| VAMOS A CONTAR HISTORIAS |
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| jota jota |
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También puede ser la primera y última vez que viví una pandemia, no va a ser tan fácil olvidar este tramo del camino. |
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| Rodrigodeacevedo |
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Soledad, esa cruel enfermedad. Gregorio Llenando el incomprensible vacío (salvo la acción inconsciente de algún travieso dedito mío)que se produjo en el comentario del relato de Gregorio, pongo las cuatro líneas que recuerdo del texto que escribí. El suyo también (todos creo que lo hicimos) recoge una parte autobiográfica de su vida. Una vida con el denominador común de la emigración y el vacío en la gran ciudad. Pero yo no imagino así a Gregorio; sus textos, sus delicados poemas de amor que destilan el ardor de la juventud que todavía late en su sangre, no se corresponde con la tristeza de la primera parte del relato. Primera parte que se extiende hasta prácticamente la última línea, en la que aparece ese vecino que es, imaginamos, la tabla de salvación de esa su solitaria tristeza que tan dramáticamente nos dibuja. Porque con esa última y esperanzadora duda nos deja el autor, con ese último resplandor de optimismo. Y ahora, durante la quincena que viene, olvidemos la pandemia y recreemos nuestras primeras veces. |
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| Gregorio Tienda Delgado |
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Nada que objetar a tu propuesta, Rodrigo. Cualquier tema es válido. |
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Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas. |
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| jota jota |
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No se nos puede negar el empeño que le ponemos a la solidaridad con los amigos, a Rayuela y a las ganas de contar historias. Esta quincena Rodrigo nos abre la puerta a innumerables caminos, ya veremos cual tomamos y a que aventura nos conduce la primera vez. |
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| Rodrigodeacevedo |
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Más sabe el diablo... J.J. Un relato optimista que parte de la asunción de la soledad como atributo de la vejez. Vejez física, que no reblandece para nada el vigor de las convicciones bien enraizadas. Ese gesto, tan teatral en su trasfondo y real en su apariencia, de la comida familiar, reunidos hijos, nietos y nueras frente a platos que, supuestamente, ha elaborado el anciano anfitrión, es de una delicadeza y una inteligencia que justifica sobradamente le dicho que titula el relato. La vida, ese edificio que nos es dado construir a lo largo de los años y cuya solidez y permanencia sólo se deben al saber hacer de su arquitecto y la constancia en la labor cotidiana. Bello relato, J.J. Soledad. Esa cruel enfermedad. Gregorio (Ignoro porqué, el texto de mi comentario ha desaparecido. Por razones de tiempo ahora no puedo tratar de recuperarlo. Queda pendiente con un abrazo a su autor.) Tres relatos; todos hemos aportado nuestra astillita para la renovada hoguera de Rayuela. A ver si nos incorpora alguno más de los ausentes. La calidad de los aportes tiene suficiente enjundia para atraerlos.
Tres relatos, tres visiones diferentes de la soledad. El de J.J., de pícara juventud, lo hace desde el mas encomiable optimismo. Gregorio, en cambio, lo proyecta desde un pesismismo terco y gris, matizado en último extremo por la aparición de ese vecino que se ofrece a ser tabla de salvación. . El mío...vosotros juzgaréis, pero creo que es zigzagueante. Ajustado a los vaivanes que impone la vida.
Propongo para la próxima edición:
"LA PRIMERA VEZ QUE..." Aquí cada uno que elija su primera vez: noviazgo, viaje, trabajo... En fin, que la cosa queda abierta. (Naturalmente si no os gusta el tema podeis -podemos- proponer otros.) |
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| Gregorio Tienda Delgado |
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Soledad, vejez y muerte. Tres palabras apocalípticas con las que JJ, inicia este extenso relato. El aparenta no temerles, pero sí teme la posibilidad de que sus hijos lo ingresen en un ancianato. Esos tres jinetes lo acompañan a lo largo de la narración, y lucha para aparentar una fortaleza aparente. Aquí encaja el refrán que dice: mejor solo que mal acompañado. En cambio, mi esposa y yo tenemos la promesa de que nuestros hijos no nos llevarán a uno de esos lugares. En cualquier caso, es cierto que en los tiempos modernos, no se sabe si cumplir años es un regalo, o un tormento, dependiendo de cómo se vivan. |
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Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas. |
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| Gregorio Tienda Delgado |
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Gracias, JJ por tu extenso comentario. Es buena ayuda para mantener el deseo de escribir.
Un abrazo. |
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Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas. |
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| jota jota |
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Aquellas tardes. Mis entrañables referencias En clase se ha impuesto el silencio y nuestra atención está puesta sobre la maestra que nos comenta: todas las personas tienen alguna destreza que las distingue, los chispazos de esas destrezas las iluminan y son esos destellos los que las hacen sobresalientes. La maestra Aranguren nos habla del don de la memoria fotográfica y nos explica que esa habilidad maravillosa consiste en ver algo una sola vez y poder recordar hasta los más pequeños detalles. Hicimos un ejercicio para constatar si alguno de nosotros tenía esa extraordinaria capacidad y nos pidió deletrear algunas palabras. Yo definitivamente no poseo esa habilidad, confundí el vocablo decisivo con desisivo. En cambio, estoy seguro de tener la facultad de elevar papagayos a pesar de la dificultad que imponen algunas tardes los vientos que enfurecidos se encuentran y se tuercen en un abrazo y se convierten en un odioso remolino. En las tardes, al finalizar las clases, las aceras se colman de guardapolvos blancos, corremos con los morrales a cuestas y al trasponer las puertas de las casas los abandonamos, pierden sobre el suelo la rígida compostura, la gallardía que conservan sobre nuestras espaldas y sin el debido soporte de los cuerpos se desmayan sobre el piso. Desmadejados, no llegan a perder por completo su dignidad ante el trato injusto y desmedido, orgullosos, mantienen el hermetismo de los cierres y guardan nuestros manoseados cuadernos, los lápices sin punta, los borradores gastados, los papeles secretos. Los libros quedan encerrados en la oscuridad con la seriedad habitual de sus tapas duras y en silencio, con la paciencia de la letra impresa, esperan nuestro regreso. No tenemos tiempo, cada minuto resta en esta operación contra el reloj y la lucha es a cero. El caballero de la luz cumple su ciclo, no puede ni debe demorarse, la luna con insistencia lo apremia, lo empuja, lo obliga a dejar los cielos. En un descuido, el brillante círculo de fósforo encendido se apagará entre grises sin esperanza y nosotros, con prisa, debemos recoger el hilo y regresar nuestros cometas con los girones de las nubes enredados en la cola. La ansiedad me domina, me queda un resto de aplomo y con extrema precaución, para no rasgar su delicado cuerpo de papel de seda, tomo entre mis manos el papagayo, intento no enredar la cola con mi impaciencia, compruebo la firmeza de los nudos que sujetan la punta del carrete abultado de hilo y salgo a un descampado cercano, a un terraplén que dejaron obras inconclusas. Llego tarde, los muchachos ya están dispuestos en las mejores posiciones, Luis y Fernando estudian el rumbo de la brisa, intentan elevar sus cometas, una azul y la otra roja. Antonio, en cambio, desde lo más alto del terraplén, de espaldas al oriente, ha encumbrado con orgullo su volantín amarillo y lo mantiene con brincos y piruetas jugando con las nubes. Hoy me tocó el peor de los lugares, la esquina del incesante y apremiante remolino, aquí se encuentran corrientes de engaño y se desata una contienda permanente. A los dulces soplos desarmados de odio les toca enfrentar las injustas ráfagas violentas.
Mis oportunidades son mínimas, no se puede predecir el momento en que el torbellino me permita un mínimo respiro, su curso es impreciso y caprichoso y cada tanto se desata una ventolera. Debo intentar remontar estos chiflones una y otra vez sin darme por vencido. El que se cansa pierde. Se impone la voluntad sobre las condiciones adversas, las mañas de la verdad contra la creencia esotérica en la mala suerte y la mentira, la única decisión posible es doblegar los vientos y asaltar el cielo con este increíble papagayo que construí utilizando fuertes y flexibles juncos jóvenes. Intento remontar mi papagayo, una y otra vez fracaso. Aprovecho un aire que se vino de costado, de improviso una declarada torpeza en la dirección equivocada obliga un golpe de muñeca, logro estabilizar mi cometa a pocos metros del suelo, le doy hilo, lo sostengo con firmeza y allá va venciendo el remolino, meciéndose entre brisas amables y soplos sostenidos a unirse con los otros. Cuatro vistosos pájaros de papel bailan en el cielo al ritmo que imponen nuestras diestras muñecas, se abren a los costados, brincan, crean figuras y se empinan mucho más arriba, hasta la libertad sin límites. El sol lucha hasta la sangre contra las sombras, lo acorralan los grises y antes de desaparecer pinta con chorros dorados algunas nubes gordas, el sol impone su adiós de ocres y resiste hasta el último aliento. En ese adiós de fuego se desata una ventolera, nos azotan remolinos de tierra, arremeten los vientos con saña brutal, se levanta el polvo de un muerto resentido que intenta envolvernos en su violencia, pero logramos mantener nuestros cometas por encima de mezquinos artificios. Los volantines se han convertido en esta tarde en un único papagayo tricolor salpicado con siete estrellas luminosas, que enfrentan, como uno solo, sin miedo, los embates enloquecidos de estos vientos de abril, que hace rato perdieron el rumbo y corren sin dirección, atropellan y golpean en busca de un refugio, de una salida, que jamás encontrarán. |
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El relato de Gregrio lo ha titulado magistralmente, la soledad, cuando no es una decision propia, cuando es producto de las circinstancias se convierte en una enfermedad mortal, con trazos muy bien definidos dibuja a un personaje enfermo de soledad, que practicamente se ha entregado a la muerte y esta a punto de cruzar la linea, pero la providencia le otorga una nueva oportunidad. En este caso gregorio nos ofrece dos reflexiones, la primera por supusto es intentar no sucumbir a esa terrible enfermedad y la segunda es que un gesto nuestro, un detalle que refleja nuestro mejor lado humano, puede salvar una vida, y por lo tanto, hagamos cada dia mayores esfuerzos por mostrar empatia, por mostrar nuestra mejor voluntad de seres humanos. Lamento la falta de acentos pero mi computador me impide en este momengto colocarlos. Quedamos a la espera de la nueva propuesta. |
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Soledad, Soledades. El texto que Rodrigo nos regala esta quincea es extraordinariamente aleccionador, no solo por la referencia a la Wikipedia, sino por toda la referencia historica de uno de los momentos mas dramaticos y terribles que vivio Espa;a. Tomados de la mano por Rodrigo vemos como en una pelicula nuestra propia vida y nuestras experiencias de soledades tan parecidas, desde la juventud y pasando por todas las edades. Nos recuerda Rodrigo que algunos somos solitarios por decision propia y que nos hemos acostumbrado a hacerle trampas a la vida. Creo que debemos dejar nuestra participacion tal cual como esta ahora, sin limites de palabras, estoy seguro que cada uno de nosotros hace enormes intentos por finalizar de la mejor manera el texto. |
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