Sin castigo aplicó un cauterio a su obsesión de viajar al extranjero en carreta y marchó con lágrimas en avión sin riesgo.
Rodrigodeacevedo
21-11-2015 20:45
Voy a empezar a cumplir mi compromiso y entregar los relatos atrasados.
LA VISITA
Quizá pocos de vosotros recordeis a Lourenço, el viejo pescador portugués. Lo dejé hace ya tiempo con la nostalgia de su antiguo navegar, su permanente mirada hacia el ocaso y su esposa Martinha, allá, en Peniche, donde Portugal se entrega, con desfallecida bravura, al océano.
He aprovechado unos días de vacación para acercarme de nuevo hasta allí, para compartir con él siquiera un trago de vinho verde (que Lourenço bebe a gollete) y unas horas de sosegada conversación, mirando la muerte del día -de otro día- desde la conmovedora perspectiva del mirador de Nuestra Señora del Rosario y emocionarme con el trato rudamente mimoso que Lourenço dispensa a su mujer tullida.
Lourenço, mi viejo amigo: cuando lo conocí yo era todavía un lampiño charlatán, un estudiante curioso que empezaba a saciar mis ansias de conocer el mundo y sus gentes. Y Lourenço fue un magnífico comienzo. Un hombre de talla, curtido en muchas jornadas de navegación por todos los mares del mundo. Siempre amé su forma de conversar; era un silencio permeado por el dulce habla portuguesa tejida a modo de versículos, de frases cortas y dichas con unción casi religiosa, como si el uso de la palabra entre los hombres fuese algo místico.
Atravesé las suaves tierras portuguesas. Decidí hacerlo por carreteras secundarias, para experimentar con mayor intensidad la dicha de revivir aquellos mis queridos paisajes, tan variopintos, tan acogedoramente humanos; desde los alcornocales de la Extremadura portuguesa hasta las extensiones de carrizos en los humedales costeros.
Finalmente, dando obligada escolta a una destartalada tartana que ante mí llegaba a Peniche, alcancé el final de mi viaje. A pie llegué hasta la humilde casa de Lourenço, a quien había advertido de mi llegada. Martinha nos aguardaba en su puestecillo de chucherías y golosinas, que seguía atendiendo desde su silla de inválida. Apenas cruzamos palabras. Los sentimientos brotaban con tal fuerza a través de nuestros ojos que hacían superflua cualquiera otra expresión. Las manos asidas fuertemente entre los tres ejercían de vasos comunicantes de la emoción compartida. (Viejo Lourenço: astutamente has disimulado tu fugaz lágrima).
Era mediodía y el sol insuflaba vida a la recién inaugurada primavera, con una tibieza casi de calor humano. Entre Lourenço y yo trasladamos hasta la casa a Martinha y allí tomamos los tres una frugal comida. Sopa alentejana y pescado asado, con unos tragos de vino benefactor, que propiciaba una irreversible sensación de bienestar, y el blanco y oloroso pan de aquellas tierras.
Por la tarde, mientras la esposa dormitaba su habitual siestecilla, Lourenço y yo alcanzamos, paseando, la cima del promontorio del Cabo Carvoeiro. Mirando al horizonte, dije a Lourenço:
- Allá, donde el mar acaba, en aquellas tierras, tengo amigos. Gentes a las que no conozco, gentes a las que quiero. Poetas, escritores con quienes comparto emociones, sentimientos, palabras…
Lourenço, quedamente, con esa sutil y murmurada canción que era su voz, me contestó:
- Miguel, yo también tengo allá gentes. No se si son amigos, para mí son hermanos. Gentes a las que, en alguna ocasión, salvé la vida. Gentes que, en alguna ocasión, me salvaron de la muerte. Hombres como yo, que hemos luchado por y contra nuestro destino de seres humanos.
Como siempre, Lourenço, había vencido. El hombre elemental, rudo, vivido, había puesto sobre el tapete sus cartas de vida, claras ganadoras de las mías, las cartas de sus emociones.
Seguiremos...
Rodrigodeacevedo
20-11-2015 21:54
Pues ya que tenemos la materia prima empecemos con la sintetifrase:
La obsesión del extranjero que viajaba en la carreta era evitar el riesgo de un castigo; sus lágrimas no serían el cauterio que necesitaba su alma.
Y otro relato más que debo al foro.
Jose Jesus Morales
20-11-2015 11:29
Muchísimas gracias Estela. Donde usted se apersona el entusiasmo se hace presente. Tenemos entonces las siete magnificas palabras para un texto, que puede ser de antología.
Como hace tanto que no ando por aquí, a ver si me "apersono" a la brevedad.
LÁGRIMA
CARRETAS
Hace tanto que los tengo abandonados que no logro recordar mi contraseña para entrar
Rodrigodeacevedo
16-11-2015 20:52
Creo que estoy en deuda con el hilo y debo, al menos, dos relatos. Voy a tratar de ponerme al día, no me pase como con Adolfo, a quien debo consumiciones desde antes del verano.
Rodrigodeacevedo
16-11-2015 20:50
Cómo se pasan los días... Menos mal que J.J. está en guardia permanente y marca los plazos. Inexorable guardían, J.J.
Mis palabras:
CAUTERIO
(Del lat. cauterĭum, y este del gr. καυτήριον.
1. m. cauterización.
2. m. Aquello que corrige o ataja eficazmente algún mal.
3. m. Med. Agente o instrumento para cauterizar. ~ actual.
1. m. Med. Instrumento que consiste en una varilla metálica con mango en uno de sus extremos, la cual se aplica candente para la formación instantánea de una escara.
~ potencial.
1. m. Med. cauterio que obra con más o menos lentitud por sus propiedades químicas.
OBSESIÓN
(Del lat. obsessĭo, -ōnis, asedio).
1. f. Perturbación anímica producida por una idea fija.
2. f. Idea que con tenaz persistencia asalta la mente.
Jose Jesus Morales
15-11-2015 15:54
Es la hora de la palabra. pero siempre es esa hora para nosotros.
Las palabras propuestas para esta quincena, que se extiende desde el 15 y hasta el 31 de noviembre:
El sistema de navegación no tiene ningún problema, me confirmó Daniel, luego de un examen preliminar. Mientras hablaba, Daniel seguía con la mirada fija en la pantalla, sentado frente al aparato, los cabellos desordenados sobre la frente, pálido y lampiño, pulsaba frenéticamente las piezas del teclado; con sus dedos largos y huesudos, obligaba a la maquina a entregar los resultados que él exigía y ella obediente se doblegaba y arrojaba la información requerida sin retraso alguno.
Luego de intentar innumerables pruebas y obtener respuestas inmediatas, que revisaba con la velocidad de quien ha tomado un curso de lectura veloz, quiso explicarme algunos detalles:
Tu computador tiene un procesador aceptable, buenos rangos de memoria, la velocidad de bajada de información está al máximo, tienes protegida tu red y nadie la utiliza, el motor de búsqueda es de los mejores, así que no entiendo porque no puedes navegar, incluso, no utilizas softward libre, que en muchos casos entra en contradicción con el equipo. Yo pude navegar sin ningún problema.
Con pena y vergüenza le dije a mi amigo y benefactor:
La verdad; es que te agradezco enormemente los detalles y la paciencia para explicarme las fases y los factores que intervienen en internet, en este proceso integrador de tecnologías que no comprendo un carrizo, te confieso que no soy capaz de entender el lenguaje que utilizas, es como si hablaras otro idioma.
La verdad, es que estoy a la caza de un farsante. Necesito demostrar la inconsistencia teórica de un charlatán, que escudado en el conocido “copia y pega” realizado con carácter quirúrgico, ha logrado abrir fisuras en verdaderos estudios de dignos investigadores, creando un culto en apariencia irreversible en torno a sus falaces aseveraciones.
Hasta este momento no he logrado sacar ni una sola idea de este aparato, en donde la información es infinita y pensé por un momento, equivocadamente, que era el computador, el que no podía llevarme a la dirección que estoy buscando.
Mira la pantalla; dijo, y continuo:
Imagina por un momento que la información está localizada en el centro de esa nebulosa, y me señaló el protector de pantalla, para encontrar esa dirección debes trazar una ruta que te permita dar con el dato que necesitas, generalmente te tropiezas con el, se precisa muchísima paciencia y dedicación, estar alerta ante mínimas señales. Buscar información en la red, es la tarea de desenrollar una madeja de hilo, hasta lograr tener las dos puntas separadas sin romperlas.
Encontrar referencias en internet requiere ciertas habilidades, el uso apropiado de palabras claves y sobre todo, saber exactamente lo que buscas, es muy fácil perderse en este laberinto, en donde la cantidad de información inútil puede aplastarte. Sentencio Daniel.
Estuve días persiguiendo falsos destellos, pistas que dejé inconclusas. Me detuve al encontrar por casualidad un estudio sobre Borges, se intentaba demostrar, que deliberadamente en su libro El Oro de los Tigres, había copiado unos versículos del Eclesiastés (Qohélet) IV, 12.La edad.
Estas son las supuestas líneas copiadas en su poema “El amenazado”: Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se
levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que
miran por las ventanas.
Descubrí, que un estudioso, un lector incansable, un buscador entre líneas, se convierte en un torbellino de ideas y palabras ajenas y en algún momento las repite, las utiliza, las hace suyas, sabe que le pertenecen, al igual que alguna vez le pertenecieron a otro y no por eso son falsas o las robó.
Decido entonces dejar mi investigación y leer a Borges y dejar que sus ideas, sus palabras, sus imágenes reboten luminosas y me hagan vivir intensamente ese mundo que sus ojos no le permitían ver.