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Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
08-10-2012 21:18
¡¡¡????!!!! Una cuestión metafísica: el relato de Caizán , buenísimo, ágil y bien contado, pero: ¿¿¿ande están las sandías??? Es que, como a Susana, a mí tampoco se me ocurre nada al respective. Esta Despistes...
caizán
caizán
08-10-2012 17:18
Susana, a tu alrededor tienes temas a montones; seas ama de casa, empleada, jubilada; la vida está llena de historias, simples, cotidianas. Te sientas y las escribes, a tu manera. Recuerda la frase: "cuenta tu pueblo y contarás el mundo".
¡CORAJE!
Gregorio Tienda Delgado
Gregorio Tienda Delgado
08-10-2012 00:58
Sí, Susana. Debido a la escasa participación, alargo el plazo dos días más. Inténtalo que tú puedes. Empazaremos a comentar el día 10.

Saldos.


Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
caizán
caizán
08-10-2012 00:41
MENSAJES
Estaba sentado, en el fondo de su casa, un lugar agreste al que llamaban: jardín. Miraba la tierra, los yuyos; y pensaba. Diez minutos después, llamó:
-- ¡Laura!¿te falta mucho?
Desde adentro de la casa, su mujer contestó--Me falta todo ¿Qué querés, Manuel?
--Nada. Saber si te cambiaste, no quiero llegar al almuerzo a las tres de la tarde.
--Dos cosas: la primera, son las nueve y media. La segunda, no me rompas; no vamos al Colón, vamos a casa de tu hermano y en media hora me visto ¿Algo más?
--Sí, que no te olvides de el paraguas.
--¿Qué cosa?
--El paraguas, llevá un paraguas.
--¿Con este día? La tele dice que va a estar soleado. Si querés hacer el ridículo, llevalo vos.
Manuel no contestó. Después de veinte años de casado, un hombre sabe, cuándo debe callar, y cuando no. Hizo silencio.
Dejó de mirar la tierra, y se metió en la casa. En algo tenía razón su mujer. El espejo del baño, reflejaba la cara con una barba incipiente. No iban al Colón. Un pantalón y una camisa limpios, para que la bruja de su cuñada no exclamara con sorna:--Parece que no te cuidan bien, Lito—la mirada eléctrica de su mujer acompañada por la tímida sonrisa de su hermano.
Se peinó, le dio la última mirada al espejo y se fue a la habitación para el empilche. Los zapatos estaban lustrados y antes de salir, sacó del placar el piloto y un paraguas. A pesar de lo que decía la tele, iba a llover, y mucho. Tenía información fidedigna, que no podía revelar antes, para que no se rieran.
A las once, ambos estaban listos y saliendo. Puso el piloto y el paraguas en el asiento trasero del coche, y oyó el comentario de su mujer—Si no lo vas a llevar puesto, ¿porqué no lo ponés en el baúl?
--¡Cortala, Laura! ¿Querés?
Llegaron a casa de Antonio, antes de las doce. Para el vermut. Después de los saludos, su hermano puso la carne a la parrilla, y se sentaron todos a la mesa, a manducar la picada de rigor, que acompañaba el aperitivo. Alguien dijo:--¡Qué día maravilloso! Está para comer afuera.
Laura se rio, diciendo—No, afuera no, porque va a llover.
--Pero, si no hay una nube–dijo la cuñada.
--Él dice que va a llover, trajo paraguas y piloto--- El aludido, siguió comiendo su picada y bebiendo el aperitivo. Ignoró la risa general.
Un poco antes de servir el café, mientras todos comían el postre, se oyó un trueno. Las cucharitas quedaron suspendidas en el aire y todos se miraron. Antonio se asomó al patio y dijo:--Che, al final, éste va a tener razón. Está todo negro. Va a llover.
Manuel, ganador por varios cuerpos, siguió con el postre y el oporto. Su mujer se defendió. –La tele dijo hoy a la mañana, "que el día iba estar soleado". A ellos la información se la da un servicio meteorológico y a estos, un satélite. ¿A vos, quién te lo dijo?
--Las hormigas.
Esa respuesta ocasionó un revuelo en la mesa. Todos dejaron de comer, reían.
--¿Cuándo te hablaron?—dijo el hermano, en momentos que la lluvia se descolgó como una catarata.
Manuel se limpió la boca, corrió un poco la silla hacia atrás, para que todos lo vieran bien y oyeran su tesis triunfadora—Hoy a la mañana, en el jardín, que está lleno de hormigueros, vi que abandonaban sus nidos y subían a los árboles. No una, todas. El satélite, el servicio meteorológico, la tele; empezaron ayer. Ellas están en la tierra desde el principio, desde que el mundo es mundo ¿Entonces, a quién le vas creer? Al papanatas de la tele, que lee lo que le mandan, o a las hormigas que tienen miles de años de experiencia. Yo les creí a ellas y supe que la lluvia iba a ser mucha porque abandonaron sus nidos y subieron a los árboles, ninguna bajaba; no querían morir ahogadas bajo tierra. Como ven, ¡No me equivoqué!
JSM

Susana Huarte Garcia
Susana Huarte Garcia
07-10-2012 23:27
Si por ahi alargas el plazo, es que lo he intentado pero no se me ocurre nada. En realidad es un buen ejercicio hacerlo, justamente por lo dificil. besos
Gregorio Tienda Delgado
Gregorio Tienda Delgado
06-10-2012 01:13
Amigos y amigas, dos días para publicar vuestros relatos.

Saludos.


Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
Gregorio Tienda Delgado
Gregorio Tienda Delgado
29-09-2012 20:05
LA SANDÍA AVENTURERA.

Así como entre los humanos, generalmente conformistas, hay quienes discrepan y se rebelan contra ciertas tendencias de cambio acelerado de forma artificial, lo mismo ocurre con algunos vegetales que no están de acuerdo con crecer y multiplicarse de forma distinta a como lo han hecho a lo largo de miles de años.

"SANDÍYYA ROJA", era una de esas rebeldes que había luchado con toda la fuerza de sus raíces, para no absolver los estimulantes artificiales que le suministraban para que sus hijas engordaran y fueran más rentables para el agricultor. No, ella solo se alimentó de los nutrientes naturales de la tierra y del agua. Siguió las enseñanzas de sus ascendientes, heredadas a su vez de sus ancestros oriundos del desierto de Kalahari donde todavía viven en su estado natural. El resultado fue, una prole de sandías pequeñas, pero más puras y dulces que las otras engordadas artificialmente. Juan Pedro, el dueño de la parcela, dijo a sus empleados que cargaran primero en el camión las sandías gordas y luego aquellas pequeñas, para que no fueran aplastadas por sus compañeras. Aunque no son rentables, trataremos de venderlas a un euro la pieza. ―Concluyó.

Las pequeñas sandías que oyeron el desprecio de Juan Pedro, se enfadaron y hablaron con la intención de liberarse y seguir cada una por un lado, y así, reproducirse y mantenerse puras en tierras no cultivables, fuera del alcance de los humanos.
―Es lo mejor que podemos hacer, ―dijo una que parecía la más lista e instruida.
―Pero, ¿cómo vamos a sobrevivir en esas tierras donde hay multitud de depredadores herbívoros?
―Mejor ese riesgo que ser manipuladas y perder nuestra idiosincrasia. ―Dijo la más instruida y continuó. ―¿Sabéis qué he oído decir? Que a muchas, les han manipulado los genes, y su interior no es rojo, sino amarillo, e incluso blanco y tanto unas como otras, son insípidas. Y eso no es lo peor, las hay que no generan semillas. ¿Cómo se van a reproducir? Es el principio del fin. El principio de nuestra extinción. Quedaron de acuerdo, todas, en abandonar aquella caja con ruedas en la primera oportunidad que se les presentase. El camión circulaba por una carretera que discurría por la ladera de una montaña, la cual tenía algunos baches profundos. Era el momento ideal. Saltarían una en cada bache, y rodarían ladera abajo para dispersarse, como habían acordado. Así lo hicieron y algunas consiguieron rodar hasta el valle por donde corrían las escasas aguas de un río.

UN AÑO DESPUÉS.

Juan paseaba con su hijo Roberto por la ribera del río y entre unas matas vio algo que llamó su atención.
―Roberto, acércate y dime qué es aquello.
El chico corrió y cuando estuvo cerca, gritó.
―¡Es una sandía!
El padre se acercó y contempló que había crecido una mata de sandía salvaje de la que sobresalían varios frutos de tamaño mediano.
―¿Nos las llevamos, papá? ―Preguntó Roberto.
―Calaremos una para ver si está buena y si nos gusta nos las llevamos.
Juan sacó su navaja del bolsillo y extrajo una tajada. Tenía un color rojo intenso, estaba y jugosa. Le dio un trozo a su hijo, la comieron y estaba bonísima.
―Nos las llevamos, pero dejaremos una para que sus semillas arraiguen y se reproduzcan. Así, el próximo año nacerán nuevas matas que contribuirán a perpetuar su especie, y nosotros las volveremos a coger, todas menos una. ―Dijo el padre.

Ya en casa, la familia disfrutó comiendo las exquisitas cucurbitáceas, durante varios días.
 


Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
Gregorio Tienda Delgado
Gregorio Tienda Delgado
28-09-2012 01:11

Amigas y amigos escritores.

Cuatro excelentes relatos.

Gracias por vuestra participación, por vuestros comentarios en general, y por los que a mi texto se refieren.

Empezamos una nueva etapa. Lean la propuesta arriba en el inicio.

Saludos.


Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
Des
Des
20-09-2012 14:46


Tal vez no cumple la propuesta,pero intento volver al taller con ;


Todas las decepciones dan la misma hora.


“Hemos andado mucho , sujetados por riendas
Invisibles , los ojos fatigados de vendas.
Tenemos en las manos un poco de cicuta,
Perdimos de la lengua el sabor de la fruta.”
Alfonsina Storni.



Sorpresa , pena, insatisfacción , decepción, ocurre cuando no se cumplen nuestras expectativas….

Casi todas mis decepciones se produjeron porque estuve allí, la vida es tan seductora que te invita a experimentar, a contemplar desde tu propio ángulo sus lados.

¿ Por qué me has abandonado ? ¿ Por qué te he abandonado ?
¿ Por qué no eres como yo quiero que seas ? ¿Por qué no soy como tú quieres que sea?
¿Por qué no te pareces en nada a la persona que yo creía que eras?
¿ Cómo pudo hacerme , este , esta, esto, aquello, lo otro, lo de más allá, como pude hacerme, esto , aquello, lo otro , lo demás y además más….?

A este lado de la tapia podría hacer una lista de decepciones personales , pero a medida que le doy la vuelta ( a mi tapia) me doy cuenta de las muchos instantes que tiene , que tengo, que tendré.

La esperanza es ciega, el azar en ocasiones una putada, mi luz favorita una sala de espera con alguna estrella de mar en mi haber , mi historia una crisálida, feliz, infeliz, apretujada de miedos, diques, torres, miradores,dudas, preguntas , interrogatorios, presagios, huecos, olvidos, disimulos, decisiones, solitarias flores blancas, miles de palabras , elixires curativos , polvo de hadas, besos de mariposa…

Las decepciones no significan nada, deberían partir en busca de algo que desaprender aprender, desvaneciéndose en su recorrido , siguiendo su oficio que es construir nuestro mundo.

Y un poema que se me ocurre;

Porqués, terribles porqués
sostenidos, cortados a medida
torpes porqués ,temblorosos
predilectos,prolongados ,
furiosos, sombrios porqués
atados, encerrados en las horas
de una tarde soleada...


“ Quiero desvelar todos los misterios. Muerte nacimiento, porvenir , pasado, cosmogonía, nada. Soy un maestro de lo fantasmagórico” Rimbau.

“ ¿ Las diferentes alegrías no son sagradas, eternas e infinitas?” Blake.

“Cielo o infierno, ¿qué importa? Al fondo de lo desconocido , para encontrar lo nuevo” Baudelaire.





Dino Valls.

Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
19-09-2012 19:42
HISTORIA DE UNA DECEPCIÓN.
EL DÍA MÁS FELIZ DE MI VIDA.

En nuestra tradición una frase habitual de honda raigambre en las capas populares, y puede que en la sociedad en general, es la de “el día más feliz de tu vida.” Desde luego se aplica en multitud de acepciones: bodas, bautizos y comuniones suelen ser las más recurrentes. La del bautizo se le endilga, generalmente, a los padres de la criatura, porque la criatura en sí aún está en el limbo de los inocentes. Las de la boda y la comunión, dada la evolución de las costumbres, con arrejuntamientos, el aumento desaforado del laicismo, la crisis económica y un sinfin de circunstancias depreciantes, pues están de capa caída, como vulgarmente se dice. Para mí ambos “días más felices de mi vida”, que reunían todas los predicados necesarios y suficientes para que se hubiese cumplido el pronóstico, fueron un fiasco de lo más burdo. Pero me referiré únicamente al día de mi primera comunión, el día más especialmente feliz de toda mi vida por razones que todos conocéis y que creo debo dejar en la penumbra por si hay espíritus particularmente sensibles a este tema, que tienen toda mi comprensión y respeto.

Pues bien, erase que se era que servidor cursaba sus primeras letras en un pío colegio religioso, de los más prestigiados de la ciudad. Allí me pilló el trance de vivir aquel glorioso día. Naturalmente la preparación religiosa, el adoctrinamiento para el evento, apenas fue necesario: era materia cotidiana el ir asimilando la trascendencia del acto y los cambios cualitativos que nuestra vida iba a sufrir, las responsabilidades que íbamos a adquirir y, consecuentemente, los peligros y la gravedad de las caídas y los castigos (morales) inherentes. Así que lo que podríamos llamar la logística del hecho hizo hincapié en la preparación física del acto, en su puesta en escena. Todo tendría que estar milimetrado, las filas de comulgantes en perfecto orden, los chicos acudirán al altar por la parte de la derecha, las chicas por la de la izquierda... Largas y tediosas horas de ensayo, canciones incluídas, para que el momento supremo fuese simplemente perfecto.

Por parte de mi familia, aunque no demasiado creyentes, pero sí ciudadanos respetables que nunca cuestionarían las tradiciones, también la preparación del “día más feliz” fue intensa, costosa y precisa. Una laboriosa búsqueda en las revistas de moda permitió elegir mi traje de”marinerito”, que fue, por razones de relevancia social, un espléndido uniforme de brigadier de la Armada... en tiempos de Churruca y la batalla de Trafalgar. Dios mío, qué de chorreras, galones deslumbrantes, encajes, pechera, guarniciones tuvo que buscar (y comprar) mi buena madre para ajustarse al modelito. Menos mal que no eligió el de Almirante. Y, naturalmente, a juego los zapatitos, los guantes, el devocionario de tapas nacaradas y un rosario familiar de tercera generación.

Llegó el gran día y por fin recibí al Señor. Quizás fuese porque los numerosos ensayos hicieron menguar la intensidad del momento, porque quien me administró la Sagrada Forma fue un cura al que yo tenía ojeriza, quizás porque los zapatitos de brigadier me estaban jodiendo cosa mala... Algo hizo que mi concentración, elemento fundamental para participar de la inefabilidad gloriosa del momento, se disipase en mundos y situaciones más terrenales. Total, que no me enteré de nada de lo importante. Un fiasco, como ya dije. Después vino el calvario. Luego de un discreto refrigerio suministrado por el colegio (previo pago de su importe, como luego me enteré) había que visitar a la familia y a los amigos que no habían podido acudir al acto. Abuelitos demasiado mayores, tiítos idem. idem., amigos que querían ver al niño en ese día tan especial, vecinos, compañeros de trabajo de papá... Ahí me percaté de la enorme implantación social de mi familia. Y todo a pie, porque entonces no había coches. Y mis zapatitos de brigadier apretando como un instrumento de tortura de la Inquisición. Y en el mes de mayo, el de las bellas flores y un calor preveraniego que se freían huevos en el pavimento.

O sea, que la unción pre, post y durante el acto de recibir a Dios por primera vez en mi inocente almita, fue sustituída por esas circunstancias mundanas y banales que alejaron la espiritualidad que hubiese sido necesaria y que dejaron como secuela mi profundo agnosticismo. Todos los goces místicos prometidos para ese día se trocaron en brutales sufrimientos de los que aún hoy guardo memoria. Y es que las asechanzas del mundo, del diablo y de la carne se disfrazaron para arruinar el que tenía que haber sido “el día más feliz de mi vida.” Otra vez será.
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