Me despierto en la madrugada, hace calor y esta noche estoy nuevamente condenado a otra noche de insomnio. Es imposible volver al sueño, los pensamientos me aturden, y antes de marearme dando vueltas en la cama no me queda otra alternativa que clavarme en el sillón a ver televisión.
A oscuras, sin encender las luces, medio vestido, con un atuendo improvisado salgo de la cama, con los pasos contados, seguros, llego al sillón, tomo el control remoto y me estampoinmovil ante la hipnótica luz del aparato, a pasar otra noche desvelado.
Es menester tener un control remoto, sin este maravilloso invento la televisión es una tortura. Comienzo una búsqueda implacable de algún programa en el que pueda sumergirme y pasar lo que queda de la noche sin pensar, alejado de esta nube ambigua que me confunde, desorienta, asalta mi sueño y me despierta.
Reviso los programas sin detenerme en ninguno, puedo ver la descripción del programa a un costado mientras recorro los cientos de canales que tengo a la disposición, mientras hago este paneo de estaciones, encuentro algún bache y me detengo, leo la descripción, no me interesa y sigo desanimado, sin interés alguno, decepcionado y aburrido, llevo una hora con el control en la mano sin detenerme en ningún espacio.
Mis dedos automáticamente aprietan el botón de cambio, es un constante tic y un parpadeo de la pantalla. Oigo retazos de conversaciones insensatas, extravagantes, hasta disparatadas que intentan ser divertidas, y anuncios que se repiten en todos los canales con la descarada intención de quitarme el dinero que no tengo. Aparece una niña indígena, descalza camina por la selva, me pide que sea su padrino en la distancia y que le deposite una cantidad mínima mensual a una ONG dedicada por altruismo, a salvar niños como ella de la indigencia, me conmina a ayudarla, con voz lastimera suplica mi ayuda para sobrevivir, me dan la oportunidad de poder visitarla en una selva perdida en el Perú. Si no fuera tan dramático me echaría a reír.
Sigo en esta persecución de algún detalle que llame mi interés y pueda fijar por dos miserables horas una estación, sin tener que pensar. Me detengo un momento, una mujer mira a la cámara con arrogancia, sus gestos me muestran las uñas perfectas, de quien nunca ha lavado un plato y comenta con una postura elegante “el queso manchego permite un maridaje estupendo con un tinto de la rioja y puede hacer tu velada perfecta, la gran diferencia”
Pienso: El queso manchego permite un maridaje estupendo con un tinto de la rioja y con ese sabor en boca es el momento preciso para proponerte establecer una relación de contubernio, por el puro placer de verte en pelotas sin las uñas postizas, sin las pestañas artificiales, sin la faja que te asfixia, sin los zapatos que te alzan por encima de la mesa y hacer la gran diferencia.
Cambio el canal compulsivamente, los entendidos económicos muestran en números rojos la caída de las bolsas europeas, asiáticas. Mi economía se desplomó hace rato, la inflación se comió el salario, mis ahorros, cada día hago malabares para llegar a fin de mes sin asaltar un banco.
Un canal exclusivo de noticias muestra inundaciones por un tifón, un banco que quiebra, acusado de blanquear capitales extranjeros de países en desgracia, los ahorristas inocentes pierden sus depósitos.
Un jihadista enmascarado, vestido de negro, investido por la mano de Dios en verdugo, con un cuchillo enorme, le corta la cabeza a un periodista.
Horrorizado doy un grito y apago el televisor.
Estela
14-03-2015 01:33
QUEJAS
Al anochecer, en una típica ESTAMPA de barrio, estábamos sentados con mi mujer, tomando fresco en la vereda, y mirábamos pasar los vehìculos ,que circulaban sin cesar por la avenida,ya que habían arreglado todos los BACHES y ella de pronto me dice:
- ¡Estoy harta de los autos!
Me resultas AMBIGUA, mujer, hace unos pocos días, me insistías en que buscara la forma de comprar uno. – ¿Pero què te han hecho los automóviles? le pregunté.-
¿ Pero no te das cuenta que pasan a propósito por acá, para darnos envidia a los que andamos de a pie? Y por añadidura, a toda velocidad, ¡ Como si la avenida fuese una pista de carreras!
Pero mujer! ¡Què ridiculez! ¡Mirà que van a pasar a propósito por acà, para que nos dé rabia!
! Te digo que sì, Josè! ¿ No ves que nos ignoran, que no nos miran, que están bobos con sus Mercedes, sus Audi,sus Ferraris, que están ahì dentro de sus autos, en su mundo?; y son todos nenes de mamà, ¡Seguro! ¡ No ves, no ves que son todos jovencitos!!Mirà que cara de felicidad que tienen! Van riéndose, divirtiéndose para darnos envidia.
¿Te parece?
¡Claro!! Estos se creen que asì se van a convertir en personajes importantes, refregándonos por la cara que son mas que nosotros porque tienen un auto caro!
Tal vez te equivoques,. ¿No estàs exagerando?
¡Lo que pasa es que vos,viejo, sos un tierno, un ALTRUISTA, un crédulo.!Todos quieren darnos envidia!¿Te acordas la otra vez cuando anduvimos caminando por Belgrano?!Qué casas lindas había!
¿Vos decís porque eran casas lujosas?
N o es MENESTER eso, lo importante no es que eran lujosas, sino que todos allì eran felices,
¿No te fijaste que se reìan, estaban entretenidos, con hermosos ATUENDOS, con todas las luces encendidas, como en una vidriera, pero ni una sola vez miraron hacia el exterior.
¿Para què iban a mirarnos? Ellos lo único que querían era que nos muriésemos de envidia viendo su felicidad. Les divierte ver los dolores ajenos.
Como me cansé de escuchar las quejas de mi mujer, me metì en la casa a tomar mate y mirar la televisión; cuando estaban dando la publicidad de una aerolínea ella entrò y dijo:
¿Te das cuenta? Están pasando esa publicidad para darnos envidia.
¡Como saben que no podemos viajar!
Hace tanto que los tengo abandonados que no logro recordar mi contraseña para entrar
Estela
13-03-2015 21:57
Beneficio
y por si hace falta
Cuento
Hace tanto que los tengo abandonados que no logro recordar mi contraseña para entrar
Rodrigodeacevedo
13-03-2015 21:50
Muy bien recordado, J.J. Con estos períodos amplios a uno ya se le va del "coco" de del saco palabreril. Gracias.
Mis dos palabras:
INFALIBLE
PERFIL
Si sobra alguna la eliminas por orden alfabético.
Jose Jesus Morales
13-03-2015 19:03
Una nueva palabra para el próximo texto en el periodo comprendido entre el 16 y 29 de marzo 2015.
Sutileza
Humor
Jose Jesus Morales
11-03-2015 17:48
La Sintética
Para mi estampa es menester vestir un atuendoambiguo de apariencia andrógina, y mantener sin baches el contubernio, que es pasión, nunca altruismo.
Rodrigodeacevedo
06-03-2015 20:25
BEATUS ILLE...
En aquella época, de tintes mas bien oscuros, estaban prohibidos los Carnavales; bueno, y muchas cosas más, para qué hablar. Eran los tiempos del Contubernio judeo-masónico, aunque justo es reconocerlo, ya habíamos superado el bache del “piojo verde”.
Yo todavía vivía en aquel remoto pueblo, perdido en la llanura, entre fornidos alcornoques y encinas, al pie de una serranía que enviaba, en los atardeceres, cuando “caía la fresca”, efluvios de jaras y cantuesos, tomillos y romeros, que unidos a otros olores menos delicados provenientes de los establos y porquerizas, daban una especie de ambigüedad aromática a las calles del pueblo, mayormente en la parte del camino a la fuente, el soto.
Allí solían salir las mozas y los mozos, con sus atuendos limpios, “remudaos” que decíamos, a disfrutar de un rato de ocio antes de volver al cotidiano menester: encender los fuegos de la llar, ordeñar las vacas, cabras y ovejas, preparar la cena para los hombres y la comida que debían llevarse al día siguiente, antes de clarear, al volver a las faenas de la siega o, si era día de mercado, llevar los animales a la venta.
Si el mercadeo salía bien los labradores gastaban algunas monedas en telas con bonitos estampos, de colorines si eran para la hija, más solemnes, austeros en su limitada gama de negros, grises o azulones, si eran para la esposa.
Pero hablábamos de los Carnavales, tan prohibidos. Por orden de la autoridades, civiles, militares o religiosas, se impartían normas, se dictaban consignas, se adoctrinaba al pueblo recordando que detrás de aquellas diversiones estaba el Maligno, que la concupiscencia (no era esa la palabra, demasiado complicada para aquellas sencillas gentes) era el alimento de los mas horrendos pecados; que de los bailes nunca salía nada bueno, la carne (ésa sí era la palabra) se incendiaba en los cuerpos juveniles y luego pasaba lo que pasaba; que los disfraces sólo podían ocultar malas intenciones o a gentes del “maquis” que bajaban de la vecina sierra y mataban y robaban...
Tan solo en días señalados, como el Martes de Carnaval o el Jueves Lardero (el último jueves que se podía comer carne ¡pobres ingenuos, carne en aquellos tiempos...! tocino y algún chorizo rancio si había suerte...) antes de los sacrificios penitenciales de la Cuaresma, como un gesto de altruísmo y generosidad las antedichas autoridades toleraban que el tío Ismael tocase el chiflo y el tamboril y el personal, a la luz del día, en la Plaza Mayor, tejiese algunos pasos de baile de los de antes, de los de siempre. De todas formas no había otra cosa.
Todo esto se me viene a la cabeza, como recuerdo y reflexión; aquí, en la gran ciudad, tan abigarrada, tan superficial, tan llena de oropeles y alharacas que es toda ella un Carnaval, valoro la paz de aquellas tardes, la sencillez de las conversaciones sentados esperando la voz amable que nos llamaba a cenar. El olor de los guisos simples y apetitosos que madre había preparado.
Después, hasta que la prudencia y el sueño nos llamaban al reposo (la prudencia solía estar representada por la pareja de la guardia civil que hacía la ronda por el pueblo), formados los corrillos, los hombres con los hombres y las mujeres entre ellas, los chiquillos a alborotar a otro lado, se esparcían los chismes, los cotorreos tan inocentes ellos.
No caeré en el tópico de la paz perdida; también había sus trifulcas, sus envidias, sus mases y sus menos.
El gran drama actual, al menos a título individual, es que todo aquel potencial de vida ya no está. Todo está hecho, no hay retorno. Igual que al olmo centenario que daba sombra al peirón que había a la salida del pueblo hacia la capital, que los arrancaron para hacer la variante de la caretera. Puede que haya sido beneficioso para el “pogreso”, pero cuántas ilusiones, cuantos amoríos cuajados, cuantas jaculatorias de las viejas beatas se han arrancado con ellos...
Ilust.: Paul Gaugin
Gregorio Tienda Delgado
03-03-2015 20:16
LA HISTORIA DE PACO.
El abandono progresivo del ámbito rural y el rápido e ineluctable hacinamiento del hombre en las grandes ciudades, espacio mucho más propicio para la aparición y el incremento exorbitante de los vicios y el desarraigo, han incidido notablemente a lo largo de varias décadas, en la creciente proliferación de la marginación y de los desafueros inherentes a ella. Hecho atribuible muchas veces a la imperfección de nuestra sociedad, y otras, a esa lamentable forma de asirse a la existencia citadina, se ha convertido en un copioso surtidor de marginalidad.
Lo que se traduce en que muchos caen en el sumidero de la miseria, se convierten en astrosos postulantes y tenemos la impresión, sin ninguna AMBIGÜEDAD, de que son lejanos y diferentes a nosotros. Pero nada más lejos de la verdad, puesto que, si lo pensamos detenidamente, en el fondo, apenas si nos separa de ellos un fino hilo que en cualquier momento puede romperse. Son las circunstancias, el caer en un BACHE tras otro, que pueden llevarnos a traspasar la linde y que nos encontremos en su misma situación
Esta es, la historia (real) de Paco, al que conocí casualmente por proximidad. Según sus propias palabras, fue MENESTER trasladarse con sus padres y su hermana de catorce años, desde Andalucía a Barcelona como tantos otros, buscando una vida mejor. Era ya un hombre de veintidós años, y junto con sus padres trabajaron doce horas diarias mal pagadas, para subsistir en una vivienda de alquiler y ahorrar para dar una importante cantidad a cuenta por la compra de la que sería su vivienda en propiedad para toda la vida.
Entonces, dada la escasez de viviendas construidas, debido al exceso de demanda, esa cantidad se pagaba antes de iniciar las obras. Ellos la pagaron, y Paco con la convicción de que sus padres y su hermana ya no le necesitaban, se enroló en la marina mercante, recorrió medio mundo, y volvió cinco años después.
La empresa constructora inició las obras, sólo cimientos y plantas, bajas, en el solar que iba a ser una manzana completa con más de doscientas viviendas. Vendió todos los pisos proyectados, pero, cada piso a cuatro o cinco personas distintas. Los dueños recaudaron una importante cantidad de millones de pesetas, desaparecieron y nunca se supo de ellos. Así se esfumaron el esfuerzo y las ilusiones de muchas familias.
Cuando Paco volvió, se montó una chabola dentro de cuatro paredes de aquellas sin techo, y malvivió diez años con la esperanza de que el desgobierno de Franco le solucionara el problema. Pero, no. Lo que hicieron fue, echarlos a él y a todos los que se hacinaban allí, y demoler lo poco que habían construido. Tanto le afectó, que dejo su trabajo y se fue a vivir debajo del balcón de un bloque de pisos a unos treinta metros, frente al bloque donde vivo.
Se dedicó a la mendicidad. Dejó crecer su pelo y su barba y se amparó en la bebida. Allí vivió durante veinte años, envuelto en sus cartones, en su manta vieja y sucia, en su ATUENDO de harapos mal olientes, en su soledad y su tristeza, en la indiferencia de unos y en el ALTRUISMO y la escasa solidaridad de otros.
Cierto es, que su madre y su hermana, ya casada y con hijos, todos ellos en CONTUBERNIO, quisieron alojarlo en el piso alquilado. Pero él no quiso. Siguió allí. Entonces surgió la pugna entre los que querían echarlo y los pocos que hablaban con él e intentaban ayudarlo. Le daban comida, ropa usada pero en buen estado, dinero... y el resto de los vecinos, que eran mayoría, desdeñaban el acercamiento a esa dolorosa realidad y decían: No le deis nada. Si seguís ayudándole, no se irá. Para ellos, era como un perro callejero que conviene expulsar del barrio. Llamaban a la policía local para que lo expulsaran, pero ellos siempre alegaban que no podían, porque él no hacía daño a nadie y la calle es de todos los ciudadanos. Lo que sí, mandaban que el servicio municipal de limpieza, le tirara parte de los cartones y cacharros que iba acumulando, y que, dentro de lo posible, le adecentaran, el espacio donde moraba.
Así fueron pasando los años, hasta que un día, alguien, no sé quién, al ver que era tarde y no se había levantado, se acercó y supo que estaba muy enfermo. Llamó al servicio de emergencias y se lo llevaron al hospital. Al día siguiente, los que limpian las calles, tiraron todo su humilde ajuar a los contenedores de basura, y nunca más lo volvimos a ver.
Unos días después, por la asociación de vecinos supimos que había muerto. Curiosamente, los que lo repudiaban, hacían corrillos en la calle y preguntaban: ¿qué ha pasado con Paco? ¿Adónde se lo han llevado? Haciendo uso de su flagrante hipocresía.
Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
Eratalia
02-03-2015 15:45
Que no es lo mismo espantarse que estamparse ni que salir de estampida ni que quedarse estampada, ni que tener una bella estampa o una estampita del Niño Jesús (que no es JJ por cierto).
Gracias por la aclaración. Quedamos estampados, digo enterados.
Con rimas y a lo loco
Jose Jesus Morales
02-03-2015 14:06
Confirmo que, el lapso para escribir los textos y comentarios es a partir del 2 de marzo y hasta el 15 del mismo mes