La brisa acaricia inocente
campos de caña
y la luz de un sol
que se despierta
la acompaña.
Los minutos corren
muy lejos de la hora
y se sofocan
entre montañas azules.
Pájaros invisibles
rompen el silencio
y también el desconcierto.
El sol levanta el día
y en el hilo de un recuerdo
en esta hora,
tu nombre se repite
en los campos de caña.
jota jota
22-01-2024 20:00
Mis entrañables paisanos -97-
Los domingos son días para hacer las cuentas, para emparejar los números, para arreglar los desajustes de la semana, para enfilar ordenadamente los pasos hacia otros cinco días continuos de horarios inflexibles.
El domingo, también, es un buen día para visitar a los amigos. Ayer domingo, en la mañana, mis entrañables paisanos llamaron por teléfono y me invitaron a cenar en su casa, una de sus hermanas, recién había llegado del pueblo en donde nacimos, venía a la Capital para hacerse unos exámenes médicos.
Las buenas costumbres no se pierden y alimentan el espíritu. Candelaria, la hermana de mis paisanos, como dicta la buena educación en Carúpano, se trajo desde el pueblo, dando tumbos en el autobús, unas tortas de cazabe, cuatro kilos de frijoles barcinos recién cosechados, media docena de morcilla carupanera y dos frascos con dulce de leche, todo perfectamente acomodado en una caja amarrada con cabuyas.
Cuando llegué a la casa de mis amigos, ya los frijoles se estaban ablandando en la hornilla y el guiso, picado muy menudo, con ají dulce, ajo, cebollín, cilantro, cebollas y un chorrito de aceite onotado, estaba en la sartén sofriéndose a fuego lento.
A las ocho de la noche comenzamos a comer, los frijoles quedaron de chuparse los dedos y las morcillas negras, negrísimas, bien condimentadas, con un toque dulce y un punto de picante, invadieron con su penetrante olor todo el edificio. Comimos con cazabe mojado, como si el mundo se fuera a acabar mañana. Hicimos como los indios, no guardamos nada para el otro día y sin preocuparnos por la hora, por lo pesado de la comida, entre risas y los recuerdos del pueblo y sus personajes inolvidables, con el café, nos comimos también el dulce de leche.
Regresé a mi casa y dormí profundamente, sin sobresaltos, no sentí malestar alguno por la comida y desperté como siempre, con un hambre atroz. Me bañe con dignidad, me vestí para el trabajo, corbata de seda, impecable camisa blanca y traje de casimir inglés.
Desde la madrugada, una llovizna persistente se empeña en no dejar la ciudad, corre un viento frío y a esta hora hay poco tráfico, protegido bajo un paraguas hice dos cuadras completas con paso rápido y llegué sin contratiempos a la Estación del Metro. Caminé por el ancho pasillo y de improviso, sin aviso previo, sentí un pequeño vacío en la boca del estómago que recorrió mi intestino, fue apenas una sensación vaga, sin susto, ni apremio alguno.
El trayecto de mi casa a las puertas del trabajo son apenas veinte minutos, dos estaciones cortas en el subterráneo y luego, un trecho caminando, tengo el tiempo medido para llegar justo a la hora de entrada, pero con la lluvia, el Metro se retrasa, es bastante inusual y claro, al retrasarse la llegada del tren, la estación se llenó de usuarios, unos pasajeros con más prisa que otros.
Mientras espero paciente la llegada del vagón, siento una leve torsión de tripas que enciende las alarmas, el cuerpo avisa serios inconvenientes en el estómago, problemas que debo resolver de inmediato. Se anuncia el retraso del Metro en los parlantes y mis complicaciones son mayores.
En el estómago se suceden serios acontecimientos, movimientos inusuales, contracciones, me preocupan los espasmos que se repiten con mayor frecuencia, ante un desagradable imprevisto tomo la precaución de alejarme, de aislarme, pero la estación está llena y siguen llegando usuarios por puños, doy pasos cortos en un intento de aplacar el estómago y para mi mayor alegría el Metro finalmente llega. Una corriente compacta de cuerpos, brazos, manos y piernas, me mueven hasta dejarme instalado dentro del vagón, no hay asiento disponible y viajamos sostenidos por cuerpos ajenos a los nuestros.
Con tanto ajetreo y movimiento se alteran las tripas mucho más de lo que quiero y siento esta vez, alarmado, que se cuela como soplo, un vacío dentro del intestino, se detiene por momentos en medio de las tripas, logra filtrarse, encuenta espacios vacíos y rápidamente recorre el intestino en busca de salida, llegamos a la primera estación y nos compactamos todavía más. Sudo, me asfixio, siento escalofríos, los parlantes anuncian, para mi mayor alegría, la llegada a la estación en donde debo bajarme, falta poco para salir decorosamente de una situación bastante desagradable.
Un nuevo corrimiento de aire en el intestino me obliga a cerrar instintivamente el esfínter, pero no pude contener el soplo y su afán de libertad, sin escándalo, se escurre despacio un aire caliente y pesado fuera de mi cuerpo, lo que me permite respirar tranquilo, pero noto con asombro, con asco, que un vaho nauseabundo de cloaca, se esparce dominando el vagón, pegándose a la piel, a la ropa. Los gritos no se hacen esperar, los insultos y las malas palabras tampoco. Todos se miran con asco y odio contenido, se tapan la boca y las narices con las manos, se acusan unos a otros. Yo mantengo una digna compostura detrás de mi corbata de seda y paso desapercibido ante las miradas de odio y los insultos. En ese momento se abren las puertas del vagón y entre gritos y empujones, en una verdadera estampida, el vagón queda completamente vacío. Quienes intentan entrar no pueden cruzar las puertas y a pesar del retraso, de las urgencias de los pasajeros que esperan impacientes, el pestilente olor les impide entrar, el vagón cierra las puertas con el hedor como único pasajero hasta la próxima estación.
jota jota
21-01-2024 16:38
Cabalgo tu nombre
3
La calle espera.
Enamorada impaciente
me llama con voces
de entusiasmo,
con sonidos encendidos.
Abre las avenidas,
ilumina esquinas,
esconde viejos rencores
conocidos.
Afuera.
Ausente,
ella cruza
un paso peatonal
sin saber
que la busco
desde el humo,
que la nombro cielo
con lengua torpe,
que la pienso
sin olvidar un detalle.
jota jota
20-01-2024 19:46
Cabalgo tu nombre
2
Parado sobre la tarde:
sin sombras
en los costados,
limpia la espalda
de venganzas
y cicatrices,
levanto sueños nuevos
para desafiar los vientos.
Llego desnudo para cumplir
mi compromiso,
-palabra empeñada-.
Vengo a caminar
la noche entera
hasta el confín
de tu piel.
Amanecer en tus párpados
asombrados.
Iluminar tus ojeras.
Sembrarte besos
y verte despertar
florecida de esperanza.
jota jota
20-01-2024 19:45
Cabalgo tu nombre
1
Suspendido en este cielo
de cenizas,
un círculo vehemente
concentra todo el fuego
sin odios ni rencores.
Bajo el cielo en llamas
tu imagen encendida
se multiplica
en los espejos
y es múltiple
la ofrenda de este día.
jota jota
17-01-2024 19:31
Preámbulo a un poema
A ustedes. A todos ustedes
Al despertar, una inquietante necesidad de arreglar y organizar me dominan, mi urgencia es la de terminar con el desorden. Recomponer el equilibrio. Intento clasificar sin método, de forma arbitraria, el embrollo de documentos, que con indiferencia acumulo en la única gaveta de mi escritorio, una gaveta que he convertido en un pozo sin fondo y en donde deposito notas, facturas y papeles apresurados, en los que apunto con letra deforme mis ideas desordenadas.
Cumplir la tarea de ordenar mi desastre es el dictamen de un sueño, en días como este día, que me precede la intención del orden, despierto bajo la influencia de un sueño que se repite con frecuencia, en el sueño, una mañana sin brillo, se presenta la muerte y termino mis días sobre un manto de documentos en desorden.
Inicio la tediosa tarea de ordenar en el cajón de mi escritorio, allí encuentro algunos manuscritos de mi padre, manuscritos, que el tiempo y su tenaz paciencia no han logrado desvanecer. Encerrados en esa gaveta los textos de mi padre se confunden con papeles sin importancia, con fotografías, en donde mi rostro se repite y me señala todos los hombres que fui y que soy, bajo el amparo de mi nombre, de los apellidos que heredé.
En algunas de las fotografías mi padre me mira desde el blanco y negro del registro fotográfico, desde momentos diferentes de su vida, desde su inconfundible bigote, que yo recuerdo manchado de nicotina.
Los manuscritos que dejé reposar en esa gaveta de olvidos quedaron atascados en el tiempo, entre la memoria amarilla y mis múltiples mudanzas. Los papeles aguardan pacientes, en obligado silencio, ser rescatados del olvido, están escritos en tinta azul, con trazos de estilográfica y caligrafía de quien lleva prisa, y no debe olvidar el ritmo que le dictan las palabras. La lectura de estos textos, escritos por la mano temblorosa de mi padre, es un acto de adivinación.
Mis hermanos y yo mismo, hemos manoseado y releído muchas veces estos papeles de mi padre, a quien la muerte sorprendió sin darle tiempo a ordenarlos, muy pocos de sus textos están fechados, mi padre no escribía para la posteridad, ni tampoco utilizaba método alguno, para imprimir sentido y tono a la imagen creada -carecía de esa disciplina-.
Mi padre era un hombre, que atacado por las palabras, se movía entre comas, puntos y signos, para ilustrar la intensa emoción del momento y consagraba en metáforas sonoras, perdurables, el instante que vivía, envuelto siempre en el humo aromático de sus incontables cigarrillos. En los textos de mi padre el tributo del lenguaje está dedicado por entero al sentimiento.
Con paciencia y dedicación ordeno notas inconclusas y reconozco, que estos manuscritos son nuestra herencia, su palabra escrita nuestro legado. Mi padre era poeta.
También nos transmitió con su ejemplo, sin rigor, valores que no olvidamos: el culto a la palabra empeñada, la lectura a toda hora, la familia como ancla y soporte fundamentales, nos mostró con su particular manera, que es necesario estar siempre presente en la amistad y nos invitó a ser honestos, más allá de las carencias, a enfrentar nuestras circunstancias sin una queja, a ser originalmente nosotros y a utilizar la ironía y la risa como un arma.
Mi padre hubiera cumplido en el mes de mayo cien años de vida, pero le faltó el aliento cuando rozó los 65 años y ahora es imagen en el recuerdo y estos papeles suyos.
Entre los apuntes apresurados de mi padre, que descansan en este cajón de olvido, atascado en el fondo, entre las rendijas de la vieja madera, encuentro un tesoro. Sobre un papel a rayas, con la letra inconfundible de mi padre, un poema que desconozco, el papel y el poema envuelven una nota y un misterio. Escritas sobre un trozo de papel blanco, seis palabras dispuestas en una sola línea, las separa un punto y parecen dictadas por el azar, no se corresponden en orden alfabético y cada una de ellas, por sí sola, es la llave para una puerta cerrada. El poema y las palabras abren cien incógnitas y mi inteligencia no es capaz de hilvanar ninguna teoría.
Imagino a mi padre envuelto en el humo azul de su eterno cigarrillo, enfrentado a la circunstancia de cada una de estas palabras: Revelación. Baldío. Incertidumbre. Erección. Adagio. Amedrentar.
Se me ocurre reseñar por mi cuenta una nota breve con las seis palabras encontradas y escribo: En un baldío, la incertidumbre peregrina de una erección se convierte en adagio y revelación final, con el fin de amedrentar al hombre.
Este texto que escribo hoy, resultado de mi afán por ordenar mis asuntos pendientes, empujado por un sueño y con el temor de ser sorprendido por la muerte en medio de mi propio desorden, de mi desidia, de mi descuido, es un pretexto para copiar a mis hermanos y a la familia esparcida por el mundo, el secreto de una nota con seis palabras, en apariencia inocentes, que se esconden envueltas en un poema traspapelado de José Jesús Morales Espíndola, nuestro padre.
El poema, dibuja con candoroso trazo a nuestra madre y retrata de cuerpo entero a nuestro padre.
Apuntes para un retrato
A Esther, devotamente.
Pulpa de fresa ------ los labios
y en ellos la forma del beso se ve…
Suave curva que da la elegancia,
de su cuerpo moreno y sin fin…
Moderada estatura, y tan grande
que su alma no tiene confín…
No escriba la pluma mi verso,
si en sus ojos se enciende la luz,
-luz que entibia la sangre en mis venas-
Luz que de día y de noche ilumina
mi alma sin fe…
Es perfecto modelo la Amada
para el atormentado pincel
de Toulouse Lautrec…
Agosto 1961
jota jota
16-01-2024 17:52
01162024 -95-
El tiempo y su dictamen
se convierten en humo.
Con amenaza
de luna llena
en tierra de nadie
se cierra la tarde
en lilas y violetas
La sedosa noche
cargada de aguaceros
de secretos y misterios
se hace dueña
de los cielos.
Y yo,
parado en la reja abierta
aguardo paciente y terco:
mi paso se cruce
en tu camino,
mi mano repose
en tu cintura,
y tus labios coincidan
en los mios.
jota jota
15-01-2024 19:40
01152024 -95-
Cuando me vi en tus ojos:
yo atravesaba una noche
interminable.
El tiempo
era un viento frío
que azotaba mis huesos
y mi vida
y la historia
-cosa perdida-.
yo insistí sobre tu huella
sonora de entusiasmo.
Un día nos miramos
bajo un cielo sin nubes
con promesa de futuro,
mis manos se unieron
a las tuyas
y el círculo se hizo uno.
jota jota
14-01-2024 19:07
01142024 -95-
Haces falta
en el sopor de esta hora,
en este silencio
desbordado de incógnitas.
Hacen falta tus palabras,
tus manos,
que llenan mis vacíos
a toda hora.
Haces falta hoy,
hiciste falta ayer,
y me harás falta mañana
en la incertidumbre,
que cuelga de las horas.
jota jota
13-01-2024 18:29
01132024 -95-
Busco la huella
que dejaron tus dientes
en aquella apagada oscuridad
cuando perdí los gatos
y el camino.
Busco la huella de mi sombra
cuando se batieron
tus alas de ángel
en un cielo dormido.