Palabra para la próxima semana: CINE.

ESOS ROMANOS...
Los romanos tardaron casi trescientos años en destruir una montaña para conseguir oro. Una obra colosal. Desviaron el curso de ríos, embalsaron el agua. Cavaron galerias, miles de hormbres horadando la montaña para debilitarla y dejarla sin forma hasta el lugar donde era cribado el oro que había en su seno.
¿Calcularon el coste de ese oro? ¿Cuánto cuesta una montaña? ¿Y la vida de los hombres? ¿Importaban esas cosas entonces?
Ahora sí parece importar, ahora se calcula todo y a ese cálculo se le llama rentabilidad. Ahora hemos destruido presentes. Pero aún quedan cosas que no se pueden calcular: un poema, un amor, una palabra...

Año 1896

Consternado regresaba el hombre a la montaña. El enviado del Olimpo había llegado tarde. El más veloz, más fuerte y más resistente no pudo demostrarlo.
No eran los juegos de siempre; ahora los llamaban «modernos».

SINO
La montaña era su pasión incontrolable. Fue su destino.

CUEVAS

Aún no lo había logrado; por eso decidió una vez mas recolectar en los valles y en las laderas de las montañas, tiernos frutos, brotes hermosos, y las hojas mas brillantes; los trituró en el mortero mezclándolos con grasa, hasta que sus aromas y colores se amalgamaron.

La búsqueda había finalizado; en los labios del joven jugueteaba una sonrisa satisfecha, mientras pintaba los bisontes.

SÍSIFO.

Le dijeron que disponía de todo el tiempo del mundo; hasta de la eternidad. Por eso Sísifo sonreía cada vez que volvía a subir la áspera montaña empujando su piedra. Arriba, de nuevo, los dioses.

Voyeur
No me apena confesar que innumerables veces me imaginé perdido en la montaña encrespada y encendida de Amanda. Me soñaba un explorador, un aventurero, nuevo conquistador dueño de tesoros impensados. Con unos binóculos la miré detenidamente desnuda. Con mayor decepción que asombro descubrí una piedra lisa, pelada y sin gracia.

LA SIESTA

Avanzan lentamente por el valle sin novedad, aunque saben que la aventura es peligrosa. Al llegar al desfiladero, la reina ordena a su obrera más experimentada que explore el terreno escarpado. Esta, resbalando a cada paso, asciende poco a poco por una de las dos montañas. De pronto, cuando está a punto de coronar la cima, recibe un manotazo letal. Alarmadas, huyen en desbandada.

Palabra para la próxima semana:

montaña

Problema para la calle

El turno de la noche comenzó un poco alterado. Uno de los albañiles no paraba de discutir con su ayudante, y todos sabían que por una mujer.
El jefe de obra decidió sacarlos, esos problemas se discutían en la calle.
—Si no lo resuelven no vengan más.
—Hasta mañana jefe, no se preocupe —le dijo el albañil muy tranquilo.
—Hasta mañana jefe, no se preocupe —le dijo también el ayudante que ya tenía en su bolsa un pedazo de barra de acero.