que pagar el alquiler del piso tú sola hasta que rehagas tu vida.
Así quedaron las cosas. Desde ese día apenas se dirigieron la palabra y Encarna, fue madurando su plan preconcebido. No estaba dispuesta a dejar que Filomena rompiera su vida. No quería ni podía vivir sin ella.
-¡No te separarás de mí! ¡Eso jamás! -Pesó.
El jueves, cuando llegó Filomena del trabajo, le dijo Encarna:
-He reflexionado y llegado a la conclusión de que estás en tu derecho de vivir tu vida con quien quieras. No te guardo rencor. Podemos seguir siendo amigas, vernos de vez en cuando y ayudarnos si fuera necesario. Y como te vas mañana, para que veas que hablo en serio, he preparado una cena copiosa, y después, espero que me concedas una última noche loca. Una última noche de amor como despedida.
-Por supuesto. Agradezco tu comprensión y te prometo una noche inolvidable. Cenemos primero, y luego el postre será especial.
Cenaron y bebieron casi hasta emborracharse. En la madrugada, embriagada de placer y de alcohol, Encarna se miró en el espejo del dormitorio, y en ese momento su mirada era como si hubiera sido poseída por Lucifer. Se abalanzó sobre Filomena que dormía plácidamente después de tanto vaivén sexual, y antes de que pudiera reaccionar, le dio un mortal tajo en la garganta con un afilado cuchillo de cocina que previamente había escondido en la mesita de noche. Y mientras Filomena moría ahogaba con su propia sangre, Encarna se dio un corte igual en su garganta, cayendo sin vida sobre el cuerpo de su amada.
Así las encontró la policía cuando forzaron la puerta, alertados por un vecino tras varios días sin verlas ni oír sus discusiones.
En la lapida había un epitafio que decía " que la muerte una para siempre lo que la vida os separó".
Encarna López González
11/02/70... 15/08/2020
Filomena Egea Pozuelo
13/04/72... 15/08/2020
Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
Gregorio Tienda Delgado
27-02-2013 01:30
Apreciados, amigas y amigos. Hemos superado a la anterior etapa. 7 historias esta vez.
Gracias, a todos por vuestras aportaciones y vuestros comentarios en general, y por los que a mi texto se refieren.
Gracias a Despistes por continuar participando.
Comenzamos con un nuevo tema. Miren la propuesta, arriba en el inicio.
Saludos.
Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.