El Padre Pedro estaba extremadamente disgustado porque cada vez acudía menos gente a sus misas; por mas que se colgara con sus MANOS de la campana , y casi hiciera añicos el BADAJO no lograba que se acercaran; los habitantes de aquel pueblo trasandino, en clavado entre las SIERRAS, trataban de asistir, pero los sermones del Padre Pedro, no eran precisamente para inclinar hacia el amor divino; por el contrario, siempre hablaba de los tormentos del Infierno; presentaba a un Dios que desde su TRONO solo estaba para castigar a los pecadores; hasta los pájaros de la zona huían aterrados por su tono amenazante; YAPUS, gorriones, zorzales trataban de hacer su nido lejos de allí; era una tontería de CAPIROTE LA DEL Padre Pedro.
Los pobres feligreses que aún le eran fieles y seguían yendo eran objeto de su permanente furia y sus imprecaciones , se sentían cada vez mas agobiados por sus estentóreos gritos y desplantes.
Y finalmente sucedió lo que era previsible; la gente no quería que la casaran, ni que bautizaran a sus hijos;y el Padre Pedro iba casa por casa, no con la palabra justa, serena, de paz, sino a agredirlos porque no cumplían con los preceptos de la Iglesia.
Un día llegó a aquel lugar una niña de unos once años, sobrina de una de las familias , que al acercarse a la Iglesia y ver que el cura estaba solo, se acercó y le dio un beso, diciéndole: Buenos días, Padre.
Primero él se sintió desconcertado, ya que hacía tiempo que nadie lo saludaba, pero de inmediato la agredió diciéndole palabras mas, palabras menos: “Imagino que serás como toda tu familia, una pecadora que se va a quemar eternamente en el Infierno” . La niña huyó hacia la casa , llorando desconsoladamente.
El Padre Pedro sigue solo en la Iglesia, tocando su campana, llamado al cual nadie acude.
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Rodrigodeacevedo
09-04-2015 20:33
¿SERÉ UN ELEGIDO?
De nuevo la alucinación. Debe de ser algo así, aunque yo no tomo alucinógenos ni nada parecido. Sólo, de vez en cuando, con los amigos comparto unas botellas de vino tinto, mientras devoramos unas costillas de buen cordero de la sierra y nos echamos unas risas. Luego lo paga la Marisa, que me llama tonto de capirote, por dejarme embaucar por esos golfos a los que llamo amigos. Siempre la incomprensión.
Pero esto mío, desde hace ya algún tiempo, es diferente. Se me aparecen y me transportan, aunque yo sigo viéndome sentado en mi mesa de despacho, en la planta sexta del imponente edificio de oficinas donde trabajo. Miro hacia abajo y me veo, veo a todos, con la espalda doblada sobre sus mesas, o sus tableros (yo trabajo de auxiliar en un prestigioso estudio de arquitectura), frente a sus ordenadores, silenciosos, abstraídos; ninguno parece percatarse de mi vuelo astral, porque esto, desde luego, sino es un vuelo astral se le parece mucho.
Y deben de ser las malditas lecturas, ya me lo dice la Marisa, mi mujer. Ahora me ha dado, mira por dónde, por leer cosas de esoterismo, de magias, seres extraterrestres, magnetismos que circulan por la superficie de la tierra. Algo parecido a lo del feng-shui, pero a lo bestia. Dicen que existe otro mundo, igual que el nuestro pero por debajo; lo llaman el Reino de Agartha. Allí viven ellos, intuyo. Una cosa que leí que me gusto mucho, de un tal Hermes Trimegisto: "Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba."
Decía que se aparecen y me trasladan; son seres normales, como nosotros; tan sólo que como más transparentes, más altos y con una manos enormes, aunque muy delicadas; me cogen con ellas y yo vuelo, ingrávido. Primero es un resplandor, muy tenue; luego un sonido melodioso como el canto de un yapu, una oropéndola que decimos en mi pueblo; parece mentira la musicalidad que tienen sus trinos.
Y yo empiezo a disolverme, a disgregarme como burbujas de coca-cola cuando remueves el vaso con una cuchara. Y me digo mientras me hago gas: “¡Qué poca cosa eres, Ricardo!” Porque yo me llamo Ricardo, para servirles. Luego, pero ya no tengo noción del tiempo, atravesamos una especie de nubes, puro algodón, cálido, húmedo y muy suave. Y detrás está el trono. Aunque tampoco se si es exactamente un trono; sólo veo una especie de bola de luz muy intensa, pero soportable, que cambia de colores, todos muy suaves, como los que quiere Marisa para las habitaciones de los niños, pero más en fino.
De esa esfera luminosa salen una especie de carreteras, mejor diría cintas, muy anchas y brillantes, con badenes muy poco marcados, parecidas a las ondulaciones de olas del mar cuando vamos a Benidorm. Dan ganas de arrojarse en cualquiera de ellas y dar vueltas como los críos. Pero están ellos, severos, arrogantes, una especie de guardia de honor que bordea las cintas. Por ellas van subiendo gentes como yo, humanos de muchos tipos, unos desnudos, negros en su mayoría, otros con ropajes exóticos, indios o filipinos creo yo que serán; blancos, de traje y corbata, yo y alguno más.
Según van llegando a la luz se disuelven, desaparecen en el inmenso brillo. Yo, la primera vez tuve mucho miedo. Pensé que me había muerto y aquello era el Juicio Final. Pero no; luego desperté, o por mejor decir, reaparecí frente a mi tablero de dibujo, como si nada, como si el tiempo o lo que sea esto no hubiese transcurrido; seguí valorando mi presupuesto para la maldita casa de los Fernández, hay que presentar el proyecto para el viernes. Y entonces reapareció la angustia, el estrés, la densidad insoportable del vivir humano. Y así cada vez que me abducen: vuelo, vivo en la felicidad absoluta y luminosa y luego vuelvo a mi sitio, en el despacho de la planta sexta.
Entonces me da por pensar que soy un “elegido”, que cuando llegue el fin del mundo, que según voy leyendo parece próximo (de esto no puedo hablar con Marisa ni con los amigotes cuando bebemos) pero sí, nos deben de queda un par de telediarios; mejor dicho, un Papa y el Anticristo. Y todos al carajo, como campana sin badajo.
Si al menos pudiera decirle al del sitial, porque supongo que alguien habrá allí, dentro de la luz, que si me pueden acompañar Marisa y los niños... los quiero tanto que sin ellos no sería un “elegido” feliz.
Una música sufí, para meditar. Pero que no os pase lo que amí; mejor el vinillo tinto.
La traducción del poema otro día será.
Gregorio Tienda Delgado
09-04-2015 11:39
LOS MALOS AIRES, SOPLAN PARA TODOS.
El golpeteo del BADAJO de la campana de la iglesia, me ha despertado. Se oye lejos, pero lo suficiente para un oído tan perceptivo como el mío. Salgo del matorral, y ¿qué veo?
―Hola, ¿qué haces aquí? ¿Te has perdido? No es normal que con tu alcurnia, andes por este lugar, donde corres peligro. Yo mismo sería un peligro para ti, si no fuera porque estoy solo y necesito compañía.
―Cierto. Yo también necesito tu compañía. Nunca he estado solo y tengo miedo. Creo que a pesar de nuestro antagonismo atávico, nos necesitamos, uno al otro, para soportar la soledad fuera de nuestro entorno habitual.
―Y... ¿por qué vives aquí, si se te ve muy lustroso y aparentas haber vivido en la opulencia? ¿Quién te ha bajado de tu TRONO?
―Cierto que vivía como un Rey, pero, por las circunstancias me han traído a este lugar, aunque no querían, porque ya no me pueden mantener. Creen que aquí podré sobrevivir mejor que en el hogar donde he vivido durante tres años. No los culpo; no tenían otra opción. ¿Y tú, cómo es que vives aquí? También tienes muy buen aspecto; un aspecto señorial.
―Me ha pasado lo que a ti, pero no me han traído, vine porque no podían mantenerme, y no quería verlos sufrir por mí; bastante tienen con sus problemas.
―Y, ¿cuáles son los problemas para que te hayas tenido que venir?
―Pues, los dueños de la casa, están en paro desde hace tres años y ya no cobran nada. Tienen tres hijos y los alimentan como pueden, con la ayuda de algún familiar y con lo poco que reciben de Cáritas. ¿Crees que en esas condiciones tan precarias, me pueden alimentar siendo tan grandote? Y, ¿qué pasa contigo? ¿Por qué no te pueden mantener?
―Casualidades de la vida, por la misma razón. También los dueños de la casa donde vivía están en paro. Cobraban 420 euros, pero con los recortes, se los han dejado de pagar. Y aunque no soy tan grande como tú, comprendo que no me den la comida que habrían de quitar a sus niños.
―Bueno, debemos hacer un pacto de amistad, y aunar nuestras estrategias para encontrar comida y sobrevivir, en este nuevo hábitat, que es La Casa de Campo. He visto que algunas familias vienen a merendar y dejan restos de comida. Y, además, podemos cazar. Mi nombre es, Argos. Soy un San Bernardo.
―Mi nombre es, Trepador. Soy un gato siamés.
―¿Por qué te pusieron de nombre trepador?
―Porque desde pequeñito me gustaba trepar a los tejados y a los árboles. Esa afición mía, nos puede ir muy bien; yo cazaré pájaros en los árboles, tú cazarás ratas, aquí abajo y nos repartiremos el botín. Y tú, me librarás de los ataques de otros perros.
―¡Qué buena asociación! ¿Sellamos nuestro acuerdo un apretón de MANOS, o con un abrazo?
―Con un abrazo, pero no aprietes mucho, que tienes mucha fuerza y me harías daño. Ah, y si encuentras alguna raspa de pescado, me la guardas. ¡Me encanta el pescado!... ¿A ti por qué te pusieron de nombre Argos?
―Pues, por La Odisea. ¿Sabes? Oí decir a los dueños, que en La Odisea Argos es el nombre del perro cuyo dueño era Odiseo. Y cuando Odiseo volvió de sus viajes llevando el disfraz de mendigo que Atenea le había puesto, sólo su viejo perro Argos le reconoció. Argos que ya estaba moribundo, hizo un último esfuerzo y meneó la cola, muriendo a continuación.
―Y, ¿qué es La Odisea?
―No lo sé. ¡Esos humanos son más raros!
─Escucha, un YAPÚ canta en aquel árbol, subiré, e intentaré atraparlo… pero, ¿qué ruido es ese?
─Es el sonido de la SIERRA mecánica; los humanos está cortando árboles. No los ves porque están allá lejos en un BADÉN de la calzada.
Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
En la sierra al amanecer oficiaba para el yapu desde un trono improvisado, con capirote y sosteniendo en la mano un badajo. Más tarde limpiaba el badén.
Eratalia
06-04-2015 20:05
Anonadado me habéis. Esta es mi sintetifrase. La que sintetiza mi estado de ánimo al leeros.
Con rimas y a lo loco
Rodrigodeacevedo
06-04-2015 19:41
Difícil palabrero el de esta semana; pero ¿qué es esto para los expertos relatadores de Rayuela? Vayamos con las sintetifrases...
Camino de la sierra, entre jacarandaes y cantos de los yapus , los badenes obligaban a los tronos a balancearse como badajos sin campana; los portadores, dipsómanos, ocultaban sus embriagueces bajo los capirotes.
Jose Jesus Morales
30-03-2015 02:50
Para los textos a escribir entre el 30 de marzo y el 15 de abril, ya tenemos las siete palabras. Se agradece a los colaboradores haberse tomado un tiempo en estos días de guardar, pero con el Papa Francisco, a la cabeza de la Iglesia, aún no sabemos si tenemos que guardar, o salir a practicar la palabra olvidada.
Badajo
Baden
Capirote
Mano En todas sus acepcoiones, incluso en las terminaciones, tal cual como lo presenta Estela
Trono
Sierra
Yapu
Estela
30-03-2015 01:44
YAPU (ESPECIE DE TORDO) por lo tanto valen tanto una como otra, puesto que son sinónimos.
MANO. además de la mano que conocemos, y el verbo manar...están estas otras acepciones, que yo había "perdido" de vista
mano, na.
(DDel griego locura).
1. elem. compos. Significa 'apasionado', 'inclinado excesivamente'. Bibliómano, grafómano.
2. elem. compos. Significa 'que tiene obsesión o hábito patológicos'. Cleptómano, toxicómano.
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Gregorio Tienda Delgado
27-03-2015 21:00
REPORTAJE FRUSTRADO.
Soy reportero gráfico en un periódico local de la ciudad donde vivo y como cada día, he salido con mi cámara a la caza de imágenes. Aunque voy a pie, hoy me voy a ALEJAR un poco más, y buscaré minuciosamente por todos los barrios y todos los rincones hasta encontrar algo que sea digno de publicar.
Y... ¡creo que voy a tener suerte! En la misma calle por donde camino, a unos doscientos metros, veo una gran cantidad de gente. Pongo mi cámara en marcha y avanzo INFALIBLE, con SUTILEZA, a la caza de la noticia. Voy deprisa para ver qué pasa, analizando el PERFIL de la situación. A medida que me acerco veo que hay varias dotaciones de la policía antidisturbios. Ya estoy próximo y me sorprende ver cómo la policía carga contra las personas sin contemplaciones, con brutalidad. Lo estoy grabando todo. Pregunto a un señor mayor que con voz alterada me explica que se trata de un desahucio. Al parecer, las familias que viven en ese edificio de tres plantas, lo han heredado de sus padres que lo heredaron de sus abuelos... y luchan como pueden para mantener sus viviendas, de las que les quieren expulsar. Sigo grabando la brutalidad policial. Cargan sobre los ciudadanos sin miramientos; no les importa si hay mujeres embarazadas, niños, o ancianos. Utilizan sus porras y pegan a todos sin contemplaciones, tiran botes de humo y este lugar se ha convertido en un caos.
Un policía con cara de mal HUMOR me señala con el dedo. Ve que estoy grabándoles y viene hacia mí. Los ciudadanos me rodean para protegerme. Quieren que se publique lo que está pasando. Otros policías se unen al primero y apartan a la gente a golpes para atraparme. Les enseño mi carné de periodista, y aún se enfurecen más. Intento marcharme para no perder lo que he grabado. Pero me atrapan antes de que lo consiga. ¡Esto no es CUENTO, es realidad, me están golpeando! ¡Pero, qué hacen, soy periodista, mi trabajo y mi deber, es informar! ¡Me han arrebatado la cámara y destruido la película! ¡Son unos salvajes! ¡Me golpean con más fuerza! ¡No! ¡No!...
... Es la consecuencia del modernismo. Esta casa y otras más, las quieren demoler para prolongar una gran avenida. Este barrio se encuentra afectado por un plan urbanístico del que el Ayuntamiento obtendrá grandes BENEFICIOS. Plan Especial de Protección y Reforma del Interior, impulsado por el gobierno local y autonómico. Y lo van a llevar a cabo porque así está recogido en la ley. ¡Y las leyes no entienden de sentimientos, ni tampoco quienes las crean y las promulgan! Harán cumplir la ley cueste lo que cueste.
Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
Rodrigodeacevedo
27-03-2015 20:00
INOCENTES.
Su natural apacible y bondadoso y la severa educación que le proporcionaron sus tres tías solteronas (era huérfano de padres desde apenas recién nacido) le indujeron a ser limpio de espíritu y de cuerpo, alejando de él las naturales inclinaciones a lo que la infalible doctrina de la Iglesia llama pecado, sobre todo los relativos a la carne.
Era un modelo de orden y pulcritud, el perfil paradigmático de hombre bueno, religioso, y evitaba inteligente y voluntariamente cualquier ocasión de pecado según la moral recibida. Se había propuesto como meta en su vida ser inocente, recorrer su camino sobre este valle de lágrimas tan limpio de alma como lo era de cuerpo; sacrificar toda la vida que el siglo le ofrecía, banal e intrascendente, en beneficio de aquella otra que le esperaba más allá, en el paraíso prometido. La vida en la pequeña ciudad era propicia para ello. Sabía que en otros lugares la humana existencia le ofrecía variados placeres, exóticas experiencias que muchos llamaban enriquecedoras. Pero él reclamaba e insistía en su vocación de inocencia, enfrentando las adversidades con un gran sentido del humor.
Un día el párroco de la rectoral, su gran amigo, confidente y director espiritual, le ofreció un pequeño cromo de asunto religioso: la reproducción de un cuadro que representaba la alegoría de la Inocencia; una bella mujer de larga túnica y espléndidos cabellos dorados que enmarcaban un rostro angelical. Sostenía entre sus níveos brazos un pequeño corderito, blanco y de suave lana rizosa. Un halo mirífico enmarcaba la sutileza de sus formas, dotándolas de una magnética luz interior. Quiso poseer aquella mujer, que habitase en su alma para que fuese su definitivo baluarte de inocencia. Quiso hacer de ella un adelanto de las promesas del paraíso, al mismo tiempo que su refugio frente a las tentaciones mundanas. Era tan exquisita, tan sobrehumana su belleza que nunca, bajo pretexto alguno, podría ver en ella la atracción de lo material. Tenía que sacarla del cromo y vivir a su lado la espera, que ahora presumía interminable, hasta que a ambos se les abriesen las puertas de la gloria.
En la gran ciudad localizó el taller del Pintor, quien le presentó a una bella modelo que era la encarnación de aquella mujer del cromo, de aquella Inocencia angelical que le redimiría de sus pulsiones pecaminosas. El Inocente la trató y quiso penetrar en ella. Y la penetró tanto, tan profunda y satisfactoriamente que ambos, desde entonces, insisten cada noche en perfeccionar su acomodo en las respectivas almas. Y de vez en cuando, para fortalecerse y no olvidar los símbolos, comen un delicioso asado con corderitos parecidos al del la vestal del cuadro, viviendo una vida de refinados placeres terrenales por si acaso lo del Paraíso resultase un cuento. Aunque ellos, en su inocencia, qué pueden saber de pecados...