Una simple tertulia de café puede terminar en: un aprendizaje o una duda.
Los sábados por la mañana en la cortada de San Ignacio esquina Boedo, me reúno desde hace años con distintos personajes: periodistas, escritores, pintores, músicos y diletantes, mi grupo.
No recuerdo de qué se hablaba, en determinado momento dije: --”hay que ser Cristo para resucitar a alguien”.-- La conversación siguió y tomó varios rumbos, lo normal de cualquier tertulia que se precie de tal,
Nos quedamos Luis y yo, los demás nos habían abandonado. Él me propuso: --¿almorzamos juntos?—No pensé en ninguna artimaña, siempre mantuvimos cierta distancia en el trato y me consta que no era un tipo opulento, por eso mi respuesta fue:--Si cada uno paga lo suyo, sí—Se rio con ganas.
--Quiero hablar con vos de algo oscuro, pero desconté que no tendría que pagar por ello –Una forma fina de contestarme, muy de él.
Durante el almuerzo hablamos de todas las nadas imaginables, cuando bebíamos al café inició su comentario.
--En la mesa dijiste algo que no es nuevo, por eso te lo quería aclarar, todos creen que Jesús resucitó a su amigo, no fue así. Él no tenía buen contacto con los niños, le molestaban por bullangueros; el rechazo era mutuo, los niños se apartaban a su llegada.
Cuando fue a visitar la tumba de su amigo, había muchos sentados frente a la misma, el muerto era muy querido por ellos, lo seguían y jugaban con él, fuera donde fuera. Se crispó ante la presencia de tantos, Pidió a los cuidadores que corrieran la piedra que la cerraba y entró.
Estuvo allí un momento, cuando salió, sólo, era otro. Los pequeños lo percibieron, lo rodearon y jugaron con él. No los rechazó, participó en sus juegos con alegría. Desde ese día logró tener el amor, dé y por los niños; los aceptó y ellos lo siguieron toda vez que lo veían.
Ese fue el verdadero milagro. Lázaro no volvió a la vida, introyectó en Jesús el amor por los niños, que él poseía; una especie de transmigración de sentimientos o almas.
¿Cuál de los dos lo produjo? Creo que el único vivo; pero eso amerita una digresión que nos puede llevar lo que nos queda de vida--
Hoy que lo recuerdo, la duda por lo realmente ocurrido me carcome la cabeza.
JSM
Castelo
16-02-2013 20:57
Una pausa
Era, en principio, un día más en la rutinaria vida de Manuel. Catorce de febrero, cierto, pero tras veintitantos años de matrimonio dicha fecha pierde, por costumbre y convicción, cualquier tratamiento de especial. Cuando ya se lleva un buen trecho del camino recorrido, uno sabe que el amor no es algo que se pueda envolver en papel de celofán. Es más bien un conjunto de cosas que han de demostrarse a diario durante el lento, o rápido, transcurrir de una vida.
Cuando llegó a su casa de vuelta del trabajo y abrió la puerta, sintió que algo no iba como de costumbre. La luz de la cocina no estaba encendida y además no notó ningún olor a comida.
- ¿Maria?
- Manolo, estoy aquí – le respondió su mujer desde el salón, con la voz ligeramente quebrada.
- Pero ¡cariño! ¿Que ha pasado?... ¡joder!
Allí estaba la pobre de María, tumbada en el sofá con una pierna escayolada. Según le contó, al volver de comprar el pan resbaló por la escalera y cayó con todo el peso de su cuerpo sobre la pierna, rompiéndose ésta al instante. La vecina, al escuchar sus gritos salió a ayudarla y se fueron a urgencias. Lo demás salta a la vista. Tres meses de reposo, antinflamatorios y paciencia. Cosas que ocurren.
- tendrás que ayudarme…
-Claro, María; tranquila.
Y así lo hizo, como mejor pudo y supo, el bueno de Manuel. Preparó algo de comer para ambos, arropo a su mujer para la siesta y, después de esta, calentó café. Antes de servirlo llamó a sus amigos para decirles que no le esperasen, que no podría bajar al bar a jugar la partida de rutina en una buena temporada.
Todo él se volvió mimo y atención, puede que con más voluntad que destreza, eso sí, pero con la mejor de las intenciones. Incluso el cansancio de su trabajo, motivo de eternas quejas, pareció desaparecer ese día ante la imposibilidad de su esposa. Esta no daba crédito. Vaya, su Manuel se había volcado. Aún la quería, pensó.
Al caer la noche, y tras cenar una indescriptible cena improvisada por nuestro héroe, María le confesó, mientras rompía la escayola, que todo había sido una prueba.
- ¿Cómo?
- Si, Manuel. Ya sé que te vas a enfadar, pero necesitaba esto, y como sabía que te ibas a olvidar de que fecha es hoy, me he cobrado yo el regalo. Una prueba de amor.
-¿Pero que co-ño dices?
- Quería saber, y ahora estoy segura, que envejezco con el hombre adecuado. Que él me.atenderá cuando lo necesite y que me quiere, aunque sea por costumbre, como hoy me has demostrado. Anda, no pongas esa cara y vamos a la cama.
Manuel, visiblemente indignado, no sabía ni que hacer; si mandar a su mujer a la mierda e irse al bar, o bien acompañarla al dormitorio, y disfrutar así de sensaciones ya
olvidadas. Al final, hizo las dos cosas.
Rodrigodeacevedo
14-02-2013 20:19
SAN VALENTIN EN LOS ADOSADOS.
Jó, qué rollo. Otra vez San Valentín. El Cortinglés y su “practique la elegancia social del regalo”. La tele que nos amargará otra vez con perjúmenes y chorradas de diseño. Menos mal que con la crisis parece que las disponibilades económicas no van a permitir que el personal se gaste en tonterías lo que no tiene para hipotecas. Luego que si los desahucian. Pero, mira; yo esta noche cuando llegue a casa me tengo que aviar, ponerme maqueón y llevar a la parienta a algún sitio a que se divierta. Con las ganas que voy a llegar yo de guatequerías... Pero le quiero dar la sorpresa. Yo entiendo que esto de ser camionero es muy duro para la vida familiar. Ella siempre solita se tiene que aburrir bastante. Aunque con la madre, las amigas de no se qué club de amas de casa y el poco arreglo que hace en la casa (no es que me queje, no, que me la tiene como un pincel) no le faltará entretenimiento. Luego la ventaja de vivir en un adosado, en las afueras, con su huertecito y todo. Menudas lechugas y tomates me recoje la Adela.
Hoy, mientras comía en Ariza (por cierto, ustedes perdonen, pero es que me metido una ración de ternasco asado de la tierra, con un Cariñena de reserva, que vengo colocao. A lo mejor hasta me animo y le pido guerra a la coleguilla) pues eso, que hoy comiendo he leído en el ABC sugerencias para pasarlo bien en San Valentín. Qué cosas, rediós. Miren la primera propuesta:
Mi Adela está más rellenita que la modelo; no, gorda no. Más maciza, que es como me van. No sé si le gustaría este ambiente. Nosotros somos más, como les diría, de revolcón sin tanto miramiento. Primero unas buenas magras con tomate, un par de orujitos y p'alante, que mañana hay que estar otra vez en la carretera. Luego había que si sexy-cóctel; que si taller de seducción (esos sí son talleres y no los de reparación y otros que yo me sé); que si una cena en un sitio donde en lugar de sillas te ponen camas. (Mira, eso estaría bien, que no hay que perder tiempo.) Bueno, la leche de cosas raras.
Yo ya le he comprado a la Adela un regalo, por si acaso. Unos chocolates de aquí, de Ariza, que los hacen muy buenos y baratos, donde va a parar con los de las tiendas del Carrefú y eso. El chocolate dicen que es frodisíaco, o así; así que a lo mejor hay suerte y con eso cumplo. Aunque la mi Adela últimamente está como que muy caprichosa. No sé. Bueno; ya se ven las luces del barrio. Voy a aparcar el camión en el solar del Chino y me voy pa casa. Ni la he llamao ni ná, pa qué. Lo bonito es la sorpresa. Qué raro. Peazo coche aparcao delante de la casa. Y no es el de su cuñao, qué va. Tampoco me suena que sea el del banco, que me tenía que traer los papeles para lo del camión nuevo. Raro, raro, raro...
-¡Adela, que ya estoy aquí, abre mi vida que te quiero dar un achuchón! Que hoy es San Valentín y hay que celebrarlo ¿no? Pero ¿quien ---- es el tío ese que sale por el huerto? ¡Adela, qué pasa con la p... puerta! ¡Abre o te corro a cintarazos! Pero, el tío ese, si va sin pantalones... Ay, madre que esta tía me la ha pegao... La mato, te lo juro que la mato... San Valentín, que la mato... Y uno que viene a toa pastilla desde Lérida pa darle un gustito a su mujer... Si es que no hay vergüenza, señor. Y ahora me dirá, como otras veces, que era el eletrecista, que se habían saltao los plomos... Los dientes le voy a saltar yo a ella...
-¡Ay, Mariano, qué susto! Menos mal que has llegao. Un ladrón, oyes, un ladrón. Menos mal al Cuki que se le ha echao encima y lo ha encorrido por el huerto. Ay, mi vida, si es que no me puedes faltar...
Des
13-02-2013 23:35
14 de Febrero.
Mario es un buen tío , quiere mucho a Mamen , es su primer San Valentín y quiere que sea especial .
Mamen es una buena tía , quiere mucho a Mario , San Valentín para ella sólo representa a un sacerdote que desafió a un emperador romano y pagó por ello.
Cuando le dijo a Mario que no quería saber nada de esa fiesta , él le contó que en los países nórdicos durante esas fechas es cuando se emparejan y aparean los pájaros, de ahí que se vea como un símbolo de amor y de creación.
A Mamen le gustan los pájaros, porque han nacido para volar, porque pueden salir volando cuando las cosas se ponen feas .
Había encontrado un colgante de cerámica con el símbolo hippie pintado a mano y un cordón de cuero tintado , eran los colores que le gustaban a Mamen, cuando lo vio sabía que era para ella.
Él trabajaba por la mañana , ella por la tarde ,le daba tiempo a recoger a su amigo Paco y preparar la sorpresa que tenía pensada , a Mamen le iba a gustar, estaba seguro .
Paco pintaba desde niño , eran amigos de la infancia, estudiaba Bellas Artes . Mario le contó lo mucho que le gustaban las paredes pintadas a Mamen y le pidió que la tarde de San Valentín dibujara para ella un árbol con las hojas en forma de corazón , lo había visto en internet , ya tenía compradas las pinturas, se sentía feliz.
Se despertó con un beso en los labios y un te quiero mi amor- Me marcho que voy con el tiempo justo, nos vemos esta noche peque-.
Se levantó antes de que él cerrara la puerta , lo abrazó mientras le susurraba al oído- Feliz día , te quiero mucho, mucho…-
- Más revolución y menos camisetas- decía Mario.
Ella le había comprado una gorra con visera corta estilo Che, negra , sin símbolos dibujados , pensó que le gustaría y no era una camiseta , a ella le gustaba y le sentaría bien con su pelo largo .
Le faltaba comprar el vino, no entendía nada de vinos, no le gustaba mucho pero con los quesos estaba bueno y a Mario le encantaba en las ocasiones especiales.
No imaginaba mientras miraba las estanterías de la bodega que había tantos vinos, Marqués de Griñón , de Villamagna…no, no le gustaban los marqueses, el vino tenía que ser tinto y con un nombre que a ella le palpitara en el corazón- ¡Calvario¡ cómo se le puede poner un nombre así a un vino, Bitch ¡ joder un vino que se llama “perra” ¡ alucinante la de nombres raros que puede tener un vino, no tenía ni idea.
Un “Habla del silencio” extremeño , una tabla de quesos y manzanas sería la cena , ya lo tenía todo.
Puso la botella en la mesa de la cocina con la gorra encima y una nota “ Habla del silencio
dos palabras que no son opuestas, las flores se abren camino en el fondo del mar y tu mirada forma parte de mi cielo ,te quiero , sí, sí , ahora y siempre “ y se fue a trabajar.
Poseer , ser desposeído forma parte de un instante, se adentra indiferente , difícil de entender …
Los ojos de Paco al mirar a Mamen , su voz ronca… – ha pasado algo…. estaba cruzando la calle…te acompaño al hospital…es grave…él es fuerte …ya verás..-Mamen no veía nada, no disponía de visión, sus ojos se alzaron suplicando que aquello no fuera verdad.
-El pronóstico en principio es favorable, las pupilas son reactivas , son necesarias las próximas cuarenta y ocho horas para valorar la evolución , le dijo el médico.
Amanecía cuando salió del Hospital ,empezaba a llover.
Llegó a casa empapada, allí estaba el árbol de corazones, cubría toda la pared encima de la cama, era precioso , se quito la ropa y se arropó con el edredón temblando, el dolor no se calmaba, el miedo no desaparecía, no quería ver a nadie, sólo quería volar , volar muy lejos allí , donde los pájaros se aman entre los fríos vientos del norte y los árboles son de color violeta , allí esperaría a Mario segura de que iba a volver.
(Te quiero, sí, sí,
Ahora y siempre.
Woman J. Lennon.)
(No fue así , lo he contado y cambiado para el taller. Empezaban los ochenta , año 81. No nos gustaba el vino, ni había edredones, ni era San Valentín.
Lo que sí es cierto es que él nació un 14 de febrero y que no volvió )
Juan Medina nace en la capital Mexicana en 1950.
Hiperrealismo.Surrealista.
Eratalia
13-02-2013 22:47
DE NUEVO JUNTOS
La lluvia arreciaba, provocando un repiqueteo monótono y constante en los cristales de la ventana.
Emilia, adormecida, se balanceaba sobre la vieja mecedora, con los ojos entrecerrados.
Estaba sentada frente al televisor, pero no seguía con atención el programa; a decir verdad no le importaba en absoluto.
Hacía años que aquellas series insulsas habían dejado de interesarle, pero el silencio reinante en la casa a veces le resultaba insoportable y la oprimía como un peso real y físico; por eso había tomado la costumbre de mantener encendido el aparato, para escuchar aquel murmullo de voces incesantes y hacerse la ilusión de que otras personas compartían su piso.
Se había vuelto a quedar dormida cuando una fuerte ráfaga de viento hizo que el sonido de la lluvia se tornase más violento, y le pareció, en aquel estado de duermevela, que alguien llamaba con los nudillos.
Se despertó sobresaltada, y, al instante se dio cuenta de que nada sucedía. Miró lánguidamente a su alrededor y de pronto se sintió abrumada por todo el peso de su soledad.
Frente a ella, la otra mecedora permanecía inmóvil. Reparó en ella como si hiciese años que no la veía: la tapicería se mantenía en mejor estado, el estampado aún conservaba vestigios de su color original e instintivamente la comparó con la que ella utilizaba a diario, absolutamente ajada. No en balde hacía ya siete años que nadie se había vuelto a sentar allí.
Todos aquellos pensamientos encadenados la llevaron a rememorar la figura de Elías sentado en aquel mismo lugar: los dos solían pasar la tarde leyendo, escuchando música o, simplemente, en amena y distendida charla.
Siete años… ¡cuánto tiempo! Por esa misma asociación de ideas recordó que era San Valentín; en sus treinta y dos años de casados jamás habían dejado de celebrarlo. Ambos disfrutaban preparando una pequeña sorpresa para el otro y brindando con una copita de cava después de cruzar sus regalos.
¡Elías siempre había sido tan atento! Hasta el último año, enfermo de gravedad, había tenido presente la fecha y ella se había echado a llorar como una tonta cuando el repartidor de la floristería le entregó el magnífico ramo de rosas rojas...
Sin darse cuenta se encontró mentalmente hablando con su marido.
-Seguro que has sido tú quien ha llamado a la ventana hace un rato… ¿qué querías?, ¿despertarme, para que no olvide mi píldora de las tres? ¿O quizás me venías a recordar que hoy es el día de los enamorados y que tú sigues siendo mi Valentín?
Llegada a este punto una idea le cruzó la cabeza, sintió que le acuciaba la necesidad de volver a charlar con él, de contarle sus cosas, como antaño, de escucharle de nuevo.
Aunque, en un principio, la tildó de descabellada,
de pronto se levantó, impelida por un extraño resorte, y conectó su ordenador, escribiendo en la sección de google, como al dictado:
“clarividente, medium”…
Y, tras hallar una dirección y concertar una cita por teléfono, comenzo a acicalarse, musitando en voz baja:
-Elías, después de siete años, hoy volverás a tener tu regalo de San Valentín, te leeré todos los poemas que escribí pensando en ti y de nuevo, tu y yo, estaremos juntos, aunque sólo sea durante un rato.
Con rimas y a lo loco
Slictik Alonsoquijano
13-02-2013 17:15
Lo lamento, pero salió así de largo y de oscuro. Podarlo habría sido desvirtuarlo así que como no se me ocurría otra cosa, ahí va.
UN REGALO POR SAN VALENTÍN
Se estaba acercando el día de San Valentín y aún no había decidido si celebrarlo… de cualquier manera o hacerse el desmemoriado y ver qué pasaba. El San Valentín pasado era para él un recuerdo muy amargo. Compró una rosa roja en una floristería y la acompañó con un sobre en el que había dibujado dos corazoncitos atravesados por una flecha. En su interior un breve poema manuscrito que le había hecho sudar tinta. Entregó el regalo a su esposa al llegar a casa, ella le tiró la rosa a la cara, sin contemplaciones y luego abrió el sobre con sonrisa sardónica, leyó un par de versos y lo rompió en mil pedazos diciendo: Esto es una mierda.
No debió haberse ofendido tanto, al fin y al cabo el día anterior habían tenido una sonada bronca. El que ella reaccionara así, era comprensible. Pero le dolió, y mucho. Sin abrir la boca salió de casa dando un portazo. Subió al coche que no había guardado en la cochera –para que ella se j…- y se acercó a la ciudad. Recorrió varias discotecas buscando con desesperación un ligue cualquiera y terminó “ligando” con una botella de güisqui. Regresó dando más curvas que una camioneta por el Himalaya. La suerte no estaba de su parte. La guardia civil le dio el alto. El joven de uniforme se acercó con una media sonrisa en la boca. Enseguida vio el panorama. El pensó que de aquella no se libraba, le abrirían un procedimiento penal y le retirarían el carnet, aparte de quedarse sin puntos y tener que pagar una cuantiosa multa.
Casi se le pasó la borrachera cuando el joven uniformado le dijo que hoy era su día de suerte. Su novia le acababa de regalar un viaje al Caribe. Se marcharían dentro de una semana, aprovechando un permiso, unido a varios días libres que le debían aún del año anterior. Se sentía tan feliz que deseaba compartir su alegría con todo el mundo. Podía marcharse. Eso sí, no se libraría de una buena multa por exceso de velocidad y seis puntos menos en el carnet. ¿Exceso de velocidad? Casi se troncha de risa. Iba tan despacio que hasta un burro cansado le habría adelantado. Pero no dijo nada, salvo darle las gracias con voz pastosa. Lleve a su esposa al Caribe cuando pueda y si no la tiene busque una buena mujer y no salga de casa el día de San Valentín. Le aconsejó con tono paternal. Y vaya a poner una vela a la iglesia más cercana, porque si mi compañero no estuviera tan ocupado hoy soplaba como para hinchar un globo aerostático.
En efecto, su compañero estaba dando el alto a otros dos conductores. Se aferró al volante y logró pasar delante del otro trazando una milagrosa línea recta…Eso sí, iba tan despacio que el guardia civil le echó un vistazo y miró a su compañero, quien se encogió de hombros. Pudo llegar a casa y parar el coche, aunque no sin antes darle un buen golpe contra la verja de entrada que no vio hasta que estuvo encima. Roncó el resto de la noche en el sofá del salón y se despertó con la boca seca, pasado el mediodía. Su esposa no estaba, pero había dejado una nota. Roncabas como un cerdo, como lo que eres. Voy a pasar el día con unas amigas. Era domingo, recordó él de pronto, gracias a Dios porque no hubiera llegado a trabajar a tiempo.
Aquella era una deuda que ella le iba a pagar. Quince días antes su esposa se vio obligada a viajar por la enfermedad de un familiar cercano. El aprovechó para conectarse a Internet. Buscó afanosamente una página para contactos de casados infieles, se registró y estuvo tonteando hasta que una mujer de la misma localidad, que también estaba conectada, le dijo simplemente: hola, chato. De ahí a “en tu casa o en la mía” solo pasaron cinco minutos. En la mía, respondió él, y lo hicieron en la cama matrimonial.
Se pasó la semana pensando si debería volver a contactar con el “ligue provisional” o incluso buscarse más. Cuando su esposa regresó él continuó planteándoselo. Y ahora se acercaba San Valentín. Me haré el desmemoriado, se dijo. Pero de pronto una idea delirante pasó por su cabeza. Una amiga de su esposa le había prestado un libro, Las cincuenta sombras de Grey. Era la primera vez que ella leía algo erótico. Aún recordaba su risa estridente cuando él le propuso ver una película ----- para ver de mejorar su vida sexual. Observó con la boca abierta cómo ella lo leía de un tirón. Le picó la curiosidad y también lo leyó a escondidas.
Lo preparó todo como si fuera otra persona, el pervertido que llevaba dentro y que ahora asomaba la cabeza… después de tantos años. Buscó en Internet. Encontró algo que ignoraba que existiera. Un motel virtual. Reservabas habitación pagando con tarjeta de crédito, te daban un código para la puerta y no estabas obligado a ver a nadie. Podías pedir cena y bebida y estaría todo preparado para la hora que dijeras, se garantizaba máxima discreción. Reservó habitación, le pidió a un médico un somnífero suave y le preguntó la dosis mínima para dormir solo unas horas.
Durante la comida de San Valentín vació una capsula en el plato de su mujer, aprovechando que ella tuvo que ir al servicio, últimamente “meaba” demasiado y siempre a las horas más inoportunas. Solo tuvo que esperar a que le hiciera efecto. Ya tenía preparada una maleta. Solo tuvo que llevarla en brazos hasta el coche. ¡Cómo pesaba la condenada! La colocó en el asiento trasero. Subió y arrancó el coche. Mientras conducía no pudo evitar que ideas delirantes pasaran por su cabeza. Todas hacían referencia a la posibilidad de un crimen perfecto. Llevaban veinte años casados, no habían tenido hijos y ninguno de los dos quiso someterse a un tratamiento de fertilidad o adoptar. No dejaría huérfanos.
Aún no era noche cerrada cuando llegó a los aledaños del motel. Decidió esperar en un área de descanso cercana. Salió del coche y se fumó un pitillo tras otro. ¿Y si…? Pensaba. No tardó mucho en llegar la completa oscuridad, al fin y al cabo era febrero, invierno. Se acercó al motel muy despacio, temiendo coincidir con otra pareja. Aquello estaba desierto y silencioso. Buscó el número del bungaló y estacionó enfrente. Marcó el código, abrió la puerta, sacó la maleta del maletero y echó un vistazo antes de tomar a su esposa en brazos, no sin antes mirar a uno y otro lado. Entró con ella, resoplando y cerró la puerta con el pie.
La desnudó deprisa, temiendo que se despertara de un momento a otro. La desnudó con la misma celeridad y la ató a la cama con cintas de seda. Llevó la maleta al servicio y al cabo de unos minutos salió. Ella aún no había despertado. Acercó una silla a la cama y se sentó, esperando. Había visto muchas veces desnuda a su mujer, pero aquella contemplación le produjo un extraño morbo, como si fuera una desconocida. De pronto ella rebulló. El se levantó de un salto, alejó la silla y se quedó de pie, firme. Sus ojos se encontraron. No le reconoció. Tardó en darse cuenta de que no estaba en casa y en plantearse qué era lo que podía haber ocurrido. Bruscamente abrió la boca y soltó el aullido más terrible que él escucharía nunca. Se abalanzó sobre ella y tapó su boca con la mano. Le susurró palabras tranquilizadoras. Soy yo, no me reconoces. Es una broma, tranquila. ¿Me prometes que no gritarás si quito la mano? Ella afirmó con la cabeza. Tenía los ojos desorbitados.
El retrocedió y se quedó frente a ella. Bueno, ya estaba hecho. Ella nunca le perdonaría. Le rogaría que la desatara, se vestiría y saldría corriendo. Llegaría antes a casa, cerraría por dentro con el pestillo y al día siguiente buscaría un abogado. ¡Si al menos se olvidara de ir a la comisaría más cercana a denunciarle! Sería duro, pero al menos tenía la página de contactos para casados infieles. Nadie tendría por qué saber que él ya no estaba casado. Tampoco importaba mucho porque seguro que también habría páginas de separados.
Ella no dejaba de mirarle. De los pies a la cabeza y de la cabeza a los pies, y luego vuelta a empezar. El hizo lo mismo. Los pies desnudos, las piernas desnudas llenas de vello, el diminuto tanga de cuero que le quedaba pequeño, dos bandas de cuero cruzándole el pecho, la barriga cervecera desparramándose sobre el tanga… y aquella capucha de cuero que le oprimía tanto y le daba tanto calor, con agujeritos para la boca, los ojos y las orejas… y además aquel ridículo látigo de juguete en la mano. Ni siquiera se acordaba de él.
De pronto ella abrió la boca y él se estremeció. Una sonora carcajada resonó en la habitación y luego otra y otra, después comenzó a agitarse, los pechos se bamboleaban al compás de una risa histérica imparable. El no sabía qué hacer. Se limitó a esperar con resignación. Por fin, tras un tiempo que se le hizo eterno, ella abrió la boca.
-Ven aquí, mi Graycito.
Y volvió a estremecerse de risa. El se acercó temblando. Ella le susurró.
-Te dejaré hacer lo que quieras si luego tú te dejas atar y me dejas hacer lo que me plazca. ¿De acuerdo?
El asintió con la cabeza. Fue una noche memorable, surrealista, esperpéntica, placentera, plena. Antes de cambiar el papel de sumiso cenaron. Él ni siquiera recordaba que había pedido una suculenta cena y champán francés.
De regresó a casa, dos días más tarde (había reservado tres días por si le daba la locura y necesitaba tiempo) a él se le escapó la risa.
-¿De qué te ríes, mi Graycito?
-De nada… de nada…
Y recordó las ideas que le habían asaltado durante el viaje de ida. Se le puso la carne de gallina.
Gregorio Tienda Delgado
11-02-2013 22:39
SAN VALENTÍN.
Como cada año, tenemos una cita memorable el 14 de febrero para celebrar el día de San Valentín, fecha especial con un origen un poco dudoso y misterioso a la vez, para dedicar al amor. Al parecer, San Valentín, la víspera de su ejecución envió una carta de despedida a la hija de su carcelero en la que firmó con las palabras "de tu Valentín",
Aunque por suerte no me encuentro en esa triste situación, como él hizo, le escribo esta carta a mi esposa, para recordarle que sigo amándola como el primer día, aunque el amor como todas las cosa, ha evolucionado a lo largo de los años.
Cuando le conocí, no imaginé que nuestra relación fuera a fructificar como lo hizo ni que perduraría en el tiempo con la misma ilusión, con la misma armonía. Pero estaba equivocado; tuve ocasión de comprobar que, el paso del tiempo nos acercaba día tras día hasta crear un vínculo amoroso irrompible.
Estoy convencido de que no existe en el mundo otra persona como ella, que en el momento en que le conocí despertó el sentimiento más hermoso que he llegado a concebir en mi corazón. Ese sentimiento tan hermoso, tan especial, tan maravilloso es el amor. Un sentimiento que solo ella, me ha hecho sentir…
Qué bello es sentir su cariño, mirar sus ojos en los cuales veo reflejada su pasión, la misma que siento al verla. Recuerdo como si fuera ayer, cuando le vi por primera vez. ¡Sentí algo especial, distinto, su mirada que me volvía loco, hizo que me rindiera para siempre!
Quiero decirle una vez más, lo importante que es para mí y lo mucho que deseo su felicidad. El tiempo ha pasado rápidamente pero en nuestros corazones perdura esa cálida sensación de satisfacción por estar juntos. No sólo complacencia y deseo es lo que siento por ella, sino, esa confianza de contarnos lo que pensamos y sentimos sin temor, a reproches, por lo mucho que nos queremos. Quiero que sepa que cada día seré honesto y que mi apoyo incondicional no se desvanecerá.
Hemos andado un largo camino, juntos, con alegrías y tristezas, con altos y bajos, pero siempre unidos y sin desesperar. Cierto es que la unión hace la fuerza, y nuestra unión y nuestro amor han vencido todos los obstáculos, que no han sido pocos, pero no hemos desfallecido ante la adversidad. Le doy gracias por haberme elegido para estar junto a mí y compartir todo su amor conmigo. A lo largo de muchos años hemos compartido y seguiremos compartiendo nuestras vidas hasta que el ocaso apague nuestra luz.
Pero hasta ese momento para el que aún falta mucho, seguiremos celebrando un San Valentín cada día. Y después de pensar mucho sin saber qué le podía regalar para el día 14, he decidido que mi regalo será distinto a los tradicionales: le regalaré ese amor que aún perdura dentro de mí, y el resto de lo que me quede de vida para estar con ella.
Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
Gregorio Tienda Delgado
10-02-2013 11:26
Apreciados, amigas y amigos. Seguimos al ritmo de la anterior etapa. 6 estupendas historias esta vez.
Gracias, a todos por vuestras aportaciones y vuestros comentarios en general, y por los que a mi texto se refieren.
Gracias a Despistes por su regreso. Se notaba su ausencia. Espero que pueda seguir participando.
Bienvenida, Eratalia, a este taller. Gracia por tu participación.
Comenzamos con un nuevo tema. Miren la propuesta, arriba en el inicio.
Saludos.
Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
Castelo
28-01-2013 22:38
SIN TIEMPO PARA ESCUCHAR
Quien te ha visto y quien te ve ¿Qué te ocurrió para acabar así? Caer de lo más alto es doloroso, aunque fácil; se puede hasta prever, pero amigo, quedarse en ese punto intermedio tan anodino y gris, donde ni se ríe ni se llora, es lo peor. Es el vacío.
En cierta manera la vida es como el cine; hay secundarios y principales. Gente, la mayoría, más acostumbrada a moverse en aguas tibias, planos intermedios, persiguiendo tan solo aquello alcanzable. Son los que triunfan.
Tú, en cambio, siempre fuiste líder…bueno, casi siempre. Rey de tu vida, príncipe del barrio y de la noche ¡Ah! Eras la envidia. Mimado por las chicas, jaleado por los muchachos, a tu lado la fiesta era rutina y el aburrirse pecado.
¿Cuánto se puede uno reír? ¿Y gozar? Tú conoces los límites; todos los superaste.
Llegó un momento en el que no concebías la vida sin placer. Si, corriste toda una larga juventud sin volver la vista atrás, sin apenas sufrir, sin pensar, y todo te salió a pedir de boca. Pero llegó, de repente y sin preaviso, el amor. Ah, esa chica, con lo inexperto que eras tú en eso del querer. Pronto congeniasteis. Os amabais y hacíais una bonita pareja. Ella, claro, te pidió que frenaras tú vida, que te centrases. Fuiste dejando la barra, la noche, los placeres secundarios y cediste a una vida para la cual no estabas hecho. Hogar. Todo fue un sueño con fecha de caducidad. Ella, como cualquier pareja, te fue pidiendo cada día más, y tú, sin darte ni cuenta, dejaste hasta tu carácter. Las relaciones, amigo, es una lucha cuerpo a cuerpo; no se puede abusar, pero tampoco perder el pulso, como tú.
Tanto cambiaste, tan manso te volviste, que incluso ella te dejó. Lógico, ya no eras quien un día la enamoró. Y ahí te quedaste, en la cuneta. Que manera de sufrir, compañero. Mordiste el polvo del abandono, y cuando quisiste volver a tu pasado ya era tarde. Diez años fuera de la noche es demasiado tiempo; todo cambia, incluso uno. Ya había nuevos reyes, nuevas risas y tuviste que entrar por la puerta de atrás. Ya sabes, la del alcohol y la derrota. Con poco dinero y mucho que llorar es fácil derrumbarse, y los perdedores no son bien recibidos en ese mundo, ni en ninguno.
Tu pasado te dio la espalda; incluso el suicidio te falló. Nada, tan sólo dolor, mucho dolor. Pero aún así, fíjate lo que te digo, eras alguien ¿verdad? Si, la autocompasión reconforta. Caiste, claro, en el alcohol. Dos o tres años borracho ¿Qué más da el tiempo? Pero siempre hay alguien que se empeña en rescatarte, y estas tan débil y desesperado que le sigues ¿Quién fue? Tu padre, creo; el mismo que te dijo “para salir adelante en esta vida, chaval, debes llenarla. Cuando ya no la puedas llenar tú, deja de ser protagonista de ella, y pasa a un segundo lugar; serás feliz” Que razón tenía el viejo.¿eh? Por eso la gente hace hijos, o tiene mujer. Saliste del alcohol, te curaste, pero no le hiciste caso, y ahí estas, como único actor, rebuscando en un pasado que no encuentras, que ya, lo que es peor, ni duele.
¿Qué puedes hacer, ahora? Ya nada. Tocaste los dos polos ¿cómo pedirte que te quedes
en la mitad? Imposible ¿Matarte? Para que, si ya estas muerto.
Solo una cosa puedes hacer; subir el volumen del televisor, para no escuchar el silencio de tus recuerdos.
Eratalia
28-01-2013 00:09
VACÍO AMANECER
Aquella mañana amanecí vacía.
Aún me pesaban los dolidos párpados y sentía dentro de mí la tenaza del sufrimiento. Durante una milésima de segundo no logré recordar la causa, hasta que, despierta al fin, el dolor del vacío volvió a llenarlo todo.
Hasta altas horas de la madrugada había llorado sin consuelo, y ni siquiera el sueño se había dignado a venir para concederme una tregua en mi desesperación; después, extenuada y consumida, me había dejado morir.
Pero no, no era la muerte, era sólo una pausa, el aplazamiento de la consunción total que me condujo a las profundidades de unas pesadillas fugaces pero torvas, oscuras y siniestras, como la vida misma.
Recordé, de manera súbita lo acontecido el día anterior y una nueva oleada de angustia me oprimió las entrañas. ¿Qué sentido tenía ahora mi vida? Mi futuro se había borrado de un plumazo, el pasado me pesaba como una losa al recordar lo quimérico de mis ilusiones naufragadas. ¿Qué me quedaba entonces? Mi existencia había dejado de tener objetivos, derrotero ni rumbo.
Intenté buscar dentro de mí una tabla de salvación a la que aferrarme, pero era inútil, no había nada. Él había desaparecido en el mar, y con él se había ahogado mi vida, esa vida que hacía sólo unas horas rebosaba de dicha y de satisfacción.
Poco a poco la congoja y la angustia fueron dando paso a una nueva sensación: mi ser se estaba transformando en una concavidad vacua, y por todos los poros de mi piel se vertía hacia el exterior la tenue neblina en la que se estaba convirtiendo lo que había sido un alma plena de vitalidad, mi alma.
Sentía que un suave vértigo se apoderaba de mi cabeza, después el aturdimiento, el marasmo, la nada…
Permanecí alli, tumbada, boca arriba, ajena a todo, la mente en blanco, los ojos extraviados, mirando sin ver. Oía a mi madre, una voz monótona y lejana, que me daba absurdos consejos, sobre lo que debía hacer y lo que no, como un sonsonete que me parecía irreal y monocorde, que tan sólo me provocaba una leve sensación de hastío…
No sé el tiempo que permanecí sumida en aquella depresión cercana a la locura, cayendo precipitadamente hasta el fondo del pozo más oscuro… Sólo recuerdo que justo, antes del impacto final, un invisible interruptor se accionó dentro de mi mente
y algo en mi cabeza gritó ¡Reacciona, lucha, vive!
Y, lentamente, comencé a incorporarme.